La noción o el concepto del trabajo
abstracto es central para todo pensamiento crítico. Es desarrollado por Marx en
una forma, que hoy nos hace difícil su comprensión. Marx lo desarrolla en su
crítica de la economía política de su tiempo, en especial en relación con la
economía clásica burguesa. Tanto los desarrollos del problema, del cual se
trata, como de la propia economía burguesa hasta hoy hacen necesario
repensarlo, ubicarlo de nuevo.
Quiero empezar con lo que se puede
llamar la antropología de Marx. Puedo comenzar con una cita famosa:
“Aquí partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la
que pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que
semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de
las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras.
Pero hay algo en que el peor maestro de obras aventaja desde luego, a la mejor
abeja, y el hecho de que, antes de
ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de
trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la
mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal”
[1]
La antropología correspondiente la podemos resumir en lo siguiente:
Marx ve al ser humano como un ser
natural que vive en un circuito natural de la vida humana y cuya vida depende
de ser parte de este circuito natural. Este circuito implica la relación con los otros seres humanos y con la
naturaleza circundante en el contexto de la vida humana de todos los seres
humanos. Se trata de una relación objetivamente constituida. En relación a los
otros seres humanos esta relación es de división social del trabajo en su
sentido más amplio. En relación con la naturaleza externa se trata de un nexo
establecido por el hecho de que toda satisfacción de necesidades tiene como su
condición de posibilidad en el acceso a valores de uso en cuanto productos
materiales (o corporales). Marx habla aquí de un “metabolismo” del ser humano
respecto a la naturaleza exterior.
Según eso, el ser humano es un ser que
vive de transformar por su trabajo en
división social del trabajo la naturaleza externa a él en bienes del tipo de
valores de uso, que satisfacen necesidades y que son ingredientes
insustituibles del proceso de consumo, que es una especie de metabolismo entre el ser humano como ser natural y la
naturaleza circundante.
Sin embargo, eso no es todavía una
definición suficiente. Hay también animales que tienen una división del trabajo
entre sí y que transforman la naturaleza externa a ellos en bienes para
satisfacerlas.
Hay, sin embargo, una diferencia del
ser humano que lo distingue del animal. Marx la expresa por la capacidad humana
de anticipar idealmente “en el cerebro” el producto hacia el cual se encamina
como su fin. El producto, al ser concebido, tiene ya “existencia ideal” en la
mente del obreo-productor. En este sentido el animal no tiene fines, aunque
satisface sus necesidades. La necesidad para el animal no es fin en este
sentido (o lo es en forma rudimentaria solamente).
La
especificación de las necesidades como proceso histórico
Creo que hay que ampliar esta
consideración. La misma biología de la evolución hace también este paso. El ser
humano no es un ser natural con necesidades específicas, sino un ser natural
necesitado. El animal, en cambio, nace con necesidades específicas.
Según nuestro enfoque, el ser humano no
tiene necesidades porque siendo un ser natural, no es un ser
especificado. Las necesidades específicas son un resultado de la propia
historia humana. El ser humano mismo es un ser necesitado, no un ser con
necesidades. Como ser necesitado tiene
que integrarse en el circuito natural de la vida y hacerlo desde su vida humana. Por eso, no
puede producir para las necesidades sino solamente a partir de un proceso
histórico que especifica en necesidades la necesidad fundamental de la
integración en el circuito natural de la vida. Por eso la historia humana es un
proceso de especificación de las necesidades, que va unido al proceso de
producción, porque se tiene que orientar por las posibilidades de producir
(fuerzas productivas).
Si las necesidades son históricas y son
producidas junto con el proceso de producción, la economía no se puede orientar
por las necesidades. Se necesita un criterio para el propio desarrolla de las
necesidades que según nuestra tesis no puede ser sino la vida humana en un
circuito natural completo de la vida.
Hay una anécdota de la revolución
francesa. La reina María Antonieta escuchó desde la calle el ruido de masas que
estaban gritando. Preguntó al mayordomo qué pasaba. Este contestó: Majestad, no
tienen pan. Ella le contestó: por qué entonces no comen pasteles? Era cinismo,
que pagó con la vida. Si hubiera pasado eso en Pekín, el mayordomo habría
contestado: No tienen arroz. Y en Méjico habría dicho: no tienen maíz. En
Berlín habría contestado: no tienen papas.
Por eso, una teoría económica no se
puede hacer a partir de las necesidades, sino solamente a partir de la
necesidad de estar integrado en el circuito natural de la vida. Por medio de
cuales necesidades específicas eso se hace, depende de muchos factores. Pero el
marco de variabilidad del proceso de especificación lo da la referencia a la
vida.
Esta referencia no puede ser tampoco
específica. Por eso no tiene una definición formal. No es específica, porque
solamente como tal sirve para explicar la especificación de las necesidades humanas.
Se puede decir, que la referencia a la vida no es precisa. Pero porque no lo
es, sirve.
Para que la economía sea en función de
las necesidades, las necesidades tendrían que tener un carácter a priori.
El análisis clásico de esta relación
entre consumo y producción es de Marx en su Introducción (no publicada por él)
escrita para su libro Crítica a la economía política de 1859.
El ser humano como ser necesitado está
constantemente en el proceso de especificar necesidades. Por eso tiene
historia.
Las
necesidades, los valores de uso (bienes de consumo) y el proceso integral de
consumo.
Tenemos que referirnos a la discusión
sobre los satisfactores de las necesidades y el rol que juega entre ellos el
acceso a los valores de uso, entendiendo por valores de uso los ingredientes
materiales (o corporales) de esta satisfacción de necesidades (del acto de
consumo).
Se trata de un punto nuclear para todo
pensamiento crítico. Sin embargo, el pensamiento crítico se ha desvinculado de
la crítica de la economía política. La crítica de la economía política se ha
transformado en una escolástica de interpretación de lo que Marx dijo. Los
análisis que se hacen frente al mundo económica real de hoy son parciales:
sistema mundo, estrategia de globalización. Lo mismo ha ocurrido en la economía
ecológica: es simplemente una parte del pensamiento económico, aunque crítica.
Escribimos el libro “Hacia una economía para la vida”
[2]
para retomar la crítica de la economía política a partir
del mundo de hoy, aunque en continuidad con la tradición. Consideramos, que
hace falta un cuerpo teórico y no solamente enfoques parciales. El mismo
pensamiento crítico, sin embargo, se ha desentendido del mundo económico y con
eso del mundo real y sensual en que vivimos. La teoría económica vigente hizo
otro tanto al convertirse en una ciencia técnica que enseña como acumular
capital y ganar dinero.
Para esta discusión la clave es los
valores de uso (materiales o corporales). Para ver su importancia, una lista de
los satisfactores de las necesidades sirve muy poco. Los valores de uso son
nada más que uno de los elementos de la lista y destacarlos especialmente
parece ser un reduccionismo.
Los valores de uso son ingredientes del
proceso de consumo, productos de un proceso de trabajo. Entre los varios
satisfactores son el único que tiene este carácter. Son naturaleza transformada
en valor de uso apto para entrar en el proceso de consumo.
Los valores de uso son fines de
procesos de trabajo, que se realizan frente a necesidades especificadas. Pero
no son fines del consumo. Para el proceso de consumo son ingredientes. El
proceso de consumo se realiza para satisfacer el hambre (en el más amplio
sentido), que es la otra cara del ser humano como ser necesitado. En este
sentido todo consumo satisface deseos y toda satisfacción de deseos es parte
del proceso de consumo. Que se satisface necesidades es resultado de una
reflexión posterior. Comemos primariamente porque tenemos hambre, no para
satisfacer una necesidad. El hambre indica necesidad, cuando reflexionamos,
pero no hace falta saber eso para sentir la urgencia de comer… Tenemos
hambre en todos los sentidos.
Esta satisfacción del deseo no es
reducible a digerir o usar valores de uso. Es la vida humana, dimensión
irreemplazable del proyecto de vida de cada uno y de todos. Como este proceso
de consumo es dimensión de la propia vida humana, aparecen muchos satisfactores
que podemos juntar en una lista.
Sin embargo, los valores de uso son
específicamente diferentes de los otros satisfactores. Son productos de
procesos de trabajo, propios o ajenos. Implican una relación humana, pero esta
es indirecta. Los otros satisfactores, en cambio, pasan por relaciones humanas
directas. Los valores de uso son relaciones humanas indirectas, objetivadas.
Son objetivadas, porque el proceso de trabajo transforma elementos de la
naturaleza en valor de uso. Hay relaciones humanas, pero estas son invisibles.
Los otros satisfactores, en cambio, implican relaciones humanas visibles.
Para tener los valores de uso como
ingredientes del proceso de consumo, hace falta este trabajo de transformación
de la naturaleza. Pero se puede delegar este trabajo a otros (división social
del trabajo) y explotarlos. En el valor de uso no es visible eso. Igualmente se
puede producir destruyendo la naturaleza. Tampoco eso es visible en el valor de
uso. En los valores de uso están objetivados relaciones humanas y con la
naturaleza, pero como están objetivadas, eso no es visible.
Una comida, en la cual los
participantes se tratan mal uno al otro, es comida fracasada. Lo es, aunque los
valores de uso como ingredientes sean perfectos. Pero si se entienden, aunque
los valores de uso sean producidos explotando a los productores y destruyendo
la naturaleza, es no afecta a la comida. No es visible directamente. Pero estos
hechos se hacen presentes: por todas partes policía, servicios secretos,
mentiras de los medios de comunicación frente a relaciones humanas que se
subvierten: la explotación y la rebelión consiguiente. Este conflicto está
presente, aunque lo sea por negación y por ausencia.
Lo que se hace presente, aunque sea
invisible directamente, es el hecho de que en los valores de uso están
presentes las relaciones humanas con todos los seres humanos y las relaciones
con la naturaleza. Los valores de uso nos vinculan con el mundo, con el
circuito natural de la vida humana en todas sus dimensiones. Por eso Marx
hablaba sobre esta relación como un metabolismo.
[3]
Los valores de uso son sus ingredientes y la basura es lo que sale.
Debajo del proceso de consumo, por
tanto, hay un submundo, en el cual el consumo está involucrado vía los valores
de uso. Este submundo abarca el mundo entero, la humanidad y toda la
naturaleza, inclusive el universo. Es un submundo real, porque la conexión es
real. A través de la división social del
trabajo involucra a la humanidad entera, y vía la materialidad del valor de uso
como producto de una transformación de la naturaleza por el trabajo humano la
naturaleza entera está involucrada hasta el ubicación de la tierra en el universo.
El valor de uso es la puerta a la infinitud, no el pensamiento. El pensamiento
lo es en cuanto es capaz de pensar esta infinitud y tomar conciencia de ella al
poder inclusive trascender este todo diciendo: no es nada.
Esta crítica de la economía política
hace falta hacer. Marx la empezó, pero hay que seguirla haciendo. En cierto
sentido desarrolla el aspecto fundante de todo pensamiento crítica y rebasa
lejos la propia teoría económica. Es la reivindicación de la corporeidad de la
vida humana y de toda la vida. Pero toda corporeidad tiene alma, tiene
espíritu. Sin embargo, el espíritu es
vida del cuerpo.
Esta crítica de la economía política la
entiendo como la base de todo pensamiento crítico, sea filosófico, teológico,
político, jurídico, económico (entendiendo la economía como sector),
psicológico. El mundo, no solamente Hegel, está de cabeza. Hay que ponerlo
sobre los pies. El mundo está al revés, hay que poner este mundo al revés, para
que no sea un mundo al revés. La crítica de la economía política desemboca en
eso.
El
ser humano como productor-trabajador.
Como el ser humano es un ser
necesitado, que no tiene necesidades específicas y que especifica sus
necesidades, el ser humano también es un ser, que como productor tiene un
cuerpo que no es instrumento específico. Si se habla de las manos humanas, se
las puede considerar como instrumento. Pero solamente como instrumento
universal, no como herramienta. Al ser el ser humano de una instrumentalidad
universal (o múltiple), desarrolla herramientas (medios de producción
producidos o adaptados). El cuerpo del animal, al tener necesidades
específicas, se desarrolla él mismo como herramienta para satisfacerlas. No
maneja herramientas – a no ser rudimentariamente – sino el cuerpo mismo es
herramienta.
El trabajo humano, en cambio, es
capacidad en general de trabajo. Por tanto, especifica su trabajo por medio de
herramientas por naturaleza adaptada producidas por producción humana.
Al ser humano como ser necesitado
corresponde el trabajo humano como capacidad general, trabajo en general. Marx
lo llama ”Arbeit überhaupt” (trabajo como tal). Este trabajo no es trabajo
abstracto. Se transforma en trabajo abstracto cuando es sometido a las
releciones mercantiles.
Se corresponden, de esta manera, el ser
humano como ser necesitado y como trabajo en general, que especifica las
necesidades y en correspondencia el trabajo como trabajo específico y concreto,
que desarrolla, para producir valores de uso, correspondientes medios de
producción (herramientas), para integrarlos a sus procesos de trabajo.
Trascendiendo los límites
No conocemos a priori nuestros límites.
El ser humano es un ser infinito, atravesado por la finitud. Experimentamos
nuestra finitud, pero trascendemos todas nuestras finitudes hacia la infinitud
infinitud (como cuerpo y como conciencia). Tenemos una consciencia infinita en
un mundo infinito, pero nos experimentamos como seres finitos frente a un mundo
sin fin. Nuestra conciencia no reconoce límites, pero sabemos que chocamos
constantemente con límites. Límites que vienen de un mundo, que no tiene
límites y sabemos que, siendo limitados, somos parte de un mundo sin límites.
Conocemos nuestros límites a posteriori, aunque a posteriori llegamos a saber,
que se trata de límites a priori, es decir, objetivamente dados con
anterioridad a nuestra experiencia. Se descubren, y ninguna ciencia empírica
los puede deducir.
El límite de todos los límites, sin
embargo, es la muerte. En los comienzos de la historia humana aparece el
problema de decidir, si una determinada especie ya es ser humano o sigue
animal. Aparecen homonoides etc. Pero hay indicadores. Un indicador clave es el
entierro de los muertos. Si la especie entierra sus muertos, se trata de un
indicador infalible de que se ha dado el paso del animal al ser humano. Un rol
parecido juega el descubrimiento de herramientas. Pero no tiene la misma fuerza
como argumento.
¿Qué indica? Indica, que la muerte
llega a ser algo, que es concientemente percibido. El ser humano es un ser
vivo, que tiene conciencia de ser mortal. El animal no tiene esta conciencia, a
no ser rudimentariamente. Para el ser humano la muerte es un límite que es
concientemente vivido como limitación. Eso no vale solamente para la muerte,
sino para todo límite experimentado. La muerte es vivida como limitación,
inclusive como imposición. Pero vivir el límite como limitación, implica una
conciencia – conciencia en sentido de ser un ser conciente – que trasciende los
límites. Un ser finito no puede saber que es finito, no puede experimentar su
finitud. El animal es un ser finito, pero no puede tomar conciencia de eso.
Solamente un ser infinito, atravesado por la finitud, puede experimentar su
finitud y tener conciencia de ella. Se vive ahora ausencias, que están
presentes en los propios límites. Con eso aparece la ausencia de otros mundos y
con eso el deseo. Hasta el deseo trasciende límites.
El
morir y la mortalidad
Todos los seres humanos son mortales.
Lo más seguro de la vida es que se va a morir. ¿Son mortales todos los seres vivos?
Eso depende. Si partimos de un punto de vista subjetivo, la vida no-humana
muere, pero no es mortal. Este punto de vista subjetivo no es arbitrario. El
ser humano es subjetivo, pero eso es un hecho objetivo, es decir, un hecho
válido, aunque no lo tengamos en cuenta. El ser humano es conciente del hecho
de que es mortal. Eso no es reducible a un acto intelectual. Como ser humano
vive la conciencia de ser mortal. Esta conciencia está en su mismo ser. En la
Edad Media se decía: In media vita in morte sumus. La mortalidad es limitación,
frente a la cual aparece el deseo conciente de vivir y la vida como criterio
conciente y, por tanto, racional.
El ser humano trasciende el límite de
la muerte al hacerse conciente de sí mismo y dejar el estado animal. Trascender
la muerte no es de por sí un acto religioso, sino antropológico, aunque en el
marco de las religiones es asumido siempre también. Frente a la muerte el ser
humano no puede sino trascenderla en su conciencia. Por trascenderla, la muerte
aparece no solamente como límite, sino como limitación, frente a la cual hay
que comportarse. No se puede comportar frente a la muerte sino por trascenderla
en la conciencia. (teniendo conciencia como ser conciente, no como acto
meramente intelectual). Se trata del descubrimiento de la mortalidad.
Desde los inicios el ser humano
reflexiona la muerte. Necesita reflexionarla, para poder reflexionar la vida.
Aunque se trata de reflexionar la vida, eso siempre tiene que pasar por
reflexionar la muerte. Esta reflexión siempre pasa necesariamente por la forma
mítica. La forma mítica es precisamente la forma adecuada para trascender los
límites. Por eso es una razón mítica.
La muerte es el límite. Pero al
descubrir este límite, que es la muerte, se descubre, que todo límite hace
presente la muerte. El trascender la muerte, implica por eso, trascender todos
los límites. El ser humano, ser infinito atravesado por la finitud, trasciende ahora todo límite hacia la
infinitud. Descubre la infinitud, su propia infinitud, al enfrentar sus límites
y no puede sino trascenderlo en su conciencia. Esta infinitud abre las
posibilidades. El ser humano, para vivir, tiene que afirmar la vida. Pero no lo
puede hacer sino enfrentando la muerte. Frente
a la infinitud que revela lo imposible – lo no disponible – se descubren las
posibilidades: medicina, técnicas. Se transforma la vida. Con eso aparece la
propia cultura. Las posibilidades tienen que ser concebidas en relación a la
infinitud, a la luz de la cual son descubiertas.. Eso hacen las artes, la
religión, el culto, los rituales.
La diferencia entre seres vivos, que
mueren, y el ser humano, que es mortal, las ciencias empíricas no pueden
hacer. Abstraen del sujeto y por tanto, tampoco lo descubren. Cuando se abstrae
de las diferencias, todo es igual. Cuando abstraigo de la diferencia entre un
elefante y un ratón, entonces no hay diferencias: son irrelevantes y por tanto
negligables, ambos son los mismo. Sin embargo, si se juzga a partir del ser
humano como sujeto, el ser mortal es algo muy diferente de un ser vivo que al
final muere. Las ciencias empíricas, al abstraer del sujeto, objetivizan el
mundo y el científico opera como observador del mundo y hasta de sí mismo. Lo
que descubre son leyes, que permiten crear tecnologías, que alimentan acciones
calculadas en sentido de una lógica medio-fin y, por tanto, de utilidad
calculada. El sujeto negado no elimina el sujeto, sino lo transforma en sujeto
calculador sea de tecnologías, sea de su utilidades. Su mística es la des mito
del progreso, de la mano invisible des mercado. Es el sujeto de Heidegger, un
“ser-para-la-muerte”. Se cierra sobre si mismo y su capacidad de trascender el
mundo se expresa en la desesperación frente al mito del progreso, que, al
resultar vacío, desemboca en el nihilismo y el cinismo. Frente a la muerte
afirma la nada. Al trascender la nuerte no encuentra la vida, sino la nada. Por supuesto ya no se encuentra sentido
de la vida. El sentido de la vida es vivirla. Pero si se pierde esta capacidad
de vivirla, se encuentra la nada y se grita por el sentido.
Al trascender todos lo límites en la
conciencia – en el ser conciente – se piensa la vida sin límites. Toda
humanidad la piensa, hasta los más positivistas. No se puede no pensarla. Por
tanto, se piensa esta vida sin la muerte. Se piensa eso como mito. Pero no como
ilusión, aunque como imposible, no disponible. Por eso, en la base del vivir
humano está la razón mítica, de la cual se deriva la razón del logos, la
instrumental, medio-fin, analítica. Lo
hace en cada momento, Por eso no se va en el tiempo del mito al logos, sino el
logos se fundamenta en cada momento en esta dimensión mítica del ser humano. Se
puede negarla, pero no se puede negarla sin pensarla concientemente. Negatio
positio est.
De la infinitud pensada – siempre en
términos míticos - se vuelve a la finitud. Pero ahora la finitud contiene una
infinitud de posibilidades por desarrollar. Pero nunca el ser humano alcanza la
infinitud misma: sigue mortal, como tal finito. Lo que no es, abre lo
que es y lo hace comprensible. Pero lo que no es, no es la nada. Es la
plenitud. Como tal, tampoco es ningún espíritu absoluto. Pero tiene muchos
nombres: reino de Dios, reino mesiánica, anarquía, la imagen des comunismo de
Marx, tao, nirvana y muchos más. Siempre está: afirmada, negada, traicionada,
invertida, sustituida o lo que sea. Se trata de un laberinto.
Este trascender los límites es lo que
constituye lo humano, frente al animal. Para el animal todos los límites son
límites ciegos: la muerte y todos los límites en los cuales se hace presente la
muerte. Hay adaptación, pero esta es biológica y pasa por la evolución de las
especies. Frente al invierno osos polares, frente al desierto camelos. El ser
humano, en cambio, trasciende estos límites concibiendo otros mundos. Frente al
invierno no espera hasta que surja otra especie con protección natural del
frío. La imaginación de otros mundos
abre posibilidades en este mundo. Por lo tanto, se viste y inventa el fuego. Y
frente a los conflictos que surgen con la propia capacidad de trascender los
límites se desarrolla la ética. Un ser que trasciende los límites no puede
vivir siquiera sin ética. Con eso el mismo vestir no es solamente un acto
utilitario. Es afirmación como persona que sin la máscara del vestido no puede
afirmarse ni expresarse como persona. Quitar el vestido es o un acto conciente
intencional y pasajero o una depravación. Según el Génesis, la cultura empieza
con el acto de vestirse, de sentir vergüenza frente a la desnudez. Con eso
también empieza la ética.
La
administración de la muerte
Pero también aparece otra dimensión de
la ética. Al aparecer la conciencia de los límites – sea de la muerte, sea del
acceso al mundo – también aparece el otro ser humano como un límite. Eliminar
al otro aparece ahora como superación del límite de acceder al mundo en cuanto
el otro es su dueño (eso es el contenido del decimo mandamiento. René Girard,
pero también Lacan, lo considera el mandamiento más importante).
Con eso aparece la administración de la
muerte: el asesino será asesinado. Tiene dos dimensiones: la administración de
la muerte en sus términos cotidianos,
hecha por la justicia que aplica leyes o prohibiciones. (Crimen y castigo) La
otra es la del estado de excepción, cuando el orden mismo está cuestionado sea
por una crisis de las relaciones humanas mismas (la crisis de la
indiferenciación) o sea por el cambio revolucionario del orden. Girard habla
sobre la crisis de indiferenciación en términos de una crisis mimética,
provocada por una mimesis de apropiación o de rivalidad. La analiza
magistralmente en sus análisis de la sociedad arcaica. Desemboca en el asesinato de un chivo expiatorio.
[4] En
términos modernos, frente a la crisis de cambio del orden, se trata del estado
de excepción. Al lado del asesinato del chivo expiatorio aparece la noche de
los cuchillos largos.
[5]
René Girard, igual que Freud, considera
el asesinato fundante como el origen de la cultura: en Girard el asesinato del
chivo expiatorio, en Freud el asesinato del padre. Pero nuestro análisis es al revés:
el asesinato fundante es consecuencia de la cultura, no el origen. Como la muerte atraviesa la vida, el
asesinato fundante atraviesa la cultura. Por eso el ser humano puede ser un ser
infinito atravesado por la finitud.
Los
constructos utópicos y los marcos categoriales míticos
Este trascender pasa por la concepción
de otros mundos que para la acción instrumental no están disponibles. Son
imposibles. Pero son coherentes. También en este caso hay un límite ciego. Es
el límites desde el cual no se puede concebir otros mundos. Eso vale por
ejemplo para un mundo por imaginar en el cualen por ejemplo vale que dos más
dos es cinco (aunque es coherentemente imaginable un mundo, en el cual la misma
persona esté presente en el mismo momento en varios lugares). Solamente por eso
la concepción de otros mundos imposibles abre posibilidades en este mundo. Se
transforma en mundo cambiable. Pero es cambiable solamente bajo la luz de los
mundos imposibles y no disponibles. Siempre están presentes y sin su presencia
no habría la multiplicidad de
posibilidades en el mundo dado. Por supuesto, aparecen también las ilusiones
trascendentales que aparentan la posibilidad de estos mundos imposibles.
Y eso es el ser humano: un animal capaz
de hacer la reflexión trascendental. Vive en ella, no podría ni vivir sin ella.
Es la forma, dentro de la cual pueden aparecer los contenidos y no hay
contenidos sino en el interior de esta forma. Nuestros marcos categoriales son
míticos y los marcos categoriales del pensamientos del logos aparecen en su interior. Igualmente en su
interior aparecen las construcciones utópicas que ahora construyen
mundos imposibles en el sentido de no disponibles.
Son constructos que parten de la razón
medio-fin. Los conocemos en la línea utópica que arranca con Tomas Morus, con
otros grandes representantes como Campanella, Saint-Simon, Robert Owen hasta el
tiempo de hoy. Pero a estos constructos pertenecen también las construcciones
de mundos perfectos de las propias ciencias empíricas. En la física clásica se
trata de constructos como el péndulo matemático, la caída libre, la planicie
infinita perfectamente plana, la bola sin fricciones que se mueve eternamente.
En la física moderna los casos más llamativos son los experimentos mentales.
Igualmente aparecen estos constructos de mundos imposibles en las ciencias
sociales, sobre todo en la economía. Se trata de la construcción de la
competencia perfecta, de la planificación perfecta y de la teoría de la empresa
perfecta como se la está elaborando desde los años 80 del siglo XX (su carácter
imposible llama en seguida la atención: just in time, zero desperdicio).
[6]
Sin embargo, estas imposibilidades abren cada una una gama de posibilidades.
Los constructos utópicos piensan a
partir de la racionalidad instrumental. Piensan mecanismos de funcionamiento
perfectos. Los grandes mitos piensan mundos perfectos a partir del circuito
natural de la vida humana. Piensan una vida lograda. Su racionalidad es
convivencial y como tal es reproductiva en cuanto a la vida humana. Es el
camino que abre los espacios de los derechos humanos.
[7]
Entre los constructos utópicos y los
mitos convivenciales hay, sin embargo, una relación. Se trata de una relación
de un equilibrio necesario, que asegure que el ámbito de la razón instrumental
– mercado, Estado, otras instituciones y leyes – no distorsione el circuito
natural de la vida humana y la integración de todos los seres humanos en él. Se
trata del fundamento de todos los derechos humanos, sin cuyo respeto la propia
vida humano está hoy en peligro. La razón instrumental, dejada a su libre
arbitrio, amenaza con devorar la vida humana y con eso a sí misma.
Hemos partido del análisis del circuito
natural de la vida humana, que es un circuito insertado en un circuito de toda
ala vida, y este en el más amplio cricuito de todo el movimiento natural de la
materia. La racionalidad convivencial es la racionalidad de estos circuitos y
de esta se deriva la ética de la convivencialidad como su condición de su
posibilidad. Sin la válidez preponderante de esta ética los circuitos naturales
en especial el circuito natural de la vida humana no se puede respetar. Las
éticas del mercado y en general las éticas de las instituciones y de la propia
racionalidad instrumental destruyen la propia vida siempre y cuando no son
canalizadas y reguladas desde la ética convivencial
Conclusión
Eso es la reflexión trascendental. Al hacer el animal la reflexión
trascendental, se transforma en ser humano. Se trata de un salto que
posiblemente sólo es comparables al salto de la materia a la vida. Con eso
desembocamos en una crítica a Marx en lo que dice en la cita que hemos puesto
al inicio de este texto. Es una crítica que lleva a una ampliación decisiva de
su antropología. Marx hablaba de “un resultado que antes de comenzar el proceso existía
ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia
ideal”. Para la casa eso parece ser cierto. Pero no es cierto cuando Marx lo
generaliza. Asi dice en el Prólogo de la contribución a la crítica de la economía
política (1859):
“Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que
puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos
sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las
condiciones materiales para su realización.”
Creo, que es exactamente al revés. La
humanidad se propone objetivos, que no puede alcanzar y a partir de
estos descubre aquello, que se puede alcanzar, a la luz de los objetivos que no
puede alcanzar. Si confunde lo que no se puede alcanzar con objetivos
alcanzables, la praxis se vuelve a alejar de los objetivos, de los cuales se
trata. En la historia cambia la cara de este imposible, pero no cambia el
hecho, de que sea imposible (para la acción instrumental). Lo imposible y no
alcanzable abre el mundo de las posibilidades a condición que no es
transformado en meta y con eso en una simple ilusión trascendental.
Eso lleva a una dialéctica de las
ausencias, que se hacen presentes como ausencias en el interior de los límites
de lo posible. Estas ausencias presentes empujan desde el interior de la
realidad para hacerse realmente presentes. Pero no pueden hacerse realidad,
sino renunciando a su realización directa para abrir espacios de lo posible.
Esta dialéctica no es hegeliana. No tiene una meta a donde ir, sino es ella
misma la meta . Para esta dialéctica el sentido de la vida es vibirla. Es lo
contrario de la dialéctica de Nietzsche y Heidegger, para la cual el sentido de
la vida es vivir la muerte y por tanto la nada.
[8]
El mismo análisis de Marx y la
experiencia histórica del último siglo empujan a este cambio de la
interpretación.
[1] Marx, Carlos: El
capital. FCE. p. 130-131
[2] Hinkelammert,
Franz J.-Mora Jimenes, Henry: Hacia una economía para la vida, Preludio a una
reconstrucción de la economía. Editorial Tecnológica de Costa Rica, Cartago (Costa Rica), 2006
[3] "El trabajo
es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en
que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de
materias (metabolismo) con la naturaleza." Capital, I, 130
[4] ver Girard, René:
Los orígenes de la cultura. Conversaciones con Pierpaolo Antonello y Joao Cezar
de Castro Rocha. Trotta. Madrid, 2006 En la primera parte del libro Girad
resume con mucha claridad su teoría.
[5] No voy a comentar
aquí la otra forma de la administración de la muerte, que precisamente en la
miodernidad es realizada por medio de la ley del valor: Laissea faire, laissez
mourir.
[6] Uno de estos
teóricos de la firma, Edward Hay, comentando los conceptos "equilibrio,
sincronización y flujo ininterrumpido" y la meta de "cero
desperdicio" escribe:
"Se debe tener en cuenta que lo
que se está presentando aquí es una imagen
de lo perfecto... Aunque parezca utópico
hablar de la perfección, es necesario comprender en que consiste esta para
saber hacia donde debe dirigirse una empresa." Hay, Edward: Justo a
tiempo. Norma. Colombia, 1991. P. 31 (citado según Mora Jimenez, Henry:
Modernización capitalista y trabajo improductivo: Meas allá del 'Justo a
tiempo'. (Una investigación sobre la naturaleza del trabajo improductivo en las
unidades empresariales de una economía capitalista). San José, Costa Rica,
Julio, 1994. (tesis de doctoradop ULACIT) p. 150
Hay se da perfectamente cuenta de que
se trata de una reflexión trascendental.
Lo que le falta es una crítica de la
construcción de mecanismos de funcionamiento perfecto y sus consecuencias para
la convivencia humana.
[7] Recuerdo una
antigua sabiduría china:
“¿Qué
es una casa segura? Se cree, que la casa segura es la casa que tiene buenas
cerradura y trancas. Pero nunca es suficientemente segura. Para hacerla
definitivamente segura, hay que construir la casa sin puertas ni ventanas. Pero
entonces, deja de ser casa.
Entonces,
¿no hay casa segura? Sí, hay casa
segura. La casa segura es una casa, cuyas habitantes viven en paz con sus
vecinos. Entonces es segura la casa, aunque no tenga ni cerraduras ni trancas.”
El
primer caso es de racionalidad instrumental con su búsqueda de mecanismos de
funcionamientos perfectos que subvierten la misma meta de su progreso. El
segundo caso es de la racionalidad convivencial. Este segundo caso hgace ver
efectivamente una racionalidad y no juicios de valor frente juicios de hecho.
Esta racionalidad es la respuesta a la irracvionalidad de lo racionalizado, que
es desarrollada por la razón instrumental.
Esta
sabuduría china es invento mio, pero no arbitrario. Se basa en el Tao Te King
de Lao-tse, que dice: ”Una puerta bien cerrada no es
la que tiene muchos cerrojos, sino la que no puede ser abierta” (Ed. Diana,
México 1972; pág.116) Eso significa: una ouerta bien cerrada deja de ser una
puerta. Si junto eso con varias reflexiones de Tsung Tsu, resulta la sabiduría
china mencionada.
[8] Me parece que
esta problemática de la presencia de una ausencia aparece primero en la
lingüística. Ver: Durand, Gilbert: Figures muthiques et visage de l’oeuvre: De
la mythocritique á la mythanalyse (1979). Citada aquí según la edición
española: De la mitocrítica al mitoanáklisis. Fuguras míticas y aspectos dee la
obre. Anthropos. Barcelona, 1993 especialmente las páginas 77-90 Debo esta
referencia al profesor Gerardo Morales del la Universidad Nacional, Heredia,
Costa Rica.
Pero
se considera más bien como un problema de la lingüística. Sin embargo, se trata
de un problema de toda acción humana (y toda estructura) sy por tanto de la
antropología. Como tal lo he tratado en: Sobre la reconstitución del
pensamiento crítico. . www.pensamientocritico.info