Franz Hinkelammert
La naturaleza externa al cuerpo humano es como el cuerpo ampliado del ser humano. No es completamente externa al ser humano. Es la vida humana, que no es solamente vida de nuestro cuerpo directo y personal, sino de toda la naturaleza en cuanto nuestro cuerpo ampliado. Por eso: cuidar la naturaleza, es cuidar la vida humana. Es lo mismo. Eso implica: el cuidado de la naturaleza es un derecho humano. Es derecho de la naturaleza entera, pero como tal es a la vez derecho humano.
Por eso, de hecho no son dos cuidados: la vida humana y la vida de toda la naturaleza. Ambos cuidados son al final uno sola.
El físico, en cambio, habla de un aspecto abstracto de la realidad, cuando abstrae del hecho, que toda la naturaleza es cuerpo ampliado del ser humano.
Por otro lado, el economista habla de una economía, que es un aspecto abstracto de la realidad que vivimos. En esta realidad vivida, la economía es una actividad orientada a la vida humana y de toda su corporeidad, que implica la naturaleza como el cuerpo ampliado del ser humano. La teoría económica abstrae de este hecho. Por eso no habla de la realidad económica siquiera y crea artificialmente otra, en la cual se relaciona dinero con dinero, movido por seres humanos. Expresamente trata la vida humana (en su integridad) como factor externo de la economía y como objeto de la teoría económica. Con eso abstrae de la propia realidad de vida.
Frente a la ciencia empírica hay que recuperar la realidad de vida, es decir, la realidad en la cual vivimos como seres humanos. La ciencia empírica abstrae de la realidad vivida nuestra. Para conocer lo que es esta realidad, tenemos que tratar esta ciencia empírica como una ciencia auxiliar.
Tenemos que saber eso, para tener una relación racional con esta realidad vivida por nosotros.
Para construir una bomba atómica, tenemos crear mentalmente una realidad física, que abstrae de la realidad vivida. Por tanto, solamente el físico puede hacerlo. Pero cuando tenemos que defender nuestra realidad vivida del peligro de la guerra atómica, el físico no sabe nada especial que cualquier otro. Tenemos que tener la cultura de una realidad vivida, a partir de la cual podemos orientarnos. La física, si no pasamos del nivel en el cual sirve, nos hace mas bien ciegos para entender nuestra realidad.
Igual cosa pasa con la economía. Se puede, basada en ella, ganar y producir mucho capital. Pero cuando para el hambriento hay que asegurar comida, esta economía, que normalmente se piensa, sirve para muy poco y la administración de empresas menos todavía. No se dedican a la realidad vivida. Entonces, si tenemos que ver como alimentar todos, a la gran mayoría de economistas no debemos preguntar. No tienen nada que ver con este problema. Como no debemos dejar decidir a la físicos sobre la que hay que hacer paran evitar el uso de las bombas atómicas que ellos saben construir, así no debemos dejar decidir la mayor parte de los economistas sobre lo que hay que hacer para poder alimentar a todos sin excepciones y sin dejar a nadie morir de hambre. Lo único interesante para la mayor parte de los economistas es saber como se gana mucho dinero. El resultado es como en el caso de la física. Al abstraer el economista del problema del acceso de todos a los medios de vivir, transforma su propia ciencia en un ciencia auxiliar para el entendimiento de la realidad vivida, de la cual se trata.
De hecho hay físicos que participan en la discusiones sobre el contra de la bomba atómica y hay economistas que participan en las discusiones y decisiones sobre el acceso de todos a los medios de vida. Pero su posibilidad de participación en estas discusiones los físicos no la aprenden en física y los economistas no la aprenden al estudiar solamente la ciencia económica dominante. Lo aprenden como parte de su integración en nuestra cultura más amplia que cualquier ciencia empírica. Resulta, que para esta participación normalmente las ciencias empíricas son ciencias auxiliares y tenemos que exigir a los científicos de estas ciencias empíricas aceptar esta su limitación necesaria en cuanto su formación se reduce al estudio de estas ciencias.
Sin embargo, los economistas neoliberales buscan su salida en la religión del mercado, que confesa su fe en la mano invisible del mercado. Lo que contesta no es una teoría, sino una divinidad. Es una divinidad, que no afirma ningún humanismo ni ningún derecho humano, sino el sometimiento del ser humano a los tendencias muchas veces muy arbitrarias del mercado. Las divinidades que aparecen entonces son divinidades que piden sacrificios humanos. Entonces aparecen inclusive economistas neoliberales que defienden estos sacrificios humanos. El Neoliberalismo en cambio conoce solamente la meta de maximizar las ganancias, y encarga al dios mercado con su mano invisible de asegurar que eso sea lo mejor pare todos.
La visión de los dioses terrestres y su crítica, como Marx la presenta
Marx enfrenta a estos dioses del mercado, del dinero y del capital un ser supremo. Pero este ser supremo no es un dios en el sentido tradicional:
“La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el ser humano es el ser supremo para el ser humano y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable”.[1]
La razón por la cual Marx considera ahora al ser humano el ser supremo para el ser humano es, que, “por consiguiente”, se pone a “echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable”. Es decir, lo es en cuanto echa por tierra todas estas relaciones. Hacer eso, es asegurar de que el dios del mercado ya no puede cobrar sacrificios humanos. Para Marx significa eso, que el mercado es abolido. Es el ser humano mismo que se transforma a si mismo en el ser supremo para el ser humano. Lo que aparece ahora como respuesta a esta idolatría del mercado es un profundo humanismo, que es un humanismo de la praxis, que tiene una larga tradición sobre todo en la cultura judía y la cristiana, aunque ha sido caso siempre más bien marginado. Marx resucitó un humanismo de este tipo, que después volvió a surgir en la teología de liberación como se formó a partir de los años 50 del siglo pasado sobre todo en América latine, pero con muchas raíces en teologías europeos anteriores tanto de la tradición judía como la cristiana.
Lo que se da de hecho, es, que resulta imposible la abolición del mercado. Por tanto aparece la confrontación entre el dios mercado y el ser humano como ser supremo para el ser humano, que es una confrontación para todo futuro de la humanidad en esta tierra. El mercado resulta un monstruo, que es el alma de lo que Hobbes llama Leviatán, su verdadera interioridad y el ser humano un ser, que se realiza a si mismo y que puede realizarse a si mismo solamente porque asegura lo más posible esta auto-realización para todos los otros.
En ambos polos, sin embargo, puede aparecer junto con estas visiones de dioses y seres supremos terrestres un dios trascendente, un dios celeste.
Los dioses terrestres y el dios trascendente en la sociedad burguesa moderna
Hay un método muy marcado que sirve para lograr someter las religiones de los dioses trascendentes (dioses celestes) a la religión del mercado, que tiene el mercado como su dios que es terrestre. Se puede sintetizar estos actos de sometimiento del las religiones a la religión del mercado por la afirmación siguiente:
El ser humano es para el mercado y no el mercado para el ser humano.
El ser humano entonces es reducido a lo que hoy se llama capital humano. La canciller alemana Merkel lo formula de la siguiente manera:
La democracia tiene que ser “conforme al mercado” (marktkonform)
Eso es transformado en el contexto del capitalismo en el valor central, que define inclusivamente lo que se considera la voluntad de dios en esta tierra. El ser supremo para el ser humano es ahora el mercado - y el dinero y el capital.
La declaración de Santa Fe de 1979, que definió las líneas de gobierno de Reagan, lo expresó de la siguiente manera:
“Desafortunadamente, las fuerzas marxistas-leninistas han utilizado a la iglesia como un arma política en contra de la propiedad privada y del capitalismo productivo, infiltrando la comunidad religiosa con ideas que son menos cristianas que comunistas.”
Se trata exactamente de lo mismo. Al mismo resultado llegó en 1969 el Vicepresidente de EEUU después de un viaje por América Latina, al afirmar que hace falta considerar la teología de liberación como una amenaza para la seguridad nacional de EEUU. A esta afirmación seguía la gran persecución de cristianos en América Latina de parte del gobierno de EEUU junto con las dictaduras totalitarias de Seguridad Nacional en América Latina. En esta persecución, que se realizaba en las décadas delos 70 y los 80 del siglo pasado. En esta persecución se ha asesinado a tres obispos, muchos sacerdotes, se ha violado a monjas y se mató a varios decenas de creyentes cristianos de América Latina de la manera más bárbara.
Lo que se impuso es la fe en el mercado como único dios verdadero. Como resultado se tiene un dios que exige sacrificios humanos. Con la puesta de este dios en el centro de la sociedad actual se pone a la vez en el centro la necesidad de sacrificios humanos realizados en el curso de la vigencia de este tipo extremo de mercado total, que tenemos. Es el tipo que presenta el neoliberalismo, propuesto como pensamiento único a partir de la asunción del gobierno de EEUU por Ronald Reagan.
Se trata aquí de un enfoque, que empieza a darse con la publicación del Leviatán de Hobbes en el año 1651. Hobbes muestra al Leviatán como un dios terrestre mortal debajo del Dios eterno transcendente en el cielo. Este Leviatán no es ssimplemente el Estado, como muchas veces se traduce. El título del libro es: Leviathan or the Matter, form and Powert of Common Wealth. También Carl Schmitt presenta sin ninguna discusión Leviatán como nombre del Estado. Eso reduce el contenido del libro. La palabra inglesa Common Wealth No se puede normalmente traducir como Estado, aunque el Estado es parte. Pero igualmente el mercado, donde se produce la riqueza, es parte. El sujeto humano, al cual Hobbes se refiere, es el individuo y su propiedad. Este sujeto existe precisamente en el mercado. Por lo tanto, la diosificación del Leviatán en Hobbes incluye el mercado y no se puede restringir al Estado. Por eso, Hobbes puede decir, que el dinero es “la sangre del Leviatán”. El Leviatán, cuya sangre es el dinero, es sin duda el mercado, aunque esta palabra en el tiempo de Hobbes todavía no tiene el significado universal que hoy tiene. Hay mercados, pero ningún “el mercado”. Este viene recién con Adam Smith en el siglo XVIII.
Este concepto de diosificación del mercado, que Hobbes empieza a mostrar, es un concepto completamente moderno y es fundado por Hobbes. Se desarrolla después, pero a la vez sigue el mismo y sigue vigente también hoy. Esta diosificación es a la vez una gigantesca legitimación de los sacrificios humanos, que el mercado exige y que son defendidos en nombre del dios mercado y sus exigencias. El dios mercado promueve al mercado solamente en cuanto santifica a la vez los enormes sacrificios humanos que exige. Hoy ya es visible lo que serán estos sacrificios humanos especialmente en este siglo, que probablemente va a mucho más cruel y asesino de lo que ha sido el siglo XX pasado, si no ocurre algún cambio profundo.
Pero aparecen inclusive sectas curiosas como el evangelio de prosperidad (prosperity gospel) que crecen mucho a partir de los años 80 del siglo XX y que son esencialmente sectas que le inventan al neoliberalismo un dios que bendice al la persona en cuanto logra hacer ganancias en el mercado. Este dios puede ser también Cristo. Acompaña al dios mercado desde un mundo trascendente.
El intento de una respuesta: la crítica de la ideología como crítica de la religión
La respuesta tiene que partir de una inversión de lo que es la posición neoliberal hoy dominante. Por tanto tiene que decir:
El mercado es para el ser humano, y el ser humano no es para el mercado.
Eso es solamente otra formulación del: el ser humano es el ser supremo para el ser humano.
Viendo eso, se ve en seguida, que la crítica de la religión de Marx es resultado de una historia milenaria tanto del judaísmo como del cristianismo. Elabora de nuevo y de manera muy ampliada la vieja crítica de la idolatría de esta larga tradición. Pero esta tradición ha sido siempre muy precaria. En el mismo desarrollo sobre todo del cristianismo ha sido en gran parte marginada. En el momento histórico, en el cual Marx la vuelve a actualizar, estaba prácticamente olvidada (siglo XVIII y siglo XIX). Por eso Marx puede dejar de lado esta raíz histórica de su propia crítica de la religión y lo hace con mucha decisión.
Esta crítica de la religión de Marx tiene un profundo impacto sobre la teología cristiana sobre todo desde fines del siglo XIX hasta hoy. Estos teólogos se dan cuenta de una tradición, que se había marginado anteriormente. Eso lleva hasta un redescubrimiento de lo que Jesús había llamado el “reino de dios” y que es un concepto por lo menos muy cercano al concepto del comunismo en Marx, sobre todo en sus Manuscritos Económico-filosóficos de 1844. Por supuesto hay diferencias importantes, pero a la vez hay algo como familiaridad. Eso resulta bastante evidente si vemos el análisis que Sobrino y Ellacuría hacen de esta importancia del reino de dios hoy cuando lo interpretamos a la luz de lo que dicen los evangelios.[2]
Cuando hoy podemos pronunciar lo que Marx postuló cuando sostenía que el ser humano es el ser supremo para el ser humano y que hoy puede ser enunciada perfectamente como: el ser humano no es para el mercado, sino el mercado es para el ser humano, es muy visible la raíz histórica de lo que Jesús dice: el ser humano no es para sábado, sino el sábado es para el ser humano. La expresión actual es mucho más amplia en su significado, pero a pesar de eso el significado sigue el mismo. Lo que aparece es el humanismo de la praxis, que ya había desarrollado anteriormente, aunque ahora en una expresa elaboración de sus fuentes históricas. Aparece con la teología de liberación, sin embargo es formulado por el Papa Francisco de una manera, que demuestra a la vez sus raíces históricas en el cristianismo y judaísmo, pero a la vez su raíz en la propia tradición marxista.
“Dios es considerado por estos financieros, economistas y políticos, como no manejable, incluso peligroso, ya que llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud.”[3]
El Papa añade en el mismo discurso:
“La ética -una ética no ideologizada, naturalmente- permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de sus Países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: ‘No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos’” (Homilía sobre Lázaro, 1, 6: PG 48, 992D).[4]
Francisco pone en el centro lo que en la teología de liberación se llama la opción por los pobres. En este contexto pronuncia su formulación del humanismo de la praxis y sostiene que dios llama a ser humano a cumplir con eso. Lo sintetiza de la manera siguiente: llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. Es un llamado al ser humano a liberarse en un proceso de auto-realización que lo lleva a la liberación de cualquier esclavitud existente o por venir de cualquier ser humano. Es evidente que se trata del humanismo de la praxis, que también pronuncia Marx y lo hace por las palabras (ya citadas) siguientes: el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Se trata obviamente de lo mismo.
De hecho, este humanismo de la praxis está en el centro de cualquier liberación humana. El no es ni marxista ni cristiana, sino es lo humano, que puede llevar tanto el aspecto de ser cristiano o de ser marxista. En relación con eso la pregunta por si existe dios o no es secundaria. Eso vale tanto para Marx[5] como para Francisco.
En el pensamiento de liberación este humanismo es el centro, mientras para nuestra ideología liberal vigente se encuentra en este lugar central el mercado como ser supremo para el ser humano. Pero en los dos polos que aquí se enfrentan, hay la posibilidad da una postulación de un posible dios transcendente o celeste. Pero la imaginación de estos dioses son tan diferentes como es diferente la determinación de cada uno de los polos centrales de la sociedad. La exigencia de esta liberación expresada por el humanismo de la praxis tiene siempre su centro en la postulación de una democratización de la economía por una sistemática intervención en el mercado, que tiene que realizarse por medio del Estado como un Estado democrático.
La posición, que hoy la llamamos humanismo de la praxis, de alguna manera acompañó toda la teología de la liberación. Pero después del colapso del socialismo soviética en los años 90 llevó a profundas divisiones, que igualmente llevaron a conflictos. Hay dos grandes conflictos, que se produjeron. El primero, era un conflicto en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en el año 2005. El DEI era uno de los centros de la investigación y la formación de la teología de liberación en América Latina. Fue arruinado a partir de 2005 y perdió toda relevancia. En el año 2007 se dio una crisis muy parecida en Brasil que fue provocada por Clodovis Boff. Pero en este caso no logró imponerse.
Este humanismo de la praxis es lo que nos permite fomentar una cultura de nuestra realidad vivida, que responda a la reducción del ser humano a un simple capital humano, que no puede tener una cultura excepto la de la hamburguesa McDonald. La cultura de la realidad vivida, en cambio, es una cultura que vive en común y entre todos la realidad de la naturaleza externa al ser humano como un cuerpo ampliado del ser humano – de todos los seres humanos – y hacer presente este hecho en toda la vida humana. Y esta vida solamente se puede vivir entera si incluye conscientemente la vida corporal en el interior de este cuerpo ampliado, que es cuerpo ampliado de cada uno de los seres humanos. Eso es la verdadera amplitud del propio humanismo de la praxis.
[1] Karl Marx, La introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Crítica de la religión. En: Erich Fromm (comp.), Marx y su concepto del hombre. FCE, México, 1964, p. 230. El texto es de 1844.
[2] Jon Sobrino: Cristología desde América Latina. (Esbozo a partir del seguimiento del Jesús histórico). Ediciones crt. México 1977
Ignacio Ellacuría: Conversión de la iglesia al reino de Dios: para anunciarlo y realizarlo en la historia. Editorial Sal Terra Santander 1984
[3] Discurso del Papa Francisco a los embajadores de Kirguistán, Antigua y Barbuda, Luxemburgo y Botswana. Jueves 16 de mayo de 2013
[4] Esta cita de Chrysostomos la trae también Rosa Luxemburg en “Kirche und Sozialismus” (Iglesia y Socialismo) del año 1905.
[5] Tanto Marx como también Engels en su tiempo se pronuncian en contra de ciertas propuestas que quieren declarar el ateísmo como obligación de los miembros de uno de los partidos de izquierda. Marx nunca acepta la exigencia de una abolición de la religión. Su imaginación es, que después de la realización del comunismo las religiones van a morir, porque pierden su razón de ser. Eso lo afirma constantemente.
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