Augusto Serrano López
1. Todas las lógicas son lógicas del ser humano.
La lógica de la contingencia opera en el mundo real como la lógica que le es propia dado que todo proceso real, natural o social, es contingente. Las reglas y principios que ahí valen son indeterminados, abiertos a muchas posibilidades, aunque nada deje de tener su razón suficiente de ser: es el ámbito de la alternativa: contingente es aquello cuyo opuesto sigue siendo posible (Leibniz). Ahí construye su casa el ser humano. Y desde ahí, por paradójico que parezca, puede dar rienda suelta a su imaginación y a su ingenio, inventando mundos muy diferentes al que le toca vivir. Mundos imaginarios que, a veces, da por reales.
Porque el ser humano tiene una capacidad de poder imaginar otros mundos, otras lógicas, por ejemplo una donde reinen tres principios como tiranos ( Principio de Contradicción, Principio de Identidad y Principio de Tercio Excluido) y, de acuerdo con ellos, ahí reine la necesidad absoluta: “necesario es aquello cuyo opuesto es imposible” (Leibniz). Es la Lógica Formal Matemática. Es lógica que, por diferencia al rico mundo real en el que vivimos y somos, genera un mundo en el que se reducen enormemente las posibilidades, porque ahí solo hay dos posibilidades: todo es o verdadero o falso, no hay alternativa.
Como en tantos otros juegos y fantasías creadas por el ser humano, creaciones de mundos diferentes, universos donde se cree dueño y señor de ellos, la Lógica Formal Matemática es un lugar donde todo obedece necesariamente a su voluntad y no hay alternativa. Posiblemente este proceder se deba a que consciente de que vive en un mundo en el que no es dueño y señor del mismo y los grados de “dominio” sobre el mundo natural que con su trabajo logra no lo satisfacen, salta al otro mundo donde, para verse satisfecho, erradica la contingencia y la inseguridad e introduce la necesidad a raja tabla. Ahí se comporta como tirano. Si A es mayor que B y B es mayor que C, entonces necesariamente A es mayor que C. El alfil del ajedrez o el caballo juegan en ese juego, que de científico nada tiene (Henri Poincaré), estrictamente de acuerdo a las reglas. Reglas que son las que les dan existencia al definir y decidir la posición inicial y los movimientos de alfil y caballo. Si no las obedecen, alfil y caballo dejan de existir como piezas del ajedrez y necesariamente el juego se deshace.
De hecho, el ser humano vive su contingencia dentro de dos reinos: el reino de la necesidad y el reino de la libertad. “Necesidad” ésta que es otra necesidad muy diferente a la que él ha impuesto en la Lógica Formal. Esta necesidad no es necesaria, sino contingente. Es la “necesidad”, en alemán Bedürfnis, que no viene impuesta por el principio de contradicción, sino por el principio de conservación de la vida; principio que el ser humano puede desobedecer y suicidarse. Es libre de hacerlo por macabro que suene: es una, entre otras, de sus posibles alternativas.
Ya tenemos ahí los dos mundos: el que se encuentra al venir al mundo, que es contingente, mundo donde puede hacer muchas cosas, pero no arrebatarle su carácter contingente por más que lo intente y el que él crea porque le da la gana y que es necesario ( en alemán notwendig) porque así lo imagina y decide. Para que se vea que este último es obra suya, basta que él derroque a uno de esos tres reyezuelos tiránicos como es el Principio del Tercio Excluido, y habrá cambiado esa lógica (ahora sería lógica polivalente) y, claro está, si acabara con el Principio de Contradicción y el Principio de Identidad, acabaría con la necesidad rotunda que ahí impera y con la Lógica Formal Matemática misma.
Decimos que él no puede derrocar los principios a que obedece el mundo al que nace: lo más que puede hacer ahí es inventarse formas de ganar grados de libertad dentro de él. Es lo que Carlos Marx afirma hablando más antropológica que económicamente al final del tercer volumen de El Capital: Trabajando, el ser humano adquiere grados de libertad, pero nunca podrá salir del todo del reino de la necesidad. Algo que suena a maldición y a castigo, pero que no es así. Hay que interpretarlo de otra manera tal como Kant en la Crítica de la Razón pura habla de la ingenua paloma que cree poder volar mejor si desapareciera la resistencia del aire, olvidando así la ley de su propio vuelo. Aquí Marx, no hace sino afirmar lo que ya dejara bien claro bastantes años antes en los manuscritos parisinos de 1844: “La universalidad del hombre se revela de un modo práctico precisamente en la universalidad que hace de toda la naturaleza su cuerpo inorgánico, en cuanto es tanto un medio directo de vida como la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, es decir, la naturaleza en cuanto no es el mismo cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo con el que debe mantenerse en un proceso constante para no morir. La afirmación de que la vida física y espiritual del hombre se halla entroncada con la naturaleza no tiene más sentido que el que la naturaleza se halla entroncada consigo misma, ya que el hombre es parte de la naturaleza” (Manuscritos Económico-filosóficos de 1844. Col. Setenta. México 1970; pág. 80).
El problema surge cuando se olvidan estas cosas y se pretende invadir un mundo con los principios del otro y tratar de vivir como si las cosas reales que él va haciendo para conservar la vida y para vivir lo mejor posible pudieran someterse a principios que resultan extraños y peligrosos, aunque, al tratar de hacerlo así, su vida comience a perder su sentido de orientación y deje de atender al principio de conservación y el de bienestar.
Todo lo que hasta aquí hemos dicho, aunque no lo aparezca, es fruto de la historiografía o, mejor dicho, de la Antropología: estamos tratando de exhibir la lógica que ha presidido muchas de las hazañas del homo sapiens al contar su real andadura que comenzó hace más de siete mil años.
Decimos esto, porque hay, al menos, dos dimensiones donde han aparecido claras señales de este quid pro quo, de esta metábasis eis alló genós o, dicho más llanamente, señales de haber querido trasladar indebidamente principios de un mundo (el imaginario) a otro (el real). Traslado que, como veremos, no es posible sin ejercer violencia. Sólo ejerciendo la violencia y mientras se ejerce la violencia se puede cerrar el mundo real a las alternativas.
Esta invasión de principios ajenos se ha puesto de manifiesto en momentos revolucionarios: allí donde el ser humano se ha sentido creador, porque ha logrado transformaciones profundas y se ha creído dueño de su suerte y de su futuro: en las revoluciones políticas, económicas y sociales de gran calado y trascendencia. Invasión de principios a que se recurre para afianzar el poder. Poder que, desde los orígenes de la humanidad, el ser humano ha venido creyendo que estaba en el reino de la necesidad (la naturaleza fuera de él) como se ve por los viejos mitos: el poder que se manifestaba en la furia del volcán, en la fuerza del huracán, en la amenaza del rayo; poder que, para aplacarlo, debía hacer sacrificios de lo más variado; ese poder que cree poder llegar a alcanzarlo para sí mismo, aplicando principios de una lógica de la necesidad absoluta.
Dos son los conceptos que nos van a servir como pasarelas de este trasiego de principios de una lógica, la Lógica Formal a la Lógica del Poder: “contrarrevolución” y “sostenibilidad”.
2. Contrarrevolución
Este trasiego de principios aparece y reaparece una y otra vez a través de la historia y se hace patente en las revoluciones y en los asaltos violentos al poder. De ejemplos nos valen casi todas las tiranías habidas a través de la historia antigua y moderna, de todas las revoluciones (Francesa, Rusa, china, cubana).
Es de esperar que el lector tenga información de los rasgos y hechos más destacados de estas revoluciones para no tener que alargar innecesariamente el discurso y poder ir cuanto antes a lo que aquí nos interesa, señalando las líneas transversales, comunes, las normas o “leyes” de esta “lógica del poder” que, por diferencia con la Lógica Formal”, no es un juego que se dé en el cosmos uranós o espacio puramente teórico y formal ( sin contenido alguno ni referencia alguna a la realidad y, por eso, “formal”), sino que se da en este mundo en el que nos va en ello la vida.
-Todas estas revoluciones ( con sus respectivas diferencias) surgen como lucha contra lo que no se soporta por creerlo malo o ilegítimo o destructor y opresor de la libertad y para generar un mundo diferente, un mundo mejor o hasta un mundo perfecto. El movimiento revolucionario lleva implícitas las características de la razón utópica que busca en el límite el no-va-más del bienestar y de la libertad.
-Todas ellas celebran el triunfo con fiestas y proclamas y auguran un nuevo amanecer de todos como hermanos.
-En todas ellas, alcanzado el poder, surge muy pronto, como parte explícita, la negación del espíritu de la propia revolución a lo que llamaremos la paradoja del triunfo, al aparecer su contra-imagen como “contrarrevolución”.
La revolución se supone que, si triunfa, instaurará un mundo diferente al que se acaba de derrumbar:
-si antes había opresión, ahora habrá libertad,
-si antes había desigualdad, ahora habrá igualdad,
-si antes había discriminación, ahora habrá fraternidad.
Pues bien, apenas se acaban los vítores, los paseos multitudinarios por las calles y las celebraciones del triunfo de la revolución, surge el miedo a la contrarrevolución y se pone en marcha esta nueva “lógica del poder”, traicionando violentamente los principios de la revolución. Se impone el miedo a la “contrarrevolución” que, de hecho, cuando se comienza a hablar de ella, ¡aún no existe!: para impedir que aparezca, se anticipan los medios como medicina preventiva: nueva policía represiva, ejército potente, fase de “terror” para eliminar preventivamente a quienes podrían criticar la acción del nuevo gobierno, a quienes pueden estar insatisfechos y se atreven a decirlo pública o privadamente, porque esta lógica del poder invade todos los espacios. Para que la revolución no se pierda, es necesario prohibir toda discrepancia (quien discrepe será contrarrevolucionario y habrá que eliminarlo). Para que la revolución dure, es necesario crear “el terror” contra los enemigos de dentro y de fuera. Para que la revolución dure (¡para que sea sostenible!) habrá quien dirija y quienes obedezcan ciegamente. Es, entre otras posibles formas, “la dictadura del proletariado”.
Es decir: el mundo salido de la revolución que se suponía alternativa al que se derrocó, es derrotado por los propios revolucionarios para “salvar la revolución”. La revolución se traga a sus hacedores (mediante las purgas) para que la revolución aguante. Llama la atención que los líderes de casi todas estas revoluciones han sido personajes que, por haber protestado antes de la revolución, sufrieron cárceles y torturas por parte de la policía y del ejército, pero, tan pronto llegan al poder, crean unos ejércitos y unas policías tan represivas como las que derrotaron y se visten de por vida de caqui militar con el que van incluso a dormir y se suelen dar grados militares supremos. No se dan a ver vestidos de civil, que eso les acercaría al pueblo sencillo, sino de militares con antorchados y grados de comandantes supremos.
Para que la revolución dure, para que sea sostenible, hay necesariamente que acabar con la revolución, porque, de otra manera, triunfaría la contrarrevolución que se ve como vuelta a las andadas y esto, dicen, es peor que el mundo nuevo cerrado sobre sí mismo y sin alternativa que se ha creado: mundo continuamente asediado por el miedo: mundo condenado a no supervivir, porque nace ya con la semilla de la contradicción. Mundo que intenta vivir de acuerdo a los principios necesarios transferidos “violentamente”, esto es, teóricamente intransferibles, de la Lógica Formal, que se convierte en “lógica del poder”, régimen donde la violencia se hace necesaria para perdurar, deslegitimando así y acabando con la revolución.
La contrarrevolución aparece, por tanto, como el fenómeno que pretenderá y permitirá ocultar el fin de la revolución al querer darle a los que detentan el poder la justificación para mantenerse en el poder indefinidamente, aunque, precisamente ese poder ilegítimamente adquirido (en base a la mentira y la violencia) lleva en sí implícita su propia destrucción: la necesidad absoluta no es propia de este mundo real.
3. Sostenibilidad
¿Lo anterior tiene algo que ver con la actual fase de la revolución capitalista?
Veamos la forma de explicar esto lo mejor posible, porque, de entrada, no parecen tener nada que ver las operaciones del mercado de trabajo, de la bolsa de valores o del mercado de bienes y servicios con las conspiraciones de la contrarrevolución
Espero que se acepte que el capitalismo ha supuesto toda una revolución de las formas de la reproducción de la vida. Revolución que se inició hace ya algo más de dos siglos con la “Acumulación Originaria de Capital”, primera fase de violencia, que transformó los modos de producción revolucionando la industria con la mediación de las ciencias, las tecnologías, las nuevas fuentes de energía, segunda fase de violencia, y que ha penetrado en casi todas las formas de la sociedad como se puede ver nada menos que en “El manifiesto del partido comunista”, tercera fase de violencia. La diferencia con las otras revoluciones consiste en que aquellas fueron rápidas, de semanas o meses y esta del capitalismo ha necesitado más de dos siglos para ponerse sobre sus pies y sentirse sin enemigo a la vista (aunque siempre con el miedo a “la canalla”, al sindicato, a la huelga, a los altos salarios, a la regulación del Estado, al gasto público, a las fronteras). Es difícil, si no imposible concebir revolución social más profunda y decisiva para la vida que la del capitalismo.
El capitalismo, después de la Segunda Guerra Mundial (sobre todo a partir de los años setenta del pasado siglo) ha logrado generar los supuestos que le son adecuados y propios: se ha logrado sentar sobre sus propios supuestos ya plenamente capitalistas, ha logrado globalizarse y verse sin enemigo a la vista, al punto de haberse elevado ya sobre la materia con la financiarización y poner en riesgo su propia revolución, porque está acabando con los recursos de la tierra y amenazando a la vida en general y la de la especie humana en particular. Y es que el capitalismo, desde su nacimiento y sin proponérselo, se desengancha más y más de los procesos de vida proponiéndose de meta la ganancia y comienza de forma acelerada a actuar exclusivamente de acuerdo a los llamados del mercado (nacional y mundial), con lo que rompe toda relación con la reproducción de la vida, la relación que le puede poner riendas y contenerlo dentro de límites no destructores. Se ha hecho de la lógica del poder y se propone a sí mismo como la forma de ser sin alternativa, como necesario. Es el momento en el que hasta inventa las ideologías que le son propicias, como el neoliberalismo, y le aparecen líderes entusiastas que tratan de acabar con los pocos obstáculos que aún quedan como las fronteras nacionales, los sindicatos, etc. (Pinochet, Thatcher, Reagan, Trump, Bolsonaro) para que se reproduzca libremente. Ante tal situación de expansión desaforada, ante los destrozos que sobre la naturaleza está haciendo y para que esta revolución capitalista dure, desde dentro del capitalismo han surgido voces de lo más variado y desde los más diversos sectores ideológicos que, asumiendo los usos del capitalismo, pero asustados por sus abusos, claman por la prudencia, por la “sostenibilidad” de esta revolución capitalista (Informe Brundtland de Naciones Unidas que llevaba el nombre de “Nuestro futuro común”) y le dicen a las gentes del planeta que aguanten (todos somos culpables, “todos” somos responsables), que hagan sacrificios para que el capitalismo perdure, que no tiren basura al mar, para que las grandes empresas puedan seguir pescando desaforadamente, que tengan conciencia de sus actos y no pongan en riesgo el sistema, so pena de no dejar nada para las generaciones futuras. Uno de los teoremas de esta “lógica del poder” del capital es que en algún momento y para que dure el resultado de esta revolución, necesariamente habrá que poner en riesgo la rama en que se está encaramado, ¿de dónde, si no, se va a poder seguir creciendo como se debe: aceleradamente? Por tanto, el sacrificio es necesario. Pero que no nos preocupemos; que el ingenio científico humano antes del fracaso total, inventará, como de costumbre, algún algoritmo que haga brotar otra rama donde seguir apoyándonos.
La sostenibilidad que ahora aparece en todo proyecto por más depredador que sea, invocando, por ejemplo y como escusa, la generación de empleo para que no se vea su insostenibilidad, es un llamado a pensar y aceptar de una vez por todas que este capitalismo es necesario, que no hay alternativa, que es lo mejor que podemos llegar a tener y que, por lo mismo, hay que aprender a soportarlo, a adaptarse a los cambios que está haciendo y que hará ( en el clima, en el tejido social) y que debemos aprender a entenderlo como lo mejor para nuestras vidas: Al fin y al cabo, todos somos capital humano, ¿nos vamos entendiendo?
4. Estamos perdiendo la ocasión
Decía alguien estos días que le extrañaba oír hablar de la “nueva normalidad” que vendrá cuando haya pasado el actual furor del coronavirus. Debería extrañar a cualquiera el término “nueva normalidad” que se han inventado los políticos, gremio en el que por el momento no parece sobrar la inteligencia y, con seguridad, sin haber pensado lo que decían.
Hay un magnífico libro de Georges Canguilhem, Lo normal y lo patológico donde se hace ver la fina línea que separa lo normal de lo no-normal y cómo ambos estados pueden pasar del uno al otro según desde la perspectiva con que se miren.
Cuando en no pocos países se dice que se quiere llegar cuanto antes a la “nueva normalidad” y las gentes se pelean por llegar rápidamente a esa etapa soñada y acusan al gobierno de ir demasiado despacio, porque quieren cuanto antes volver a producir automóviles como antes, computadoras como antes, aviones como antes, viajar como antes, bañarse en las playas como antes (este es el sueño), aparece la gran paradoja de que la “nueva normalidad” la piensan como la de antes, por lo que de “nueva” poco o nada ha de tener y, por otro lado, muestran con ello que esta pandemia no nos ha enseñado nada: no han surgido enseñanzas de tan terrible virus que ya se ha llevado por delante miles y miles de vidas humanas y las que aún se seguirá llevando.
No han faltado observadores que, como no hay mal que por bien no venga, dicen que al menos el medio ambiente ha mejorado mucho: ha descendido llamativamente la contaminación y la naturaleza parece estar recuperando sus derechos porque por las calles de Londres y Madrid se pasean como por casa jabalíes y cervatillos. Tampoco ha faltado, aunque en grado menor por desgracia, quien haya señalado que este virus, como otros que con seguridad vendrán, nos ha sorprendido a todos los países de la Tierra con cara de idiotas, sin preparación alguna y, aún peor, después de haber estado por años despojando al espacio público ( en salud, sobre todo) de sus potencialidades ( cada vez menos médicos, menos enfermeras, menos camas, menos quirófanos, menos medios farmacéuticos) , porque se daba por ineficiente y derrochador (no se ve el dinero empleado en servicios públicos como inversión, sino como “gasto”) y cada vez con menos investigación básica sobre asuntos como este del coronavirus que no se daban por rentables.
La “nueva normalidad” es una expresión vacía de contenido que sólo indica, y de la manera más difusa que se pueda dar, que queremos volver a las andadas cuanto antes, sin pensar que este virus ha llegado para quedarse y que, aunque se descubra una vacuna ( que tardará mucho en llegar a los países pobres, porque cada país de los ricos en este momento se está cerrando sobre sí mismo insolidariamente), aunque se descubra, decimos, seguirá siendo tan “anormal” como era ya la situación el año pasado, porque NORMAL no se puede llamar a una sociedad en la que una minoría dispone de casi toda la riqueza que hay: un planeta en el que se está acabando con múltiples formas de vida al cambiar el clima y depredar la tierra de manera acelerada, además de estar amenazando a la vida humana. Y no se puede llamar normal tal situación, so pena de estar llamando normal a “lo que hay”, sea lo que sea.
Si se quiere llegar a la “nueva normalidad” cuanto antes y como antes, entonces estaremos llegando, de hecho, a la nueva ANORMALIDAD y PATOLOGÍA, porque, al querer seguir haciendo lo mismo acelerada y exponencialmente (y no se ve alternativa a la vista), se estará tratando de cortar la rama en que estamos encaramados.
Estamos perdiendo el futuro y la esperanza en un mundo mejor. Porque una sociedad que, queriendo salir de un trauma tan terrible como el que le ha producido el coronavirus, sólo se le ocurre pensar en volver cuanto antes a lo que teníamos antes, que se da como “normal”, y no tiene tiempo ni siquiera para repasar críticamente ese pasado inmediato, (ese “pasado normal” que se añora), esa sociedad, decimos, ha perdido su capacidad de reaccionar y prefiere volver al plato de lentejas, por muy infectadas de bichos que estén.
Apresurada y estúpidamente nos dimos hace años el título de especie sapiens², pero nuestras obras no corroboran ni avalan el título, porque una especie que atenta tan certera, potente y aceleradamente contra su elemental principio de conservación (algo inusual entre las demás especies animales que damos por irracionales) muestra un grado de inteligencia y capacidad de razonamiento muy bajos. Esperemos que sapiens² entre algún día en razón y se dé cuenta de que vivimos en un mundo en el que o se es solidario entre todas las criaturas o no tiene asegurado su futuro.
5. Contingencia y Composibilidad
Está claro que estas dos lógicas de sapiens no tienen por qué ser sus únicas lógicas. Hay otra lógica posible (de hecho otras lógicas) que sapiens de vez en cuando, aquí y allá, ha venido usando a través de los siglos cuyos principios son diferentes a los de la lógica formal, verdadera alternativa a esa lógica del poder de la que no puede derivarse legitimidad alguna. Es la lógica de la “necesidad contingente” donde él puede generar ámbitos, espacios de libertad, seguridad incluyente y bienestar. Es alternativa a la actual lógica del poder, pero que, por su propia naturaleza, acepta su propia contingencia y la existencia de alternativas a ella misma. Lógica que se nutre de otra familia diferente de conceptos como, tolerancia, reconocimiento, respeto, con-pasión, inteligencia, prudencia, esperanza, futuro, justicia, inclusión, solidaridad, igualdad, simetría, composibilidad, libertad, acuerdo, diálogo, compromiso, responsabilidad y donde la sostenibilidad no aparece como escusa para aguantar y seguir haciendo mal las cosas, sino para indicar la obligación de todos los ciudadanos de ser responsables de su propia suerte. Es la idea de la tolerancia y el respeto por lo bueno que otros hacen y han hecho: el reconocimiento de las buenas tradiciones humanas sin las que (como el aire para la paloma voladora) nada es posible, si no es composible: es la lógica de la composibilidad: yo soy, si tú eres. Pero nunca olvides que esto es recíproco: que tú eres, si yo soy, de donde aparece la simetría humana como la regla fundacional-constituyente donde lo posible, todo posible, lo será, si es posible junto a otros posibles, esto es, si es composible (Leibniz).
Esta reflexión es actual. La estamos haciendo en junio del año 2020 sobre un tema viejo de más de 7000 años de andadura del ser humano. Es un rastreo de lo sucedido, que observa momentos muy diferentes a través de los siglos, que no añora nada de lo sucedido, que destaca y va recogiendo, como si de perlas se tratara, algunos rasgos cuya forma y naturaleza corresponden a una línea de actuación humana específicamente diferenciadora y observa cómo y en qué circunstancias han aparecido y desaparecido formas de convivencia hasta lograr, algunas, institucionalizarse y conformar un nuevo espacio de todos, donde estén todos, para todos y mantenido por todos que, de generalizarse e imponerse, significaría una alternativa a todo lo que ha habido y a lo que aún hay. Un espacio cuya lógica de la contingencia actúe no desde el poder, sino desde la simetría humana donde están todos y no unos sobre otros: es el poder de decidir de toda la gente la suerte de todos, después de las propuestas diferentes, después de la discusión, de la polémica, del diálogo, del compromiso y de la decisión de las mayorías; decisión que también y por los mismos procedimientos se puede cambiar en el pleno uso de la libertad que gobierna ese espacio que, libre del fetichismo de la mercancía, es, por ello, transparente. Espacio que por ser él mismo contingente, tiene siempre como posibilidad la alternativa a sí mismo de acuerdo a las necesidades fundamentales de la seguridad de la vida de todos y de la vida buena de todos.
Pensado esto en el límite de lo deseable (aunque no sea alcanzable), en un espacio público incluyente donde todos no solo son participantes, responsables y beneficiarios en relaciones de justicia y simetría, sino que el poder se anula a sí mismo, pues está en todos y en cada uno. Surge entonces la lógica de la composibilidad como el modo de actuar de acuerdo no a la competencia del mercado y a la ganancia, sino prioritariamente a la satisfacción de las necesidades reales de la vida humana.
Corolario: cualquier proyecto humano que pretenda realizarse con carácter de necesidad absoluta, estará introduciendo una lógica que no es de éste ni para este mundo contingente. Estará introduciendo ilegítimamente un camino de violencia con la sociedad y con su medio natural.
San Juan, 8 de junio de 2020
Franz Hinkelammert Introducción La Declaración de Derechos Humanos Emancipadores Fundamentales La renovación del análisis previo de Pablo sobre el nuevo mundo en 1 Corintios: El Mesías no me envió a bautizar, sino a…
Franz Hinkelammert Reflexiones a partir de mi libro: Cuando dios se hace hombre, el ser humano hace la modernidad. Lo que quiero hacer presente en las siguientes líneas, es el mundo de…
Franz Hinkelammert Überlegungen zu meinem Buch: Wenn Gott Mensch wird, macht der Mensch die Moderne Was ich in den folgenden Zeilen vorstellen möchte, ist die Begriffswelt der empirischen Wissenschaften. Für mich geht…
Franz Hinkelammert Die Erklärung der grundlegenden emanzipatorischen Menschenrechte Paulus von Tarsus kündigt die grosse Neuheit einer neuen Gesellschaft und einer neuen Welt an, die er von der Gleichheit aller Menschen her entwickelt…
Franz Hinkelammert Die Begründung der Ethik: die Ethik des Marktes und ihre Kritik [1] Ich möchte hier eine Analyse des Marktes und der Marktwirtschaft in einer sehr ungewöhnlichen Weise vornehmen. Es ist eine…
Franz Hinkelammert La constitución de la ética: la ética del mercado y su crítica [1] Quiero aquí hacer un análisis del mercado y de la economía del mercado de una manera muy poco…
Franz Hinkelammert Der historische Moment des Erscheinens des Buches: Hinkelammert, Franz: Ideologías del desarrollo y dialéctica de la historia [1] Ich möchte zum erneuten Erscheinen dieses Buches in Costa Rica im Jahre 2020…
Franz Hinkelammert El momento histórico del libro: "Ideologías de desarrollo y dialéctica de la historia" [1] Quiero presentar el libro, pero quiero hacerlo a partir del análisis del momento histórico, en el cual…
Franz Hinkelammert La constitución de la ética: la ética del mercado y su crítica[1] Quiero aquí hacer un análisis del mercado y de la economía del mercado de una manera muy poco…