El juego de las locuras:
Ifigenia, San Pablo y el pensamiento crítico.
Walter Benjamin dejó un fragmento con el
título: Capitalismo como religión.(1) Este fragmento muestra una tesis sumamente interesante
respecto del surgimiento del capitalismo, que cambia mucho la tesis de Max Weber sobre el
surgimiento del espíritu del capitalismo. En su tesis, Max Weber considera que el cristianismo –
especialmente en su forma calvinista y puritana inglesa – ha sido un elemento que ha promovido
el surgimiento del capitalismo, para ser superado después por un proceso de secularización.
Walter Benjamin, en cambio, presenta la tesis de que el papel del cristianismo ha sido
diferente e inclusive más decisivo aún. Considera y también demuestra, que el capitalismo surge por
una transformación de la ortodoxia cristiana, que su estructura básica sigue operando en forma
secular en el interior del capitalismo con el resultado de que el mismo capitalismo parece ser una
religión de procedencia cristiana, aunque sea expresado en forma secular.
La tesis está
convincentemente presentada. Sin embargo, tiene una limitación. El mismo Benjamin habla de una
transformación de la ortodoxia cristiana en capitalismo. Si nos limitamos a eso, el cristianismo
parece agotarse en el origen del capitalismo y nada más.
Sin embargo, me parece, que es
más. Si analizamos la misma transformación del cristianismo en ortodoxia cristiana, el significado
del cristianismo se amplía. Preguntándonos cuál es este cristianismo que es transformado en
ortodoxia podemos ver que, no solamente el capitalismo es transformación de la ortodoxia cristiana
en capitalismo, sino que a la vez la crítica del capitalismo surge por una transformación del propio
cristianismo antes del surgimiento de la ortodoxia en los siglos III y IV y que sobrevivió más bien
como la herejía del propio cristianismo ortodoxo.
En este caso, no solamente el capitalismo
es producido por una transformación del cristianismo, sino que toda la modernidad, como surge a
partir del siglo XVI, resulta ser transformación del cristianismo, tanto el capitalismo como también
la crítica del capitalismo y la búsqueda de nuevas formas de organizar la sociedad, que aparecen
sobre todo con los movimientos socialistas. La propia escisión de la sociedad moderna resulta
entonces transformación de un cristianismo escindido de una manera muy parecida.
Se puede
hablar de un juego de locuras que aparece. En lo siguiente quiero desarrollarlo.
El juego de locuras y su historia.
Vivimos un tiempo de
locuras; pero para estas locuras vale lo que dice Hamlet: aunque sea locura, método tiene. Hay que
ver nuestras locuras a la luz de una historia de locuras y de reproches de locuras. Quiero ver, por
tanto, nuestras locuras en el contexto de algunos elementos de esta historia.
Hay juegos de
locura. Pero lo que son es mejor mostrarlo, no por definiciones, sino contando los cuentos de las
locuras y los juegos mutuos en los cuales aparecen. Quiero partir de la Orestíada griega.
Hay
un juego de locuras entre Agamenón, Clitemnestra e Ifigenia (sea según Esquilo o Eurípides), aunque
sea todavía parcial. Goethe lo hace desaparecer; pero no se completa.
Esta historia de
Ifigenia muestra el límite de la conciencia griega. Esquilo, en su trilogía sobre la Orestíada,
cuenta el sacrificio trágico de su hija Ifigenia hecho a mano de su padre Agamenón. El ejercito
griego había salido para su guerra de la conquista de Troya, pero en el camino se quedó paralizado,
porque no había viento para seguir. Agamenón preguntó a la diosa Artemis-Diana por la razón y ella
le comunicó que solamente habría viento de nuevo, si sacrificaba su hija Ifigenia a la diosa.
Agamenón hizo el cálculo que correspondía. Mandó a sacrificar su hija. El sacrificio era útil, por
tanto necesario. Mandó a los verdugos, pero Ifigenia se resistió. Maldijo a su padre, les gritó
asesinos a sus verdugos y pataleó con toda fuerza hasta que la callaron dándole muerte en el altar
de sacrificio.
El texto deja claro lo que también entendía el público: era loca Ifigenia,
Agamenón era el sensato. Toda la máquina de guerra estaba movilizada, no quedaba razonablemente otra
salida que la muerte de Ifigenia en el altar de sacrificio. Y brillaban las riquezas de Troya y su
brillo se veía desde muy lejos.
Desde el punto de vista del cálculo de utilidad, Ifigenia
tenía que morir. Era útil su muerte y por tanto necesaria. Eso dice la sabiduría de este mundo. Es
como dijo el general Massis, general en la guerra de Argelia: la tortura es útil, por lo tanto,
necesaria. Obviamente, Ifigenia se había vuelto loca. Sin embargo, es de hecho la gran sabia en este
baile de la muerte. Ella es la razonable, no Agamenón, que sufre la locura de la sabiduría de este
mundo, para usar la palabra de San Pablo. La misma Ifigenia lo hace ver como un loco.
Pero
otra solución no cabe en el pensamiento de este tiempo. Esquilo muestra solamente la locura de
Ifigenia, no se le ocurre completar el juego de locuras para ver que Ifigenia, la loca, era la
sensata y que era Agamenón el loco asesino.
Eurípides lleva este argumento mucho más lejos
que Esquilo. Se considera a Esquilo más bien como conservador, mientras se llama a Eurípides el
autor de la Ilustración griega. La historia que cuenta Eurípides es, hasta el momento del
sacrificio, la misma que contó Esquilo, pero Ifigenia ha cambiado. Es ahora una mujer que ha entrado
en razón y acepta su muerte. Pero ahora Clitemnestra se porta como en Äschylos se había
portado Iphignie. Dice Ifigenia:
Madre, escúchame: veo que te indignas en vano
contra tu esposo, ...pero tú debes evitar las acusaciones del ejército... :
resuelta está mi muerte, y quiero que sea gloriosa, despojándome de toda innoble flaqueza. ... la
Grecia entera tiene puestos en mí sus ojos, y en mi mano está que naveguen las naves y sea destruida
la ciudad de los frigios.... Todo lo remediará mi muerte, y mi gloria será inmaculada, por
haber libertado a la Grecia. Ni debo amar demasiado la vida, que me diste para bien de todos,
no sólo para el tuyo. Muchos armados de escudos, muchos remeros vengadores de la
ofensa hecha a su patria, acometerán memorables hazañas contra sus enemigos, y morirán por
ella. ¿Y yo sola he de oponerme? ¿Es acaso justo? ¿Podremos resistirlo? Un
solo hombre es más digno de ver la luz que infinitas mujeres. Y si Diana pide mi vida, ¿me
opondré, simple mortal, a los deseos de una diosa? No puede ser. Doy, pues, mi vida en
aras de la Grecia. Matadme, pues; devastad a Troya. He aquí el monumento que me
recordará largo tiempo, esos mis hijos, esas mis bodas, esa toda mi gloria. Madre, los griegos
han de dominar a los bárbaros, no los bárbaros a los griegos, que esclavos son unos, libres los
otros.
Se nota que el texto está escrito e inventado por un hombre. Estoy convencido de que
jamás ninguna mujer inventaría una barbaridad tal.
Sin embargo, el lugar de la loca
principal, que en Esquilo tiene Ifigenia, lo toma ahora Clitemnestra, su madre. Con furia se dirige
a Agamenón y le grita que es un simple asesino. Todos la condenan como loca, y en primer lugar la
propia Ifigenia, tan ilustrada como es ahora.
La loca, ahora Clitemnestra, es la sensata,
pero no hay lugar para verla como tal. Clitemnestra rompe con Agamenón y cuando Agamenón vuelve de
su guerra, lo mata. Aunque no comparto completamente las tesis de Walter Benjamin sobre la violencia
santa, éste tendría que llamar esta violencia de Clitemnestra violencia santa, heilige Gewalt.(2)
Clitemnestra es ahora la única sensata, pero la cultura del tiempo no permite ni verlo. Es
loca.
Esta forma que da Eurípides al sacrificio de Ifigenia, tiene historia. En la
ilustración del siglo XVIII aparecen muchas obras sobre Ifigenia. Todas coinciden con la postura de
Eurípides en relación al sacrificio de Ifigenia. Las Ilustraciones se entienden una con la
otra.
El drama más conocido es de Goethe, que otra vez interpreta a Ifigenia yendo más lejos
todavía que Eurípides. Según el mito griego contado por Eurípides, la diosa salva la vida de
Ifigenia, sin que los griegos lo notaran y se la lleva a la isla de Tauris. Eurípides asume este
resultado en otro drama, en el cual Ifigenia aparece como la sacerdotisa en la isla de Tauris. Pero
ahora Ifigenia está furiosa. Quiere venganza por su muerte. Sacrifica cualquier griego que aparezca
en la isla. Ahora tiene la furia que en Esquilo tiene antes de ser sacrificada; pero es furia de
venganza, no de protesta.
Goethe en su drama Ifigenia en Tauris corrige eso. Nuevamente
Ifigenia es sacerdotisa, pero es ahora un ángel de la paz. Clitemnestra sigue siendo la loca e
Ifigenia sigue aceptando su sacrificio por su padre Agamenón. Pero ahora el sacrificio resulta en la
búsqueda de la paz, para que no haya más sacrificios humanos. El sacrificio de Ifigenia ha
sido el último, y su fertilidad consiste en que lleva a la abolición de todos los sacrificios
humanos. Esta solución es más ilustrada todavía que la de Eurípides.
Es muy evidente, que
Goethe en términos seculares cristianiza a Ifigenia. Ella es ahora un alter Cristo en sentido de la
ortodoxia cristiana, sin que Goethe haga la más mínima alusión a eso. Lleva a su término una
interpretación que aparece ya antes en la propia tradición cristiana, según la cual esta Ifigenia de
Eurípides con su actitud frente a su sacrificio es un antecedente para la actitud con la cual el
propio Jesús aceptó ser sacrificado en la cruz aceptando la voluntad de su padre, que querría su
muerte para salvar – y conquistar - la humanidad.
Esta Ifigenia cristianizada en términos
completamente seculares interpreta bien la actitud de la ilustración europea, que la aceptó sin
tener siquiera dudas, no solamente en la tradición liberal. En 1936, durante las purgas
estalinianas, se presentó la Ifigenia de Goethe en un teatro central de Moscú. El mensaje es: del
asesinato – visto como sacrificio humano - resulta la paz y el estab lecimiento de un jardin Eden de
los derechos humanos. No sería sorprendiente si hoy se presentara esta misma obra en Nueva York. La
necesitan urgentemente. (3)
Efectivamente, la teología ortodoxa interpreta el sacrificio de
Jesús de una manera casi idéntica a la interpretación del sacrificio de Ifigenia en Eurípides con
los cambios correspondientes que le hace Goethe.
Sin embargo, es solo parcialmente idéntica.
En la ortodoxia cristiana también aparece otro Cristo con furia por su crucifixión. Es furia en
contra de sus crucificadores. Es análogo a la Ifigenia en Tauris de Eurípides. Pero Goethe no hace
presente este lado de Ifigenia.
En un texto famoso Bernardo de Claraval nos presenta este
Cristo enfurecido:
Mas los soldados de Cristo combaten confiados en las batallas del Señor,
sin temor alguno a pecar por ponerse en peligro de muerte y por matar al enemigo. Para ellos, morir
o matar por Cristo no implica criminalidad alguna y reporta una gran gloria. Además, consiguen dos
cosas: muriendo sirven a Cristo, y matando, Cristo mismo se les entrega como premio. El acepta
gustosamente como una venganza la muerte del enemigo y más gustosamente aún se da como consuelo al
soldado que muere por su causa. Es decir, el soldado de Cristo mata con seguridad de conciencia y
muere con mayor seguridad aún.(4)
Aparece el Cristo que persigue con furia a sus
crucificadores, viéndolos en todas partes, especialmente como judíos. Sus cristianos, al conquistar
el mundo, ven siempre en los sometidos crucificadores de este Cristo y los aniquilan para vengar la
crucifixión, adueñándose en el camino de sus países, sus riquezas y haciéndolos esclavos suyos. En
forma secular les siguen los burgueses y hasta los estalinistas.
Cuando hoy vemos en los
autos escrito: Cristo viene, no se trata de una promesa de un futuro feliz. Se trata de una amenaza:
si no te pones en la lid de Cristo vas a ser aniquilado. Y los que ponen estos anuncios, estarán
salvos y mirarán con gusto este aniquilamiento justo.
Este Cristo es una analogía de Ifigenia
de Eurípides después de su sacrificio, en donde se empeña como sacerdotisa furiosa que ejerce su
venganza con los griegos que visitan su isla sacrificándolos en el altar de sacrificios.
La
Ifigenia de Goethe no muestra esta Ifigenia furiosa. Muestra Ifigenia en la isla Tauris como
sacerdotisa de la paz, que erige un Edén de los derechos humanos como fueron pronunciados en su
tiempo a partir de la Ilustración del siglo XVIII: libertad, igualdad y Bentham. Esconde los
infiernos que se están produciendo en nombre de estos mismos derechos humanos en el mundo
entero.
El brillo de las riquezas de Troya sigue aún hoy. Es ahora el brillo de las riquezas
petroleras del mundo entero, pero especialmente hoy del Irak y del Irán. Se sacrifica igualmente, y
al presidente Bush el mismo Dios en el cielo le pide efectuar el sacrificio. Las Ifigenias
sacrificadas abundan. Y las Clitemnestras que hablan del asesinato de parte de los nuevos Agamenónes
y que, por tanto, declaran quién es el asesino, son tratadas como locas igual que
siempre.
Podríamos construir, sin embargo, ficcionalmente otra postura de Agamenón. Si
hubiera sido “razonable”, habría desistido de la guerra e interpretado la calma del viento como
voluntad de la diosa de volverse pacíficamente a su casa. Claro, en el caso de que hubiera querido
eso, el propio ejército griego lo hubiera declarado loco a él mismo. No habría sobrevivido. Pero su
muerte habría sido un testimonio, no un sacrificio. En este caso, se hubiera dado un antecedente
efectivo de la muerte de Jesús en la cruz, que tampoco es sacrificio, sino testimonio. Habría caído
en la locura divina y lo que San Pablo llama la sabiduría de Dios.
Igualmente, como patriarca
de una sociedad patriarcal, sería gravemente sospechoso si mostrara la debilidad humana de dejarse
seducir por su mujer Clitemnestra. Habría caído en la trampa de la mujer, como Adán cayó en la
trampa de Eva seducido por ella a comer del árbol de la ciencia del bien y el mal. También en el
caso de Clitemnestra, ella habría seducido a Agamenón para comer del árbol de la ciencia del bien y
el mal y él habría desistido del crimen del asesinato de su hija y de la conquista de Troya. Pero
habría renunciado a su masculinidad en el sentido como el patriarcado la entiende.
Pero esta
ficción no es pertinente para la sociedad griega de este tiempo. Estaría fuera de su conciencia
posible.
Sin embargo, en este caso se completaría el juego de las locuras.
San Pablo y el juego de la locura
Pero solamente en este
caso aparecería el juego completo de las locuras y veremos ahora cómo San Pablo lo hace presente. La
razón es que en los textos griegos mencionados rige simplemente lo que San Pablo llama la sabiduría
de este mundo y su cálculo irrestricto de la utilidad, frente al cual todo lo otro es locura. Algo
como la sabiduría de Dios, de la cual habla San Pablo, frente a la cual esta sabiduría del mundo es
locura, no se asoma. (5)
Por eso quiero hacer presente el juego de locuras como lo elabora
San Pablo en los primeros capítulos de su primera carta a los Corintios. (6)
San Pablo se
introduce diciendo:
Porque no me envió el Mesías a bautizar, sino a predicar la Buena Nueva.
Y no con palabras sabias, para no vaciar de contenido la cruz del Mesías. 1 Cor 1,17
Lo que
hace presente San Pablo es un proyecto de liberación. Aunque es activo para la iglesia, no se
entiende al servicio de la iglesia, sino del proyecto mesiánico de la Buena Nueva. Entiende que la
misma iglesia está al servicio de este proyecto y no al revés.
¿Acaso no dejó Dios a la
vista la locura de la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no
conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la locura de la
predicación. 1 Corp. 1,20-21
La palabra “entonteció” (en vez de dejar a la vista la
locura) que la traducción de la Biblia de Jerusalén usa, no dice lo que debe decir. Tendría que
decir: dejó a la vista la locura, reveló la locura. Traductor – traidor. Pablo no mostró la
sabiduría del mundo como tontería, no “entonteció”. Los sabios de este mundo para San Pablo no
son nada tontos. Son efectivamente sabios, hasta son grandes genios. La locura de la cual habla San
Pablo, no tiene el sentido de una ofensa, sino es una caracterización. Pero su sabiduría puede ser
locura y, a los ojos de la sabiduría de Dios, lo es. Para el ser humano lo es, si ve a través de los
ojos de Dios. Y con los ojos de Dios ve en el espíritu. Por eso, locura no impide inteligencia, ni
sabiduría. La sabiduría que aparece entonces es la sabiduría de este mundo pero, al ser loca,
la inteligencia o la sabiduría están dislocadas, están fuera de su lugar. Por eso es locura a la luz
de la sabiduría de Dios.
Detrás hay probablemente una experiencia personal de Pablo en su
visita a Atenas y su presencia en el Areópago. Chocó con los filósofos – epicúreos y estoicos – y
ellos se rieron de el y lo trataron de charlatán. Es decir, lo encontraron como loco.(Hechos 17,
16-34) El punto clave de la presentación de Pablo fue la resurrección de los muertos. Pablo ahora
invierte eso y desemboca en su juego de locuras: a la luz de la sabiduría del mundo la sabiduría de
Dios es una locura, y a la luz de la sabiduría de Dios la sabiduría del mundo es una locura.
Generaliza su experiencia la generaliza en este juego de locuras.
Pero lo hace frente a otro
conflicto, que es un conflicto en la comunidad cristiana de Corintio. Es un conflicto por la
institucionalización de la iglesia y por tanto, por el acto del bautismo:
Porque, mientras
haya entre vosotros envidia y discordia, ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano? Cuando
dice uno “Yo soy de Pablo” y otro “yo soy de Apolo” ¿no procedéis a modo humano? 1 Cor. 3,
3-4
A eso ya se ha referido, cuando insistía en que no ha venido para bautizar, sino para
predicar la Buena Nueva. Los Corintios abandonan este proyecto de la Buena Nueva para luchar por
personas y por su poder. Y pronto sintetiza lo que es el núcleo de la Buena Nueva: que Dios eligió
lo loco, lo débil, el plebeyo y despreciado, y afirma lo que no es frente a lo que es, para dejarlo
en la nada. Lo que ve, es la institucionalización de la comunidad con sus luchas de poder, que
arrasan con el proyecto. Es la sabiduría del mundo y de los jefes de este mundo, a la cual
contesta:
¡Nadie se engañe! Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, vuélvase
loco, para llegar a ser sabio; pues la sabiduría de este mundo es locura a los ojos de Dios. 1 Cor
3,18-19
Y concluye:
Así que, no se glorie nadie en los hombres, pues todos son
vuestro: ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es
vuestro; y vosotros, del Mesías y el Mesías de Dios. 1 Cor 3, 21-23
Viene entonces a hacer
presente lo que es esta sabiduría de Dios. Primero dice lo que no es:
Así, mientras los
judíos piden signos y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Mesías crucificado:
escándalo para los judíos, locura para los gentiles: mas para los llamados, lo mismo judíos que
griegos, un Mesías, fuerza de Dios y sabiduría de Dios 1 Cor 1, 22-24
Por tanto, la sabiduría
de Dios es escándalo para los judíos y locura para los gentiles (griegos). Pero detrás de eso está
el Mesías, en el cual está la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios. Su origen es:
Porque la
locura divina es más sabia que los hombres, y la debilidad divina, mas fuerte que los hombres. 1 Cor
1,25
La locura divina está en los seres humanos, aun que Dios la tenga también. En los seres
humanos está por el espíritu (que sopla donde quiere)
¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido
llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. 1 Cor
1,26
Sabios según la carne son los sabios de la sabiduría del mundo, que es locura a los ojos
de la sabiduría de Dios. Son también Platón y Aristóteles, y se puede extender hasta Heidegger.
(están en un lugar que no corresponde. En alemán sería verrückt: loco como dislocado,
ver-rückt)
Entonces San Pablo resume lo que es la sabiduría de Dios de la Buena Nueva. Se
trata de la clave de toda la posición de San Pablo:
Ha escogido Dios más bien a los locos del
mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios a los débiles del mundo para confundir a los
fuertes. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada
lo que es. 1 Cor 27-28
Eso significa: en la debilidad está la fuerza y lo plebeyo y lo
despreciado es escogido por Dios. Eso implica la dialéctica de lo que es y lo que no es. El ser – lo
que es - es reducido a la nada, y lo que no es, es de lo que se trata. Es como en el cuento
infantil: el emperador queda sin vestido. Lo que no es no es la Nada, sino es lo que cambia el
mundo. Ese es el punto de vista que permite la orientación por medio de la verdad. (es lo velado,
desvelado por la verdad). Para San Pablo se trata del reino de Dios (1 Kor 4,20)
Por tanto,
se trata de tres determinaciones:
1. En la debilidad está la fuerza
2. Los elegidos de
Dios son los plebeyos y los despreciados
3. Lo que no es, revela lo que es
Se trata del
lugar epistemológico, desde el cual se cconoce la realidad y desde el cual hay que actuar. No es el
resultado de un análisius, sino la condición de posibilidad de un conocimiento realista. Este lugar
San Pablo lo llama la sabiduría de Dios.
Lo que ha escogido Dios, es – en el lenguaje del
dadaísta Picabia - lo indispensable que es inútil. Eso es lo espiritual.
De él (Dios) viene
que estéis en el Mesías Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de Dios, justicia,
santificación y redención… 1 Cor 1,30
En 1 Cor 27-28 San Pablo ha sintetizado esta sabiduría
de Dios con su especificidad. De ella sigue justicia, santificación y redención. Pero la sabiduría
de Dios es el núcleo de todo. Por eso puede seguir:
Pues no quise saber entre vosotros
sino al Mesías Jesús, y éste crucificado. 1 Cor 2,2
Este Mesías Jesús encarna un proyecto
para el mundo.
Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría
de este mundo ni de los jefes de este mundo, abocados a la ruina, sino que hablamos de una sabiduría
de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra,
desconocida de todos los jefes de este mundo – pues de haberla conocido no hubieran crucificado al
Señor de la Gloria-. 1 Cor 2, 6-9
Toda esta cita es muy importante para ubicar lo que para
Pablo es la sabiduría de Dios. La vincula con la responsabilidad por la crucificación de Jesús.
Jesús fue crucificado por las autoridades, los jefes, de este mundo. Lo que se sobreentiende en San
Pablo es, que lo hacen en cumplimiento de la ley. Ellos lo hacen, desconociendo la sabiduría de
Dios. La palabra desconocer aquí no se refiere a un saber. Se refiere a un reconocer y un
asumir. Pablo ya ha dicho, lo que es la sabiduría de Dios: que en los débiles está la fuerza,
que ellos por tanto, son los importantes, que esta sabiduría tiene predilección por lo plebeyo y lo
despreciado y que juzga a lo que es desde lo que no es. Eso es la sabiduría de Dios que es:
misteriosa, escondida, destinada para “gloria nuestra”. Por ser encarnada en Jesús, se mata a Jesús
por no reconocer esta verdad. Enfrentan a muerte a la sabiduría de Dios, la locura
divina.
Aquí – la sabiduría de Dios destinada a “nuestra gloria” - se origina una afirmación
que tiene historia. Ireneo de Lyon la expresó como: gloria Dei vivens homo. Lo retomó el arzobispo
de San Salvador, Romero, diciendo: gloria Dei vivens pauper. El Señor de la gloria es el Señor de
nuestra gloria. Y la gloria – nuestra y de Dios - es: vivens pauper. Se trata aquí del “giro
antropológico”.
Cuando a partir del siglo III y IV se impone la ortodoxia - el termidor del
cristianismo -, se margina la interpretación paulina de la crucifixión y sus responsables. Cuando se
cristianiza el imperio, el impero imperializa al cristianismo. La interpretación de parte de San
Pablo se hace insoportable, si los jefes de este mundo y sus leyes, que incluyen al propio
imperador, son los responsables de la crucifixión de Jesús. Había que buscar otros crucificadores.
Las frases correspondientes de San Pablo prácticamente no se citan más y son tratadas como frases
irrelevantes.
San Pablo denuncia a los crucificadores, que son los jefes de este mundo. Pero
les concede que actúan según la sabiduría de este mundo, lo que implica que actúan en nombre de la
ley. Son ciegos, pero no están sin razones. Hay conflicto, pero el conflicto es con aquellos de los
cuales dice en la carta a los Romanos, “aprisionan la verdad en la injusticia”.(Rom 1,18) En este
sentido son ideólogos cegados por su ideología. No saben lo que hacen, desconocen la sabiduría de
Dios y la rechazan. Pero lo hacen en nombre de una sabiduría del mundo. No es la maldad que explica
la crucifixión, sino la cegera e inclusive la locura de la sabiduría de este mundo.
Los nuevos crucificadores, sin embargo, son los judíos. Se trata de un antijudaismo
cristiano que arranca desde los siglos III y IV. Pero como crucificadores ahora son vistos
como contrarios de lo que para San Pablo eran los crucificadores. Los judíos ahora son considerados
como crucificadores sin razones. Actúan, vistos desde esta ortodoxia, por pura maldad. Son judíos
“pérfidos” y en la Semana Santa ahora se reza por y en contra de estos judíos “pérfidos”. Los judíos
ahora son vistos como maldad pura, obsesionados por el poder y por su soberbia. No tienen razones.
Por tanto no actúan tampoco en nombre de ninguna sabiduría de este mundo. Por tanto, el poder puede
exterminarlos. En occidente se ha mantenido hasta hoy esta imagen del enemigo por exterminar, sea
éste judío, comunista, trotzkista, terrorista o lo que sea. Inclusive se repite en las condenas de
la teología de la liberación en cuanto que ella considera como su centro lo que San Pablo llama la
sabiduría de Dios y la locura divina.
Esta transformación de la interpretación del
crucificador entre el siglo I y los siglos III y IV posiblemente nos puede demostrar con más
claridad lo que ha sido la transformación del cristianismo en ortodoxia. La ortodoxia se formó como
cristianismo basado en la sabiduría del mundo en el sentido de San Pablo. Creo que se puede afirmar
convincentemente que desde la interpretación de la crucifixión de Jesús que hace San Pablo y que se
mantiene en los textos del mensaje cristiano, jamás podría haber surgido el antijudaismo agresivo
que surgió desde la ortodoxia cristiana. San Pablo, al hablar de las razones de la crucifixión no la
disculpa. Sigue haciendo denuncia. Pero ésta no desata odios sino transformación, renovación, cambio
de la manera de enfocar la realidad. Provoca para seguir el caminos de Jesús. Es lo que llaman en
este tiempo metanoia. Hay razones de lo que ocurre y para transformar hay que enfrentar las razones.
Pablo no culpabiliza, sino llama a la transformación, a la metanoia. Por eso no llama al odio. San
Pablo solamente dice lo que ya Jesús había dicho: perdónales porque no saben lo que
hacen.
La sabiduría de Dios y la
espiritualidad
Pero para San Pablo se trata de una “sabiduría de Dios, misteriosa,
escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra”, es decir, es Dios
mismo en su eternidad en cuanto es sabiduría.
Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio
del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. 1 Cor 2,10
Y
nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer
las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras enseñadas por
la sabiduría humana, sino enseñadas por el espíritu, expresando realidades espirituales en términos
espirituales. El hombre naturalmente no acepta las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él. Y
no las puede entender, pues solamente espiritualmente pueden ser juzgadas. En cambio, el hombre de
espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle. 1 Cor 2, 12-15
Ve desde lo que no es
para llegar a la verdad. Hablar en términos espirituales para expresar realidades espirituales es
hablar desde lo que no es sobre lo que es. San Pablo ya ha dicho expresamente (1 Cor 4, 20), lo que
no es, es el reino de Dios, y los Evangelios, que son posteriores, igualmente lo llaman así.
Eso es “expresar realidades espirituales en términos espirituales”. Todo hay que juzgar bajo el
punto de vista de su compatibilidad con el reino de Dios, lo que es lo mismo que juzgarlo desde lo
que es la sabiduría de Dios, que Pablo ha definido.(7) El espíritu hace presente la ausencia de la
sabiduría de Dios. Se trata de parte de Pablo de un pensamiento de transformación de todo desde la
sabiduría de Dios. De hecho ya se trata de un pensamiento desde un mundo secular que revela la
sabiduría de Dios. Por eso es un pensamiento realista. Habla de un mundo real, no de espíritus desde
fuera del mundo. Hace un descubrimiento referente al mundo real.
¡Nadie se engañe! Si alguno
entre vosotros se cree sabio según este mundo, vuélvase loco, para llegar a ser sabio; pues la
sabiduría de este mundo es locura a los ojos de Dios. 1 Cor 3,18-19
En la misma carta dice
después: Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. 1 Cor 13,12 En el
espejo vemos lo que es, pero no vemos, lo que no es, es decir, este cara a cara entre uno y otros
(Marx: relaciones directas entre la personas (8)) Ver desde lo que no es, es la sabiduría de Dios
que se descubre en el espíritu. Es la vista de la verdad. Inclusive: y el Espíritu todo lo sondea,
hasta las profundidades de Dios. 1 C0r 2,10 En el cara a cara se revelan las profundidades de Dios.
Se revelan como lo que no es.
Aquí San Pablo concibe el sujeto. Detrás de la sabiduría de
Dios descubre el espíritu de Dios y detrás de la sabiduría del mundo el espíritu del mundo. “El
hombre naturalmente no acepta las cosas del Espíritu de Dios: son locura para él.” Naturalmente, es
decir juzgando lo que es a partir de lo que es, no se acepta “las cosas del Espíritu de Dios”. Son
locura. Se trata otra vez de la afirmación de que la sabiduría de Dios es locura desde el
punto de vista de la sabiduría del mundo, que juzga a partir del espíritu del mundo. San Pablo se
refiere a toda filosofía griega, que juzga lo que es a partir de lo que es y lo hace en el espíritu
del mundo.
Puede decir ahora: Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que viene de Dios. Este espíritu de Dios es el sujeto, no un espíritu exterior que se
dirige al sujeto. Es la chispa divina en el interior del ser humano, que no tiene nada de gnóstico.
El sujeto es la instancia del Espíritu de Dios. Juzga según el punto de vista de la sabiduría de
Dios porque descubre que la verdad del mundo no se puede descubrir sino al verla desde el
punto de vista de la sabiduría de Dios. Juzgando así, resulta: En cambio, el hombre de espíritu lo
juzga todo; y a él nadie puede juzgarle. Nadie puede juzgarle, ni instancia humana ni divina. Es
ahora sujeto a partir del Espíritu de Dios que lo lleva adentro.
Poco después dice: Mi juez
es el Señor. 1 Cor 4,4 Pero es otro juicio. El Señor juzga, si efectivamente ha juzgado como
hombre de espíritu de Dios y no del espíritu de mundo, Pero sobre la decisión no juzga y no puede
juzgar. No se trata de infalibilidad, sino de libertad. El espíritu hace libre. El jiuicio ha sido
tomado en libertad, si se lo ha tomado en el espíritu de Dios. El Señor juzga si se ha tomado
la deecisón con este criterio. Juzga, si se ha juzgado en libertad. Pero la decisión es
contingente.
En el trasfondo, creo, hay una reflexión de San Pablo que fundamente esta
constitución del sujeto. Se basa en la resurrección del Jesús Mesías. No solamente hay resurrección
en los afueras, sino hay resurrección en cada uno en cuanto asume la fe del Jesús Mesías. Resucita
entonces en cada uno. En esta resurrección se constituye como sujeto, que juzga en el espíritu que
descubre el punto de vista de la sabiduría de Dios.
Del
juego de las locuras hacia el teatro-mundo.
Desarrollado el juego de las locuras, San
Pablo se vuelve al conflicto con los corintios, del cual había partido diciendo:
Porque no me
envió el Mesías a bautizar, sino a predicar la Buena Nueva. Y no con palabras sabias, para no vaciar
de contenido la cruz del Mesías. 1 Cor 1,17
Ahora puede desarrollar, basándose en el análisis
del juego de las locuras, los dos polos que menciona en esta cita, el bautismo y el proyecto de la
Buena Nueva. El bautismo apunta a la institución iglesia como poder, la Buena Nueva al proyecto del
Reino de Dios y de la sabiduría de Dios.
San Pablo ahora polariza al extremo para ubicar el
conflicto:
Ya están satisfechos! Ya son ricos! Ya están en el reino – sin mi.
Y ojala
estuvieran ya en el reino y yo también en el reino con Ustedes. 1 Cor 4,8
Poco después lo
repite con otras palabras:
Nosotros , locos por el Mesías, Ustedes, sabios en el Mesías.
Nosotros débiles; pero Ustedes fuertes. Ustedes llenos de honores, nosotros, sin embargo,
despreciados… 1 Cor 4,10
¿Quiénes son ellos? Son: satisfechos, ricos, viven en el reino como
algo que es, son sabios, son fuertes y están llenos de honores. Eso significa en el lenguaje de San
Pablo: están fuera de la sabiduría de Dios, su cristianismo es de la sabiduría del mundo. Recordamos
lo que es para San Pablo la sabiduría de Dios: en lo débil está la fuezra, los elegidos de Dios son
los plebeyos y los despreciados, lo que es se conoce en su vacuidad a partir de lo que no es. Les
reprocha a ellos que se han pasado al polo contrario: son fuertes y no débiles, están llenos de
honores y ya están en el reino. El reino ya no es lo que no es. San Pablo percibe un cristianismo
que se pasa a la sabiduría del mundo. Eso explica su furia. Les dice decididamente: sin
mí.
Él y los apóstolos son: son locos en el Mesías, son débiles, son despreciados. Los
apóstolos se refiere a todos aquellos, que no vienen solamente a bautizar, sino a predicar la Buena
Nueva.
Con eso pasa al teatro-mundo:
Porque pienso que a nosotros, los apóstolos, Dios nos
ha asignado el último lugar. Estamos como condenados a la muerte en la arena. Somos un espectáculo
para todo el mundo, los ángeles y los seres humanos. 1 Cor 4,9
Hemos venido a ser, hasta ahora,
como una maldición del mundo y un sacrificio de limpieza para todos.(9) 1 Cor 4,13
Pasa
aquí de la locura a los ojos de la sabiduría del mundo a la maldición por la sabiduría del mundo, a
la condena a muerte en la arena. San Pablo sabe del peligro que corre.
San Pablo distingue
entre el poder (del mundo) y la fuerza de Dios, que nace de la debilidad. Es la fuerza del débil
frente al poder. El Dios de Pablo es un Dios de esta fuerza, no del poder. Es la fuerza de los
débiles, no el poder de los poderosos. . Es a la vez la fuerza de los elegidos de Dios, que son los
plebeyos y los despreciados.
Es la fuerza del reino de Dios enfrentado al poder del mundo.
Pablo la reinvindica al anunciar su pronta visita en Corinto:
Sin embargo, iré pronto donde
Ustedes, si el Señor quiere; entonces conoceré no las palabras de los presumidos, sino su
fuerza. Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de fuerza. 1 Cor
4,19-20
Poder tendrán, pero fuerza no. Asume el conflicto. Les anuncia:
¿Qué quieren,
que vaya a vosotros con palo o con amor y espíritu de mansedumbre? 1 Cor 4,21
Este
teatro-mundo de San Pablo tiene su continuación en la propia Biblia cristiana – el Nuevo Testamento.
Hay un gran parecido con el capítulo 8 del Evangelio de San Juan. Este capítulo es quizás el texto
mas falsificado de este Biblia cristiana y hasta hoy se lo calumnia como si fuera un texto
antijudaico y antisemita. Pero solamente lleva el teatro-mundo de San Pablo a nuevas dimensiones.
Precisamente el evangelista San Juan se inspira mucho en San Pablo y por eso no sorprende encontrar
en él esta continuación y radicalización. (10)
Hoy los historiadores suponen, que San Pablo
fue entregado a las autoridades romanas para su ejecución por un grupo de cristianos de Roma. Se los
llama los judaizantes. El nombre revela la mala intención apologética. De hecho, fue declarado por
estos cristianos hereje, y es el primer hereje entregado al brazo secular de la autoridad mundana
para ser ejecutado. Al considerar el teatro-mundo de Pablo, se entiende lo que podría haber sido la
razón.
La siguiente frase del Evangelio de Juan parece como una alusión a esta muerte de
Pablo:
… incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Juan,
16,2
Aparece en San Pablo la posibilidad del desdoblamiento del propio cristianismo. Pablo
ve surgir en Corinto un cristianismo a partir de lo que él llama la sabiduría de este mundo e
insiste en su cristianismo a partir de la sabiduría de Dios, que es un cristianismo a partir de los
débiles y los despreciados. Juan ya ve la posibilidad de un cristianismo, que devora a sus propios
hijos. Un cristianismo, que condena al cristianismo a partir de la sabiduría de Dios y que lo
persigue. Ambos ya vislumbran el termidor del cristianismo como ocurre en los siglos III y IV. En el
propio interior del cristianismo aparece un conflicto que no es reducible a una diferencia de
opinión. Atraviesa toda la sociedad y es parte de la legitimación y de la crítica de todos sus
poderes.
Con la modernidad no desaparecen los termidores. El nombre termidor lo crea Marx en
su análisis de la revolución francesa. Este termidor se da con el surgimiento primero del directorio
y después de Napoleón. Posteriormente Trotzki usa esta denominación al referirse a Stalin como el
termidor de la revolución rusa. Al generalizarse la palabra, se la usa para la revolución
inglesa. Su termidor son Cromwell y John Locke.(11)
El termidor cristiano es el primero. Es
difícil entender los posteriores sin entender este primer termidor. Marca la historia posterior y
subyace. La memoria tiene que ser recuperada.
Eso nos lleva a volver al fragmento de Walter
Benjamín: Capitalismo como religión. Benjamín allí ve el capitalismo como una transformación del
cristianismo, refiriéndose a la ortodoxia cristiana. Evidentemente, no es una transformación del
cristianismo como lo hemos analizado a partir de San Pablo. Pero ahora podemos ampliar y especificar
la tesis de Benjamín. Lo que Benjamín muestra de una manera muy convincente, es el capitalismo como
transformación de la ortodoxia cristiana sistematizada por el termidor del cristianismo en los
siglos III y IV. Es la transformación de este cristianismo a partir de un mundo que ahora se ve y se
experimenta como mundo secular.
Pero Benjamín no ve el desdoblamiento del cristianismo. Si lo
introducimos, también el surgimiento del pensamiento crítico y con él de la crítica del capitalismo
es transformación del cristianismo. La tesis de Benjamín entonces se amplía: la propia modernidad
resulta de una transformación del cristianismo y reproduce a partir de un mundo hecho secular el
desdoblamiento que en el cristianismo ya se había dado antes. Resulta que el mensaje cristiano no es
un mensaje cristiano, sino humano. Lleva consigo la transformación del propio mundo en mundo
secular. El cristianismo –también así se puede decirlo – es la famosa escalera, que se necesitaba
para subir, pero que después de la subida es solamente parte del desarrollo de esta modernidad.. Su
mensaje ahora es un mensaje secular a partir del mun do secular. Lo es aunque como cristianismo
sigue siendo presente. Es ahora parte del proceso, no su centro.
El juego de locuras de nuestro tiempo
El juego de locuras es llevado por San
Pablo al nivel de una argumentación sobre la base de paradojas. De otra manera no podría mostrarla.
Estas paradojas vuelven a aparecer, y también han aparecido antes. Hay un antiguo filósofo chino,
que muestra ya este mismo juego de las locuras. Se trata de Chuang-Tzu.,(12) que vivió hace
alrededor de 2200 años. En él la sabiduría de Dios se llama el Tao. Es muy parecida a la percepción
paulina de la sabiduría de Dios, aunque no sea lo mismo. Para él también existe el lugar de lo que
no es, pero desde el cual se puede juzgar sobre lo que es.
Ha sido el lenguaje de los
dadaístas, que desemboca también en paradojas parecidas. Picabia, uno de los miembros del grupo de
los dadaístas, decía: lo indispensable es inútil. ¡Eso es locura divina! Allí está contenido el
problema del lenguaje: palabras enseñadas por la sabiduría humana y el lenguaje, que expresa
realidades espirituales en términos espirituales. Es el lenguaje que habla sobre y desde lo que no
es, y no desde lo que es. Por tanto, tiene que hablar en parábolas o paradojas. Es el lenguaje de
las paradojas, que excava lo espiritual. Es el lenguaje de los dadaístas que otra vez lo utiliza
otro dadaísta, Hugo Ball: el lenguaje como la cárcel de la poesía. Se trata del lenguaje destruido
por la elaboración del lenguaje como simple transferencia de mensajes informativos, que es un
lenguaje reducido al servicio del propio cálculo de utilidad. Es el lenguaje perfecto concebido como
un lenguaje sin ambivalencias, que destruye no solamente la poesía, sino cualquier sabiduría.
Destruye hasta la sabiduría de este mundo y no deja más que un esqueleto o “juegos del lenguaje”. La
paradoja de Ball es ahora: la poesía tiene que decir por medio del lenguaje lo que el lenguaje no
puede decir.
Es también el lenguaje del cinismo de Diógenes, que aparece en los
evangelios: p.e. la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén. La hace sobre un burro, animal impuro
según la creencia judía. Es lenguaje espiritual – a partir de lo que no es - que deja al emperador
desnudo. Es locura que revela locuras.
Cuando Marx habla de Hegel, dice que está puesto de
cabeza y que hay que ponerlo sobre sus pies.(13) No habla de locura como lo hace San
Pablo, pero se trata del mismo juego. San Pablo también podría haber dicho que la sabiduría del
mundo está puesta de cabeza, por tanto está loca (dislocada). Algo así ocurre también, cuando Marx
dice: Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. La palabra fantasma sustituye la
palabra locura. Se refiere a lo que ven los poderes de su mundo. Ven locura y fantasma. Entonces
Marx habla del comunismo como fantasma. Se refiere a lo que ven los otros.
La divina locura
también habla en Marx. Marx
… desemboca en la doctrina de que el hombre es el ser supremo
para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las
relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable.
(14)
Por tanto, desemboca también en la exigencia de que el análisis de la realidad tiene que
hacerse bajo el punto de vista de lo que no es, y no a partir de lo que es. (15) Solamente así puede
revelar la verdad.
También es locura divina. También se perdió en la formulación de la
ortodoxia marxista y hace falta recuperarla.
San Pablo podría haber dicho en su tiempo: Una
locura recorre el imperio: la locura divina.
Efectivamente, se trataba de una locura hasta en
las propias palabras de San Pablo. Después, con la imperialización del cristianismo este abandonó la
locura. La ortodoxia, que surge, deja de ser locura y es ahora sensata y muy razonable. Lo hizo como
se hizo sensata la Ifigenia de Eurípides. Hasta el Papa Ratzinger puede encontrarse con el
presidente Bush para un paseo armonioso en los jardines del Vaticano.
Sin embargo, esta
misma iglesia es incapaz de entender al entender el caso de Monseñor Romero, asesinado cuando
celebraba la misa. Es demasiado sensata. Romero hizo el siguiente llamado a los soldados de El
Salvador:
Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley
inmoral nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes
a su conciencia que a la orden del pecado. / En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido
pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les
ordeno: ¡cese la represión!
Eso es la locura divina a través de la cual habla la sabiduría de
Dios. Vista desde la sabiduría del mundo es un crimen que merece la condena de muerte.
La
iglesia institucional no sabe que hacer frente a figuras como Romero o el grupo de jesuitas
asesinados por el gobierno salvadoreño en 1989. Tiende más bien a interpretar el asunto como
consecuencia del hecho de haberse metido en política. Por tanto, no los reconoce como mártires, en
cuanto su muerte no ocurre por un asunto “religioso”. Estas iglesias no conocen lo que San Pablo
llama la “locura divina”. Se han hecho “sensatas”.
Este crimen de Romero también cometió
Dietrich Bonhoeffer y tantos otros, que incluyen a los comunistas y socialistas, que se enfrentaron
al Nazismo, también Rosa Luxembug y Gandhi, Martin Luther King y fueron matados. También
pertenecn a ellos el Che Guevara y Camilo Torres. Nadie de ellos se sacrificó: son testigos de
su locura divina, a través de la cual habla la sabiduría de Dios.
Hoy podríamos decir: Una
locura recorre el mundo. La locura divina del yo soy si tú eres.
Es la locura que lo hace a uno
sabio hoy.
Dostoyevski, cuando escribe un libro sobre Jesús, aunque en clave, lo llama: El
idiota. Jesús como idiota, cuando está visto desde el poder. Y cuando escribe su parábola del Gran
Inquisidor, muestra un cristianismo que abandonó las idioteces y que se hizo sensato al aliarse con
el poder. En la parábola Jesús salva su vida. La salva por retirarse del mundo y entregarlo a los
inquisidores.
También Bartolomé de Las Casas es un idiota en este sentido, y el libro de
Gustavo Gutiérrez lo muestra magistralmente.(16) Tuvo la suerte de no ser entregado al brazo secular
del poder del mundo. Eso en una situación, en la cual el cristianismo vino a América para bautizar,
no para predicar la Buena Nueva. La Nueva que trajo, era una Mala Nueva. Pero bautizaba.
El
escritor Vargas Llosa escribió hace no mucho el prólogo para un libro editado en América Latina con
el título El Manual del perfecto idiota.(17)
En la Unión Soviética estos idiotas iban al
manicomio. Son los mismos idiotas. Y muchas veces tienen que ver directamente con el idiota de
Dostoyevsky.
El teatro-mundo de San Pablo y su inversión por
Nietzsche.
Muy explícitamente vuelve el juego de las locuras de San Pablo con
Nietzsche. Nietzsche toma a San Pablo especialmente a partir de su “Genealogía de la Moral” cada vez
más como adversario y enemigo central. Empieza a girar alrededor de San Pablo. Su libro “El
anticristo” de hecho es unas “antipablo”. Ve en San Pablo una gran inversión de todos los valores
humanos y se presenta como el encargado de reinvertir esta inversión efectuada por San Pablo. San
Pablo ers la desgracia de la historia y Nietzsche siente su vocación de recuperar el mundo caído en
las garras de San Pablo.
En este enfrentamiento con San Pablo Nietzsche se centra
precisamente en los capítulos de la primera carta de San Pablo, que hemos comentado anteriormente.
Asume el juego de las locuras para darle vuelta y dirigirlo en contra de San Pablo. Lo hace muy
expresamente aunque no da ninguna cita del texto. Dice lo siguiente:
"...Nada de lo que en la
tierra se ha hecho contra 'los nobles', 'los violentos', 'los señores', 'los poderosos', merece ser
mencionado si se lo compara con lo que los judíos han hecho contra ellos: los judíos,
ese pueblo sacerdotal, que no ha sabido tomar satisfacción de sus enemigos y dominadores más que con
una radical transvaloración de los valores propios de éstos, es decir, por un acto de la más
espiritual venganza .... Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han
atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores
(bueno=noble=poderoso=bello=feliz=amado de Dios) y han mantenido con los dientes del odio más
abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber, '¡los miserables son los buenos; los
pobres, los impotentes, los bajos son los únicos buenos; los que sufren, los indigentes, los
enfermos, los deformes son también los únicos piadosos, los únicos benditos de Dios, únicamente para
ellos existe bienaventuranza, -en cambio vosotros, vosotros los nobles y violentos, vosotros
sois, por toda la eternidad, los malvados, los crueles, los lascivos, los insaciables, los ateos, y
vosotros seréis también eternamente los desventurados, los malditos y condenados!...' Se sabe
quién ha recogido la herencia de esa transvaloración judía...". Nietzsche, Friedrich: La
Genealogía de la moral. Alianza, Madrid, 1983, p. 39/40
La polarización que Nietzsche
presenta aquí es visiblemente una reproducción de la polarización que analiza San Pablo en su juego
de locuras. Además, Nietzsche se refiere en el texto también directamente a San Pablo cuando dice al
final: “Se sabe quién ha recogido la herencia de esa transvaloración judía...". Se trata
obviamente de San Pablo. Nietzsche afirma la “la identificación aristocrática de los valores
(bueno=noble=poderoso=bello=feliz=amado de Dios)”. Lo que Nietzsche aquí afirma, es aquello, que San
Pablo lo critica en los corintios y a través de ellos en lo que llama la sabiduría del mundo:
Son: satisfechos, ricos, viven en el reino como algo que es, son sabios, son fuertes y están llenos
de honores. Nietzsche cambia las palabras, nada más.
A eso enfrenta Nietzsche el otro
polo: “con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber, '¡los
miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos buenos; los que
sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes son también los únicos piadosos, los únicos
benditos de Dios, únicamente para ellos existe bienaventuranza, -en cambio vosotros, vosotros los
nobles y violentos, vosotros sois, por toda la eternidad, los malvados, los crueles, los
lascivos, los insaciables, los ateos, y vosotros seréis también eternamente los desventurados, los
malditos y condenados!..”
Se trata del polo de la sabiduría de Dios en sentido de San Pablo:
los apóstolos son locos en el Mesías, son débiles, son despreciados. Lo son porque presentan esta
sabiduría de Dios: en lo débil está la fuerza, los plebeyos y los despreciados son los
elegidos de Dios y lo que es se revela a partir de lo que no es.
Nietzsche se refiere a eso,
pero lo trata en un lenguaje de puro desprecio. Además imputa expresiones que jamás hacen presente
lo de que se trata. Son sus malparados, su chandala. Les quita toda dignidad. Son representantes de
una “venganza espiritual” judía y resentimiento y envidia y nada más.
Cuando San Pablo
expresa, como es visto desde el punto de vista de la sabiduría del mundo, diece exactamente eso lo
que Nietzsche dice sobre él:
Porque pienso que a nosotros, los apóstolos, Dios nos ha
asignado el último lugar. Estamos como condenados a la muerte en la arena. Somos un espectáculo para
todo el mundo, los ángeles y los seres humanos. 1 Cor 4,9
Hemos venido a ser, hasta ahora, como
una maldición del mundo y una basura para todos. 1 Cor 4,13
Pero a pesar de eso es el juego
de locura de San Pablo, que Nietzsche juega al revés.
Nietzsche no deja nada a aquellos que
critica. Los valores que han traído, no son más que la otra cara de su odio:
"Pero esto es lo
acontecido: del tronco de aquel árbol de la venganza y del odio, del odio judío -el odio más
profundo y sublime, esto es, el odio creador de ideales, modificador de valores, que no ha tenido
igual en la tierra-, brotó algo igualmente incomparable, un amor nuevo, la más profunda y sublime de
todas la especies de amor: -¿y de qué otro tronco habría podido brotar?... Más ¡no se piense que
brotó acaso como la auténtica negación de aquella sed de venganza, como la antítesis del odio
judío! ¡No, lo contrario es la verdad! Ese amor nació de aquel odio como su corona, como
la corona triunfante, dilatada con amplitud siempre mayor en la más pura luminosidad y plenitud
solar; y en el reino de la luz y de la altura ese amor perseguía las metas de aquel odio, perseguía
la victoria, el botín, la seducción, con el mismo afán, por así decirlo, con que las raíces de aquel
odio se hundían con mayor radicalidad y avidez en todo lo que poseía profundidad y era malvado".
Nietzsche, Friedrich: La Genealogía de la moral. Alianza. Madrid 1983 p. 40
Todo es malvado,
odio judío, forma mentirosa de la voluntad de poder, un amor orientado a la victoria, el botín, la
seducción.
De manera igual trata el tercer elemento de la sabiduría de Dios en sentido de San
Pablo: lo que no es revela lo que es.
El mundo es, y lo que es, es.
"Suprimamos el
mundo verdadero". Nietzsche, Friedrich: La Voluntad de poderío, .Nr. 456, p.267
"Es
necesario preguntarse: ¿por qué la idea de otro mundo ha sido siempre empleada en detrimento,
vale decir, como crítica evidente de este mundo" Voluntad de poderío. Op.cit Nr. 578.
p.332
"En esta historia lamentable, el hombre busca un principio sobre el cual pueda apoyarse
para despreciar al hombre: inventan un mundo para calumniarlo y salir de él: de
hecho, extiende siempre la mano hacia la nada, y de esta nada saca un Dios, la 'verdad', y en todo
caso un juez y un condenado de este ser...". Voluntad de poderío, op.cit.Nr. 456,
p.267
Tercera proposición.- Hablar de otro mundo distinto de éste, carece de sentido,
suponiendo que no nos domine un instinto de calumnia, de empequeñecimiento y de suspicacia contra la
vida. En este último caso nos vengamos de la vida con la fantasmagoría de una vida distinta,
de una vida mejor. Nietzsche, Freidrich: El Crepúsculo de los ídolos. En: Friedrich Nietzsche, Obras
inmortales Visión Libros, Barcelona, 1985,Tomo III, p.1189
Todo se transforma en un
pensamiento de anulamiento. Los termidores, que comentamos, no hacen eso. Hacen, para usar los
términos de San Pablo, el aprisionamiento de la verdad por la injusticia (Rom 1,18).(18) En
este sentido son ideológicos. Por eso mantienen cierta relación con lo que San Pablo llama la
sabiduría de Dios. Nietzsche elimina esta verdad. No es ideológico, es cínico.
Hay que ver lo
que ataca Nietzsche en realidad. Lo dice, aunque enigmáticamente:
"San Pablo, el odio del
chandala contra Roma y contra el mundo hecho carne, hecho genio; San Pablo, el judío errante por
excelencia. Lo que él adivinó fue la manera de producir un incendio universal con ayuda de
aquel exiguo movimiento sectario de los cristianos, separado del judaísmo; como mediante el símbolo
Dios en la cruz, se podía reunir en una potencia enorme todo lo despreciable y secretamente rebelde,
toda la herencia de las maniobras anarquistas en el imperio. 'La salvación viene de los judíos'....
Nietzsche, Friedrich: El Anticristo, Obras inmortales op.cit. Tomo I, p. 103
De esta manera
entra Nietzsche al teatro-mundo. Hay incendio universal, todo lo despreciable del mundo se rebela.
Se rebeló en el imperio romano y se rebela en el tiempo de Nietzsche. Su referencia al Dios en la
cruz es efectivamente paulina. Según San Pablo, lo crucificaron las autoridades desde su sabiduría
del mundo. Para San Pablo las autoridades crucificaron a Jesús en nombre de la sabuduría del mundo.
Según él, la cruz – que siempre vincula con la resurrección – es el símbolo de los débiles, en los
cuales está la fuerza; una fuerza que hace reventar el poder de los poderosos. Nietzsche no trata de
denunciar crucificadores. Quiere acabar con el sentido mismo de la crucifixión. Quiere acabar con la
misma idea de que la crucifixión haya sido un crimen, cuyos culpables hay que buscar. Quiere acabar
el incendio universal desatado por la crucifixión. Todo el símbolo del Dios en la cruz tiene que
desaparecer. El antijudaismo de Nietzsche tiene otras razones. Culpa a los judíos por haber
desarrollado en su propia historia los valores que San Pablo expone cuando habla de la sabiduría de
Dios. El incendio universal, que eso desata, no viene solamente de San Pablo, sino viene de la raíz
del judaismo.
Al enfrentarse Nietzsche con San Pablo, cree enfrentarse con la verdadera raíz
de este incendio universal. Eliminando a San Pablo, quiere eliminar las “maniobras anarquistas” de
toda la historia. Su teatro-mundo desemboca en la voluntar del poder o el eterno retorno de lo
mismo.
Este análisis de Nietzsche obliga a seguir con algunas reflexiones anteriores.
Nietzsche parece convencido de que puede dar un golpe mortal al incendio universal y las maniobras
anarquistas tanto del pasado como de su presente. Ciertamente San Pablo es el primero que
efectivamente expone categorías básicas de un pensamiento crítico. Pero hoy el pensamiento crítico
aparece en otra manera. Quizás ayuda para comprenderlo una reflexión de Max Weber sobre la relación
entre el puritanismo calvinista inglés y el capitalismo que surge con él. Max Weber sostiene, que
este calvinismo tiene una importancia clave para el surgimiento del capitalismo y lo que él llama el
espíritu del capitalismo. Pero sostiene igualmente que, una vez surgido el capitalismo como sistema,
se reproduce independientemente de esta su raíz y vuelve a reproducir inclusive los valores que lo
han constituido.
Cuando el pensamiento crítico se reconstituye a partir sobre todo de Marx,
no lo hace recurriendo a San Pablo. La propia crítica objetiva del sistema capitalista implica
constituir todo un pensamiento de respuesta, que objetivamente y a partir de este análisis descubre
estos valores que ya anteriormente los había descubierto San Pablo. La misma realidad se impone y
promueve tales descubrimientos en cuanto se juzga a partir de un sujeto humano que quiere liberarse
frente a este sistema. Este sujeto se ha formado a partir del cristianismo, pero es ahora parte de
la propia realidad y reclama a partir de ella. El cristianismo en su desdoblamiento se reconoce en
este sistema. Si viene de la ortodoxia y sobre todo desde el calvinismo del tipo que promovió el
propio capitalismo, se reconoce en este sistema, sin que este sistema dependa de este
reconocimiento. Sin embargo, si viene del cristianismo de liberación, como San Pablo lo hace
presente, se reconoce en la crítica de este mismo capitalismo, sin que este pensamiento crítico
dependa de este reconocimiento. Pero lo mismo vale para todas las religiones en cuanto todas tienen
elementos de liberación que se activan al vivir la necesidad del desarrollo de una pensamiento
crítico frente a este sistema. Eso ocurrió con la teología de liberación que hoy aparece en el
interior de todas las religiones en el mundo.
Eso, por supuesto, no quita la autonomía del
pensamiento crítico hoy en un mundo hecho secular. Por eso, cuando surge en el siglo XIX, surge en
la crítica del capitalismo y en el curso del desarrollo de la crítica de la economía política
burguesa. Esta crítica misma lleva al pensamiento crítico autónomamente, pero se puede reconocer
también en sus antecedentes. (19)
Se podría decir que este pensamiento crítico sustituye lo
que en la Edad Media cristiana era el derecho natural aristotélico-tomista. Aunque jugó un papel muy
grande en la sociedad cristiana, su vigencia no fue considerada como algo dependiente del
reconocimiento de la fe cristiana, sino tenía vigencia autónoma. Hoy el pensamiento crítico ocupa
este mismo lugar epistemológico. Por eso, con el pensamiento crítico, pienso yo, pasa algo muy
parecido. Hoy es resultado del análisis objetivo de la realidad que vivimos, es resultado del propio
realismo.
El juego de locuras y el
maniqueísmo.
Esta polarización, que aparece junto con el juego de las locuras, no es
de por sí maniqueísmo, sino la explicación de su surgimiento. Hay una polaridad en el interior de la
realidad, frente a la cual hay que comportarse. No es simplemente una invención, sino que
surge de la realidad misma. Es una explicación de hechos: el hecho, de que se produce este juego de
locuras una vez que aparece la sabiduría de Dios con su criterio de verdad.
Es imposible que
esta polarización no aparezca. En este sentido el análisis de San Pablo es explicativo. Pero si es
inevitable, aparece el problema: ¿cómo comportarse frente a esta polarización? Es la pregunta
por las mediaciones. San Pablo no la contesta. La pregunta que hacía falta no la hace: ¿Cómo
disolver esta polarización? ¿Cómo transformarla en una relación conflictiva que se resuelve
constantemente sobre la base del reconocimiento mutuo relativo de ambas posiciones? Llamadas a la
tolerancia son simple moralina. Hay que mostrar que ambas posiciones tienen una raíz racional,
aunque en el curso de imposición ciega se transforman en irracionalidades locas. La una se
transforma – míticamente hablando – en Satanás, la otro en el demonio Lucifer. Solamente el
reconocimiento mutuo de la raíz racional de ambas posiciones permite desinflar esta polarización.
Ninguna puede ser loca en su raíz y no lo es. Aunque sean locuras, tienen raíz racional. Míticamente
expresada, la relación es entre lo satánico y lo luciférico (y no entre lo apolínico y lo
dionisíaco).(20)
Al no desarrollar las mediaciones que corresponden, San Pablo constantemente
desemboca en grandes ambigüedades. Son las ambigüedades del cristianismo posterior y de las propias
sociedades seculares, que le siguen en la modernidad. Cada uno de los polos se pueden legitimar.
Pero al legitimar en términos absolutos uno frente al otro, aparecen los polos satánicos y
luciféricos.
San Pablo piensa desde experiencias suyas. Son todas experiencias en pequeña
escala. La experiencia de Atenas y la del conflicto en Corintio son casos notables, pero así es toda
experiencia humana. En el microcosmos está escondido el macrocosmos. Por lo tanto se habla del
macrocosmos a partir del microcosmos. Todos de hecho hacemos eso, no hay otra manera de vivir lo que
pasa en el macrocosmos. En San Pablo eso es llamativo: descubre lo que es el macrocosmos a partir
del microcosmos, por la razón sencilla de que siempre el macrocosmos está en el microcosmos como el
microcosmos está en el macrocosmos.
Es lo que pasa con la vida y muerte de Jesús en Palestina
y Jerusalén. La Jerusalén de este tiempo es periferia del mundo, sin ninguna importancia en el
imperio, pero este microcosmos revela el macrocosmos y lo transforma. En lo pequeño está la fuerza.
Y lo que determina no está en el poder de Roma, ni entonces ni hoy.
San Pablo sabe ver el
macrocosmos en el microcosmos, porque en lo pequeño está lo grande y en lo débil está la fuerza. Es
lo que llama sabiduría de Dios.
Lo que es Nueva York se ve en Harlem y El Bronx, no en
Manhattan y su bolsa. Tampoco se lo ve en Holywood. Lo que pasa en Europa, se ve en la legislación
europea sobre los inmigrantes, con su consecuencia de nuevos campos sin ley y los muertos africanos
en el mar, y lo que es la estrategia de la globalización se ve mejor en África y en Haití y otros
países del Tercer Mundo. La sabiduría de Dios juzga a partir de allí. Escuché a un africano decir en
un congreso: África no es el problema, África es la solución. Puede ser cierto. Por lo menos vale:
si no hay solución para África y desde África, no se trata de una solución. Todo eso lo vemos
diariamente en el Gulag del mundo libre, que se extiende por los barrios de miseria del mundo
entero. En este Gulag encontramos la verdad de lo que es la estrategia de globalización. Es su base
corporal.
¿Qué es la locura de la sabiduría de este mundo? No es irracionalidad de por sí. Es
la irracionalidad de lo racionalizado. La crítica no niega esta racionalidad de por sí, sino que
descubre en su interior la irracionalidad: quien busca la vida por el cumplimiento de la ley,
encuentra la muerte.
Yo estuve en mi juventud (1949 – 1950) un año en un noviciado jesuita.
Recuerdo una discusión con el pater magister de nombre Flosdorf, cuando este citaba a San Ignacio
diciendo: si tengo la opción de convertir al capitán de una tropa o al soldado raso, voy a convertir
al capitán. Eso, porque si tengo al capitán, tengo toda la compañía. Yo protesté, insistiendo que
habría que escoger al soldado raso, porque a partir del soldado raso se da la luz de la Buena Nueva.
El pater magister me contestó: En el fondo Usted tiene razón con su crítica, pero hay que entender a
San Ignacio desde su tiempo. Yo estaba de acuerdo, y sigo de acuerdo hoy. Pero siempre insistiría:
esta proposición de San Ignacio es de sabiduría de este mundo, no presenta la sabiduría de Dios. La
sabiduría de Dios es sabiduría loca, enfrenta al cálculo de la utilidad. Este cálculo es del orden
de: es útil, visto desde el cálculo de la utilidad y del poder, de lo cual se deriva, que es
necesario. Borra la sabiduría de Dios. San Ignacio, en cambio, en este juicio, somete todo al
cálculo de utilidad. Esta historia verdadera muestra el problema de la ortodoxia cristiana con su
sabiduría del mundo, pero muestra igualmente su relativa permeabilidad.
En su carta a los
romanos, San Pablo vuelve a hablar de esta locura. Con eso indica que continúa su argumento de los
primeros capítulos de la primera carta a los corintios:
En efecto, la cólera de Dios se
revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en
la injusticia. Rom, 1,18
..jactándose de sabios se volvieron locos. Rom 1,22
Eso es lo que
podríamos llamar la definición de la ideología – aunque San Pablo, por supuesto, no usa esta palabra
- de parte de San Pablo: la injusticia aprisiona la verdad, la lleva presa, la atsca. El mismo
concepto está presente en Marx. De hecho, podríamos sintetizar la carta a los Romanos por esta
proposición. Todo se desarrolla a partir de eso. Ahora la locura de la sabiduría del mundo es este
aprisionamiento de la verdad por la injusticia. Es ideología. Se trata de la primera vez que
el problema de la ideología es analizado.(21)
También ir a bautizar en vez de dar la Buena
Nueva, aprisiona la verdad en la injusticia.
Esta irracionalidad de lo racionalizado es la
irracionalidad interior al cálculo de la utilidad. Consiste en “aprisionar la verdad en la
injusticia” (Rom 1,18)¿Qué es la locura de la sabiduría de Dios? Es la razón, que trasciende
la racionalidad de la sabiduría de este mundo en cuanto a su irracionalidad y lo efectúa en nombre
del lo que no es. Desde el punto de vista de la sabiduría de este mundo, que no reconoce la
irracionalidad en su propio interior, la razón de Dios es irracionalidad pura. Eso, porque la razón
de Dios no puede argumentar por la razón instrumental, discursiva. Opera en el campo de la razón
mítica. Puede argumentar solamente trascendiendo la razón instrumental.
Pero igualmente puede
desarrollar su propia irracionalidad al pasar por encima de todas las factibilidades humanas en su
intento de realización. Lo que se polariza es lo satánico del poder y lo luciférico de la
liberación, el cálculo de utilidad – a partir del cual se constituye el poder - y la afirmación del
otro: yo soy si tu eres.
Pero la polarización no es mediatizable por una simple conciliación
entre polos de una antinómia. Tiene un lado que expresa la verdad de la sabiduría de Dios y que es
la verdad también del otro polo, que es el polo de la sabiduría del mundo y, por tanto, del poder.
Pero la sabiduría de Dios no puede abolir o sutituir el polo de la sabiduría del mundo. Por
eso tiene que mediatizar, para poder ser el polo de la determinación y especificación legítima del
todo. No es lo que Zizek llamaría una paralaje. La mediación resulta ser un conflicto tan inevitable
y tan interminable como la propia condición humana, pero inscrito en un consenso sobre las propias
razones del conflicto. El surgimiento de los dos polos hay que entenderlo como una escisión interna
de la propia racionalidad de la acción humana, que es inevitable y de la cual se deriva la escisión
de Dios como Dios del poder y Dios de la liberación. Podemos usar aquí un concepto, que creó
Althusser, aunque lo cambiemos en su contenido. Se trata de la sobredeterminación. La acción
humana tiene que sobredeterminar el conjunto de los conflictos desde la sabiduría de Dios. De esta
manera puede ser emancipatoria. No reduce los conflictos a conflictos de intereses desnudos, sino
los sobredetermina y penetra por el criterio de lo que San Pablo llama la sabiduría de Dios, que es
locura divina frente a la sabiduría del mundo.
Cuando ocurre la negación mutua de un polo
hacia el otro, esta se expresa también en el pensamiento. Al descubrir la irracionalidad en el
interior de la racionalidad formal, Marx habla de ciencia burguesa. La ciencia burguesa, que niega
esta irracionalidad, en cambio descubre pura irracionalidad en el otro polo. No responde al reproche
de ser ciencia burguesa diciendo que lo que hace Marx es ciencia socialista. Por tanto sostiene, que
el análisis marxista no es ni teoria, sino bla bla, como lo sostiene Popper en términos más nítidos:
no es científica. Por eso al reproche de ciencia burguesa de parte de Marx responde que lo que hace
Marx ni es ciencia, sino un cúmulo de afirmaciones circulares. La condena de parte de Popper es
total y, por tanto, el conflicto que corresponde. La condena de parte de Marx es relativa. Por
tanto, permite un conflicto con mediaciones, aunque no se haya desarrollado todavía. Hoy, los nuevos
gobiernos de izquierda en América Latina están intentando desarrollarlo. Pero la lógica de esta
ciencia burguesa, al no admitir este desarrollo, desemboca en el nihilismo y el aniquilamiento. Es
por negar que el otro tenga razones. Aunque se considere algo una locura, siempre hay que advertir,
que también la locura tiene raíces en alguna razón.
El
laberinto de la modernidad
Si buscamos el paradigma de la modernidad, es éste. Es el
juego de las locuras que desemboca en un teatro-mundo. A la postre resulta ser no solamente un
teatro-mundo, sino también un laberinto. Contiene una gran estructura mítica, que es su sostén. Su
argumentación tiene razones, pero son razones míticas, que engloban las razones instrumentales, que
se desarrollan en su interior. Por ser razones míticas, no dejan de ser razones. En este sentido el
paradigma es el marco categorial de la propia modernidad. Este marco categorial es y puede ser
solamente mítico, es razón mítica.
Se trata de hecho de la irrupción de la referencia a un
sujeto universal, que se enfrenta a todas las estructuras del mundo humano. Irrumpe y
polariza. Pero lo que aparece no es alguna esencia externa que se introduce en la realidad.
Aparece un quiebre en la realidad misma, que antes no es percibido. Por eso, lo que aparece, es un
laberinto, dentro del cual se busca caminos. El laberinto es ahora el mundo mismo, sin poder salir
de él. Se vive en él, se sobrevive en él y se busca sobrevivir y moverse de la manera más humana
posible. El hilo de Ariadne en este laberinto es la recuperación constante de lo
humano.
Partimos del esbozo del paradigma de este laberinto en nuestro análisis de los textos
de San Pablo. Sin embargo, este paradigma es algo que subyace al proceso histórico posterior. Los
polos, en cambio, se desarrollan, aunque el paradigma vuelve y vuelva a subir, aunque las palabras
cambien. Desde este paradigma se descubre el mundo como un mundo secular. La palabra secularización
no se adecua bien a lo que es este proceso. No se trata de una secularización, sino del
descubrimiento de la secularidad del mundo. Insinua que hay una pérdida. La forma, en la cual
Walter Benjamin lo enfoca, sigue siendo la más adecuada. Se trata de transformaciones, que se
desarrollan desde el interior del proceso histórico concreto.
Para mostrar el proceso en sus
varias etapas históricas necesitaríamos un análisis mucho más detallado de lo que en este texto
podemos ofrecer. Por eso, ni lo intento. Presento el análisis más bien en el sentido de un
esbozo de todo un programa de investigación. El fragmento citado de Benjamin Capitalismo como
religión es también eso. Trato de tomarlo en serio y irlo ampliando.
1 Este fragmento es publicado entero en
Hinkelammert, Franz: Hacia una crítica de la razón mítica. Editorial Arlekin, San José, Costa Rica,
2007 p.166-169
2 Walter
Benjamin Gesammelte Schriften, vol. II.1, Editado por von R. Tiedemann e H. Schweppenhäuser,
Suhrkamp, Frankfurt a.M. 1999
3 Goethe posteriormente cambia mucho su posición. En Fausto él ve entonces el
asesinato de inocentes efectivamente como crimen (Philemon y Baucis)
4 Bernardo de Claraval: Liber ad milites templi de
laude novae militiae. (Libro sobre las glorias de la nueva milicia. A los Caballeros Templarios.)
Obras Completas de San Bernardo, BAC, Madrid l983, 2 tomos. I, p.502
5 Aunque en otro contexto, el mismo Aristóteles
dice: No hay ningún gran genio sin una pizca de locura.
6 Introduzco algunos cambios de la traducción en español de la
Biblia de Jerusalén. Sobre todo traduzco Cristo siempre por Mesías (Cristo es la palabra griega por
Mesías) y Evangelio por Buena Nueva.
7 Urs Eigenmann habla de esta compatibilidad con el reino de Dios.
(Reichgottesverträglichkeit). De eso se trata.
Eigenmann, Urs: Am Rand die Mitte suchen : unterwegs zu einer
diakonischen Gemeindekirche der Basis. Freiburg i.Ue. : Edition Exodus, 1990.
Eigenmann, Urs: Nicht im Trüben
fischen : Worte zum Sonntag. Luzern : Edition Exodus, 1992.
Eigenmann, Urs: Marias verbrannter Prophet :
theopoetische Texte. Luzern : Edition Exodus, 2006.
8 Ver la siguiente cita
"... las relaciones sociales que se establecen entre sus
trabajos privados aparecen como lo que son: es decir, no como relaciones directamente sociales de
las personas en sus trabajos, sino como relaciones materiales [sachliche! e.d. con carácter de
cosas] entre personas y relaciones sociales entre cosas." (Marx, Carlos: El Capital. FE. I, p.38,
subrayado nuestro)
9
El contexto es el siguiente: En aquél, quien es la maldición del mundo, están maldecido, a
consecuencia de un crimen no castigado, todas las relaciones sociales y con la natutaleza.
Sacrificarlo como sacrificio de limpieza quita esta maldición y renueva todo. Hay una
similitud con la concepción que tiene René Girard del chivo expiatorio. La diferencia es, que el
chivo expiatorio, del cual habla Girard, es arbitrariamente escogido. Pero en el caso de la cita de
San Pablo, el sacrificado es culpable y está pendiente un castigo por su crimen. Ver René Girard: El
chivo expiatorio. Anagrama, Barcelona, 1986. En este sentido Luther entiende esta frase in su
traducción de la Biblia.
Lllama también la atención la cercanía con el análisis del homo sacer de parte de Agamben.
Agamben, Giorgio: homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Pre-Textos. Valencia, 2003
10 Hinkelammert, Franz: El grito
del sujeto. Del teatro-mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de la globalización. DEI. San
José, Costa Rica, 1998. Ver Capítulo II: La fe de Abraham y la divinidad del ser humano.
P.47-86
Cuando escribí este
libro, no tenía todavía presente el hecho de que este teatro-mundo comienza con San Pablo.
11 Brinton hace esta
generalización en su libro: Brinton, Crane: The anatomy of revolution.Vintage Books, New
York,1965
12
Chuang-Tzu. Monte Avila. Caracas, 1991
13 Eso mismo, con otras palabras, dice sobre la economía política
clásica:
Esto no obsta para
que los mejores portavoces de la economía clásica, como necesariamente tenía que ser dentro del
punto de vista burgués, sigan en mayor o menor medida cautivos del mundo de apariencia críticamente
destruido por ellos, e incurran todos ellos, en mayor o menor grado, en inconsecuencias, soluciones
a medias y contradicciones no resueltas (Marx, El Capital, FCE III p.768)
14 Fromm, Erich: Marx y su
concepto del hombre. (Karl Marx: Manuscritos económico-filosóficos). FCE. Mexico, 1964.
P.230
15 Vea la
primera parte del artículo: Franz Hinkelammert: Sobre la reconstitución del pensamiento crítico.
(véase en www.pensamientocritico.info)
16 Gutiérrez, Gustavo: En Busca de los pobres de Jesucristo. El
pensamiento de Bartolomé de Las Casas. Instituto Bzartolomé de Las Casas. CEP. Lima, 1992
17 Plinio Apuleyo Mendoza,
Carlos Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa: Manual del perfecto idiota latinoamericano
Con Prólogo del escritor Mario Vargas
Llosa
Editorial Atlántida
Barcelona, 1996
18 No
se trata de una verdad, como hoy se la suele criticar como verdad absoluta. Es como la búsqueda de
Dios de parte de Agustino: ¿Cómo puedo buscarte si no he encontrado ya?. Pero ahora en cuanto a esta
verdad: ¿Cómo puedo encontrarla si no la tengo ya? Esta verdad es sencillamente lo humano qué
trasciende todas las estructura y no acepta ninguna a priori.
19 Para Marx, la crítica de la economía política
abre el lugar epistemológico de un proyecto de cambio del capitalismo. Hemos intentado seguir este
tipo de crítica de la economía política a partir de la economía política burguesa de hoy. Ver:
Hinkelammert, Franz/ Mora, Henry: Economía para la vida. Preludio a una reconstrucción de la
economía. Editorial Tecnológica de Costa Rica. Cartago, Costa Rica, 2008
Ver también: Hinkelammert, Franz:
Sobre la reconstitución del pensamiento crítico. www.pensamientocritico.info
Hemos citado arriba lo que Marx llama
el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser
humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Sin embargo, estas exigencias solamente llegan a
tener significado concreto, si los entendemos en el marco de una crítica de la economía política. Si
no, pueden significar cualquier cosa.
20 Para estas afirmaciones me baso en el libro: Hinkelammert, Franz: El asalto
al poder mundial y la violencia sagrada del Imperio. DEI. San José, 2003
21 Hay hoy una amplia discusión
sobre esta cercanía de San Pablo con el pensamiento marxista. Ver:
Taubes, Jocob: La teología política de Pablo. Trotta.
Madrid, 2008
Zizek, Slavoj:
El frágil absoluto. ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano? PRE-TEXTOS. Valencia,
2000
Zizek, Slavoj: El
espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política. Paidós. Barcelona, 2001
Zizek, Slavoy: Visión de paralaje.
FCE. Buenos Aires, 2006
Zizek, Slavoy: El títere y el enano.El núcleo perverso del cristianismo. Paidós. Buenos
Aires, 2005
Badiou, Alain:
Saint Paul. La fondation de l’universalisme, París, Presses Universitaires de France, 1997 (Ed.
Cast.: San Pablo. La fundación del universalismo, Madrid, Anthropos, 1999
Agamben, Giorgio: Il tempo che resta.
Un comento alla Lettera ai Romani. Bollati Boringhieri. Torino, 2000
Ver también:
Hinkelammert, Franz J.: Las Armas Ideológicas de la Muerte.
DEI, San José, 1981. Segunda Edición revisada y ampliada con introducción de Pablo Richard y
Raúl Vidales.
Tamez, Elsa:
Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos. DEI. San Jose,
1991