Cuando en 1976 volví por primera vez después del golpe militar a Chile --- donde había vivido desde diez años antes del golpe militar ---, se realizó un seminario en el Hotel Sheraton, que llevaba por titulo: "La nueva economía política". Fue organizado por los Chicago boys, quienes estaban ahora en Chile en el poder. Un invitado especial era Gordon Tullock, economista estadounidense de la escuela del "public choice". Los de la vieja economía política estaban o perseguidos --- e inclusive muertos- o en el exilio. En este seminario los neoliberales hicieron claro que su programa era mucho más que un programa económico: era una transformación global de la sociedad en todas sus dimensiones. Tullock destacó como posición suya el "imperialismo de los economistas" , es decir, la reestructuración total de la sociedad según los principios de las teorías neoliberales. La economía, el Estado, la democracia, la educación, la salud y la misma cultura en su integridad, caían ahora bajo la rapiña neoliberal. En este mismo tiempo se divulgó de nuevo el libro de Anthony Downs , La teoría económica de la democracia. Una de sus conclusiones era que el elector inteligente es aquél que apenas si gasta un peso en información, porque la utilidad marginal de su voto es casi nula. Por lo tanto, el elector tonto es el inteligente. El argumento neoliberal lo podemos resumir en tres pasos principales:
  1. 1. El análisis neoliberal no niega el hecho que hoy es comúnmente aceptado por todas las corrientes teóricas e ideológicas existentes en el mundo: que está en curso la destrucción de las fuentes de producción de toda la riqueza (este fenómeno empírico se hace notar para todos). El hecho empírico de que la producción y el crecimiento del producto producido va acompañado por un proceso de destrucción de las fuentes de producción de la riqueza, es también reconocido por los analistas neoliberales. Sin embargo apenas si lo analizan, y menos mencionan la amenaza que consiste en que este proceso parece tener un carácter acumulativo. Este hecho se hace notar hoy con más visibilidad en dos grandes crisis de la economía mundial:
    1. a. La crisis del ser humano. Amenazado por la exclusión de gran parte de la población mundial de la división social del trabajo. Esta exclusión, que parece estar creciendo, lleva a las poblaciones excluidas a estrategias precarias y desesperadas de sobrevivencia, que amenazan a la misma sociedad. Esta exclusión se hace presente en todas partes, pero con más intensidad en el Tercer Mundo. No obstante, la exclusión de la población en el Tercer Mundo repercute gravemente en el Primer Mundo. Una de estos efectos es la migración de la población a los países del centro, lo que ha llevado al levantamiento de un nuevo muro alrededor de esos países para convertirlos en fortalezas: la Fortaleza Europa, y la Fortaleza EUA. El muro de Berlín, que cayó en 1989, no dejaba salir. Este nuevo muro, no deja entrar. Aparece en Europa entre Gibraltar y Tánger, y entre los países de la Comunidad Europea y el mundo ex-socialista. En EUA aparece entre ese país y México, y entre la Florida y Haití y República Dominicana
    2. b. La destrucción acumulativa de la naturaleza y del medio ambiente. La tala de los bosques, el envenenamiento del aire, del agua y de la tierra, las basuras venenosas, el hoyo de ozono, etc., atestiguan esta crisis. Siempre más aparece vinculada con el problema de la exclusión de la población, porque las estrategias desesperadas de sobrevivencia son un factor importante --- y posiblemente el factor que será más difícil de controlar- de la destrucción de la naturaleza. El problema humano y el problema con la naturaleza resultan inseparables.
  2. 2. La teoría --- y la ideología --- neoliberal contrapone a estas crisis, cuya existencia reconoce, la tesis de la existencia de una "mano invisible" del mercado que dirige la sociedad capitalista, por fuerzas de auto-regulación, hacia la armonía del interés de todos. Por lo tanto, exige fe en el mercado y humildad frente a sus procedimientos. El análisis neoliberal ve al mercado como societas perfecta. Lo que Marx analiza como efecto de la ausencia de la totalidad concreta, o sea, las leyes que surgen no-intencionalmente por la espalda de los productores, son vistas por los neoliberales como efectos de las distorsiones que el mercado está sufriendo. La totalidad concreta de la división social del trabajo y de la naturaleza es sustituida por la totalidad abstracta del mercado total y su equilibrio general. Por una fuerza mágica de una "mano invisible", el mercado crea una armonía general.
  3. 3. Según el análisis neoliberal, la causa de la destrucción es la intervención en el mercado, esto es, los intentos de oponerse al proceso destructor (organizaciones populares. Estado intervencionista, etc.). La actitud crítica frente al mercado es considerada como soberbia/orgullo. Se trata de un golpe de fuerza del pensamiento neoliberal, que considera a los esfuerzos concretos para impedir la destrucción la razón de su existencia. En la visión neoliberal las fallas del mercado se corrigen con más mercado. El mercado es perfecto, el ser humano es imperfecto. El mercado encierra una promesa de salvación en el grado en que es sacralizado como tal. Por consiguiente, no se debe reaccionar ni a las distorsiones de la división social del trabajo ni de la naturaleza, sino tener fe en el mercado. La fe salva. Las teorías neoliberales se basan en el pensamiento liberal anterior, en especial en la teoría del equilibrio general elaborada por WaIras/Pareto. Repiten constantemente la fórmula de Adam Smith de la "mano invisible" del mercado, y la interpretan en la línea de las "fuerzas auto-reguladoras del mercado" constituidas en un automatismo. Sin embargo, esta coincidencia oscurece fácilmente el hecho de que entre el pensamiento liberal y el neoliberal existe un corte profundo. Ciertamente, también los pensadores liberales creen en estas fuerzas auto-reguladoras de la "mano invisible". Solamente que las relativizan. Por eso están convencidos de que se necesita complementarlas por medio de intervenciones en el mercado. Los pensadores liberales raras veces totalizan el mercado, sino que lo ven como el centro de la sociedad, alrededor del cual se requieren actividades correctivas que mantengan al mercado dentro de ciertos límites. En su visión, el mercado no es una "societas perfecta". Eso explica por qué los pensadores del capitalismo intervencionista y de reformas de la "sociedad de bienestar" de los años cincuenta y sesenta, son pensadores liberales. Inclusive Keynes, que es quien más insiste en la necesidad de poner una mano visible al lado de la invisible, se mantiene dentro de los límites generales del pensamiento económico liberal. Los neoliberales, en cambio, totalizan el mercado y lo ven como societas perfecta sin restricciones. Reducen toda política a una aplicación de técnicas del mercado y renuncian a la búsqueda de compromisos. Dejan de negociar para imponer. Su lema central se puede resumir así: a fallas del mercado, más mercado. Las fallas nunca son del mercado mismo, sino que son resultado de distorsiones que el mercado sufre. Consecuentemente, las crisis de la exclusión y de la naturaleza no son el resultado de ninguna deficiencia del mercado, sino del hecho de que éste no ha sido aún suficientemente globalizado y totalizado. A esto se añade: a fallas de la tecnología, más tecnología. A fallas de la guerra, más armamentos. La misma "Guerra de las Galaxias" se basó en este utopismo infinito, orientado por la invulnerabilidad de un Aquiles sin talón de Aquiles, asegurado por un armamentismo ilimitado. Ocurre una inversión. Los problemas concretos de la exclusión de la población y de la destrucción de la naturaleza son vistos como resultados de las distorsiones que sufre el mercado. Desde él punto de vista neoliberal, ellos atestiguan únicamente el hecho de que el mercado no ha sido respetado suficientemente. Por ende, la razón del desempleo es la política del pleno empleo; la razón de la miseria es la existencia de los sindicatos y del salario mínimo; la razón de la destrucción de la naturaleza es la insuficiencia de su privatización. Esta inversión del mundo, en la que una institución pretendidamente perfecta sustituye por completo la realidad concreta para devorarla, explica la mística neoliberal de la negación de cualquier alternativa, sea esta buscada dentro de los límites del capitalismo en general, o no . Esta totalización del mercado subyace a la misma política de los centros financieros mundiales, que ven solucionado el problema del mundo en el grado en que se perfeccione lo que ellos llaman la "globalización de los mercados". Lo que resulta es, aceptando el concepto de totalitarismo de Hannah Arendt, una ideología totalitaria que lleva a puras políticas de tabula rasa, que en el lenguaje neoliberal se llaman "políticas de choque". Esa ideología se guía por un principio que Reagan usó frecuentemente en sus campañas electorales: "No hay problema con el Estado, el Estado es el problema". Hayek lo vincula inclusive con la mística de la "última batalla": La última batalla en contra del poder arbitrario está ante nosotros. Es la lucha contra el socialismo: la lucha para abolir todo poder coercitivo que trate de dirigir los esfuerzos individuales y distribuir deliberadamente sus resultados .

1. La anti-utopía secularizada y la apocalíptica

El mercado total en su representación del automatismo del mercado es, como tal, utópico en el sentido de una societas perfecta y de una institución perfecta. No obstante se trata de una utopía que no es percibida como tal, sino que es identificada con la realidad. El reconocerla se lo considera como realismo o pragmatismo. El neoliberal, al pronunciar sus utopías, se siente realista. Acto seguido, se enfrenta este realismo aparente a todas las utopías, con el resultado de que las imaginaciones de libertad o solidaridad que cuestionan el mercado, parecen ser utopías. Luego, la ideología del mercado total se hace pasar como anti-utópica. En verdad lo es sólo en referencia a las utopías u horizontes utópicos que hacen presente una libertad o solidaridad concretas. Al hacer eso, especialmente con las utopías socialistas, la ideología del mercado total es anti-utópica en relación con ellas. Por esto, la anti-utopía y el anti-mesianismo son sus rasgos fundamentales, en cuanto que se trata de proyecciones utópicas de la solución de problemas concretos. Sin embargo, de ésta su anti-utopía la ideología del mercado deriva consecuencias utópicas. Desarrolla por lo tanto una utopía cuya realización promete como resultado de la destrucción de todas las utopías. La destrucción de los movimientos e imágenes utópicos aparece ahora como el camino de la realización de esta utopía. De su anti-utopismo frenético, esta ideología deriva la promesa utópica de un mundo nuevo. La tesis básica es: quien destruye la utopía, la realiza. El hecho de que se ofrezca al mercado total como "societas perfecta" y como competencia perfecta, hace visible ya este horizonte utópico de la anti-utopía. Las denominaciones que se escogen para nombrar esta sociedad de mercado, revelan asimismo que el realismo de mercado pretendido no es más que un utopismo ilusorio. Reagan se refiere a esta sociedad agresiva del mercado total como "ciudad que brilla en las colinas", lo que en el lenguaje esotérico de EUA. significa nada menos que una nueva Jerusalén o un reino milenario. Igualmente, Reagan presenta la sociedad estadounidense como "luz eterna", como "catedral de la libertad" y como "guía iluminadora por siempre para la humanidad". De esta forma, la societas perfecta del automatismo de mercado recibe su brillo utópico, que luce tanto más, cuanto más tenebrosa se pinta la conspiración mundial del Reino del Mal. Para que esta utopía brille con mayor luz, solamente se necesita destruir a los utopistas que constituyen el Reino del Mal. Se trata de una utopía anti-utópica agresiva, cuya realización se anuncia como resultado de la destrucción de todos los utopistas del mundo. El camino hacia esta utopía no es asegurar la paz y un desarrollo humano solidario. Al contrario, quienes quieren eso son considerados precisamente utopistas. Para que la humanidad se encuentre a sí misma hay que asegurar la lucha y destruir la solidaridad. Querer la paz y el desarrollo solidario de la humanidad es un signo del Reino del Mal. La vida es lucha y la libertad consiste en tener la libertad para luchar. La lucha es el principio de vida de la sociedad. Por consiguiente, quien está en contra de la lucha, está en contra del principio de vida de la humanidad. Luego, se necesita llevar adelante una lucha que asegure este principio de vida de la sociedad, que es justamente esa lucha. La utopía amenaza la existencia de esta lucha y, por lo tanto, se requiere hacer la guerra total en contra de la utopía. Al ganar esta guerra se crea un mundo nuevo que puede ser celebrado ahora utópicamente. Que la lucha se imponga definitivamente como el principio de vida de la humanidad, aparece ahora como el nuevo mundo utópico. La ideología del mercado total no es más que la forma neoliberal del desarrollo de esta ideología de lucha. Se trata de la ideología de una lucha que se lleva a cabo en el mercado, y que es el principio de vida de éste y de toda la sociedad. Se necesita proteger esta lucha en contra de los movimientos populares y los intervencionistas del Estado, para que el mercado pueda dar sus frutos. El lema designado para extender y asegurar esta lucha de mercado es: más mercado. La lucha en contra de la utopía, también aquí es una lucha que se realiza para poder luchar libremente. Junto con la utopía, consiguientemente, aparece como adversario cualquier humanismo. Su destrucción se celebra una vez más como recuperación de lo humano, que no es sino el respeto para esta lucha. Destruir la utopía para que el hombre pueda ser verdaderamente humano, abolir el humanismo para que se recupere lo humano, ese es ahora el camino para ofrecer una utopía en la anti-utopía. Sin embargo, esta utopía anti-utópica no celebra únicamente lo que existe. Fundamenta un proceso de mercado total que tiene una dimensión infinita hacia el futuro, y al cual se le imputa una perspectiva. Esta sociedad de mercado no es solamente una "ciudad que brilla en la colinas". Se encuentra a la vez en un proceso para llegar a serlo. Mediante un proceso infinito de totalización del mercado llega a tener una perspectiva infinita. No es sólo la presencia de un principio utópico, sino también futuro utópico. Por un lado, esta utopía se fabrica por una expropiación y manipulación de la utopía socialista tradicional, que se junta ahora con relaciones de producción capitalista. Pese a que eso implica algunas reformulaciones, se asumen, en esta manipulación de la utopía, imágenes centrales de esperanza surgidas en la tradición socialista. Esto se puede demostrar con el ejemplo de un discurso de Reagan dirigido a la juventud alemana en Hambach (Frankfurter Rundschau, 7.V.1985). Reagan empieza con el anuncio de un futuro brillante erigido en contra de la tiranía: Ustedes pueden seguir sus sueños hasta las estrellas... y nosotros, que vivimos en esta gran catedral de la libertad, no debemos olvidar nunca: vamos a ver delante de nosotros un futuro brillante; vamos a ver surgir las cúpulas de la libertad y --- también eso podemos prever, el final de la tiranía, si creemos en nuestras fuerzas mayores ---, nuestra valentía, nuestro valor, nuestra capacidad infinita de amor. Sigue la descripción del futuro brillante, que desemboca en frases que casi textualmente podrían ser de Bebel o Trotski: Vamos a transformar lo extraordinario en cotidiano --- así obra la libertad ---. Y los misterios de nuestro futuro no pertenecen sólo a nosotros aquí en Europa y América, sino a todos los hombres en todos los lugares para todos los tiempos... El futuro está esperando su espíritu creativo. De sus filas puede crecer para el futuro de Alemania un nuevo Bach, un nuevo Beethoven, un nuevo Goethe y un nuevo Otto Hahn. "Transformar lo extraordinario en cotidiano" es una vieja fórmula utópica. August Bebel había dicho al final del siglo XIX: Las generaciones futuras... realizarán sin mayor esfuerzo tareas en las cuales en el pasado cabezas extraordinarias han pensado mucho e intentado encontrar soluciones. sin haberlas podido encontrar. También Trotsky sueña con transformar lo extraordinario en cotidiano: El promedio humano se va a alzar hasta el nivel de un Aristóteles. Goethe, Marx. Por encima de esta cima se van a erigir nuevas cúpulas. Reagan une esta utopía, que él llama "la verdadera revolución de la paz en libertad", con utopías de progreso técnico y con la utopía de una paz considerada como resultado de un armamentismo desalado y sin límites. Todo eso lo presenta como la ley de la historia: La historia no está del lado de aquellos que manipulan el significado de palabras como revolución, libertad y paz. En cambio, la historia está del lado de aquellos que luchan en todo el mundo por una verdadera revolución de la paz en libertad. Siempre la historia decide de qué lado está la libertad: está de lado de aquél que gana. Ese precisamente es el fin de la historia, tan querido tanto por los stalinistas como por los neoliberales. En su libro El triunfo de la política (1986), David Stockman atestigua la cercanía entre el neoconservadurismo, el fundamentalismo cristiano de EUA y el neoliberalismo. El llama monstruo y bestia a todo lo que no sea totalización del mercado. Como muchos neoliberales, él se hace pasar por un convertido de la izquierda que encontró su realismo en el neoliberalismo y su utopismo respectivo. De un profesor liberal suyo de su juventud dice que Considera la política como intervencionismo nefasto: "...los políticos están arruinando el capitalismo americano" (Ibid. , pág. 210). Como el intervencionismo crea dependencias, Stockman, una vez nombrado director de presupuesto en el gobierno de Reagan, quiere cortar el cordón umbilical de la dependencia: Mi plan confiaba en un dolor breve y agudo, en favor de una recuperación de la salud a largo plazo (Ibid., pág. 219). Esto significaba también el corte repentino de la ayuda social para los necesitados con capacidad de trabajo... solamente un canciller de hierro lo podría haber impuesto" (Ibid., pág. 219); un "matador de dragones" (Ibid., pág. 222). Cuenta cómo cayó en las manos de los utopistas. Fue "secuestrado hacia dos gigantescas babeles pecaminosas por una horda de amigos de la paz izquierdista". Una era un seminario con pensamientos liberales: "desarme atómico, integración de razas y otras utopías". A la otra se refiere cuando narra .. .con qué temor me encontraba en el hall del edificio de la ONU. aquel bastión de los defensores de la distensión, de los comunistas y de los herejes izquierdistas. Yo temblaba pensando en la ira de Dios sobre mi estadía en este mercado de maldad... (Spiegel, No. 17, pág. 177). Lo que no señala, teniéndolo obviamente presente: era la sede del Anti-Cristo. Su trasfondo fundamentalista se hace evidente. Se salvó leyendo Niebuhr: "Niebuhr era un crítico sin piedad del utopismo" (Ibid. , pág. 177). Stockman mismo se transformó en un matador de dragones. Sobre la "propensión hacia la economía estatal" habla como de un "monstruo" y dice: "...yo lo combatí con una espada de la herrería del economista del mercado F. A. Hayek". No obstante, en su lucha contra la utopía le retomó la utopía, aunque ahora en la forma anti-utópica del neoliberalismo, a la cual Stockman se refiere como "doctrina nueva de la oferta": En un sentido más profundo, sin embargo, la doctrina nueva de la oferta no era sino una reedición de mi viejo idealismo social en forma nueva y, como yo creía, madurada. El mundo podía empezar de nuevo desde los comienzos. Las crisis económicas y sociales, que están aumentando, podrían ser superadas. Los males heredados más viejos, del racismo y de la pauperización, podrían ser superados por reformas profundas que partían de las causas políticas. Pero, sobretodo, la doctrina de la oferta ofreció una alternativa idealista para el sentido del tiempo cínico, pesimista (Ibid., pág. 185). Las reformas fundamentales que parten de las causas políticas a las que Stockman se refiere, son acciones en contra de cualquier intervencionismo e influencia política en el mercado. El notable idealismo social de Stockman ayuda al desempleado quitándole su subsidio de desempleo, y celebra esta medida como un paso en el camino realista hacia la eliminación de la pobreza y del desempleo. Todo eso tiene un trasfondo religioso que coincide nítidamente con el fundamentalismo cristiano. Stockman habla totalmente en serio del "evangelio de la oferta" (Ibid. , pág. 192) .

2. La sacralización de las relaciones de producción: el carácter conservador de la utopía

El resultado es una total sacralización de las relaciones sociales de producción. Eso explica el gran parecido entre la ideología staliniana y la neoliberal. Ambas sacralizan sus relaciones de producción correspondientes de una manera análoga. Como cualquier alternativa a esta sacralización tiene que partir de la afirmación de la solidaridad humana frente a las crisis concretas de la división social del trabajo y de la naturaleza, la ideología de la societas perfecta conduce a la diabolización de la solidaridad. Esta opera también por inversión: todos solidariamente renuncian a la solidaridad. Todos unidos combaten a aquellos que se quieren unir. Como en la pro-slavery-rebellion, los amos de los esclavos actúan solidariamente en favor de la esclavitud y en contra de la solidaridad humana. Aparece aquí una rebelión en contra de toda solidaridad humana, que llama a la acción común de todos. Resulta, entonces, la promesa de la salvación/Buena Nueva del liberalismo económico:
  1. 1. Abundancia (la satisfacción de los deseos).
  2. 2. Promesa de un crecimiento sin fin.
  3. 3. Unidad de la humanidad por medio del mercado.
  4. 4. Aceptación de la destrucción del ser humano y de la naturaleza confiando en las fuerzas salvíficas del mercado que, mediante el crecimiento sin fin, aseguran el camino para superarla.
Esta promesa utópica del mercado total no se expresa únicamente en los discursos políticos. Estos no son más que la punta del iceberg de esta gran utopía. Su campo de propagación y predominio por excelencia es la propaganda comercial. En ella todo el mundo se encuentra día y noche bajo el bombardeo de una utopía anti-humana, de la que casi no hay escape. Esta promesa de un mundo de salvación está presente en todas partes. Por eso la propaganda comercial no tiene como su impacto central ninguna información para los consumidores. Una gran parte de ella no contiene información alguna. La información que da es el vehículo de la creación ' de mitos utópicos, y la mercancía es transformada en portadora de estos mitos. Son mitos sueltos que en conjunto, sin embargo, constituyen un gran mito utópico total que tiene un alto grado de coherencia. Esta gran utopía total no necesita ser expresada como tal nunca, a pesar de que está presente como totalidad en todas sus partes. Estos mitos de la propaganda comercial se pueden tratar, en el sentido de Levy-Straus, como mitemas. Los mitemas conforman un mito total, pero explícitamente no lo revelan en ninguna parte. Son comprensibles recién a partir de la construcción reflexiva del mito total. No obstante, sin esta construcción consciente son portadores de este mito total, aunque sean asumidos sólo subconscientemente como tales . Podemos mostrar esto con algunos ejemplos. Cuando una bebida se anuncia como "Coca Cola, la chispa de la vida" o "Fanta pone música en tu boca", la bebida es transformada en un mito. Es su vehículo, que sin este mito, no tendría ningún sabor especial. El mito es parte integrante de su sabor, aunque no lo sustituya. El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) nos seduce: La electricidad es magia... Descubrimos nuevamente la magia de la electricidad, al ver cómo cobra valor a través de los ojos de un niño... generación tras generación . El "Champú Kasmir es tan suave para la ropita del bebé como las caricias de mama". "Los Tampones Tampax te dan libertad" . Este mito del producto recibe también su bendición religiosa, por ejemplo en una propaganda que trasmite la radio católica de Costa Rica: "Nuestro pan de cada día, Panadería Schmitt y compañía", o "En la Importadora Monge yo tengo fe". En estos casos el carácter blasfémico de la mitificación salta a la vista, por más que se esconda detrás de una aparente piedad. La Coca Cola hace propaganda como los predicadores de la Iglesia Electrónica”: ¡HOY Coca-Cola va a cambiar tus emociones para siempre! No te lo pierdas... Lo lamentarías siempre! Canales de televisión..." Per saecula caeculorum; aeternitas aeternitatis. "...COQUETA te ofrece más que cualquier otra revista juvenil porque COQUETA siempre está pensando en ti" Big brother is watching you. Esta mitificación de las mercancías se inscribe en la mitificación del desarrollo técnico en el sentido de un progreso. La Datsun anuncia sus automóviles como: "Vehículo del progreso" (La Nación, San José, 14. XI. 93). La Universidad Panamericana promete: "Ponemos a tu alcance un mañana lleno de progreso" . El progreso se dirige hacia un mundo mejor. Hyundai se ofrece como el garante: "Más... Es la opción ideal para conseguir algo mejor... Lo mejor es posible" . Un conjunto residencial se hace presente: "Construya hoy su futuro..." "Convierta en realidad un sueño de Navidad", dice un almacén . Y un banco nos llama la atención: "Invierta en valores sólidos" Y la tienda "El Globo" nos atiende en el "Nuevo Mundo" . Dibujos infantiles reciben en Japón el premio: "Oro del Sol Naciente" . La felicidad está al alcance de la mano: La felicidad no se compra. Se cambia... Con finan- ciamiento hasta 36 meses, garantía de satisfacción total y el servicio que le ofrece una empresa con el prestigio de XEROX. Eso es felicidad y no se compra, se cam- bia . Una agencia de viajes nos afirma: "La diversión nunca termina" Todas las lágrimas serán secadas: "En el planeta Reebok... no hay perdedores" . Todo es total. Panam nos amenaza con la: "Comodidad total". Y "Atención Total. Eso es lo que recibe su automóvil en nuestro Taller" . El progreso nos hace vivir como dioses: 1969: el Apolo n llega a la Luna. 1993: un tren Apolo llega a Cartago. ¡El Intertren lo hace posible! Unase a los miles de viajeros que desde el 19 de octubre disfrutan el placer de viajar como los dioses! Intertren " . La Hitachi nos ofrece los trenes rápidos del mañana: HITACHI a toda máquina... No es el hecho de ir más rápido, sino de servir con mayor eficiencia a las personas; por eso, HITACHI se dirige a toda máquina hacia el futuro con el fin de hacer presente los beneficios para todos . Este anuncio es especialmente interesante. Vincula el progreso y los sueños que realizará, con la unidad de la humanidad y con el bienestar de todos. Hitachi ofrece trenes rápidos. Lo hace en Centroamérica, donde por siglos no habrá demanda potencial de tales trenes. No los ofrece en serio, la oferta es nada más que el pretexto de una mitificación. Se trata del mito de la empresa Hitachi. Y lo fomenta en nombre de estos trenes que no piensa poder vender en el país --- Costa Rica --- donde el anuncio se hace. El mito, sin embargo, lo crea basándose en el mito del progreso: cada vez más rápido y con mayor eficiencia. Este progreso lo sacraliza insistiendo en que su fin propio es: hacer presente los beneficios para todos. Y eso, a "toda máquina". Hitachi trabaja para el bien de la humanidad entera y por eso es, como empresa, portadora de este bien. La empresa se transforma en un mito. La unidad de la humanidad está a la vuelta de la esquina. Un banco hipotecario alemán se hace presente: Nosotros construimos sobre Usted como nuestro fundamento. Usted construye sobre nosotros como su fundamento (“Wir bauen auf Sie, Sie bauen auf uns"). El mercado parece ser la realización perfecta de la solidaridad humana. Comprando se ejerce la caritas: ¡Emergencia! Salvar la vida de más del 90% de los niños en estado crítico por insuficiencia de equipo. Compre productos Colgate o Palmolive y ayude con 5 colones al Servicio de Emergencia del Hospital Nacional de Niños... los productos Colgate o Palmolive donarán cinco colones por cada empaque de Crema Dental o de Cepillos Colgate o de Jabón Palmolive, que sea depositado en los buzones situados en hospitales, farmacias, supermer- cados y escuelas . Siempre más lo es sobre todo para el anuncio de la Tarjeta Visa: "Cada vez somos más... bajo una misma identidad. El cambio es inminente para el progreso" . Y una agencia de viajes: "Somos muchos. ¡Verdad!" . Lancôme invita a las mujeres: Vamos a captar tu mejor expresión Lancôme. "Mes de la expresión Lancôme"... Durante un mes captaremos tus mejores expresiones y te convertiremos en una mujer Lancôme. Y quien realiza todo eso es el hombre de poder. Un notebook electrónico promete: "¡Concentración de Poder!" (La Nación, 31.X.93). Asimismo las tarjetas de crédito concentran el "poder de tu firma". No hay problema del medio ambiente que cuente frente a esta utopía del mercado. La empresa química alemana BASF celebró en 1992 su centenario de existencia con el lema: "Cien años al servicio del medio ambiente". Bush, después de la Cumbre de Rio de Janeiro, dijo: La protección ecológica y una economía en crecimiento son inseparables. Es contraproductivo promover una a expensas de la otra. Y añadió: Las naciones que luchan por cumplir con la mayor parte de las necesidades elementales de sus pueblos pueden gastar poco para proteger el ambiente... . El mito del crecimiento infinito lo borra todo: "Aunque exista calentamiento del aire, los países ricos encontrarán soluciones gracias a su tecnología" . El progreso es presentado como el remedio para las destrucciones que él mismo progreso técnico origina. Esta utopía del mercado total nos rodea todo el tiempo por todas partes. El sistema gasta enormes sumas en su divulgación (en EUA la propaganda comercial gasta el 5% del Producto Nacional Bruto). Sin embargo, no existe ninguna instancia que la invente ni ninguna central que se preocupe de su divulgación. Surge con el mercado mismo y es compartida por sus participantes, especialmente aquellos que ejercen su poder en los mercados. Se trata de un mito y de una utopía creados por la "mano invisible" del mercado. Nadie se le escapa, nadie puede alcanzar sus orígenes. No obstante, en todas partes se impone. Pero, a la vez, es un tabú del mercado. Nadie explícita este mito, si bien todos lo conocen. Explicitar este mito en su totalidad, ya es su crítica. Es tan primitivo y tan obviamente falso, que su mera explicitación revela la mentira colectiva que está implicada en él. Por eso se esconde, pues solamente así puede mantener su eficiencia. Aunque esta utopía total nunca es descrita y elaborada reflexivamente en la totalidad de su forma vigente, hay un lugar teórico donde la teoría económica burguesa lo resume. Se trata de la teoría de la "mano invisible", de la tendencia al equilibrio del mercado y del equilibrio general del mercado, tal como fue fundada por WaIras/Pareto. Ella, sin embargo, tiene una forma aparentemente neutra y completamente aséptica. Está escrita en un lenguaje que parece "realista" y pragmático. Fórmulas matemáticas artificiales esconden el trasfondo de esta teoría. Cuando Morgenstern, en el año 1936, hace una elaboración de-moledora del contenido metafísico-utópico de estos modelos matemáticos, a su crítica se la lleva el viento. Ella sigue hoy tan vigente como en aquel tiempo, y sigue igualmente ignorada. La utopía del mercado total es visiblemente la inversión de todas las utopías de liberación de todos los tiempos. Promete todo lo que la esperanza de los pueblos oprimidos ha elaborado como su horizonte de resistencia. Lo expropia y lo hace suyo. La esperanza de la liberación es transformada por la utopía del mercado en la esperanza a partir de la renuncia a cualquier liberación. Se trata de un futuro infinito prometido como resultado del sometimiento infinito a los poderes del sistema. Por eso la utopía del mercado total es también una de las formas del Anti-Cristo de la esperanza cristiana. Es un sermón blasfemo desde sus raíces. El "evangelio" del mercado, del que hablaba Stockman, resulta ser un Anti-Evangelio: En esta época Radio Shack contagia a todo el mundo... Nuestro virus nos ha traído un nuevo y simpático padecimiento, la Epidemia Navideña . Se trata de la utopía de una sociedad que esconde el infierno que está produciendo en la tierra por el brillo ilusorio de sus cielos utópicos. Cautivaron la utopía para usarla como arma en contra de los pueblos. La utopía del mercado es el producto precisamente de las burocracias y de las grandes administraciones de nuestra sociedad. Cuanto más grande la burocracia empresarial, más utópica es. Son justamente las burocracias de las empresas multinacionales y de las grandes corporaciones las que muestran más fervor utópico, pero igualmente lo muestran las grandes burocracias militares. Existe un parecido evidente entre esta utopía del mercado y la utopía que dominó el socialismo soviético durante muchas décadas. También la utopía del progreso al comunismo en la Unión Soviética era una utopía de grandes aparatos burocráticos. Ambas son utopías del progreso, de aspiración universal, que prometen la unidad del género humano alrededor de una institucionalidad homogénea. Igualmente, ambas son absolutamente necesarias para la legitimidad de su sistema social correspondiente. La sociedad moderna y secularizada no se puede sacralizar sino por medio de la utopía. Al socavarse esta utopía, se socava la sociedad y entra en un cambio irresistible. Los sistemas sociales modernos son utopías institucionalizadas y objetivadas. Por eso, el socavamiento del sistema es siempre a la vez un socavamiento de su utopía implicada. Se desvanece la creencia de que la utopía respectiva es "realista". Hoy la utopía del mercado se encuentra en este proceso de socavamiento. La reacción es una efervescencia mayor de su utopismo frenético, un aumento de su dogmatismo y del principismo de su proceder. Ha entrado en un proceso de socavamiento progresivo que revela su vaciedad. El colapso del socialismo histórico no es la victoria del capitalismo, sino un signo del colapso de todas la utopías del progreso automático hacia la plenitud. Por eso, lo que empezó a ser visible con el colapso soviético sigue operando. Amenaza la desesperación y con ella la utopía de la mística de la muerte. Pero vuelve a surgir la utopía en cuanto esperanza de liberación. Por ningún lado se vislumbra el "fin de la utopía". Lo que se vislumbra son nuevos espacios utópicos que podrían liberar el camino para un enfrentamiento con las utopías conservadoras del poder y para la búsqueda tan necesaria de alternativas, sin las cuales la humanidad no tendrá futuro. La utopías conservadoras del poder cierran los caminos al futuro en nombre de un futuro ilusorio y cautivado. Se trata de redescubrir la utopía como espacio de libertad y de liberación frente a los poderes establecidos. No obstante, la analogía entre el neoliberalismo y su utopía y la utopía soviética del socialismo real, tiene también su límite. Ambos son objetivaciones de utopías del progreso automático hacia la plenitud humana, sólo que el neoliberalismo no es más que eso. El socialismo, en cambio, aun en su forma soviética, es algo más. Contiene un elemento de humanismo efectivo que el liberalismo asumió en sus tiempos de reformismo burgués, pero que el neoliberalismo ha purgado completamente. Hoy ya no existe un humanismo burgués, porque el mercado total lo devoró. Posiblemente se puede decir que el colapso del socialismo tiene algo que ver con su incapacidad para asumir posiciones anti-humanistas tan totales, como el neoliberalismo sí pudo asumir. Tendría que haberse vuelto capitalista para ser tan anti-humanista. De ahí que la derrota del socialismo no sea tan absoluta como actualmente parece. Las soluciones que la humanidad necesita hoy, el mercado total no las puede brindar. Muchos elementos positivos desarrollados por el socialismo histórico tendrán que retomar. La destrucción total del socialismo que se está intentando, es un obstáculo adicional para la solución de estos problemas en el futuro.

3. Mística de la muerte y heroísmo del suicidio colectivo

La otra cara de este mensaje salvífico es una ideología mucho más nefasta aún. Tiene sus raíces tanto en el neoconservadurismo actual como en el fundamentalismo cristiano de EUA. Se trata de la ideología del heroísmo del suicidio colectivo, que es la única manera de sacralizar las relaciones sociales de producción en el caso de que hubiese que aceptar que la totalización del mercado está precisamente en la raíz del proceso acumulativo de destrucción de la vida en este planeta. En este caso, la afirmación ciega del mercado total implica de hecho el suicidio colectivo de la humanidad, y el heroísmo correspondiente es el camino para aceptarlo. La sacrificialidad del sistema desborda todos los límites. Creo que la utopía neoliberal es como el canto de un niño que pasa por un bosque oscuro. Para contrarrestar su miedo canta lo más fuerte posible, y canta precisamente canciones alegres. Sin embargo, el trasfondo de este canto alegre es el miedo de lo que puede pasar. El neoliberalismo canta este canto, mientras el neoconservadurismo y el fundamentalismo transforman ese miedo en un culto a la muerte. Por eso son la verdadera raíz del neoliberalismo, aunque tengan muchas diferencias entre sí. Es el miedo que tienen en común, y este miedo constituye el trasfondo del movimiento conservador de masas que hoy ha vuelto a surgir. Esta mística de la muerte pasa por la imaginación de la aniquilación de una parte de la humanidad para salvar al resto. La victoria posible con la que se sueña consiste en ser el último que perezca. Se mantienen sueños débiles de salida (por ejemplo el proyecto Biosfera II). El progreso técnico, entonces, es mistificado en el sentido de que la tecnología podría encontrar una salida, que hoy todavía no es visible para aquél que sobrevive más. Aquí entran también las imaginaciones que sostienen que el barco del Primer Mundo está lleno, y que otros ya no caben y deben quedar fuera. Es notable que la sociedad capitalista actual desarrolla paralelamente al optimismo artificial de la salvación por el mercado, esta mística de la muerte. Eso la vincula con el fascismo de los años veinte y treinta, que floreció dentro de una cultura de la muerte parecida a la actual. Eso explica la vuelta al primer plano de los autores de esta cultura fascista, como Nietzsche, Carl Schmitt, Heidegger. Se descubre entonces que existe una cultura muy análoga en escritores como Borges, Vargas Llosa y Octavio Paz " No hay libro más violento en esta línea que la Historia de Mayta, de Vargas Llosa. Mayta es un personaje de la izquierda peruana, que Vargas Llosa describe como una persona incompetente, con tendencia al terrorismo y a la homosexualidad. Todo el libro prepara la última página, en la cual Mayta y los suyos son denunciados como basura humana. No queda ni un resto de humanismo. En la basura viven, y basura son. Cualquier protesta popular se ve, por lo tanto, como una rebelión de la basura. La guerra delfín del mundo, del mismo autor, tiene la misma tendencia, sólo que más solapada. Una de sus situaciones centrales se describe de la siguiente manera: Rufino se arrastra hacia Gall. muy despacio. ¿Va a llegar hasta él? Se empuja con los codos, con las rodillas, frota la cara contra el barro, como una lombriz, y Gall lo alienta, moviendo el cuchillo. "Cosas de hombres" piensa Jurema. Piensa: "La culpa caerá sobre mi" Rufino llega junto a Gall, quien trata de clavarle la faca, mientras el pistero lo golpea en la cara. Pero la bofetada pierde fuerza al tocarlo, porque Rufino carece ya de energía o por un abatimiento intimo. La mano queda en la cara de Gall, en una especie de caricia. Gall lo golpea también, una, dos veces, y su mano se aquieta sobre la cabeza del rastreador. Agonizan abrazados, mirándose. Jurema tiene la impresión de que las dos caras, a milímetros una de la otra, se están sonriendo . Desde Jünger, pasando por el Paz del Laberinto de la soledad, hasta Vargas Llosa, toda la literatura fascista culmina en estas situaciones de lucha a muerte, que es celebrada como el gran abrazo: el amor es la muerte, la muerte es amor: ¡viva la muerte! Este heroísmo del suicidio colectivo tiene su versión fundamentalista cristiana: ...este período (de la tribulación) se caracteriza por la gran destrucción que el hombre hará de sí mismo. La humanidad estará al borde de la aniquilación cuando Cristo aparezca de repente, para poner fin a la guerra de las guerras: "Armagedón" De unas pretendidas profecías de Zacarías (Zacarías 14:12), dice: ¡Un cuadro aterrador! ¿No es verdad? ¿Se le habrá ocurrido al lector que eso es exactamente lo que le ocurre a cualquier persona en una explosión nuclear? Parece que tan terrible evento se realizará el día del retomo de Cristo . Cuando la batalla de Armagedón llegue a su temible culminación y parezca ya que toda existencia terrena va a quedar destruida (Lindsey la entiende como una guerra atómica), en ese mismo momento aparecerá el Señor Jesucristo y evitará la aniquilación total. A medida que la historia se apresura hacia ese momento, permítame el lector hacerle unas preguntas. ¿Siente miedo, o esperanza de liberación? La contestación que usted dé a esta pregunta determinará su condición espiritual Lindsey promete la "liberación" como resultado de la muerte. Sin embargo, este tipo de promesa contiene toda la ideología de la mística de la muerte. Como en su anti-utopismo no quieren la anticipación del cielo en la tierra --- que pretendidamente produce el infierno en la tierra ---, anticipan una sociedad sin ninguna utopía ni esperanza. Las ideologías de la mística de la muerte no comparten tampoco el utopismo neoliberal con sus promesas. En su anti-utopismo niegan inclusive esta extrema manipulación del mensaje salvífico. No obstante, tampoco escapan de la dimensión utópica de la vida humana. Hasta Ludolfo Paramio desemboca en el grito: ¡Viva la muerte de la utopía! La utopía es ahora la de una sociedad en la que ya nadie tiene utopías y esperanzas. Dante escribió sobre la entrada al infierno: ¡Ay, quienes entran aquí, pierdan toda esperanza! La mística de la muerte anticipa el infierno en la tierra, para no anticipar el cielo. Pero también el infierno en la tierra es una utopía. Del mismo modo que la anticipación del cielo en la tierra no lo realiza, la anticipación del infierno igualmente crea un horizonte utópico que no se alcanza nunca en toda su perfección . A partir de esto se entiende asimismo la actual estrecha vinculación del neoliberalismo con el neoconservadurismo y el fundamentalismo cristiano en los EUA. Esta ideología aparece hoy en una forma decantada, secularizada y burocratizada. Así ocurre en el último libro de Toffler: El nuevo imperativo económico está claro: los pro- veedores de ultramar en los países en desarrollo o alcanzan con sus tecnologías los estándares de la velocidad mundial, o se los va a cortar brutalmente de sus mercados --- los muertos caídos del efecto de ace- leración ---. Esta es la economía "rápida” de mañana. Ella es la nueva máquina de bienestar acelerativa, dinámica, que es la fuente del avance económico. Como tal, es también la fuente de un gran poder. Estar desacoplado de ella significa estar desacoplado del futuro. Pero ese es el destino que enfrentan muchos de los países LDC o "países menos desarrollados”. Como el sistema mundial de la producción de riqueza está arrancando, los países que quieren vender tienen que operar a la misma velocidad que los países en la posición de compradores. Eso implica que las economías lentas, o aceleran sus respuestas neurales, o pierden sus contratos e inversiones, o quedan completamente fuera de la carrera . Y concluye: "Un 'gran muro* separa a los rápidos y los lentos, y este muro está creciendo más cada día que pasa" . ¿Acaso no es lo que Toffler aquí proyecta y anuncia, la utopía del infierno en la tierra? En América Latina y el Caribe esta cultura de la muerte no tiene una presencia tan clave como en los países del Primer Mundo. Prevalece más bien el optimismo decretado de la societas perfecta. Esto se explica porque el Tercer Mundo será la primera víctima de un estallido en esta dirección. Si la visión de Toffler se realiza, América Latina y el Caribe será una de las víctimas. Por eso no aplaude tanto como los países del Primer Mundo. Prefiere mentirse a sí misma en nombre de las ilusiones utópicas neoliberales, aunque su resultado sea el mismo.

4. Buscando soluciones

  1. 1. La humanidad enfrenta amenazas a su existencia. Estas amenazas aparecen por todos lados: bomba atómica, crecimiento de la población, exclusión de una parte siempre mayor de la población del desarrollo económico, deterioro del medio ambiente, autocontradicción del progresos El principal medio de movilidad, el automóvil, se transforma en el principal obstáculo para la movilidad (ver Ivan Illich: The detooling society). El desarrollo de la medicina produce nuevas enfermedades frente a las cuales esta misma medicina es ineficaz: por ejemplo el SIDA, que parece resultado de un accidente en un laboratorio de tecnología genética). El mismo mercado, al totalizarse, subvierte los valores éticos que son los su-puestos de su propio funcionamiento. El desarrollo tecnológico ilimitado se vuelve en contra de sí mismo en sus resultados. La sociedad moderna pierde su capacidad de regulación. Los costos del desarrollo técnico-económico empiezan a superar los logros a plazos siempre más cortos. Lo que se gana por un lado, se pierde por el otro. El mundo como totalidad amarra a la acción fragmentaria, que deja de progresar. Al final, los costos para mantener este desarrollo técnico-económico superan la propia posibilidad del mismo producto producido. Al ocurrir eso, el proceso se hace insostenible. El desarrollo no resulta ilimitado, sino que tiene un tope. Aparece la necesidad de un pluralismo nuevo, que sea pluralismo de culturas, de estilos de vivir, de formas de producción. Al llegar el crecimiento a un tope, la homogeneización por el mercado ya no es tolerable. Eso aparece muchas veces bajo el título de la necesaria superación del "consumismo". Pero de lo que se trata, es más que eso.
  2. 2. El asesinato es un suicidio: no se puede salvar una parte de la humanidad sacrificando a la otra. Eso reforzaría las tendencias a la destrucción de la humanidad. La tierra resulta cada vez más redonda. Siempre el asesinato ha sido visto como una relación doble. La víctima es el asesinado, no obstante el asesinato transforma también al victimario: lo transforma en asesino. Lo deshumaniza. El que no haya asesinato salva a las víctimas. Sin embargo, en una segunda instancia, salva igualmente al victimario de aquella autodestrucción implicada en su transformación en asesino. Con la nueva dimensión del mundo y sus amenazas totales, el asesino se suicida. La guerra atómica desatada destruye al asesino, aunque no caigan bombas atómicas sobre su territorio. Siendo redonda la tierra, la devastación del otro implica la devastación del asesino también. La basura venenosa que se deposita hoy en el Tercer Mundo y en los mares, volverá sobre aquél que la depositó. La transformación de Europa en una fortaleza y su construcción de un nuevo muro para impedir las migraciones, transforma las estructuras sociales internas europeas. Cambia el carácter de su democracia, de su conciencia, de sus leyes, de su percepción de los derechos humanos y de la igualdad de los hombres. Lo mismo ocurre con EUA. La destrucción del Tercer Mundo lleva a la transformación del Primer Mundo, que tiene que convertirse en un mundo dispuesto a asesinar al resto del mundo. Al hacerlo, los países del Primer Mundo se asumen a sí mismos como asesinos, devastados por dentro por su ser asesino. El actual anti-extranjerismo en Europa atestigua esta devastación. Esta relación se hace siempre más evidente empíricamente. Los victoriosos resultan ser los derrotados. Los bárbaros resultan ser aquellos que más se jactan de su alta cultura y de su relación positiva con los derechos humanos.
  3. 3. Las medidas para detener las tendencias destructivas pasan por la acción mancomunada (solidaridad) frente a la totalidad amenazada. Se necesita una conciencia que dé cuenta del hecho de que la división social del trabajo y la naturaleza forman una totalidad que destruye a todos, si nuestros conflictos no se integran conscientemente en la necesidad de su conservación como totalidad. Los conflictos sociales no se pueden limitar para respetar la propia sobrevivencia de ambas partes en conflicto, si no pasan por la mediación de la totalidad social-natural. En caso contrario, no hay ganadores, sino únicamente destrucción mutua.
  4. 4. La cuestión del socialismo es la cuestión del cambio de las relaciones de producción. El problema del socialismo es interrumpir la cadena que vincula crecimiento económico, desempleo y destrucción de la naturaleza. Necesariamente hay que solucionar eso, siendo éste el problema que pone en jaque las relaciones de producción capitalistas. Por esta razón el problema del socialismo es el cambio de las relaciones de producción, y sigue siéndolo. El sistema generalizado y totalizado del mercado vincula compulsivamente el empleo de la fuerza de trabajo con la acumulación de capital y el crecimiento técnico-económico ("El ahorro de hoy es la inversión de mañana y el puesto de trabajo de pasado mañana"). Necesita el crecimiento como motor -"locomotora"- del empleo. Al llegar el crecimiento a un tope, aparece la exclusión de grandes porciones de la población y la destrucción acelerada de la naturaleza. La locomotora deja de funcionar. Esta situación no es superable por una nueva aceleración del crecimiento. Esta es la razón por la cual la necesidad de un cambio de las relaciones de producción sigue estando a la orden del día. lo que constituye la cuestión del socialismo. Se necesitan relaciones de producción -combinadas- capaces de desvincular el empleo y el crecimiento técnico-económico, lo que es también una condición para la sostenibilidad del medio ambiente .
  5. 5. ¿El fin de la utopía? Cuando hoy se habla del fin de la utopía, se entiende por utopía algo que Lasky resume adecuadamente cuando afirma que "la esencia de la utopía es tanto la repugnancia de las condiciones presentes como las seducciones de un mundo mejor" . La definición carece completamente de objetividad, y provoca una condena a priori del fenómeno. Por eso habla de "repugnancia" de la vida presente y de las "seducciones" del futuro. La definición de Lasky nos quiere manipular. Si le quitamos esta condena a priori, podemos decir que Lasky y sus seguidores consideran "la esencia de la utopía, la crítica de las condiciones presentes y la esperanza de un mundo mejor". Ese sería el contenido objetivo, sin condena a priori, de lo que consideran la utopía. ¿Acierta esta definición para entender los grandes movimientos utópicos del siglo XX? Se trataría de la utopía del comunismo, tal como fue desarrollada en la Unión Soviética; la utopía de la sociedad nietzscheana sin esperanzas, desarrollada por el nazismo; y la utopía neoliberal de mercado total. Todas ellas prometen un mundo mejor más allá de toda factibilidad humana y, por ende. más allá de la conditio humana y de la contingencia del mundo. En este sentido son utópicas. Pero ninguna permite la más mínima crítica de lo presente. Por el contrario, prometen la realización de otro mundo en nombre de la celebración de las condiciones presentes. Se instalan a la fuerza, dan vuelta al mundo existente y crean condiciones cuya celebración sin ninguna crítica es considerada como garantía del pasaje a un mundo mejor, un mundo perfecto. El autor neo-conservador Kaltenbrunner habla de esta relación con la realidad en un sentido que podríamos resumir en "crear un mundo cuya conservación vale la pena" Esta descripción cubre los tres grandes movimientos utópicos de este siglo. Ellos aparecen en situaciones en las cuales ejercen determinada crítica. Luchan por el poder para poder imponerse. Y una vez en el poder, crean "un mundo cuya conservación vale la pena". De la crítica anterior pasan a la afirmación completa del mundo transformado por ellos, sin la admisión de ninguna crítica. A partir de allí elaboran su utopía como utopía conservadora desde el poder. Prometen su "mundo mejor" como resultado de la afirmación ciega del mundo que han instalado. El concepto de utopía de Lasky no cubre este momento utópico central a partir del cual la utopía es presentada como el medio de sacralización del presente. Pero la utopía es transformada en la ideología secularizada de una sociedad entera. De "la esencia de la utopía" como "la crítica de las condiciones presentes y la esperanza de un mundo mejor", se pasa a la utopía como afirmación y celebración ciega de las condiciones presentes, siendo esta afirmación la garantía de un mundo mejor. De la utopía crítica se pasa a la utopía conservadora. Y toda utopía conservadora considera a la utopía crítica como el origen de algún "reino del mal". El pasaje de la utopía crítica a la utopía conservadora es siempre el resultado del intento de "crear un mundo cuya conservación vale la pena". Es el momento de la política de tabula rasa, llámesela revolución o. en el lenguaje neoliberal, "política de choque". La utopía conservadora del neoliberalismo nace de esta política de "tabula rasa". En los años setenta y ochenta esta política de "tabula rasa" se concentró en el Tercer Mundo, creando las dictaduras totalitarias de Seguridad Nacional . Hoy arrasa con los países ex-socialistas de Europa Oriental. Una vez realizado su mundo transformado, el neoliberalismo ha creado "un mundo cuya conservación vale la pena". Declara el "fin de la historia" y la ilegitimidad absoluta de cualquier crítica de las condiciones presentes de vida. Por eso, en nombre de la utopía conservadora esta sociedad declara ser una sociedad para la cual no hay alternativas. La crítica busca alternativas; la negación de la crítica, en cambio, resulta de la tesis de que la sociedad afirmada es la única alternativa, para la cual no hay ninguna otra. La crítica es transformada en algo absurdo, en un asunto de tontos o de traicioneros. Por eso las sociedades que se legitiman mediante utopías conservadoras, son expresamente anti-utópicas. La utopía conservadora siempre se hace presente en nombre del realismo. En consecuencia, niega enfáticamente su carácter utópico. De ahí que la utopía conservadora vea a la utopía tan despectivamente. Como ella se considera realista, ve la utopía sólo en aquellos que la critican. Se siente puro realismo sin ninguna utopía, aunque se considere a sí misma el milenio realizado en esta tierra, como ocurrió especialmente en el caso del nazismo, y ahora con el neoliberalismo. Pero en el propio comunismo soviético vemos asimismo restos de este milenarismo, cuando manipula la creencia rusa de que Moscú era la tercera Roma. Todo esto no cambia para nada la convicción conservadora de ser realismo, pragmatismo, carente de cualquier utopía. De esta manera, la utopía conservadora se lanza en contra de la utopía como tal. Esta reflexión es la que hace tan interesante la definición que Lasky da de la utopía. Es la definición que toda utopía conservadora usaba y usa en contra de sus críticos. De esta definición no habla únicamente Lasky, sino toda utopía conservadora. En el caso de Lasky, se trata de la utopía neoliberal en sus varias facetas. Cuanto más la sociedad se utopiza y se presenta como única alternativa para la cual no hay ninguna otra, y por tanto se hace pasar como fin de la historia, tanto más atacará como utopistas a quienes mantienen la cabeza fría y siguen siendo críticos. Incluso los diaboliza de la manera que Popper introdujo en el Mundo Libre: quien quiere el cielo en la tierra, produce el infierno en ella. Los utopistas de Stalin eran los trotzkistas. Los utopistas de los nazis eran los judíos, una expresión sintética para referirse, por medio de los judíos, a los bolshevikis (judíos) y a Wallstreet (judía) con sus utopías respectivas. Los utopistas del actual Mundo Libre, tan dogmatizado por la utopía neoliberal, son todos aquellos que siguen insistiendo en la posibilidad de alternativas para el camino al abismo por el que la política del mercado total nos está llevando. Todos estos diversos "Reinos del Mal" del stalinismo, del nazismo y del neoliberalismo, son definidos monótonamente por la definición que usa la utopía conservadora y que Lasky da de la utopía: "la esencia de la utopía es tanto la repugnancia de las condiciones presentes como las seducciones de un mundo mejor". No obstante, todas estas utopías conservadoras, al denunciar su respectivo Reino del Mal, prometen un mundo mejor. Pero a diferencia del mundo mejor de las utopías de liberación, ellas prometen un mundo mejor "realista", el acceso al cual se merece por la renuncia a cualquier crítica a la única alternativa, para la que no hay ninguna otra. La utopía conservadora es el unipartidismo en el mundo de las alternativas. Por eso Lasky no aporta en lo más mínimo al problema efectivamente candente de una crítica de la razón utópica. Su tesis es parte del pensamiento que necesita esta crítica. El utopista sobre el que se necesita hablar es precisamente el mismo Lasky, y después de él de Margaret Thatcher, de Reagan, pero también de Pinochet. Ellos son utopistas de la utopía conservadora del neo-liberalismo . Una crítica de la razón utópica no puede ser anti-utópica. La utopía es conditio humana, una dimensión inevitable del pensamiento de las mismas ciencias empíricas. La anti-utopía no es más que la construcción de un Reino del Mal de parte de la utopía conservadora. Es su medio para crear una imagen maniquea del mundo, según la cual el Dios de la utopía conservadora enfrenta al Lucifer de la utopía crítica, para realizar una "última batalla" para imponer el bien . Toda utopía conservadora nace de lo que ya hemos citado de Kaltenbrunner: "crear un mundo cuya conservación vale la pena". Esto describe el fundamento de las utopías conservadoras, toda vez que promete un mundo mejor "cuya conservación vale la pena". Llega al poder por la política de la tabula rasa. E instalado su mundo mejor, promete mundos todavía mejores para el futuro, los cuales llegarán en el grado en que se renuncie a cualquier crítica a este mundo mejor ya realizado. Por lo tanto, este mundo mejor, que surge de la "tabula rasa", es un embrión que contiene todo el futuro espléndido de la humanidad, a condición de que se lo cuide bien y sin experimentos ni críticas. De ahí que la definición de la utopía que da Lasky y la definición del conservatismo por parte de Kaltenbrunner, forman una unidad. Ellos formulan la otra cara de la utopía conservadora, que recorre todo el siglo XX. La utopía conservadora es simplemente el futuro definitivo contenido en el mundo creado, "cuya conservación vale la pena". El pretendido realismo de este conservatismo se siente "fin de la historia", y por ende el depósito de todo futuro humano con todas sus aspiraciones imaginables. Por eso las formulaciones de Lasky y de Kaltenbrunner tienen historia y no son de ninguna manera novedades. Sin embargo, la afirmación de Kaltenbrunner revela un problema de toda crítica. Al pretender "crear un mundo cuya conservación vale la pena", ya está prefigurada su futura transformación en utopía conservadora en el caso que logre el poder para determinar la sociedad. El pensamiento liberal tiene un concepto de este tipo desde sus raíces. Marx, pero también Nietzsche, intentan evitar este proceso. No obstante, su pensamiento, al ser transformado y adaptado a sus necesidades por movimientos políticos, también es transformado en función de "crear un mundo cuya conservación vale la pena". ¿Cómo evitar que la crítica de la sociedad caiga en esta trampa? Solamente prometiendo crear un mundo cuya conservación sea imposible. El mundo mejor que puede buscar, es un mundo que soluciona los problemas a los cuales la crítica se enfrenta, para promover una sociedad capaz de enfrentarlos. Pero la crítica no puede prever cuáles serán los problemas a los que esta nueva sociedad se enfrentará y, por consiguiente, cuáles serán los cambios necesarios en el futuro para solucionar los problemas que resultarán de la solución de los problemas actuales. La crítica siempre se ubica frente a un futuro abierto, aunque con toda razón busca un mundo mejor. Sólo que esta búsqueda no es un camino ascendente de aproximación asintótica infinita, que se aproxima asintóticamente a una meta final, sino que es un constante rehacer de la sociedad frente a sus problemas más candentes en cada momento. El joven Marx encontró una expresión feliz para esta relación de la crítica con la sociedad que él pretendía cambiar: "la producción de las relaciones de producción mismas" ("Produktion der Verkehrsform selbst").
  6. 6. La utopía y lo imposible: dimensiones teológicas de la reflexión sobre la utopía La utopía neoliberal, como hemos visto, es una utopía conservadora. Es una utopía de sacralización de la sociedad existente. La utopización de la sociedad existente es pre-cisamente el método para sacralizarla en nombre de pensamientos considerados como secularizados. Esto mismo vale para la sociedad del socialismo histórico. Ella usaba la imagen del comunismo igualmente con fines conservadores de sacralización de la sociedad allí existente. Inclusive la mística de la muerte con su utopía del infierno en la tierra, es una utopía conservadora de estabilización de una sociedad que percibe que está produciendo la destrucción de la tierra misma. Ahora bien, aunque todos estos pensamientos utópicos conservadores son explícitamente anti-utópicos y pretendidamente realistas, se refieren a horizontes perfectamente imposibles, más allá de toda conditio humana. Y un pensamiento político sin utopía, no se vislumbra por ninguna parte. La declaración del "fin de la utopía" no es más que el encubrimiento de utopías que no se quieren confesar como tales. Esto nos lleva a una primera conclusión: las utopías son condición humana. Ningún pensamiento humano jamás podrá ponerse fuera del horizonte utópico. Cuando intencionalmente se pretende un pensamiento de un "realismo sin utopía", de manera no-intencional reproduce sus propios horizontes utópicos. Luego, la discusión sobre si hay que tener utopía o no, no tiene objeto. Lo que hay que discutir, en cambio, es la necesidad de una relación realista con la utopía y sus horizontes. La negación de la utopía jamás es realista. Eso nos lleva a una segunda conclusión: siendo la utopía condición humana, ella es la conceptualización de una sociedad más allá de esa condición. La condición humana como límite de la posibilidad humana conlleva como su otra cara la imaginación de una sociedad más allá de aquella condición. Por esta razón, la utopía es condición humana. Y la negación de la utopía es una rebelión en contra de esa condición, igual que lo es la pretensión de realizarla. La conceptualización de una utopía más allá de la condición humana no contradice ninguna ley de las ciencias empíricas. Estas ciencias contienen la dimensión utópica. Por eso, la pretensión de poder realizar la utopía como un más allá de la condición humana no choca con ninguna ley científica. Las ciencias no sirven para criticar a las utopías. Al contrario, las utopías modernas, sin excepción, aparecen en nombre de las ciencias empíricas. La muerte sintetiza lo que es la condición humana. Por lo tanto, la utopía, aunque no lo acepte conscientemente, plantea una sociedad más allá de la muerte. Esto vale inclusive para la mística de la muerte, cuando, siguiendo a Nietzsche, plantea el eterno retomo de la muerte. Se trata de la utopía de una muerte que nunca muere. La muerte, no obstante, no resulta de ninguna ley de las ciencias empíricas. No hay ley natural que origine la muerte. Mediante los progresos técnicos infinitos, las ciencias empíricas construyen constantemente caminos para pasar más allá de la muerte. Cuando el millonario manda que lo congelen cuando muera, para ser descongelado el día que el progreso técnico haya avanzado lo suficiente como para revivirlo, sanar su enfermedad y devolverlo a la vida más joven de lo que murió --- hasta el envejecimiento es una enfermedad en la visión de la medicina moderna ---, está persiguiendo una utopía más allá de la muerte que ninguna ciencia jamás podría refutar. Sin embargo, se trata de un absurdo completo. El millonario congelado es la viva prueba de que la utopía no está en contradicción con ninguna ley natural. Esta es la razón de que las ciencias naturales no puedan servir como base para la critica de las utopías. Pero demuestra asimismo que no tiene ningún sentido plantear una "utopía concreta" en términos de una utopía realizable. Al tener la condición humana como raíz a la muerte, resulta un límite a la posibilidad humana que únicamente se puede derivar por negación de lo imposible, junto con su afirmación como fuente de todas las esperanzas. Las utopías secularizadas no respetan este límite de factibilidad. Por eso, una vez tomado el poder en su nombre, se transforman en utopías conservadoras. No obstante, estas utopías conservadoras fueron utopías críticas en el tiempo de su surgimiento. La utopía liberal surge en el siglo XVIII como crítica de la sociedad feudal todavía existente. La utopía marxista, por su parte, surge en el siglo XIX dentro de la sociedad capitalista como crítica de ella. Pero una vez con el poder para definir la sociedad y sus relaciones de producción como centro de ella, se transforman en utopías conservadoras que sacralizan por utopización la sociedad existente. Creo que la razón de esto hay que buscarla precisamente en el hecho de que estos pensamiento utópicos desembocan en la consideración de su utopía como una imagen del futuro, que después de la revolución podría ser realizada por medio de la acción humana como resultado de un progreso técnico-económico infinito. Una vez realizada la nueva sociedad, el aferramiento a su estabilización parece ser la única garantía de la realización de las metas utópicas originales. La utopía se transforma en sacralización conservadora justamente porque es considerada factible, aunque solamente sea posible "en principio". Esto nos lleva a una tercera conclusión: la anticipación utópica no puede ser una aproximación en el tiempo del tipo de la aproximación asintótica en las matemáticas. Ella tiene que hacer presente en la vida actual una esperanza utópica cuya realización es excluida por la propia condición humana. Dentro de esta condición humana tiene que vislumbrar la esperanza de lo imposible, encarnándola en un mundo que sigue estando condicionado por la muerte. Sin embargo, al no ser posible derivar la condición humana de las leyes de las ciencias empíricas nunca se sabe a priori si una meta actual está más allá de los límites de lo posible y, por ende, de la condición humana. Aunque se conozca la muerte como raíz de esa condición, no se conoce necesariamente dónde se encuentra a cada paso de la acción humana el límite impuesto por esta condición humana. Es en el actuar que se descubre la condición humana, se hace camino al andar. Esta es la razón de por qué en nombre de la técnica no se puede conocer los límites de la acción humana. Se necesita sabiduría, audacia y cuidado en la interpretación de los signos del tiempo que hacen traslucir a la condición humana, para poder usar las ciencias y la tecnología sin que ellas se transformen en monstruos que finalmente devoran a la vida humana y a la naturaleza entera. A eso podemos añadir una cuarta conclusión: la Nueva Tierra, como es formulada en los últimos capítulos del libro del Apocalipsis, es igualmente una conceptualización de la sociedad humana más allá de la condición humana. No obstante, en un sentido es más "realista" que las utopías secularizadas del siglo XIX. Ella se presenta explícitamente como tal y no pretende ser una meta a realizar por medio de la acción humana. Pero también considera este concepto algo "realista", si bien espera su realización por una acción de Dios que llevará al ser humano más allá de la muerte. Frente a las crisis de las utopías seculares esta percepción puede ser una de las fuentes de un nuevo realismo. Sin embargo, la propia tradición cristiana nunca encontró esta salida. Creo que hoy la tiene que encontrar, si quiere dar un aporte a nuestra crisis actual. Siendo la conceptualización de la Nueva Tierra un pensamiento más allá de la muerte, y por consiguiente de la condición humana, para la acción humana es un imposible. Cuando pretende su realismo lo puede hacer sólo dependiente de Dios, lo que precisamente no es una referencia empírica. Por lo tanto, desde el punto de vista de la acción humana es una utopía no-factible por razones de la condición humana misma. Tampoco puede haber, entonces, un acercamiento asintótico en el tiempo a ella. Por esta razón, el problema de la anticipación de la utopía mediante su encarnación dentro de los límites de la condición humana, es también un punto clave de todo cristianismo hoy. Una esperanza en contra de toda esperanza tiene que ser encamada en cada momento de la vida humana y de la sociedad. A partir de esto se requiere asimismo una crítica de la propia Teología de la Liberación en varias de sus expresiones. Muchas veces ella interpretó también la anticipación del "Reino" como un acercamiento asintótico en el tiempo. Se vuelve entonces a una afirmación de una modernidad que hoy está en crisis como tal, y que necesita justamente ser transformada hacia una sociedad que asegure la vida de cada uno de los seres humanos y de la naturaleza, sin sacrificarla a ninguna perspectiva de progreso en el tiempo .

Notas:

. Tullock, Gordon: "Economic Imperialism". en: Buchanan, James M.-Tollison. Robert D. (eds.): Theory of Public Choice. Political Applications of Economics. Ann Arbor. University of Michigan Press. 1972. Downs, Anthony: An Economic Theory of Democracy. New York, 1957. (Teoría económica de la democracia. Aguilar. Madrid, 1973). . Esto nos dice Hayek: "...no será suficiente frenar a aquellos que desean destruir a la democracia para lograr el socialismo, o incluso a aquellos totalmente comprometidos con un programa socialista. El más fuerte apoyo a la tendencia hacia el socialismo viene hoy de aquellos que sostienen que ellos no quieren capitalismo ni socialismo sino que un 'camino intermedio', o un ‘tercermundo"'. Hayek, Friedrich A.: "El ideal democrático y la contención del poder”, en: Estudios Públicos (Santiago de Chile) No 1 (Diciembre. 1980), p. 73. Ibid. , p. 74. Resulta una ideología que es obviamente complementan» de lo que era la ideología de la ortodoxia socialista en la Unión Soviética. Lo único que hace es sustituir las "relaciones socialistas de producción” por el mercado total. Todo lo otro sigue en pie. Sobre esta complementariedad ver: Hinkelammert, Franz: "¿Capitalismo sin alternativas? Sobre la sociedad que sostiene que no hay alternativa para ella", en: Pasos N8 37 (septiembre-octubre, 1991). . Ver Hinkelammert, Franz: Democracia y totalitarismo. DEI. San José, 1987. pp. 196-199. . Se trata de una biografía que explícita bien el surgimiento de la utopía antiutópica. Sobre la ideología del neoliberalismo, ver Franz J. Hinkelammert: Crítica a la razón utópica. DEI.SanJose.l984.pp. 53-94. Levy-Strauss: Antropología estructural. La Nación (San José, Costa Rica), 31.X.93 Revista Buenhogar. . La Nación. 21.XI.93. . Revista Vanidades. La Nación, 15. XI.93. . La Nación. 14.XI.93. Idem. . La Nación, 15.XL93. . La Nación, 14.XI.93. La Nación, 5.XI.93. Idem. . La Nación, 2.XI.93. . La Nación, 3.X.93. . La Nación. 14.XI.93. La Nación. 3.X.93. La Nación, 31.10.93 . La Nación, 2.XI.93. La Nación, 20.XI.93. . La Nación. 31.X.93. . La Nación, 14.XI.93. . La Nación, 19.XI.93. . La Nación. 12.VI.92. . Según Mohamed Larbi Bouguerra: "Au service des peuples ou d’ un impérialism écologique". en: Le Monde Diplomatique. Mayo 1992. p. 9. . La Nación. 17.XI.93. . Me refiero especialmente a Octavio Paz: El laberinto de la soledad. FCE, México. 1959. En sus obras posteriores. Paz es mucho más diferenciado. . Vargas Llosa. Mario: La guerra del fin del mundo. Plaza&Janés. Barcelona.l981.pp. 293-94. . Ver Hal Lindsey: La agonía del Gran Planeta Tierra. Editorial Vida, Miami, 1988. (The Late Great Plant Earth, Zondervan Publishing House. Grand Rapids, Michigan, 1970), p. 50. En la década de los setenta fueron vendidos en EUA 15 millones de ejemplares, y fue el bestseller de la década. Ibid. , p.231. . Ibid. , p. 222. . Este infierno en la tierra como el nuevo ideal de la burguesía salvaje. tiene antecedentes. En la Edad Media muchas veces se pintan cuadros del infierno, que no son otra cosa que la visión de la tierra bajo el aspecto de su transformación en infierno. En esta imaginación del infierno, los condenados son torturados y maltratados. Los maltratan los diablos. Pero a los diablos no los maltrata nadie, andan con una sonrisa que les esta pegada en la cara como una piedra. Estos diablos que hacen el infierno creen que están en el cielo. Les va bien. nadie los traía mal. y ellos tratan mal a los otros. Al infierno van con los ojos abiertos. . Citado de Toffler, Alvin: Powershift. Knowledge, Wealthand Violence at the Edge of the 2l st Century. Bantan Books. New York, 1991. Part Six. Chapter 30: The Fast and the Slow, pp. 389-405. , "The new economic imperative is clear: Overseas suppliers from develop-ing countries will either advance their own tecnologies to meet the world spead estandards. or they will be brutally cut off from their markets --- casualties of the acceleration effect". "This is the 'fast' economy of tomorrow. It is this accelerative, dynamic new wealth-machine that ¿s the source of economic advances. As such it is the source of great power as well. To be de-coupled from it is to be excluded from the future. Yet that is the fate facing many of today's 'LDCs' or 'less developed contries'. As the world's main system for producing wealth revs up, countries that wish to sell will nave to opérale at the pace of those in a position to buy. This means that slow economies will nave to speed up their neural responses, lose contracts and investments, or drop out of the race entirely". . "A 'great wall’ sepárales the fast from the slow, and that wall is rising higher with each passing day". Las únicas sociedades modernas que lograron esta desvinculación fueron precisamente las sociedades socialistas. Sin embargo, perdieron mucho de su logro por dedicarse nuevamente al mito del crecimiento infinito. Este las llevó a un desprecio por el medio ambiente, igual al que rige en la sociedad burguesa mundial, mientras que en el plano del crecimiento no podían competir con la capacidad dinámica de los países capitalistas desarrollados. Hoy. en cambio, se trata de conseguir la sostenibilidad de la vida humana. Y no se ve cómo se la pueda lograr sin recurrir a muchos instrumentos desarrollados precisamente por los países socialistas. Lasky, Melvin J.: Utopie und Revolution. Über die Ursprünge einer Metapher oder eine Geschichte des politischen Temperaments. Hamburg, 1989.p.59. . "...la meta consiste en crear condiciones en las que la conservación recién es posible y sensata. Condiciones también que no excluyen el cambio creativo, sino que más bien lo presuponen...". Kaltenbrunner, Gerd-Klaus (Hrgb.): Die Herausforderung der Konservativen. Absage an IIlusionen. (El desafío de los conservadores. Renuncia a ilusiones). Herder, München. 1974. Vorwort. p. 13. . El filósofo de la corte de estas dictaduras muchas veces --- en forma destacada en Uruguay. Chile y Brasil --- ha sido Sir Karl Popper. filósofo de la sociedad abierta. No se debe olvidar que la cárcel central de la dictadura de Seguridad Nacional en Uruguay, que era el peor lugar de tortura para los presos políticos, se llama La Libertad. El Mundo Libre profesa hoy una libertad, que es el nombre de una cárcel. . Hayek es uno de estos ideólogos de las últimas batallas: "La última batalla en contra del poder arbitrario esta ante nosotros. Es la lucha contra el socialismo: la lucha para abolir todo poder coercitivo que trate de dirigir los esfuerzos individuales y distribuir deliberadamente sus resultados". Hayek, Friedrich A-, op. cit., p. 74. . Ver Mo Sung, Economía: um assunto central e quase ausente na teología da libertacáo. Urna abordagem epistemológica. Tesis de doctorado. Instituto Metodista de Ensino Superior, Sao Bernardo do Campo, SP, Brasil. 1993 (de próxima publicación por el DEI).

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