El multilateralismo
desequilibrado de
Carlos
Gmo. Aguilar S[1]
a)
¿Cuál comercio, para qué desarrollo?
Si aceptamos como punto de partida
que el comercio puede convertirse en una herramienta fundamental para el
desarrollo de los países empobrecidos, debemos igualmente estar en capacidad de evaluar algunas de las razones por las cuales la
agenda de liberalización comercial agresiva de la actualidad, ni es una agenda
para el desarrollo sostenible, ni ayuda a reducir los problemas de pobreza
fijados en los ODM.
Los ODM, son un conjunto de medidas
adoptadas en el año 2000, por un total de 189 países, para mejorar el tema del
desarrollo en los países empobrecidos, con objetivos fijados para el 2015.
Figuran metas como reducir la pobreza, el hambre, las desigualdades de género,
la mortalidad infantil y materna, evitar enfermedades como el VIH/SIDA,
paludismo y otras, promover el desarrollo sostenible, la educación y avanzar
hacia una asociación mundial para el desarrollo.
Cada vez más, diversos organismos y
foros internacionales reconocen que si bien el comercio no es la panacea para
avanzar en todos estos aspectos, si resulta esencial para poder alcanzar las
metas fijadas. Las negociaciones multilaterales en comercio, sobre todo
promovidas en
Por otro lado, es una opinión
comúnmente admitida hoy por diversos grupos de especialistas en economía y
políticas del desarrollo que el crecimiento económico ni significa mejores
condiciones de desarrollo, ni está necesariamente asociado con la
liberalización comercial y las reformas promovidas por los organismos
financieros internacionales desde la década de los 80[2].
Un estudio promovido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), sobre la promoción de las exportaciones y la pobreza durante los años
90 en América Latina y el Caribe, sostenía en el 2004:
“Desde
finales de la década de 1980, casi todos los países latinoamericanos han
experimentado un proceso de profundas reformas económicas, que particularmente
se han dado en el comercio internacional, la liberalización financiera y de la
balanza de pagos (…) La mayor apertura ha brindado nuevas fuentes de
crecimiento económico pero también un aumento de la volatilidad y de la
sensibilidad a los shocks externos.
Al comienzo, parecía que las reformas fueran a funcionar como se había
prometido. Aumentó el crecimiento económico, la inflación se redujo y hubo un
gran auge de entrada del capital extranjero. Pero en algún momento, alrededor
de 1995, el crecimiento fracasó, particularmente en los países de Suramérica.
Lo mismo sucedió con las exportaciones. (…) No sólo el crecimiento total ha
sido mucho menor que el del período de sustitución de importaciones, sino que,
además, el crecimiento de las exportaciones se ha desacelerado y todavía está
dominado por los productos primarios (Ganuza, 2004: 1)”.
Según este estudio, paralelamente
creció la desigualdad del ingreso[3], lo que afecta la eliminación de la pobreza,
la equidad y la cohesión social. Así, el estudio alcanzaba a reconocer que
aunque el impacto de la liberalización y la tendencia hacia las exportaciones
no eran la explicación fundamental de este fracaso, su aporte al desarrollo
debía medirse en la evaluación de casos particulares sobre un esquema más
general de grupos ganadores (según la educación y la percepción de ganancias) y
perdedores (trabajadores agrícolas y no calificados) (Idem).
Esta es la situación general para
América Latina, en la cual surge a mediados de los años 90,
Los resultados de estas políticas,
en los años siguientes provocaron no solo una revisión y un debate sobre los
fundamentos económicos del monetarismo y del regionalismo abierto de
Lo que apreciamos hoy en día es la
constatación de la crisis general del sistema de comercio basado en estrategias
de liberalización agresiva (libre comercio) que frenaron y desnudaron las
verdaderas intenciones de los países desarrollados en las negociaciones
multilaterales y que han terminado por construir un complejo laberinto de
acuerdos bilaterales, tanto en el plano comercial como en las inversiones.
Contrario a lo que asumen algunos
investigadores no creo que estamos ante un dilema del tipo: Multilateralismo vs
Bilateralismo. Tanto los Estados Unidos (EEUU), en su Estrategia de Seguridad
Nacional conocida desde el 2002 (Aguilar, 2003), como
De esta forma, no han sido los
países desarrollados quienes han cuestionado este modelo de grandes perjuicios
para los intereses del desarrollo. Ha sido fundamentalmente la opinión pública
mundial (ONGs, movimientos sociales), los países agrupados sobre todo en el G33[6],
e incluso las agencias financieras y organismos internacionales. En la
actualidad, economistas como Jagdish Bhagwati[7],
reconocen que acuerdos como el NAFTA han significado desviación de comercio
afectando sobre todo a la economía más débil[8].
Otros como, Stephen Tokarik (2004), del Fondo Monetario Internacional,
sostienen que: “La liberalización beneficia principalmente a los países ricos
y, aunque en conjunto los países en desarrollo se beneficien, algunos podrían
ser perjudicados, especialmente los importadores de productos agrícolas” (p.
316).
En general, no resulta extraño que
frente al alud de acuerdos bilaterales (más de 230 alrededor del mundo, que
cubren más del 40% del comercio mundial), organismos como el FMI insistan hoy
que estos instrumentos deberían llamarse: “acuerdos preferenciales”, pues no
tienden a una liberalización amplia del comercio, sino a la reducción de
barreras entre los países signatarios.
Habría que agregar que además dejan intacto el sistema de ayudas y
subsidios en materia agrícola para los países desarrollados, que no tocan temas
vinculados con el dumping y que amplían la agenda en cuestiones relacionadas
con servicios, propiedad intelectual, inversiones, normas de competencia y
contratación pública.[9]
El Informe: “Perspectivas de la
economía mundial 2005” del Banco Mundial deja muy clara la situación:
“Los acuerdos entre el Norte y el Sur, en
especial aquellos celebrados con Estados Unidos, han tenido mayor eficacia en
cuanto al bloqueo de la liberalización de nuevos servicios, han exigido
derechos de propiedad intelectual más allá de las exigencias de
La polémica, para estos organismos
se resume en cuanto alcanzan a sustituir estos acuerdos el programa de liberalización
multilateral. Especialistas como Anne Krueger y Srinivasan destacan que estos
acuerdos preferenciales obstaculizan la liberalización al fijar reglas que
modifican la política comercial de los países individualmente. David Richardson
y Hans-Peter Lankes es su lugar reconocen que los datos son ambiguos, pero que
dadas determinadas circunstancias (comercio considerable entre las partes,
aranceles muy elevados y negociaciones entre países desarrollados y en
desarrollo) y siguiendo patrones de armonización y reducción de aranceles bajo
exámenes de
Yongzheng Yang, del FMI, lo resume
al señalar:
“…las autoridades deben tomar conciencia de que
el regionalismo quizá no beneficie a la economía mundial a largo plazo. […] En
un mundo de regionalismo y bilateralismo, podríamos terminar con el dilema de
países que pretenden sacarse ventaja a través de la discriminación
(regionalismo “competitivo”) sin que el resultado beneficie a nadie.”[10]
De esta forma el dilema
multilateralismo-bilateralismo se muestra falso frente a los intereses de los
países desarrollados, que combinan ambas negociaciones, interesados en sus
industrias y empresas y no en las políticas de desarrollo o de alcance
internacional para los ODM. Hace años, los cuestionamientos al sistema mundial
de comercio nos obligan a reflexionar sobre que anda mal. Se precisan nuevas
reglas, nuevas instituciones, significa cambiar el enfoque del comercio (romper
la identificación con una serie de políticas ortodoxas de libre comercio) para
colocar el mismo en función de un desarrollo social y ecológico, de un marco
amplio y comprehensivo de los derechos humanos, romper el falso dilema
protección-liberalización o en su forma más ideológica: aislamiento-apertura[11].
Como lo destaca el Informe sobre
Desarrollo Humano, del 2005:
“Puesta en marcha en 2001, Doha fue catalogada
como una ’ronda para el desarrollo’. Los países ricos prometieron poner en
marcha medidas prácticas para lograr una distribución más justa de los
beneficios de la globalización. Sin embargo, en estos últimos cuatro años, no
se ha avanzado en ninguna cuestión de fondo. Los obstáculos que impiden el
comercio internacional permanecen intactos, los subsidios agrícolas aumentaron
y los países ricos se dedican activamente a conseguir la aplicación de normas
para las inversiones, los servicios y la propiedad intelectual que amenazan con
profundizar aún más las desigualdades en el mundo” (p. 127-128).
Bajo las actuales circunstancias, el
comercio lejos de significar un factor de desarrollo y convergencia de las
economías más empobrecidas ha significado en algunos casos dramáticas
reducciones de participación en el mercado mundial (la más llamativa la de África
Sudsahariana, como hemos mencionado). Si seguimos las recomendaciones del PNUD
para que el comercio realmente apoye los objetivos de los ODM, planteados en el
2005, a saber fortalecimiento de tres áreas esenciales para los países
empobrecidos: acceso a mercados, tratamiento de los apoyos agrícolas y trato
especial y diferenciado podemos constatar que Doha ha fallado en todos. La
transformación de las medidas de inversión, de los derechos de propiedad
intelectual, los movimientos temporales de personas (liberalización escalonada
de mercados laborales)[12],
el tema de la deuda y la crisis de productos básicos, demuestran no ser la
agenda prioritaria de los países desarrollados, ni en el caso de los Estados
Unidos, ni mucho menos para
Los ODM fuerzan a cambios urgentes
en la estructura del comercio multilateral, así como a toda una discusión de
fondo sobre la ayuda y la cooperación internacional, los flujos de capital y
las migraciones, la distribución de ingresos mundiales, la transferencia de
conocimiento y tecnologías y los modelos de consumo energéticos para la
protección del medio ambiente y el cambio climático.
b) Perspectivas de
La orientación de
“En la segunda mitad del siglo XX, los Estados
Unidos, Europa y Japón impulsaron a la economía mundial. En la actualidad, se
les están sumando economías en expansión cada vez más abiertas, en particular
China e India, pero también Brasil, Rusia y otros países […] Debido a todo
ello, está cambiando la naturaleza del comercio mundial […] En el caso de
Europa, las actuales claves de la competitividad son el conocimiento, la
innovación, la propiedad intelectual, los servicios y un uso eficiente de los
recursos. Debe adaptarse la política comercial y todo nuestro planteamiento de
la competitividad internacional” (CE, 2006: 2-3).[13]
Este esquema de redefinición de la
competitividad y de cambios en el comercio internacional significa en lo
concreto que en el marco de negociaciones bilaterales
Se trata, como hemos mencionado de
temas muy sensibles para los países empobrecidos, sobre todo en lo relacionado
con los tema de Singapur. Aunque
El no abandono del marco
multilateral (OMC) significa en este contexto, avanzar mediante bilaterales
todos aquellos temas de interés para las empresas europeas que permanecen sin
resolución en
Los principios de no discriminación,
el trato especial y diferenciado, el tratamiento más amplio de las asimetrías,
la eliminación de los temas de Singapur, las normas antidumping, las enormes
ayudas y apoyos internos de los países desarrollados a sus corporaciones, los
logros alcanzados en materia de salud pública para el reconocimiento de licencias
obligatorias y de importaciones paralelas, los acuerdos multilaterales sobre el
medio ambiente, la utilización de medidas de salvaguarda para productos
agrícolas, la definición de productos especiales para los países más
empobrecidos, entre otros. El comercio no sufre cualquier transformación, sufre
una involución calculada por los intereses corporativos y que tiene su máxima
expresión en los acuerdos bilaterales.
Quienes defendemos que efectivamente
el comercio es importante para el desarrollo, pero no cualquier tipo de
comercio, ni para cualquier tipo de desarrollo, debemos considerar que el
actual sistema multilateral es profundamente desigual y desequilibrado, y que
los acuerdos bilaterales no son una respuesta frente a este problema, sino una
consecuencia derivada de esta estructura de relaciones internacionales. Para
empezar debemos colocar el comercio en función del desarrollo sustentable y de
los objetivos de los ODM y no al revés.
Algunas personas y grupos a nivel
internacional defienden una reforma de
Una manera de avanzar sobre este
difícil camino, es retomar el enfoque del comercio basado en los Derechos
Humanos[14].
Este enfoque parte de colocar el comercio dentro de un entramado más complejo
de relaciones sociales y políticas, donde la reproducción del circuito de la
vida humana y de la naturaleza, son condición y criterio de partida[15].
No es casual que en los últimos años, el pensamiento económico de la ortodoxia
neoliberal haya construido un instrumental de opiniones fácilmente
generalizables para invertir estos Derechos y transformarlos a su vez en
derechos de las corporaciones y en “libertad” para estos conglomerados
económicos.
El principio de igualdad defendido
por los países desarrollados, cuando se trata de equiparar sus capacidades
políticas y económicas frente a los países empobrecidos, se convierte en una
herramienta para sostener los privilegios de los más poderosos. La igualdad
formal de la ciencia jurídica no puede reemplazar la justicia como criterio de
partida. Por eso no sirve la simple aplicación de la normativa internacional
que también provee la misma OMC, la ley en condiciones de injusticia suele
ajustarse en función de los intereses de quien puede detentar los mecanismos de
presión y sanción.
Un sistema de comercio, que no tenga
la justicia y la vida digna de los seres humanos y de la naturaleza, como derecho imperativo general [ius cogens]), no está a la altura de las necesidades de los países
empobrecidos, no ayudará a los ODM y solo contribuirá a perpetuar las
condiciones desiguales que nos tienen en la crisis actual.
Bibliografia
Andersson, Annelie.
2007 “¿Doble Mensaje? Sobre la coherencia en la política de
Ganuza, Enrique et. al. 2004. ¿Quién se beneficia del Libre Comercio?
Promoción de exportaciones y pobreza en América Latina y el Caribe en los 90.
PNUD/Alfaomega. Colombia.
Conferencia del FMI
sobre Comercio Exterior. “Los acuerdos comerciales y la apertura del comercio:
¿Benefician a los países en desarrollo?”
FMIBoletín. Volumen 33, #20. 11/2004.
FMIBoletín. “Los acuerdos regionales y bilaterales de libre
comercio requieren precaución” Volumen 33, #11. 6/2004. pg 168
Aguilar, Carlos. “Políticas
de Libre Comercio y resistencia popular. A propósito del Tratado de Libre
Comercio.” Revista Pasos. #105, enero/febrero. DEI-CR. 2003. pg 37
Comisión Europea. “Una Europa Global: Competir en el Mundo”
Draft de trabajo, 2006
Banco Mundial. “Perspectivas de
Informe de Desarrollo Humano.
PNUD. 2005
Rose, Andrew. “Do WTO members have more liberal trade policy? o “Do we
really know that the WTO increases trade?” en: http://faculty.haas.berkeley.edu/arose/WTO.pdf y http://faculty.haas.berkeley.edu/arose/GATT.pdf
[1] El autor actualmente es coordinador del Grupo de
Trabajo en Agricultura y Comercio de
[2] Véase
sobre todo los trabajos más recientes de Ricardo Hausmann (antiguo colaborador
del Consenso de Washington y economista jefe del Banco Interamericano de
Desarrollo). En el año 2005, Hausmann declaraba para el Wall Street Journal
Americas: “Reformas profundas, crecimiento pésimo […]. Algo tiene que andar mal
con las teorías de crecimiento.” Igualmente recomendamos los trabajos de Dani Rodrick, Joseph Stiglitz y Andrew
Charlton.
[3] Algunos análisis insisten el comercio cada vez juega un papel más activo
en la distribución del ingreso mundial. Veáse, por ejemplo, el Informe sobre
Desarrollo Humano. Capítulo Cuarto: “Comercio Internacional: Liberar el
potencial del desarrollo humano” (PNUD. 2005: 133).
[4] Bloque
comercial conformado por Estados Unidos, Canadá y México. Este último firmó en
1997 el Acuerdo Bilateral con
[5] Costa
Rica y el resto de países centroamericanos, a excepción de Nicaragua que ya
estaba incluida desde antes por sus vínculos con los EEUU, iniciaron procesos
formales de adhesión al GATT a finales de los años 80.
[6] Grupo de países agrupados para defender intereses del
desarrollo en
[7] Bhagwati es reconocido a nivel mundial por ser unos de
los mayores economistas defensores de la globalización económica. Su libro: “En
defensa de
[8] El Profesor Robert Lawrence, de
[9] Estos
tres temas últimos figuran entre los conocidos temas de Singapur, que en
[10] “Los
acuerdos regionales y bilaterales de libre comercio requieren precaución”
FMIBoletín. Volumen 33, #11. 6/2004. pg 168
[11] Los
estudios de Andrew Rose, profesor de
[12] Estudios
de Aaditya Mattoo y Sabramanian del Banco Mundial, proponen que
[13] Es
importante hace notar que el apartado 4.2 de este documento toca exclusivamente
el tema de
[14] Para
quienes estudiamos en
[15] Pueden
verse algunos trabajos sobre el tema en: Prove, Peter. Comercio y Derechos
Humanos. El comercio al servicio de las personas y no las personas al servicio
del comercio. Documento Informativo 2. Alianza Ecuménica de Acción Mundial.
2003/ Federación Internacional de los Derechos Humanos. Comprender el comercio mundial
y los Derechos Humanos. Ginebra. 2005/ Aguilar, Carlos (adaptación al español)
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