Franz Hinkelammert

Se puede resumir la posición neoliberal desnuda por las siguientes afirmaciones:

Liberal de derecha es quien está en favor de la libertad individual, pero que subordina todos los otros principios directivos de las relaciones sociales al principio de la economía de mercado libre. Aspectos sociales y ecológicos en la aplicación de esta teoría son mejor regulados por el mercado. Necesitamos el Estado „delgado“ solamente para la política exterior y de la defensa como para la seguridad interna y las finanzas del Estado.

Con eso está abolido el Estado de derecho y el mercado es presentado como el principio fundamental de la sociedad humana. El mercado siempre tiene la razón, y el ser humano es para el mercado. Siempre lo mejor es aquello, que se vende mejor. Es evidente, que una realización completa de todo eso resulta igual a una guerra  total. Amenaza la propia sobrevivencia de la población.

Esta postura básica es el neoliberalismo, que en Alemania el AfD, nuevo partido de la derecha extrema, comparte con todos los partidos del parlamente alemán, excepto el partido de izquierda, Die Linke.

Lo que distingue esta nueva derecha extrema de los otros representantes del neoliberalismo es su demagogia, que moviliza sobre todo personas sin mayor orientación política,  pero que necesita aplicar agresiones  que están pero sin saber por que. Eso se puede efectuar solamente en contra de otros que son más débiles o que se logra transformar en débiles. En el momento son eso los refugiados y los islámicos.  La persecución de los islámicos sustituye lo que antes era el antisemitismo. Una ideología como el neoliberalismo – o como antes era el fascismo - no se puede transformar en ideología dominante sino por este tipo de demagogia. El interés de imponer el neoliberalismo en cambio viene de las cúpulas del poder económico, por tanto de las fuerzas del mercado.

Pero aparece también otro problema. El neoliberalismo es sin duda un sucesor legítimo del fascismo de los años 20 a los 50 del siglo pasado. Pero su tendencia al totalitarismo es distinta. En el fascismo la fuerza del movimiento parte del Estado y su dominación. Por tanto, los sistemas totalitarios de este tiempo se vinculan con figuras  que dominan el poder estatal: Mussolini, Hitler, Franco y, aunque de manera diferente, con Stalin. Son figuras que desde el poder estatal dirigen la economía. Por tanto son ellos los que son proclamados como infalibles. Con el neoliberalismo eso es diferente. El poder, desde el cual nace su dirección totalitaria es el poder del mercado y, por tanto, los grupos de poder económico que se forman. Pero no personifican el totalitarismo surguiente. Lo promueve una instancia que es anónima. Es el mercado. Por tanto, la instancia infalible ya no es ninguna persona, sino este mercado mismo. Cualquier político se puede equivocar. Quien no se puede equivocar es ahora el mercado. El mercado es intocable, tiene una dinámica legítima infinita, es la privatización como referencia a la dignidad de los representantes del mercado en este nuestro mundo. El mercado, es la instancia trascendente de este mundo y que debe ser venerado como tal.[1]

Si quitamos al mercado esta dignidad divina y lo tratamos simplemente como una institución que es uno de los instrumentos de la coordinación de la división social del trabajo, habría que preguntar cuales son efectivamente las tendencias que este mercado produce. Tenemos que excluir  el dogma central de nuestras ideologías de divinización del mercado. Se trata de la tesis que el mercado es guiado por una mano invisible, que tiene una auto-regulación que no se puede equivocar y que establece un automatismo del mercado completamente benévolo con el resultado de que cualquier intervención en el funcionamiento del mercado deja una situación muy inferior a lo que ocurriría dejando el mercado a sus propias tendencias. Habría que terminar con toda una magia que se imputa a este mercado.

El resultado es que hay que rehacer desde sus raíces la teoría del mercado. Tendría que empezar ahora del hecho de que hay ciertas auto-regulaciones de los mercados, pero este auto-regulación funciona exclusivamente en los mercados parciales. Estos mercados se pueden ver movidos por oferta y demanda, con sus tendencias de producir correspondientes movimientos de precios. Sin embargo, cuando estos mercados parciales se juntan en un sistema de los mercado o inclusive en la formación de un solo mercado mundial, a partir de estos muchos equilibrios parciales no se produce un solo equilibrio de todos sus elementos, sino se produce la tendencia a desequilibrios macroeconómicos varios que pueden amenazar hasta la propia vida humana.

El problema de la teoría económica del mercado

Uno de los economistas que primero sacaron la conclusión de que ahora es necesario elaborar una teoría del mercado sin ninguna afirmación dogmática que sostenga la existencia mágica de una tendencia al equilibrio, es sin duda Polanye.[2] Concluye, por eso, que el mercado solamente puede funcionar, si hay una intervención sistemática en este mercado. Polanyi habla de un necesario “embedding” (lo que se puede traducir como canalización) del mercado en el conjunto de la sociedad. Polanye considera que esta canalización del mercado tiene que sacar fuera del mercado libre tres grandes esferas de la sociedad económica y que son:  la política de salarios e ingresos, la distribución y el uso de la tierra entre las personas e instituciones y la política financiera en general con su tendencia de subordinar la producción de mercancías y la propia vida humana y su sometimiento a los cálculos financieros del sistema bancario. Llega a la tesis,  de que el propio mercado lleva a la destrucción de todo, cuyo logro permite, como consecuencia de la propia ley del mercado. Se trata de lo que hoy vivimos como tendencia hasta a la destrucción de nuestro propio mundo de vida. Es casi como lo dice Soros: Hoy el capitalismo solamente puede ser destruido por el capitalismo mismo.[3]

Los tres desequilibrios que destaca Polanye son también los desequilibrios que resultan del análisis del mercado de Marx. Los primeros dos son desequilibrios que según Marx amenazan directamente la vida de la naturaleza y del trabajador:

“Por tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza:  la tierra y el trabajador".[4]

El tercero es el desequilibrio entre la producción y el sistema financiera, que Marx trata en el III. Tomo del Capital. Pero los desequilibrios que amenazan directamente la vida humana son el de la explotación  la naturaleza y de la explotación del trabajo.

Marx, sin embargo, dejó de buscar una solución de este tipo por su proyecto de abolir al propio mercado. Por eso hay que vincular el análisis hoy con los argumentos de Polanye para llegar a una teoría del mercado que analice lo que hay que hacer con el mercado para que este deje de producir estos desequilibrios, que Polanye destaca y deje de ser el peligro que amenaza destruir todo lo que la humanidad logró realizar basándose en el mismo mercado.

Se trata de analizar, de que manera  el mercado produce y reproduce constantemente estos tres  desequilibrios macroeconómicos en el caso de dejarlo operar sin intervenciones. Además hace falta analizar las varias posibilidades de enfrentar estos desequilibrios macroeconómicos y con qué criterios escoger entre estas posibilidades.

De esta manera el cuento sobre la magia del mercado infalible con sus tendencias igualmente mágicas hacia el equilibrio es sustituido por un análisis serio de las tendencias hacia los desequilibrios  macroeconómicos y de las políticas necesarias para minimizarlos o superarlos.

Los desequilibrios macroeconómicos

Vamos a desarrollar ahora en tres puntos breves el estado actualmente visible de estos desequilibrios macroeconómicos:

1. la política de salarios e ingresos. En este campo las tendencias son: desde los años 1970 del siglo pasado una tendencia hacia la disminución constante de los salarios y otros ingresos del trabajo o por lo menos su estancamiento completo para los otros, con pocas excepciones. A la vez ocurre una deterioración de los salarios en el sentido de prevalecer cada vez más los contratos a tiempo corto, el pago más bajo que el salario mínimo prescrito. En general ya casi la mitad de la fuerza de trabajo total existe en condiciones de precariedad. En vez de flexibilizar el capital y el mercado, se flexibiliza la fuerza de trabajo humana, para que el capital pueda llevar a cabo su propia lucha de clases desde arriba. Todo eso se justifica en buena parte con argumentos de magia y esotéricos de matemática complicada, que muchos veces no tiene otro sentido que convencer al público de que no sabe nada de economía.

2. la distribución y el uso de la tierra entre las personas e instituciones. Dado el hecho de que cada vez más  es obvio que la vida humana depende de un uso racional de la tierra y que  este uso tiene que estar sometido a criterios que protejan la vida humana en casi todas sus dimensiones, hace inevitable un régimen adecuada del uso de la tierra. Para ser racional este régimen,  no debe ser entregado ilimitadamente al cálculo de la maximización de las ganancias, que conduce el uso de los medios de vivir a la pura irracionalidad. El uso de la tierra es precisamente uno de los grandes testigos de la irracionalidad que puede provocar deben ser  la maximización de las ganancias. Por eso los criterios del mercado deben ser sumamente reducidos en este campo. Eso incluye una política eficaz del control de los arriendos.

3. la política financiera en general con su tendencia de subordinar la producción de mercancías y la propia vida humana y su sometimiento a los cálculos financieros del sistema bancario. El dominio de la política financiera del sistema bancario se ejerce especialmente por el uso y abuso del crédito. Sobre todo con las crisis económicas se producen masivamente  crisis por la imposibilidad de pagar créditos pendientes, tanto de la propia población como de las relaciones internacionales entre los países. Poblaciones enteras pierden su casa y son botados a la calle, para buscarse lugar donde sea. Algo parecido pace entre los países. El cobro de deudas impagables da el derecho a la banca de pillar países enteros y los transforma en colonias de los países acreedores. Eso en los últimos años fue presentado al mundo entero por la transformación de Grecia en colonia de Alemania y de la Comunidad Europea. Pero lo mismo pasó a muchos otros países, aunque no siempre con el mismo extremismos tan total como ha sido la reducción de Grecia a ser colonia. Fue Alemania que destruyó una buena parte del sistema de salud de Grecia y del sistema de rentas. Fue aquella Alemania orgullosa de haber abolido la pena capital. Pero se abolió solamente para la acción del sistema jurídico. En cambio, el ministro de Hacienda la puede aplicar sin restricciones hablando solamente de austeridad y lo hace con ganas. Este mismo ministro de hacienda obligó en sus largas listas de condiciones para recibir alguna plata para pagarla a la banca alemana o a otros bancos extranjeros a Grecia a declarar lícito abrir los supermercados el día domingo. En Alemania trató lo mismo, pero no lo logró frente a la resistencia de los sindicatos y las iglesias. En Grecia no hay resistencia, todo está colonizado.  Este ministro alemán, sin embargo, es demócrata-cristiano. Pero desde tiempo han transformado el cristianismo en una religión del mercado, que celebra el dios-mercado. Una adaptación al dios-mercado parecida es la adaptación del propio Padre Nuestro. Este Padre Nuestro dice: “Perdónanos nuestros deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores.”  Eso es obviamente incompatible con el neoliberalismo. Desde los años 70 del siglo pasado se ha adaptado al dios-dinero y se ha falsificado este texto. Dice  entonces ahora  ”Perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a nuestros ofensores.” Ahora el texto es parte auténtica de la religión del mercado con su dios-mercado. Hemos citado anteriormente a Hayek, cuando con entusiasmo integra el propio Padre Nuestro en su teología del dios-mercado.[5] Es ahora el neoliberalismo con su religión del mercado, que determina lo que es la verdad del cristianismo. Algo parecido se intenta hacer con todas las religiones.

Hemos tratado 3 puntos clave para ver las tres mayores tendencias macroeconómicas hacia las crisis. Hoy cualquier razonable teoría del mercado tendría que tratar estas tendencias y enfocarlas realmente como tendencias  y no como un montón de problemas sin interconexión. Además hay visiblemente algo que las une. Eso es el hecho, que en conjunto atestiguan una amplia lucha de clases desde arriba, que une las clases dominantes a través del mercado. Se trata de un tipo de lucha de clases, que empezó a desarrollarse a partir de Hobbes y adquiere un criterio común con Adam Smith, cuando desarrolla su teoría según la cual el mercado es un conjunto de muchos mercados unidos por una mano invisible, que la da al mercado una tendencia al equilibrio y con eso mismo su fuerza de auto-regulación que le da un carácter de automatismo de confianza absoluta. Sostener que el mercado real es precisamente eso, significa  poner el mercado más allá de cualquier crítica pensable. Adquiere una validez absoluta, que da el derecho absoluto de actuar en cualquier sentido que se puede imaginar sin ninguna posibilidad criticar a este mercado en nombre ni de ninguna ética e igualmente tampoco de cualquier argumentación humanista o de alguna sabiduría humana de cualquier tipo. La lucha de clase se transforma en una guerra total sin ningún límite. Por eso para las clases en contra de las cuales se dirige esta lucha de clases desde arriba se transforma en una amenaza constante en contra de su vida. Aunque haya períodos en los cuales se alivia la situación de las clases perseguidas, la amenaza siempre de nuevo se forma y vuelve a buscar sus objetivos. Desde el inicio de la estrategia de  globalización en los años 1980, ha vuelto esta lucha de clases desde arriba de nuevo. Cada vez más subvierte la propia democracia.

La lucha de clases desde arriba

Hoy no puede haber ninguna duda que esta lucha de clases desde arriba ha sido ganado. Ha subvertido la propia democracia, que de hecho ha sido comprado. Las elecciones son compradas por el financiamiento por parte de aquellos poderes que efectúan la lucha de clases desde arriba. Los representantes del pueblo en los parlamentos son comprados por los lobbyistas que vienen de estos mismos poderes. Los medios de comunicación son comprados por estos mismos grupos para producir una publicidad a favor de estos mismos grupos. La libertad de prensa ha sustituido casi completamente la libertad de opinión. En gran parte hoy la libertad de prensa se ha transformado en un poderoso instrumento para eliminar la libertad de opinión. En las elecciones de cualquier país hoy la casi totalidad de los medios de comunicación están de un solo lado, y este lado es el lado político del gran capital, que está haciendo su lucha de clases. Inclusive los medios de comunicación públicos, que tienen la obligación de mantener neutralidad frente a las alternativas por elegir, están normalmente de lado del gran poder que hace su lucha de clase y lo acompaña.

Una concentración tal del poder económico del mercado, que a la vez domina el poder político, necesita una referencia simbólica única, que solamente puede ser el mercado mismo. Por eso el mercado desarrolla una religión del mercado que hoy es más poderosa que nunca. Como tal, la magia del mercado von su mano invisible, su tendencia al equilibrio, su fuerza auto-reguladora, su automatismo es propagada día y noche en los medios de comunicación. Cualquier decisión se transforma en una decisión religiosa. Inclusive decisiones como la privatización de una autopista se imponen en nombre de esta religión y es blasfemia no apoyarla. Hasta las constituciones son cambiadas para abrir el paso a esta religión del mercado. Cualquier partido político que no acepta esta religión del mercado es marginado y cada vez más es denunciado como una fuerza extremista.

Sin embargo, también cualquier religión tradicional o nueva es enseguida enfrentado con la exigencia  de asumir esta religión del mercado como su centro. Eso llevó en los años 70 y 80 a grandes persecuciones religiosas en América Latina, que desembocaron en decenas de miles de muertos de cristianos, que apoyaron la teología de liberación. Los medios de comunicación apenas informaron sobre estos hechos a pesar de que entre las víctimas se encontraron inclusive 3 obispos, muchos sacerdotes, varias monjas violadas. Uno des estos obispos asesinados fue hace algunos años declarado Santo por el actual Papa Francisco. Pero sobre los hechos detrás muy pocos medios de comunicación informan. Prefieren informarnos más bien sobre las barbaridades de Al Qaeda y del IS. Sin embargo, estas matanzas en América Latina han sido parte de la lucha de clases desde arriba, que es apoyada por nuestros principales medios de comunicación. Por tanto, no informan.

De esta manera aparece la gran tarea de enfrentar esta lucha de clases desde arriba en todos sus niveles. Por tanto, esta respuesta no se puede limitar a una lucha de clases desde abajo. El primer problema por solucionar es la recuperación de la democracia comprada por el gran poder económico, por lo tanto en el grado de las efectivas posibilidades. Se trata especialmente de romper los grandes monopolios de estos medios, per o también su apertura para formar una situación, en la cual ningún medio de comunicación puede comprar a otros medios, eso en límites por discutir. Por otro lado un control eficientes de los lobbyistas y su intentos de corromper el poder político. Iguales límites hacen falta para el financiamiento de los partidos políticos y de las campañas de elección. Igualmente hace falta la prohibición o por lo menos limitación de ocupaciones de ex-políticos en las grandes empresas. Hay una corrupción cada vez mayor de los políticos de parte de la gran empresa.

Sin estas medidas de la democratización de las relaciones entre mercado y democracia es casi imposible  enfrentar las tendencias del mercado hacia los desequilibrios macroeconómicos comentados y la correspondiente lucha de clases desde arriba. Hay un núcleo de corrupción que bloqueo una gran parte de las necesarias actividades para canalizar el mercado y asegurar que no pueda seguir bloqueando las medidas correspondiente hace falta siempre recordar, que, si no se logra eso, los grandes logros de la historia moderna no resultan más que una supernova, que se transforma al fin en un hoyo negro, que devora todo.

El cambio necesario de la sociedad actual

El análisis presentado por lo menos indica la dirección de un cambio necesario del enfoque des mercado y de las necesarias intervenciones en el mercado. Hacer este cambio, ya es inevitable..

Sin embargo, tenemos que ver también, que cambios en nuestra visión del mundo son necesarios para que este necesario cambio sea aceptado. El hecho de que sea necesario no es suficiente. Estamos en un viaje al suicidio. Tenemos que recuperar el rechazo al suicidio y descubrir de nuevo, que el sentido de la vida es vivirla. Pero vivirla de una manera que todos lo pueden hacerlo también.


[1] Hayek, uno de los gurus del neoliberalismo, llama trascendente al mercado. Hayek define este término en referencia al mercado de la siguiente manera:

“En su sentido literal, sin embargo, alude dicho vocablo a lo que está más allá de los límites de nuestra razón, propósitos, intenciones y sensaciones, por lo que sería desde luego aplicable a algo que es capaz de generar e incorporar cuotas de información que ninguna mente personal ni organización singular no solo no serian capaces de aprehender, sino tan siquiera de imaginar. En su aspecto religioso, dicha interpretación queda reflejada en ese pasaje del padrenuestro que reza “hágase tu voluntad (que no la mía) así en la tierra como en el cielo”, y también en la cita evangélica: “No sois vosotros quienes me habéis elegido, sino Yo quien os eligió para que produzcáis fruto y para que este prevalezca” (San Juan, 15:26).” Hayek, Friedrich A.: La fatal arrogancia. Los errores del socialismo. Unbióm Editorial, Madrid, 1990. (Hayek, Friedrich A.: La fatal arrogancia. Los errores del socialismo. Unbióm Editorial, Madrid, 1990. p. 125/126 (The fatal conceit: The Error of Socialism. (The collected Works of Friedrich August Hayek, Volume I) Chicago University Press, 1988).  

[2] Karl Polanyi, The Great Transformation[1] (1944) -traducción española: La gran transformación[2], Madrid, La Piqueta, 1989.

[3]  Hay otro autor que es interesante respecto a la teoría de las intervenciones necesarias. Se trata de Walter Eucken. Ver: Walter Eucken: Die Grundlagen der Nationalökonomie. Fischer, Jena 1940. Walter Eucken: Grundsätze der Wirtschaftspolitik. Francke, Bern [u. a.] 1952

[4] Marx, El Capital, FCE, I. p. 423/424. He corregido la traducción según el texto original.

[5] No sorprende que estos cristianos, aunque sean católicos, hablan más bien de los muchos errores del actual Papa Francisco. Al enfrentar este Papa no hablan jamás de la infalibilidad del Papa. Infalible es un Papa solamente si pone en el centro de la fe la infalibilidad del mercado. Parece que siempre hace falta alguna infalibilidad de alguien.

 

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