Franz Hinkelammert

Crítica de la religión y crítica de la ideología

Marx no hace primero su crítica de la religión para pasar después a la crítica de la ideología. Marx pasa desde la primera crítica de la religión a la crítica del capitalismo como religión. Es algo, que después Walter Benjamin vuelve a asumir.

Y esta religión, que el capitalismo es, Marx la desarrolla y critica en su teoría del fetichismo. Sin embargo, el capítulo sobre fetichismo en el primer tomo de El Capital, es solamente una pequeña parte de lo que es la teoría del fetichismo del capital. Esta teoría pasa por todo El Capital y los otros escritos de Marx. Yo la hice presente en la primera parte de mi libro: Las armas ideológicas de la muerte. Esta crítica del capitalismo como religión está siempre presente en la crítica de la ideología de Marx, como toda crítica de la religión en Marx, contiene a la vez una crítica de la ideología.

“Der Warengott ist der wahre Gott” (el dios mercancía es el Dios verdadero. En alemán la palabra que se utiliza para “Dios mercancía” es casi la misma palabra que se usa para “Dios verdadero”[1]). Este Dios verdadero, que es el dios del mercado, es a la vez el dios dinero. Los autores citados lo confiesan abiertamente. Pero esa no es la regla. La regla es; aplicar esta fe sin confesarla. Distribuyen huevos de kuckuk. Pero sigue la religión a pesar de eso.

Walter Benjamin asumió la crítica de Marx y volvió a darle a la crítica de la religión su lugar en la crítica de la ideología. Algo parecido hizo Rosa Luxemburgo. Combinaba constantemente crítica de la religión con la crítica de la ideología. Así hizo en sus artículos sobre el cristianismo. Pero ello son más bien excepciones.

Althusser declaró en cambio, que la teoría del fetichismo es ideología. Pero de hecho no lo es, sino que, siendo crítica de la religión, es a la vez, crítica de la ideología y por tanto un elemento central para la crítica del capitalismo. Esto hoy de nuevo se ha hecho visible. Se trata de una fe.

Resulta entonces, que la crítica del fetichismo es a la vez una crítica de la idolatría. En cuanto crítica de la idolatría es la continuación de la crítica de la religión del temprano Marx. En cuanto es ello, es crítica de los dioses falsos. Pero no critica en nombre de algún Dios verdadero. Critica en nombre de su constatación, de que: el ser humano es el ser supremo para el ser humano. Partiendo de este criterio, todo dios resulta un dios falso, si no acepta, que el ser humano, es el ser supremo para el ser humano. En cambio, si un dios lo acepta, no es dios falso, no es fetiche. Marx no desarrolla este argumento, porque está convencido, que la religión va a morir en cuanto se acepte, que el ser humano es el ser supremo para el ser humano. Se ve entonces, que la crítica de la religión de Marx puede  criticar dioses falsos, pero que no contiene según su propia lógica algún ateísmo dogmático. El ateísmo, si está afirmado, es simplemente hipotético. Por eso, el ateísmo de Marx no es agresivo y no puede serlo. La conclusión sorprendente es, que la posición del actual Papa expresada en su carta apostólica evangelii gaudium es compatible con la crítica de la religión de Marx. Aunque no lo diga con las mismas palabras, también sostiene, que el ser humano es el ser supremo para el ser humano.

1. El asesinato del hermano en la tradición judía.

En la tradición judía el asesinato fundante es un asesinato del hermano. (Caín, que asesina a Abel) Pero al considerar que todos son hermanos, se trata de un mito fundante de alcance universal. Es un conflicto entre Caín, que es el fundador de las ciudades y las civilizaciones, y Abel, que es miembro de la sociedad de nómades en el desierto. Caín sacrifica frutas, Abel carne.

Al preferir Dios el sacrificio de Abel, optó por la cultura más simple, pero más humana. Es opción por el pobre, por el amenazado y perseguido. La base de la cultura de Caín, que es cultura de ciudades y civilizaciones, es el asesinato del hermano. Es asesinato instituido, no ocasional. Es explotación.

En el texto original de la Biblia judía este asesinato es el primer pecado, que comete un ser humano.  Cuando comen del árbol prohibido, el texto no habla ni una sola vez de “pecado”, pero frente a Caín sí lo hace.

El texto dice:

“Yahveh dijo a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?” Contestó: “No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?” Replicó Yahve: “¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra.” Entones dijo Caín a Yahveh: “Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Es decir que hoy me echas de este suelo y he de esconderme de tu presencia, convertido en vagabundo errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará.” Respondiole Yahveh: “Al contrario, quienquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces.” Y Yahveh puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara. Caín salió de la presencia de Yahveh, y se estableció en el país de Nod, al oriente de Edén”.  (Gen 4, 9-16)

Con eso se establece un pecado –es decir: un crimen– sin que haya ley. Cuando Caín mata a su hermano, no hay todavía ninguna ley, y Dios, cuando considera a Caín un criminal y asesino, no lo puede hacer y no lo hace en nombre de ninguna violación de ninguna ley. Este Dios todavía no es autoridad en sentido de que haga las leyes. El asesinato  es crimen sin que haya ley que lo prohíba. Dios respeta eso. Él maldice a Caín, pero no lo condena. “Vagabundo y errante serás.” La ley posterior dirá: el asesino recibe como castigo la pena capital, es decir, que es matado como consecuencia de la violación de la ley que prohíbe el asesinato. Pero aquí no puede ser. Caín no violó ninguna ley, porque todavía no había una ley que prohíba el asesinato, pero cometió un crimen y en consecuencia es transformado en vagabundo errante, sin lugar propio. Pero, quien lo mate, es castigado por Dios siete veces. Y Dios le pone una señal para advertir a cualquiera. Con eso el mismo Dios establece el asesinato del hermano como el asesinato fundante, que posteriormente obliga que se pronunciara una ley.

Este crimen de parte de Caín es algo muy diferente de la violación de una orden de Dios a Adán y Eva de no comer del árbol prohibido. Una orden no es ley, y su violación no es crimen. El mismo texto por eso no habla de un pecado. Según el texto, el primer pecado humano es el asesinato de parte de Caín. El comer del árbol prohibido no constituye pecado. Pero tiene una consecuencia: implica la expulsión del paraíso. Este no es castigo, sino su consecuencia. Si se quiere; es causa del darse cuenta que no viven en un paraíso. En este sentido es liberación de una ilusión. Esta interpretación también la tiene Hegel, cuando dice: “En el paraíso solamente animales podían quedarse”.

El primer pecado el texto lo describe del siguiente modo:

“Yahveh dijo a Caín:... “Mas si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.” Caín dijo a su hermano Abel: “Vamos afuera.” Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano y lo mató”. Gen 4, 6-8

Ese es el asesinato fundante de la tradición judía. Este asesinato fundante  precisamente no es un asesinato del padre, que se transforma en asesinato fundante de las otras sociedades. El problema del asesinato del padre para esta tradición judía es un problema posterior, que no es fundante. No le dan importancia decisiva. Toda esta historia es mito fundante de la tradición judía.

2. La crítica del judaísmo de parte de Freud

Quisiera presentar unas citas de Freud referente a la fundación y la historia del cristianismo:

“Es notable la manera en que la nueva religión enfrentó la vieja ambivalencia contenida en la relación paterno-filial. Si bien es cierto que su contenido esencial era la reconciliación con Dios Padre, la expiación del crimen que en él se había cometido, no es menos cierto que la otra faz de la relación afectiva se manifestó en que el Hijo, el que había asumido la expiación, convirtiose a su vez en Dios junto al Padre, y, en realidad, en lugar del padre. Surgido como una religión del Padre, el cristianismo se convirtió en una religión del Hijo. No pudo eludir, pues, el aciago (unheilvolle) destino de tener que eliminar al Padre”.[2]

[...]

Sólo una parte del pueblo judío aceptó la nueva doctrina. Quienes la rechazaron siguen llamándose, todavía hoy, judíos, y por esa decisión se han separado del resto de la humanidad aún más agudamente que antes. Tuvieron que sufrir de la nueva comunidad religiosa –que además de los judíos incorporó a los egipcios, griegos, sirios, romanos, y, finalmente, también a los germanos– el reproche de haber asesinado a Dios. En su versión completa, este reproche se expresaría así: “No quieren admitir que han matado a Dios, mientras que nosotros lo admitimos, y hemos sido redimidos de esta culpa.”[3]

[...]

Adviértase entonces cuánta verdad se oculta tras este reproche. Por qué a los judíos fue imposible participar en el progreso implícito en dicha confesión del asesinato de Dios, a pesar de todas las distorsiones, es un problema que bien podría constituir el tema de un estudio especial. Con ello, en cierto modo, los judíos han tomado sobre sus hombros una culpa trágica que se les ha hecho expiar con la mayor severidad”.[4]

La posición de Freud es completamente trágica. El texto viene de una publicación de 1939 (Moisés y la religión monoteísta). Freud está desde 1938 prácticamente asilado en Londres. Se trata del último libro escrito por Freud y las citas se encuentran en la última página de este libro. Se pudo salvar de la persecución. Sin embargo, es incapaz de criticar a sus propios perseguidores. Tendría que criticar su propia psicología. Pero no está dispuesto, posiblemente tampoco es capaz. El complejo de Edipo, en la interpretación de Freud, adquiere una dimensión tremenda.

Freud da una –aunque sea más bien mítica– legitimación del antisemitismo, que él mismo está sufriendo. Sin embargo, su argumento es correcto siempre y cuando lo miramos tomando como criterio el propio pensamiento de Freud. En eso Freud es admirablemente consecuente. Él no esconde nada y afirma lo que sigue efectivamente. En eso sigue a la ética científica que ha tenido toda su vida admirablemente presente. Pero cuando más vemos eso, nos queda la gran pregunta: ¿por qué un resultado así no lo lleva a dudar de sus propias teorías?

Pero todavía más. ¿No tendría que haber llevado un resultado así a una discusión seria entre los mismos freudianos? No he encontrado en ninguna parte ni una mención del problema. Como ya dije, el texto aparece en un lugar muy especial, es decir, en la última página de su último libro. Por eso, hay que concluir que el mismo Freud lo considera un resultado fundamental, algo como un testamento. Freud se condena a sí mismo en la lógica expresa de su propio pensamiento. Da razón a sus perseguidores. Esto personalmente es para mí completamente incomprensible.

Freud parte visiblemente del asesinato fundante como asesinato del padre. Es su concepción del superyó social. Tiene dos ejemplos: su propia construcción del asesinato del padre original de la primera horda de hombres. Y la figura de Jesús, en El malestar en la cultura.

3. El asesinato fundante como asesinato del padre: Freud

Freud tiene otro asesinato fundante. No es el asesinato del hermano, sino el asesinato del padre. Conviene discutirlo, porque Freud critica la tradición judía desde un punto de vista determinado por una visión de la sociedad humana bajo el aspecto de un asesinato del padre, cometido por todos los hermanos juntos. Freud desarrolla eso en su libro Tótem y Tabú. El crea allí un mito que desarrolla el asesinato del padre como asesinato fundante de toda la sociedad humana. Es en nombre de este mito que Freud después critica toda la tradición judía.

Freud construye el concepto de una horda original humana  dominada por el padre, que es un déspota legítimo. Excluye a todos inclusive de relaciones sexuales, que él las monopoliza. Sus hijos dominados se levantan, lo matan y se lo comen. Pero eso los lleva a sentir este acto como un acto que implica una culpabilidad de parte de ellos. En consecuencia, se arrepienten. Y renuncian a lo que estaban ganando por su acción, en cuanto renuncian también a las mujeres ahora disponibles; con eso resultó la prohibición del incesto y la exogamia. Pero siempre es ley del padre, resultado de una expiación del asesinato del padre original.

Aparece la sociedad humana y con ello la ley en el sentido más amplio, inclusive las leyes de la participación en el producto común. De hecho, el asesinato del padre no implica ninguna violación de ninguna ley por el simple hecho de que no hay leyes todavía. Ahora vuelve el padre, pero representa ahora la ley de la sociedad humana. Es ahora producto de la expiación del crimen del asesinato del padre.  La ley que resulta es una ley que afirma la autoridad, esta vez por vía legal. Es ahora la autoridad del superyó, tanto el superyó social como el individual. Esta imagen del padre incluye a la vez lo que será la imagen de Dios. Asesinato del padre y asesinato de Dios van unidos, por lo menos en lo que Freud supone en su libro sobre Moisés.

4. De nuevo: Freud y su juicio sobre los judíos

En todo eso se trata del marco categorial que subyace a la manera de ver la realidad humana y social. Como ya vimos, la tradición judía ve desde el comienzo con Caín el asesinato del hermano como asesinato fundante. Freud, en cambio, desde el asesinato del padre como asesinato fundante. Ni discute el asesinato del hermano, y busca por todos lados  un asesinato del padre.

Por tanto, Freud sospecha que en la Biblia en las escenas en el paraíso se esconde un asesinato del padre. Después descubre posibles indicios de un asesinato del padre en el caso de Moisés. Hay lugares de la escritura, donde hay efectivamente indicios, aunque no una afirmación abierta. Pero eso no elimina el asesinato del hermano como el punto de vista categorial. Freud, en cambio, no ve eso y no lo comenta. Pero eso es lo específico de la cultura judía. Inclusive la problemática del asesinato del padre se interpreta a partir del asesinato del hermano.

Freud decía del antisemitismo:

“En su versión completa, este reproche se expresaría así: “No quieren admitir que han matado a Dios, mientras que nosotros lo admitimos, y hemos sido redimidos de esta culpa... Adviértase entonces cuánta verdad se oculta tras este reproche. Por qué a los judíos fue imposible participar en el progreso implícito en dicha confesión del asesinato de Dios, a pesar de todas las distorsiones, es un problema que bien podría constituir el tema de un estudio especial. Con ello, en cierto modo, los judíos han tomado sobre sus hombros una culpa trágica que se les ha hecho expiar con la mayor severidad”.[5]

Pero lo que se reprochaba por el antisemitismo del siglo XX (y los otros de alguna manera) era precisamente, haber puesto en el lugar central de su visión de la sociedad humana el asesinato del hermano. Eso es su culpa no solamente en la mira del antisemitismo, sino en general de la visión burguesa de la sociedad moderna. Y esa es la visión de Freud. Tomar este punto de vista del asesinato del hermano, es el pecado mortal que persigue la ideología burguesa en los judíos. Es la exigencia de una sociedad diferente, de otro mundo en la propia tierra ésta.

5. El asesinato del hermano como asesinato fundante

Lo que Freud no toma en cuenta, es el asesinato del hermano, que da lugar a la visión judía del mundo. Freud no menciona siquiera a Caín, pero tampoco a Abraham. Cuando habla del “pecado” del paraíso que según él también consiste en haber comido del árbol prohibido, supone que se trata de un asesinato del padre escondido y callado. Ni toma en cuenta que el texto del Génesis no habla de un pecado en el paraíso. Según este texto el primer pecado del ser humano es el asesinato del hermano Abel de parte de Caín. Después en la lectura del texto sobre la vida de Moisés encuentra indicios de que posiblemente Moisés fue efectivamente asesinado y este asesinato podría ser efectivamente un asesinato del padre, que fue escondido. Pero aunque, como creo, Freud en este caso puede tener razón, ya no le sirve como argumento frente al asesinato del hermano. De todas maneras sigue en primer lugar el asesinato del hermano, que posteriormente puede llevar a un asesinato del padre. Pero este padre es un padre posterior. El gran padre de los judíos es Abraham, y este no asesinó a su hijo a pesar de que un Dios se le pidió (este Dios que pidió el asesinato del hijo de Abraham en el texto bíblico no se llama Yahvé. Tiene el nombre de Dios, está abierto de qué Dios se trata. Puede ser también el Dios Baal, o  el Dios Mamón o cualquier otro que  lo pidió). En el mismo cuento del Génesis, Dios mismo le da la razón al padre Abraham por no haber matado a su hijo.[6] Abraham no se transforma en asesino. Después de no haber matado a su hijo y por tanto violado la orden de Dios, el mismo Dios Yahvé aparece y le hace un reconocimiento y su promesa. Como resultado, el hijo no tiene ninguna razón para asesinar este su padre. Freud no sabe cómo ubicar a este padre que es Abraham en su historia de Moisés y por tanto lo deja afuera. Esto mismo confirma Jesús:

“Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham”. (Juan, 8, 39 – 40)

Es el no-matar que cuenta para el evangelista Juan. Frente a este no-matar del hermano, inclusive padre e hijo, Abraham e Isaac, son hermanos. Su no-matar es el no-matar del hermano a la vez.

Lo que dice Jesús, es, que Abraham no mató. No dice lo que muchas veces la tradición le imputa a Abraham. Le imputa que estaba decidido y dispuesto a matar a su hijo, pero que Dios estaba contento con esta su “buena voluntad” y le ordenó por medio de un ángel no llevar a cabo este sacrificio.

Sin mayor duda, este ángel, que aparece en el mito, es la propia conciencia de Abraham. Si hubiera aparecido un ángel que le ordenara matar a su hijo, Abraham lo habría mandado de vuelta, porque sabía que eso no puede ser la voluntad del Dios. Por eso al final de este mito del no-sacrificio al fin de este mito aparece ahora el Dios con el nombre Yahvé. Al comienzo, el dios que le ordena sacrificar a su hijo, no se llamaba Yahvé, sino solamente dios, lo que puede ser cualquier dios, como ya habíamos visto.

Lo que muestra el mito del no-sacrificio de parte de Abraham es, que nunca es válida una decisión por la pura razón de que Dios ha hablado y dado la orden correspondiente. Soy responsable yo por mis actos, aunque haya escuchado la voz de Dios que me lo ordenó. Cuando Bush dice, que Dios lo dio la orden para agredir al Irak y hacer la guerra de Irak, sigue siendo responsable él y ningún Dios. Somos responsables nosotros por aquél que consideramos voluntad de Dios. Eso es. Al comienzo asume la voluntad de Dios que le expresa sacrificarle su hijo. Está por sacrificarlo, cuando se  da cuenta, que eso es un crimen. Y si es un crimen, no puede ser voluntad de Dios, por lo menos no legítima. Jamás un crimen deja de ser un crimen por la simple creencia, que Dios lo encarga. De eso se convenció Abraham y por eso no sacrificó. Que le dice un ángel eso, no cambia nada.  Un ángel, que hubiera dicho lo contrario, Abraham no lo habría respetado. Chiste alemán: Alemania tiene un Dios, según cuya voluntad todo lo que pertenece a sus vecinos, pertenece legítimamente a los alemanes. Si los alemanes siguen a esta voz como voz de Dios, son ladrones. Una opinión como esta ni se debe discutir, preguntando si es Dios cuya voluntad hacen los alemanes cuando conquistan a sus vecinos. Cuando un Dios dice algo así, es un Dios falso.

Por eso, nunca una orden o ley es legítima solamente porque se supone que Dios los haya pronunciado. Él que cumple una orden tal de su Dios, siempre sigue siendo responsable él y no su Dios en cuanto a lo que hace. Eso es Feuerbach y asumido por Marx. En el caso del anuncio mesiánico: el que lo hace, pronuncia la voluntad de Dios, pero no porque tenga determinada unción, sino porque lo que exige este anuncio es algo divino, es decir, algo que humaniza al ser humano, porque dice algo que corresponde  a lo que el ser humano es: el ser supremo para el ser humano. Si Isaías o Jesús quieren decir eso, cuando dicen hablar como ungidos de Dios, tienen razón. Pero no porque sean Isaías o Jesús, sino porque dicen lo que es lo humano que hace falta decir. Lo que dicen Isaías o Jesús no vale, porque ellos lo dicen, sino puede valer si el que los escucha, se convence, que es lo que hay que decir en este momento dado.

Eso ahora nos permite ver, lo que Freud quiere decir, cuando habla del padre y lo que dice la tradición judía.

Freud desarrolla una imagen del padre, que según Freud mismo ya está presente en la historia anterior. Una de las referencias históricas es el Rey Edipo de Sófocles. Lo voy a usar para precisar algunos niveles.

1. El padre mata a su hijo, aunque este se escapa sin que su padre se diera cuenta.

2. El hijo mata a su padre.

3. El hijo se transforma en rey, y como rey representa la ley. Esta ley según Freud empieza básicamente con la prohibición del incesto y la exogamia. Eso lleva a la constitución de la sociedad amplia. Por tanto lleva a la constitución de sistemas legales. Uno es por ejemplo el decálogo judío, otro la ley romana.

4. Los hijos de este padre entran en conflicto y los hijos Eteocles y Plinices se asesinan uno al otro.

Se trata de toda una dinámica de asesinatos entre padre e hijos. Se trata de una relación padre-hijo, que aparece con mucha regularidad. El mismo Zeus llega a ser el primero del Olimpo, porque asesina a su padre Cronos. Zeus de su parte nació sin conocimiento de parte de su padre, porque se sabía, que este lo habría matado por miedo de que le fuera a matar a él etc. En toda la visión de esta figura del padre siempre padre e hijo están por matar uno al otro y siempre porque suponen que el otro va a matar a él.  Pero el padre, cuando se impone, es el portador de la ley y el asesinato del padre  es la negación de la ley. Este padre ocupa el superyó, pero es a la vez todo el sistema legal fuera del individuo. Ocupa el lugar del superyó social, del cual Freud habla en el Malestar en la cultura. (Freud allí mencionaba como superyó mensual su padre original de su mito de los primeros hombres y a Jesús. Pero ve Jesús como Dios legislador.)

Esta es la figura del padre de la tradición griego-romana, de la cual parte Freud. Se trata a la vez de la tradición en la cual el asesinato del padre es el asesinato fundante, cuya negación constituye el individuo humano y la propia sociedad humana derivada de ella. Sin embargo, el padre presentado por Abraham es muy diferente. Podemos ver los puntos claves de la figura del padre arriba presentados, pero verlo ahora desde el punto de vista de Abraham, que los judíos consideraron su padre.

Hay los siguientes resultados:

1. Abraham como padre no mata a su hijo

2. El hijo de Abraham no mata a su padre

3. Abraham como padre no dicta ninguna ley, tampoco entrega ninguna ley de Dios.

4. Los hijos Abraham. Abraham tiene un solo hijo Isaac. Pero Isaac tiene dos hijos, Jacobo y Esaú. Entran en un conflicto, que podría haber sido un conflicto a muerte, pero Esaú perdona a Jacobo y ambos se abrazan. Jacobo tiene 12 hijos. 11 de estos 12 hijos venden al otro, que se llama José,  a extranjeros que pasan. Pero cuando lo vuelven a encontrar por una pura casualidad, teniendo él un gran poder, los abrazo a todos ellos y les perdona.

Resulta que Abraham como padre es lo estrictamente contrario del padre en la visión de la tradición griego-romana, que asume Freud. Por tanto, Freud en su análisis de Moisés presenta a Moisés como padre del pueblo judío, sabiendo obviamente, que para la tradición judía el padre es Abraham. Freud no menciona a Abraham y, como me parece, en ninguna parte justifica este hecho de intervenir de esta manera extrema la tradición judía. Sin embargo, desde su punto de vista, precisamente Moisés y no Abraham, tiene un gran parecido a la imaginación del padre en la tradición griego-romana. Moisés es efectivamente  un padre que impone una ley, que Moisés considera la ley de Dios. Cuando está por entregar esta ley, el pueblo judío en el desierto crea otro dios que no es el Dios de Moisés, y cuya ley es completamente otra que la ley de Dios que trae Moisés. Entonces Moisés  impone su ley a sangre y fuego. Llama a los “hijos de Levi” a matar unos 3000 judíos que habían venerado el becerro de oro.[7] (Éxodo 32,  25 – 29) Si se toma a Moisés como padre, eso es su asesinato del hijo. Por tanto Freud sostiene y lo hace con alguna probabilidad, que posteriormente este pueblo va a asesinar este su padre que es Moisés.

Sin embargo, los judíos siguen considerando a Abraham como su padre y se olvidan de esta catástrofe paternal con Moisés. Pero de todas maneras asumen ahora la ley, que Moisés les trajo y la asumen como ley de Dios, del Dios Yahvé. No eliminan la ley, pero no la ven como ley del padre, aunque sea de Dios. Es decir, no eliminan el Dios de la ley, pero erigen a su lado y en un lugar preferencial el padre Abraham y su Dios.

Si partimos de la figura del padre Abraham, llama muy pronto al atención el hecho, de que este padre Abraham no puede sustituir sin más el padre de la tradición griego-romana. La imagen del padre Abraham es una imagen crítica. No dice lo que es, sino lo que debería ser. Inclusive es posible decir, que es una figura utópica. Siempre este padre Abraham es alguien por reclamar, nunca está como figura realizada. El Dios griego-romano, en cambia, es como el Dios mortal de Hobbes. Es matado, pero siempre enseguida es recuperado, resucitado.

Hobbes presenta este Dios mortal en un momento en el cual está muerto en la figura del rey decapitado. Pero poco después ya resucita, aunque algo cambiado, en Cromwell y John Locke. En la tradición de Marx esta forma de continuidad recibe el nombre de “termidor”. El termidor es constante igualmente como el levantamiento en contra del Dios mortal como padre.

El padre Abraham nunca está, pero su ausencia está siempre presente, algunas veces más y algunas veces menos. Es la referencia crítica al otro padre, en nombre de la crítica del asesinato del hermano. No es el padre de la autoridad y de la ley sino el padre que enfrenta el asesinato del hermano. El padre como Dios mortal es el Dios de la lucha de clases desde arriba. El padre Abraham da una respuesta a esta lucha de clases desde abajo. Es el padre de la crítica del poder, del superyó individual y del superyó social. Es el padre del pensamiento crítico, que se identifica con el hermano asesinado, que muchas veces es precisamente la madre.

Este pensamiento crítico es el pensamiento frente al asesinato del hermano, del cual hace el asesinato fundante en el sentido, de que frente a él se constituye el pensamiento como pensamiento crítico. Lo que es el asesinato del hermano, del cual se trata siempre de nuevo, lo describe Bertold Brecht:

“Hay muchas maneras de matar. Se puede pinchar la guata de alguien con un cuchillo, se puede quitar a alguien el pan, se puede a alguien no ayudar en el caso de una enfermedad, se puede alguien poner en una vivienda mala, se le puede matar por medio de un trabajo malo e insoportable, se puede a alguien amenazar hasta que se suicide, se puede hacer una guerra etc. Muy poco de eso está prohibido en nuestro Estado.” Me-Ti. Buch der Wendungen

Se trata de eso: “Muy poco de eso está prohibido en nuestro Estado.” Para el pensamiento crítico se trata de las matanzas, que la ley no prohíbe y muchas veces no puede prohibir, pero que la ley legaliza.

Quiero mencionar sobre todo dos principios de justicia, que tienen una larga historia y que recuperan hoy de nuevo gran actualidad. Ambos tienen raíces en la tradición cultural judía de la crítica del asesinato del hermano.

1. El perdón de las deudas impagables. Se trata de un principio central de la enseñanza de Jesús y se encuentra en el rezo padrenuestro. Evidentemente, la ley pura del pago de la deuda permite cobrar la deuda sin ninguna consideración. De esta manera la deuda es transformada en un arma de destrucción masiva, un arma al servicio del asesinato del hermano. La decisión de realizar esta matanza la tomó el ministro de hacienda alemán, miembro de un partido que se llama cristiana, al condenar a Grecia  al pago destructor de una deuda impagable. Alemania que abolió la pena capital por los tribunales de la ley,  la abolió solamente para los tribunales. No abolió la aplicación de la pena capital al ministro de hacienda, tampoco a los bancos. Hoy Grecia es una semi-colonia alemana.

2. Principio de la justicia del salario. Este principio de justicia estipula, que ningún salario es justo, si al asalariado quien lo recibe, no le permite vivir dignamente. Jesús lo enseña en la parábola de los obreros de la viña, contenida en Mateo, 20, 1 - 16. Según esta parábola un dueño de una viña contrata obreros para el trabajo de la viña. El primer obrero trabaja todo el día, pero el señor también contrata posteriormente más obreros, al último una hora antes de terminar el día. Les dijo al contratarlos, que les va a pagar un salario justo. Al final pagó a todos el salario del día entero, también al último que solamente trabajó una hora. Lo consideró pago justo. Sin embargo, solamente es pago justo, si se toma en cuenta, que este día todos necesitaban un salario suficiente para vivir el día entero. Entonces aparece una justicia, que posteriormente Marx la llamó justicia del comunismo: Cada uno según sus capacidades, a cada uno para sus necesidades.

Es un juicio sobre el ingreso por el trabajo. Su justicia no se mide  por el cumplimiento de alguna ley, sino por la capacidad del asalariado de vivir dignamente. En ambos casos se trata de un conflicto entre el cumplimiento de la ley y la justicia del salario. La justicia que se pide es la justicia desde el punto de vista de la posibilidad de evitar el asesinato del hermano.

El asesinato fundante es el asesinato del hermano. Por tanto, evitarlo, está por encima de cualquier cumplimiento de la ley. San Pablo afirma precisamente este principio cuando dice:

“La fuerza del crimen es la ley”.[8] 1 Cor 15, 56

Resulta entonces, que la condena del asesinato del hermano se transforma en un principio de justicia general, que podríamos formular así: hace falta juzgar cualquier aplicación de la ley bajo el criterio, si se trata posiblemente de una acción que fomenta en nombre de la ley el asesinato del hermano. No se trata de abolir la ley, sino someterla constantemente bajo el criterio del discernimiento de esta ley a la luz de  asesinato del hermano como amenaza siempre posible para la validez de la acción. Eso no hace desaparecer el concepto de la ley que comparte Freud. La represión de las pulsiones es algo necesario y continuo y produce constantemente un conflicto entre las pulsiones y la ley, que las reprime y las recupera en un campo diferente, donde se hacen compatibles con la propia vida humana. Esta compatibilidad incluye las transformaciones de las pulsiones en sublimaciones. Es el desarrollo y la imposición de la ley y la autoridad. Pero libertad es discernir esta ley frente al asesinato del hermano en cumplimiento de esta misma ley. Eso Freud no ve.

En la lógica de esta amenaza para la validez de la acción de parte de la posibilidad del asesinato del hermano en cumplimiento de la ley, aparece siempre la propia lógica de la destrucción de la misma sociedad humana. El neoliberalismo en última instancia es una ideología del suicidio colectiva como resultado de un indiscriminado asesinato del hermano. Eso transforma todo este neoliberalismo en un gigantesco asesinato colectivo que desemboca en el suicidio colectivo. Se trata de una racionalidad enfermiza y global, que vuelve a aparecer en todos los ámbitos de la vida humana hoy. Se trata de la racionalidad irracional del sistema actual, que penetra todas su actividades: la familia, el mercado, todas las otras instituciones y desde mediados de los años 90 inclusive las guerras en contra del sistema imperial en el Cercano Oriente y en África. Este fenómeno no es “islámico” sino íntegramente moderno. Como fenómeno masivo nacieron estos asesinato-suicidios a fines de los años 70 en EEUU. Reflejan la irracionalidad de la racionalidad de nuestro sistema. Nuestra misma racionalidad es irracional. Es la racionalidad del asesinato del hermano, que produce la irracionalidad.

Frente a eso aparece hoy la reivindicación de una racionalidad, que canalice el propio conflicto: yo soy, si tú eres. Limita y canaliza las fuerzas destructivas del principio contrario, que es el principie de la competencia sin límites: Yo vivo, si te derroto. O, como ya empieza en la antigüedad: La única prueba de mi libertad es el hecho de que tengo esclavos. Libertad es, tener esclavos.[9]

6. Freud y su visión del cristianismo

Freud entonces tampoco ve  lo que es el problema del cristianismo. El cristianismo nace como una religión de hermanos, que todos se consideran hijos de Dios. Por tanto, la ejecución de Jesús en la cruz es en primer término un asesinato del hermano y de ninguna manera un asesinato de Dios o algo parecido. Sin embargo, este hecho no lo ve Freud. Dice:

“...el Hijo, el que había asumido la expiación, convirtióse a su vez en Dios junto al Padre, y, en realidad, en lugar del padre. Surgido como una religión del Padre, el cristianismo se convirtió en una religión del Hijo. No pudo eludir, pues, el aciago destino de tener que eliminar al Padre.”(3322)

El Jesús de este temprano  cristianismo ni expía ningún asesinato previo de algún padre. Él sufre un crimen del asesinato  por haber insistido en eso: de que el asesinato fundante es el asesinato del hermano.

Aquí Freud confunde. El cristianismo surgió como una religión del hijo, del hijo del hombre, y el asesinato de Jesús era en el origen un asesinato del hermano y de ninguna manera un asesinato de Dios. Jesús era también hijo de Dios, pero con él todos los seres humanos eran hijos o hijas de Dios, sea efectivamente o en potencia. Pero la constitución de la ortodoxia a partir de los siglos tres y cuatro (especialmente con el imperador Constantino y con Augustino) lo transformó de nuevo en una religión del padre, al asumir que Jesús es único hijo de Dios, al cual el padre mandó a morir en nombre de la “expiación” del crimen cometido al padre por los seres humanos. Con eso el cristianismo parecía ser de nuevo una religión del padre y la muerte de Jesús no un asesinato del hermano, sino un asesinato del padre en la persona de su hijo. En este sentido Freud tiene razón, como me parece.

Por tanto, el cristianismo cambia cuando el cristianismo iba a cristianizar el imperio en los siglos III y IV. Para cristianizar el imperio tenía que imperializar el cristianismo. Sin embargo, esta imperialización del cristianismo presuponía  asumir  el asesinato del padre como asesinato fundante en vez del asesinato del hermano. Toda la interpretación de Jesús como el Cristo ahora tenía que abandonar al Jesús hermano por el Jesús Dios, tercera persona del Dios trinitario. Es hijo de Dios en el interior de la Trinidad de Dios y se viste de cuerpo cuando quiere ir a la tierra. El cuerpo es su chaqueta, que pone. Lo que afirma Freud sobre Jesús, se refiere a este nuevo Jesús, que asume la expiación de la humanidad por el asesinato del padre. Ahora el asesinato de Jesús es un asesinato del padre en la persona del hijo único de Dios.

Ahora vale lo que Freud sostiene en la cita dada arriba. Aparece la unión de superyó,  dios mortal, padre escondido como superyó, sistema mercantil. El súper yo impone las leyes, el dios mortal impone estas leyes, son las leyes del mercado, que se esconden como padre-dios mortal-superyó-sistema mercantil. Jesús como superyó social, que sustituye al padre, identificándose con este padre. Eso es lo que asume el antisemitismo: esta sustitución del padre por el hijo que realiza el cristianismo frente a los judíos, que son hijos de este padre que Jesús sustituye y, de hecho, elimina. Y esta eliminación no es asesinato del padre, sino su sustitución. Lo que de hecho se elimina sin mencionarlo siquiera es precisamente el padre Abraham. Y el centro del antisemitismo será precisamente la eliminación de la consideración del asesinato del hermano como asesinato fundante, que implica la eliminación del propio padre Abraham.

Por tanto, ahora el pecado original es el asesinato del padre, frente al cual el ser humano se tiene que comportar. Resulta una expiación de esta culpa, para redimirla y volver todos los cristianos al padre. La ley del superyó es simplemente la ley que hay que cumplir porque es ley del padre, que es dios mortal etc., padre de poder absoluto, que renació (con el padre de cada uno). El mayor crimen resulta ser ahora no confesar la culpa del asesinato del padre.

Este problema todavía sigue hoy, aunque con la teología de liberación está planteado de nuevo. La amonestación de Jon Sobrino, un  jesuita teólogo de la Universidad  UCA en San Salvador, que desarrolló una cristología que de hecho parte del asesinato del hermano como asesinato fundante. Por tanto ve un la crucifixión de Jesús un asesinato del hermano. Ratzinger como Papa  le formuló una amonestación del Vaticano, en la cual se afirma:

“La relación de Jesús con Dios no se expresa correctamente diciendo que era un creyente como nosotros. Al contrario, es precisamente la intimidad y el conocimiento directo e inmediato que él tiene del Padre lo que le permite revelar a los hombres el misterio del amor divino” http://www.lr21.com.uy/mundo/249796-vaticano-condena-la-obra-del-teologo-jon-sobrino

Sin duda, Ratzinger está más cerca de Freud que de Sobrino.

El sujeto, que Freud construye, es un sujeto que es nítidamente individuo, en Freud hasta burgués. Es propietario y calculador del mundo en su alrededor. Tiene padre, pero el padre es ley, ley del mercado, convertible en superyó. Alrededor hay sujetos, pero ellos son objeto de sus cálculos. Frente a ellos tiene pulsiones instintivas y las activa, maximizando sus ganancias  y en general su provecho individual.

No tiene ningún otro que no sea simplemente objeto para él. Pero la visión judía es la visión de otro, que nunca se reduce a ser objeto simplemente. Este otro es el hermano. Con él tiene vida común que se puede expresar como: yo soy si tú eres. Por tanto, el otro es a la vez él mismo, su vida es vida plena si este otro u otra también tiene esta misma vida libre. No puede relacionarse con él sino afirmando la vida de ambos.

El superyó ahora se enfrenta no con un individuo, sino con un conjunto de individuos, que están en esta relación subjetiva expresada por el: yo soy si tú eres. A partir de esta su realidad se relativiza la ley en función de vivir ellos esta relación subjetiva, que es a la vez intersubjetiva. Toda otra relación sería de asesinato del hermano. El no-asesinato del hermano está por encima de cualquier cumplimiento de la ley, por tanto de cualquier individualidad. Eso es una cultura que existe como tal, aunque muchos no cumplan con ella. Este: yo soy, si tú eres está en el interior de la realidad a la cual la persona se refiere y no es una ley u otra ley. Es el criterio sobre la ley. El si tú eres es el otro, pero siempre también la propia naturaleza externa al ser humano es parte de este otro, que yo soy.

7. La visión neoliberal: La religión neoliberal del mercado y su crítica.

Pero hay otras construcciones de este mito de los primeros seres humanos. Nos puede interesar la construcción que presenta Milton Friedman en nombre del neoliberalismo. Friedman comienza su imaginación del mito de origen, del cual parte, con las palabras siguientes:

No es muy difícil obtener una unanimidad casi absoluta sobre la proposición de que hay que sacrificar la libertad de un hombre a asesinar a su vecino, para preservar la libertad del otro a vivir”.    Friedman, Milton: Capitalismo y libertad  Madrid 1966 p. 43-44

Si partimos de este texto hay que hacer un ajuste de la traducción. La traducción, de la cual se trata, habla de la “  libertad de un hombre a asesinar a su vecino”.  Traduce la palabra inglesa neighbor por vecino. En el contexto esta traduccion no es adecuada. La palabra neighbor tiene el significado tanto vecino como también prójimo. En el contexto, en el cual aquí habla Friedman, no puede significar sin prójimo. Habría que traducir entonces: “libertad de un hombre a asesinar a su prójimo”.

Se nota entonces, que Friedman declara esta libertad de asesinar al prójimo. Todo nuestra cultura occidental  afirma no el derecho de asesinar al prójimo, sino exige desde el comienzo de la tradición judía  el amor al prójimo. Cuando Caín asesina Abel, que es su prójimo, entonces es maldecido. Y Abraham es bendecido por no matar a su hijo Isaac. Friedman conscientemente anula toda esta tradición. Pero hace la  proposición de “sacrificar” esta libertad para “preservar la libertad del otro a vivir”.

Este sacrificio se realiza por la introducción de una ley, que constituye una institución. Es decir, no sacrifica esta libertad de asesinar al prójimo para sustituirla por el amor el prójimo, sino por la introducción de una institución, impuesta por la ley. Y esta institución es el mercado:

 El requisito básico es el mantenimiento de la ley y el orden, para impedir que un individuo use la fuerza física sobre otro individuo, y para hacer cumplir las obligaciones contraídas voluntariamente, dando sentido de esta manera a la palabra “privado””. Friedman op. cit. p. 29

De esta manera es el intercambio en los mercados, cuyas reglas y leyes limitan la libertad de asesinar al prójimo. Toda relación humana está entonces  canalizada por el mercado, y fuera del mercado no hay ni derechos ni obligaciones.  Sobre todo no hay derechos humanos, que podría intervenir los mercados. Lo que se hace cumpliendo con las leyes del mercado, está bien hecho. No se debe matar en los mercados, pero se puede dejar morir.

Esta soberanía absoluta del mercado, por supuesto, produce problemas. Si el mercado deja morir, el mercado ejerce injusticias. Friedman no reconoce injusticias de este tipo, aunque lleven a la muerte. La libertad de asesinar al prójimo sigue vigente. Por tanto, reclama la siguiente actitud:

En realidad, la causa principal de las objeciones a la economía libre es precisamente el hecho de que realiza tan bien sus funciones. Da a la gente lo que realmente quiere, y no lo que un grupo determinado piensa que debiera querer. En el fondo de casi todas las objeciones contra el mercado libre hay una falta de fe en la libertad misma”. Friedman, op. cit. p. 30

Hace falta “fe” en la libertad del mercado y aquellos, que acusan las injusticias del mercado tienen que aprender, que el mercado realiza bien su funciones, aunque ellos no logran vivir.

En el caso de que no aceptan este argumento de la fe, esta diferencia no se puede ni se debe solucionar por las urnas, es decir democráticamente:

Las diferencias fundamentales en cuanto a valores básicos no pueden resolverse en las urnas nunca o casi nunca; en última instancia, sólo pueden decidirse, aunque no resolverse, mediante un conflicto. Las guerras religiosas y civiles de la historia son sangriento testimonio de esta afirmación”. Friedman, op. cit. p. 41

Como se ve, Friedman reclama en este caso la legitimidad de la imposición de mercado absoluto y total a aquellos que resisten. Se entiende entonces, porque Milton Friedman en el caso de las dictaduras totalitarias de la seguridad nacional en América Latina estaba, sin  duda, de lado de los dictadores. Muy expresamente lo apoyó a Pinochet en Chile a partir del golpe militar de 1973.

Esta transformación del mercado en un objeto de piedad la hace muy expresa Hayek, el otro Gurú del neoliberalismo actual. Voy a dar una cita un poco larga, pero me parece necesaria para hacer ver este acto de fe que  sostiene al mercado:

“No existe en inglés o alemán palabra de uso corriente que exprese adecuadamente lo que constituye la esencia del orden extenso, ni por qué su funcionamiento contrasta con las exigencias racionalistas. El término “trascendente”, único que en principio puede parecer adecuado, ha sido objeto de tantos abusos que no parece ya recomendable su empleo. En su sentido literal, sin embargo, alude dicho vocablo a lo que está más allá de los límites de nuestra razón, propósitos, intenciones y sensaciones, por lo que sería desde luego aplicable a algo que es capaz de generar e incorporar cuotas de información que ninguna mente personal ni organización singular no solo no serían capaces de aprehender, sino tan siquiera de imaginar. En su aspecto religioso, dicha interpretación queda reflejada en ese pasaje del padre nuestro que reza “hágase tu voluntad (que no la mía) así en la tierra como en el cielo”, y también en la cita evangélica: “No sois vosotros quienes me habéis elegido, sino Yo quien os eligió para que produzcáis fruto y para que este prevalezca” (San Juan, 15:26). Ahora bien, un orden trascendente estrictamente limitado a lo que es natural (es decir, que no es fruto de intervención sobrenatural alguna), cual acontece con los órdenes de tipo evolutivo, nada tiene que ver con ese animismo que caracteriza a los planteamientos religiosos, es decir, con esa idea de que es un único ente, dotado de inteligencia y voluntad (es decir, un Dios omnisciente), quien, en definitiva, determina el orden y el control.”[10]

Hayek ve en el mercado un hecho “trascendente”.  Como tal Hayek lo ve del siguiente modo:

“En su sentido literal, sin embargo, alude dicho vocablo a lo que está más allá de los límites de nuestra razón, propósitos, intenciones y sensaciones, por lo que sería desde luego aplicable a algo que es capaz de generar e incorporar cuotas de información que ninguna mente personal ni organización singular no solo no serían capaces de aprehender, sino tan siquiera de imaginar”.

Esta entidad superhumana la ve entonces en su aspecto religioso:

“En su aspecto religioso, dicha interpretación queda reflejada en ese pasaje del padre nuestro que reza “hágase tu voluntad (que no la mía) así en la tierra como en el cielo”...

Eso es lo que dice esta persona partícipe en el mercado, que hace un acto de fe en la libertad del mercado. Lo que dice, se dirige al mercado como su objeto de piedad y al mercado le dice, lo que el padrenuestro dice del padre en el cielo: “hágase tu voluntad (que no la mía) así en la tierra como en el cielo”.

Pero Hayek sabe también, como este dios mercado responde. Se ve eso en la cita evangélica: “No sois vosotros quienes me habéis elegido, sino Yo quien os eligió para que produzcáis fruto y para que este prevalezca” (San Juan, 15. 26).

Esta es la respuesta del mercado al creyente que realiza el acto de fe en el mismo mercado. El padre ya no es una persona. Ahora es el mercado, y aquellos, que intervienen el mercado, son asesinos de su padre. Y a los asesinos del padre hay que asesinar. Eso por lo menos sostiene Pinochet, cuando dice, que los subversivos son asesinos de su padre. Este mercado es nuestro Dios hoy, que opera en nombre del neoliberalismo. Pero de hecho ya lo es desde Hobbes y Adam Smith. Se trata de lo que Marx llama la ley del valor, que devora toda la humanidad y la naturaleza. Es a la vez la ley de aquella religión, que el capitalismo es.

Quisiera aquí volver sobre un argumento, que desarrollé hace algunos años. Se trata de la ubicación de la ley del valor y de la ética del mercado, que esta ley del valor implica. En el fondo se trata del problema de la importancia de lo que dice el décimo mandamiento del decálogo cuando habla de la codicia. Es un problema de alguna manera parecido a lo que se refiere Aristóteles cuando habla de la acción mercantil de la maximización del dinero por dinero, que él llama la crematística, a diferencia de la economía. Dice que esta acción de multiplicar dinero para más dinero es en contra de natura. Se trata a la vez de un problema que subyace a toda la crítica de parte de Marx a la ley del valor. Cito el texto mío:

“La ley de la cual (Pablo de Tarso) habla sigue siendo por supuesto el núcleo de la ley como lo ve Pablo (de Tarso), es decir, los mandamientos seis al diez. Yo voy a destacar, sin embargo, sobre todo aquellos mandamientos que se refieren a la relación del ser humano con el mundo de las cosas. Esos son desde el séptimo hasta el noveno mandamiento (no matar, no robar, no engañar), frente a los cuales se encuentra el mandamiento que según Pablo es el más importante, es decir, el décimo mandamiento con su: ‘No codiciarás’. Lo hago porque por lo general este aspecto de la crítica de la ley de Pablo es completamente marginado.”[11]

En el mismo libro presento también la importancia, que este décimo mandamiento tiene en otros autores de la actualidad:

“Al aparecer a la conciencia de los límites – sea de la muerte, sea del acceso al mundo – también aparece el otro ser humano como un límite. Eliminar al otro aparece ahora como superación del límite de acceder al mundo en cuanto el otro es su dueño. (Eso es el contenido del décimo mandamiento. René Girard, pero también Lacan, lo consideran el mandamiento más importante.)”[12]

Pablo de Tarso da a este décimo mandamiento una expresión mucho más amplia, que ya no habla de un mandamiento. Dice Pablo:

“No se conduzcan por la carne, poniéndose al servicio de la codicia”. Rom 13,14

En esta forma aparecen dos maneras de cumplir las leyes mencionadas (no matar, no robar, no engañar). Una es, conducirse por la carne, lo que es, ponerse al servicio de la codicia y de esta manera violar el mandamiento, aunque no se viole la ley formal. La otra es, liberar el cuerpo frente a la carne y ponerse al servicio de la vida humana (en la visión de Pablo carne es normalmente algo negativo, es decir, es poner el cuerpo al servicio de la codicia (en alemán): den Körper der Gier unterwerfen. Pablo enfrenta a la carne que se pone al servicio de la codicia, la liberación corporal. Lo hace explícitamente en Rom 8,23[13]. Esta liberación del cuerpo está más allá de la codicia. Pero en términos legalistas, el sometimiento del cuerpo al servicio de la codicia no viola necesariamente la propia ley en términos formales.

Marx distingue también estas dos formas de comportamiento bajo la ley formal. Pero los distingue como diferencia de producción de mercancías: distingue entre la simple producción de mercancías y la reproducción ampliada (capitalista) de mercancías. Por tanto, no transforma esta diferencia en un problema ético. La transforma en una diferente forma de estructurar la propia economía como una economía sin uso del dinero. Hoy eso no sigue siendo posible, porque a todas luces mercado y dinero van a volver en cualquier forma de socialismo que se promueva. Eso explica, que hoy la misma discusión marxista vuelve a enfocar el problema como un problema ético[14].

De esta manera resulta, que la codicia es efectivamente la piedad y la beatería hacia los dioses terrestres. En la traducción marxista estos dioses terrestres son sobre todo el  mercado, el dinero y el capital. El joven Marx empezó a hablar de dioses terrestres, mientras reprochaba a Feuerbach no preocuparse sino de los dioses celestes. Posteriormente hablaba en relación a estos dioses terrestres más bien de fetiches. Pero de todas maneras para Marx son dioses, pero siempre los enfoca como dioses falsos de un tipo de ídolo. A estos dioses falsos Marx jamás los enfrenta con algún dios verdadero, sino siempre con el ser humano como ser supremo para el ser humano. Los dioses Marx los considera falsos, porque no reconocen al ser humano como el centro para cualquier referencia al mundo humano, y por tanto a todas las instituciones con los cuales el ser humano tiene que relacionarse. Para Marx ninguna institución puede ser un ser supremo. Sin embargo, como vimos en nuestro análisis de Hayek, para el pensamiento neoliberal precisamente las instituciones del mercado son el ser supremo, que sustituyen y someten al ser humano bajo su lógica. En ese sentido son ídolos y dioses falsos.

Eso significa, que los dioses terrestres no pueden ser tratados como Feuerbach trata a los dioses celestes y trascendentes. Como dioses celestes existen solamente en el grado, en el cual se cree, que existen. Si no se cree, no los hay. Marx comparte eso. Pero su diferencia con Feuerbach marca los dioses terrestres. Si existen o no, no tiene nada que ver si alguien cree en ellos o no. Existen, cuando frente a ellos el ser humano se comporta  entregando su vida, inclusive la vida corporal a la codicia. Tener esta codicia, es la fe en el mercado, el dinero y el capital. Es una fe real. Es una fe, que no necesita una confesión de fe, aunque muchas veces la hay. Para dar un ejemplo: Inclusive el jefe del US-Banco Goldman Sachs  sostenía que con su trabajo “realizaba la obra de Dios” (Süddeutsche Zeitung, 42.2.16). Pero tales confesiones de fe no tienen ninguna importancia relevante. La presencia de la fe está en última instancia en el hecho de que la codicia sea el principio para interpretar cualquier ética.

Este tipo de la fe es para Marx la fe en el fetiche. Los fetiches son dioses, que no tienen existencia metafísica u ontológica, pero sin embargo, están presentes en la acción humana. Como tales son un producto no-intencional de esta acción. Con palabras de Marx se podría decir: “Son producidos por los productores a sus espaldas”. El mismo Hayek hace una diferencia parecida. En la cita anterior, en la cual profesa su religión del mercado, hace eso mismo bien presente, insistiendo que no comparte el “animismo que caracteriza a los planteamientos religiosos”.

Eso solamente significa, que no comparte los planteamientos metafísicos u ontológicos que los planteamientos religiosos suelen tener. Pero eso es absolutamente secundario. Se trata de todas maneras de planteamientos religiosos, que incitan alguna piedad y que hacen, que todo el neoliberalismo resulta una gigantesca idolatría. Presupone, sin embargo, a la vez la consideración del mercado como fetiche. Se trata de una gran superstición, hasta una especie de blasfemia.

Se nota entones, que la visión que Hayek tiene de la religión del mercado es una simple inversión de la crítica de la religión de la cual parte de Marx. Marx descubre dioses falsos a los cuales contrapone el propio ser humano como el ser supremo para el ser humano. Hayek, en cambio declara estos dioses los únicos dioses verdaderos, a los cuales el ser humano tiene que someterse sometiendo toda su vida a la lógica de la institución del mercado, el dinero y el capital.

Lo que resulta es, que esta postura religiosa del neoliberalismo, hace que el sometimiento del ser humano a los dictámenes de la codicia, no desemboque en algún materialismo, sino en un idealismo extremo. Todo es espíritu, pero todo el espíritu es un espíritu del mercado, del dinero y del capital.

El conjunto de estas posiciones de Friedman y de Hayek ya está, sin embargo, contenido en la obra de Ludwig von Mises, fundador del movimiento neoliberal.

Todo esto conduce a la definitiva abolición de la totalidad de los derechos humanos. Si un neoliberal habla de derechos humanos, se refiere siempre a derechos del ser humano en cuanto participante en el mercado. Los neoliberales tienen esto como su base. De hecho, se mueven en la tradición de Hobbes, que declaró que el comonwealth (el sistema social que incluye tanto el Estado como el mercado) es el Dios mortal debajo del Dios eterno en el cielo. Le dio el nombre de Leviatán, cuya sangre es el dinero. De hecho, la sociedad burguesa siempre se ha presentado como este dios mortal.

8. El dogmatismo neoliberal y los “enemigos” de su sociedad

En la relación con otras corrientes de pensamiento, los neoliberales no aceptan casi ninguna discusión. En la Unión Soviética la referencia al pensamiento occidental era en términos de teoría burguesa o pensamiento burgués. En el “mundo libre” se hablaba de una manera muy diferente del pensamiento soviético.  No hablaba del pensamiento soviético o marxista, sino que intentaba negarle a todo pensamiento marxista hasta el carácter científico, como hizo Popper. Le negaba ser ciencia. Lo que hizo Popper, fue posiblemente, el mayor dogmatismo de la historia humana. No declaraba que este pensamiento sea falso, sino que no era ni siquiera científico. Se declaraba que solamente al pensar como Popper –es decir en términos de la falsabilidad de las afirmaciones científicas–, ese era pensamiento científico, todo lo otro no era simplemente falso, sino que ni siquiera era científico. Ello significa que ni hacía falta discutirlo en serio. Casi todo el mundo libre asumía eso y reducía hasta su propio pensamiento a declaraciones muy artificiales de “falsabilidad”.

En el contexto de este tipo de pensamiento Popper decía, mientras casi todo el mundo lo aplaudía que:

“La hybris que nos mueve a intentar realizar el cielo en la tierra, nos seduce a transformar la tierra en un infierno, como solamente lo pueden realizar unos hombres con otros.”[15]

Ciertamente, intentar realizar el cielo en la tierra puede transformar la tierra en infierno. Sin embargo, renunciar a la meta del cielo en la tierra, produce con toda seguridad el infierno en la tierra. Precisamente hoy con la estrategia de globalización estamos realizando este infierno en la tierra, una estrategia que no permite ningún tipo de alternativa u otro mundo como meta.

Pero este anti-utopismo de Popper fue reformulado después de comenzar el gobierno de Reagan. Reagan había hecho alianza con el fundamentalismo apocalíptico, que visiblemente es altamente utopista. Era obvio que hasta los conservadores tienen Utopías. El anti-humanismo ya no podía ser simplemente un anti-utopismo, como Popper concebía.

En el mismo sentido va la imaginación del anti-cristo de parte de estos fundamentalistas apocalípticos. Cuando se formó de nuevo este fundamentalismo a partir los años 1990 con el movimiento “Left behind”, la imaginación del anti-cristo pronunciaba el siguiente programa del gobierno de este anti-cristo como secretario general de la ONU: paz mundial y suficiente comida para todos. Según la visión de estos apocalípticos, nada peor podía proponer, es algo, que con seguridad lleva a la catástrofe. Alguien, que propone eso, en la visión de esta derecha apocalíptica puede ser solamente alguien profundamente malo. Solamente puede ser un anti-cristo.

En esta línea se desarrolla como su consecuencia el lenguaje de los directivos de la gran empresa. En Alemania hablan de los “Gutmenschen” (Buenos-hombres o quizás humanitarios) como el gran peligro para nuestra sociedad y economía actual. Estos Buen-hombres son todos aquellos, que quieren controlar e intervenir los mecanismos económicos actuales en nombre de una percepción humanista de la sociedad y de las relaciones humanas.  De hecho son considerados como anti-cristos, porque desde este punto de vista es el anti-cristo que quiere la paz mundial y al comida suficiente para todos. Estos Buen-hombres son el verdadero peligro. Frente a ellos  presentan al ser humano como esencialmente capital humano, al cual llaman “Ich-AG” (Yo-Sociedad Anónima). Cada uno como capital humano es su propia sociedad anónima, lo que nos asegura a todos el mejor mundo posible. Lo que haya detrás es la tesis, que todo lo que el mercado hace, es siempre lo mejor posible. Todo. Lo que se hace regulando el mercado, hace imposible lograr realizar lo mejor posible.

Eso es la eliminación de todos los derechos humanos. Los derechos humanos siguen vigente solamente en un solo caso: el caso de la legitimación de la guerra.

Cuando escucho esta reducción del ser humano a capital humano, recuerdo algo que viví en el año 1944 en la Alemania Nazi. Como niños fuimos muchas veces a la estación de trenes de nuestra ciudad para ver las locomotoras enormes pasando. Todos nos imaginamos ser en el futuro conductores de locomotoras. Un día vi escrito en la locomotora en el lugar, donde se guardaba el carbón, el texto siguiente: “Nuestra victoria final es segura. Tenemos el mejor material humano”. (Der Endsieg ist uns sicher. Wir haben das bessere Menschenmaterial).

Hoy llamamos eso ya no material humano, sino capital humano. El significado es el mismo. Y la inhumanidad también. Yo, cuando escucho la palabra capital humano, escucho a la vez y desde lejos la otra, material humano.

Aparece un “theatrum mundi”. Es la “voluntad contraria como enfermedad”. Es el asesinato-suicidio. Alguien toma un arma, mata a muchos que no conoce, para suicidarse después. El sujeto negado deja de ser capital humano y se presenta ahora como abismo del sujeto, que es al final su propia tumba. Pero dicen una gran verdad, que tampoco quieren decir: Asesinato es suicidio. Es la verdad, que es la única respuesta a la modernidad de hoy, que se llama globalización.[16] Pero no escuchamos esta verdad. La propia globalización ha sido transformada en un gigantesco asesinato-suicidio. Se asesina a las poblaciones y la naturaleza. Al final solamente puede estar el suicidio de aquellos que dirigen el proceso. Eso es nuestro “menetekel”. El final del imperio alemán nazi tiene ya mucho de eso. Mandaron a medio mundo a la muerte, para suicidarse los tres principales líderes después: Hitler, Goebbels y Göring.[17] Los muchos casos de asesinato-suicidios nos muestran casi diariamente lo que es el proyecto para el mundo entero implícito a la estrategia de globalización. No son nada específicamente islámicos. Son recuerdos siempre nuevos de lo que es nuestro proyecto vigente de globalización e inspirado por el neoliberalismo para el mundo entero. Cioran, uno de los autores predilectos de estos conductores del proceso, lo dijo bien claro:

“Como la catástrofe es la solución única, es justificado preguntarse, si no sea en el interés de la humanidad, desaparecer ahora mismo, en vez de agotarse por la espera y perder la fuerza al exponerse a una agonía larga, en la cual podría perder toda ambición inclusive aquella de desaparecer.”[18]

La actual denominación “populismo” es muchas veces cercana a este reproche. Precisamente lo es, como lo hace el tal llamado “populismo de izquierda”, cuando se reivindica derechos humanos. Porque para nuestra ideología dominante, que es neoliberal, no hay derechos humanos y su reivindicación revela precisamente que aquél, quien los reivindica, es de los “malos”. Bush vio allí the evil’s face. La única manera de reivindicar legítimamente derechos humanos  es en el caso de la legitimación de otra guerra de parte del mundo occidental, que se cree el mundo libre.

Eso es el reproche del populismo. Sobre todo del populismo de izquierda. El de derecha no importa tanto, porque no reivindica derechos humanos, sino se dirige en contra de ellos. Por tanto es compatible con la línea general de nuestra ideología dominante, que es de negación de los derechos humanos.

Toda esta manera de hablar constituye otra vez toda una visión del mundo. Se dice ahora: Lo bueno es lo malo. Cuando el correspondiente fundamentalismo se refiere al anti-cristo, que es la mayor figura del mal que se puede imaginar, menciona lo que es lo malo. El proyecto del anti-cristo es: la paz mundial y buena comida para todos. Lo bueno es lo malo. Eso es este proyecto. Donde aparezca hay anti-cristo. Por lo tanto, vale también al revés: lo malo es lo bueno. Quien quiere la paz, es malo. Lo bueno es; querer una guerra para la paz.

Jamás se arrepienten de las guerras hechas. Solamente se arrepienten de las guerras que no han hecho.

Ya Hitler resume bastante bien, lo que es esta visión del mundo:

“Vino el judío a nosotros. Trajo la idea bestial de que la vida tiene su continuidad en el más allá: se puede extirpar la vida en el más acá, porque sigue floreciendo en el más allá [...] Con el lema de la religión llevó la intolerancia a los lugares donde antes solamente había tolerancia y religión verdadera [...] El mismo judío, que en este tiempo llevó al cristianismo de contrabando al mundo antiguo y ha matado a esta cosa maravillosa, hoy ha encontrado de nuevo un punto débil: la conciencia moral afectada de nuestra sociedad (Mitwelt) [...] La paz la puede haber sólo por medio de un orden natural. El orden presupone que las naciones se entrelacen de tal manera que los más capaces tengan el liderazgo. De este modo, el perdedor recibe más de lo que lograría por un esfuerzo propio. El judaísmo destruye este mundo. La bestia, la maldad, la tontería, ayudan a tener la victoria [...] Por eso no debemos decir que el bolchevismo haya ya sido superado. Pero cuanto más rápido echemos a los judíos, más rápido estaremos fuera de peligro. El judío es el catalizador con el cual la leña prende fuego”.

Henry Picker,: Hitlers Tischgespräche. [Conversaciones de sobremesa de Hitler] Berlín, Ullstein, 1989, pp. 106 y ss.

9. El asesinato del hermano en el pensamiento de Marx

Si hoy buscamos donde se recupera el proyecto de una vida en nombre de la condena y el impedimento del asesinato del hermano, sin duda tenemos que concentrarnos sobre todo en Carlos Marx. Marx ve en el centro de su propio proyecto precisamente el asesinato del hermano como asesinato fundante por superar. Lo expresa ya en una de sus más tempranas publicaciones en su vida. Se trata del artículo Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Lo publica en la revista que se llama “Deutsch-französische Jahrbücher” (Anuarios Franco-alemanes) del año 1844. Se va allí de una manera clásica al tema. Dice:

"La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable." Fromm, Erich: Marx y su concepto del hombre. (Karl Marx: Manuscritos económico-filosóficos). FCE. México, 1964. P.23

Lo que él llama aquí su imperativo categórico es precisamente esta exigencia de no asesinar al hermano: “echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable”.

Esta formulación de Marx tiene antecedentes muy importantes  en una historia muy larga de este enfrentamiento con cualquier sociedad basada precisamente en el asesinato del hermano. Hay dos importantes, que me parece necesario mencionar aquí.  Ambas vienen de la tradición cultural judía. La primera es del profeta Isaías, del siglo VIII antes de nuestro tiempo. Dice:

“El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; día de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos que lloran, para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido”. (Isaías 61, 1 – 2)

La segunda viene de Jesús, según el evangelio de Lucas. Se trata de hecho de una cita del texto de Isaías, que cambia muy poco. Dice:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena nueva, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.” (Lucas 4, 18 -19)[19]

Lo que anuncian estos dos textos es prácticamente lo mismo que anuncia Marx en la segunda parte de su formulación. Se trata precisamente del hecho de partir de la denuncia del asesinato del hermano como asesinato fundamental y de las consecuencias que resultan de esta opción. Es lo que Marx expresa en los términos “echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable”.

Sin embargo, hay también una diferencia muy relevante, que muestra precisamente la primera parte del anuncio de Marx, que habla de “la doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre”. Marx habla de esta manera de la humanidad, que asume que el ser humano es el ser supremo para el ser humano. Las otras dos citas no hablan directamente desde el punto de vista de la humanidad, sino desde el punto de vista de un ser humano, que dice en la cita de Isaías “me ha ungido Yahveh”. Algo parecido afirma Jesús. Se trata posiblemente hasta de una persona que se puede considerar el Mesías.

En un tiempo bastante más tarde Marx vuelve a la problemática del asesinato del hermano como asesinato fundante que constituye toda una manera de ver la sociedad humana. Lo hace en un lugar muy destacado. Se trata al final de su edición del libro El Capital, que se editó la primera vez en 1867. Tiene en este tiempo un solo tomo. Posteriormente y después de la muerte de Marx Friedrich Engels compone dos tomos más a partir de manuscritos no publicados de Marx. Quiero presentar una cita, que se encuentra al final de todo su presentación de la crítica de la economía política. Esta edición tiene 25 capítulos. Pero los capítulo 24 y 25 forman más bien un anexo referente a la historia del capitalismo, en especial a lo que Marx llama la acumulación originaria. Con el capítulo 23 termina su teoría de la crítica de la economía política. La cita que me interesa consiste de las últimas frases de este análisis, con las cuales termina el análisis principal en el capítulo 23. Como se ve, se trata de un lugar muy especial. Es el final del análisis teórico de la más grande obra suya que Marx personalmente edita.

Escribe Marx:

“Y frente a la vieja reina de los mares se alza, amenazadora y cada día

más temible, la joven república gigantesca:

“Acerba fata Romanos agunt, Scelusque fraternae necis,”

El mismo Marx no traduce esta cita de Horacio al latín. Posteriormente fue traducida, pero de una manera muy problemática y confusa. En la edición de

El Capital en español se traduce de la misma manera como en la alemana:

Un duro destino atormenta a los romanos.  Y el crimen del fratricidio.

Aparentemente aquí el “duro destino” no es producto directo del “fratricidio”.

Esta traducción es falsa. Tendría que decir:

“Un duro destino atormenta a los romanos,  es decir,  el crimen del fratricidio”,

Si citamos las siguientes dos líneas, que Marx no cita expresamente, este significado se hace más obvio todavía:

“ut inmerentis fluxit in terram Remi sacer nepotibus crúor”.

“desde que corrió la sangre inocente de Remi a la tierra,  [hay] una maldición para los descendientes”.

 

Donde en las primeras dos líneas hablaba Horacio de un “duro destino”, ahora habla de una “maldición” para los descendientes.

Marx ahora denuncia este asesinato del hermano. Pero amplía el concepto del asesinato del hermano más allá del concepto que probablemente tiene Horacio. Horacio se refiere a Rómulo y Remo. Con eso hace alusión a la guerra civil romana, que ocurre en el tiempo de vida de Horacio. Horacio restringe el concepto de hermano a esta relación en el interior de un pueblo, que para él es el pueblo romano. Por tanto, matar a otro romano es asesinato del hermano, pero matar a un galo o un germano no lo es. Marx, sin duda, se refiere a un concepto de asesinato del hermano, en el cual todos los otros seres humanos son hermanos. En Marx es un concepto universal, que Marx, de hecho, imputa a Horacio. Pensando el asesinato del hermano en nuestra tradición occidental, se refiere más bien de hecho al mito de Caín y Abel. Podemos concluir, que Marx interpreta el texto de Horacio a la luz del mito de Caín y Abel, es decir, a la luz de un asesinato universal del hermano, cuyo mito corriente en nuestra tradición es el mito de Caín y Abel.

Eso es el asesinato del hermano, como Marx lo concibe, pero refiriéndolo al texto de Horacio  e interpretándolo por medio del texto de Horacio.

Es resultado es importante. Demuestra que Marx ve la sociedad humana en términos de la acusación  del asesinato del hermano como asesinato fundante. El lugar, en el cual Marx establece esta referencia al fin de su obra central de El Capital, demuestra, que quiere hacer ver toda su obra y todo su pensamiento como pensamiento desde la visión de asesinato del hermano como asesinato fundante. Entonces lo tenemos que ver como una obra a la luz de la tradición cultural judía, que está necesariamente en conflicto con la interpretación que hace Freud del asesinato fundante de la sociedad occidental por el asesinato del padre. Es entonces obvio, que Freud falla en su análisis de la tradición judía  y su referencia a un asesinato fundante. Ni ve y ni reconoce el punto de visto de la cultura judía.

Se trata de parte de Marx de una  referencia indirecta a Caín. Pero indirecta, porque, supongo yo, no se quiere inscribir en una tradición determinada solamente. Es una referencia, a la vez, a lo que constituye la dominación, que puede también denunciar el fratricidio pero que comete el fratricidio en nombre de la persecución de los fratricidas. (Eso, por supuesto, vale ya antes de Freud[20]) Más llama la atención, que Marcuse, cuando quiere vincular marxismo y sicoanálisis, no percibe siquiera esta relación. Lo mismo vale para Erich Fromm. Marx, en cambio, la parece tener presente. Pero igualmente llama la atención, que Pinochet después de su golpe militar decía: los subversivos son asesinos del padre.

Lo interesante es, que Marx en la cita anterior contrapone a la "vieja reina de los mares" (Inglaterra en su tiempo, EEUU en nuestra tiempo, Roma en la antigüedad) la "república gigantesca". Es la sociedad civil desde abajo, que constituye república y que no puede sino constituirse sin considerar el asesinato del hermano como asesinato fundante. Se trata de movimientos de emancipación.

10. De la liberación de los oprimidos hacia la liberación de los opresores

También hace falta la liberación de los opresores. Sería el resultado del: yo soy si tú eres. Incluir el otro deja de ser un sacrificio, sino se transforma en una auto-realización. Yo soy eso lo que hago, pero siempre estoy también en el otro. Y el otro en mí. Ser lo que soy no es – a la Nietzsche – la concentración sobre mí mismo y en este sentido una auto-realización reducida a  mí mismo como individuo con su voluntad del poder. Ser yo mismo es el: yo soy si tú eres. Sin embargo, la liberación de los opresores casi siempre es negada por los mismos opresores. Su liberación no es más que una posibilidad, una potencialidad (potencia). Hoy es tan totalmente negada, que provoca risa hablar de esta liberación de los opresores de ser liberados de su ser opresor. La gente más bien se muere de la risa. Y la amenaza de morirse de esta risa es bastante posible y probable.

Pero hay excepciones. Sin embargo, se encuentran sobre todo entre los poetas y escritores. En Alemania, por ejemplo, Erich Kästner en los años 20 o Bertold Brecht posteriormente.

Esta liberación de los propios opresores surge solamente donde se ve el mundo bajo el punto de vista de la crítica del asesinato del hermano como asesinato fundante. Cuando como asesinato fundante es considerado el asesinato del padre, lo que se instaura como absoluto es la ley en manos del superyó. Lo que resulta es la competencia como regulador único, que es simplemente el sometimiento de toda la sociedad bajo la voluntad del poder, sin ninguna validez de derechos humanos, que son sustituidos por derechos del mercado. La ley desnuda lleva a eso. La auto-realización es entonces la de Nietzsche: yo soy, si te derroto. La más convincente prueba de que soy libre es, que tengo esclavos. Nietzsche dice: Cuando vayas donde la mujer no olvides el látigo (en el Zaratustra). Eso significa: compruebo mi masculinidad tratando la mujer con látigo. Si no logramos movilizar frente a esta opresión la liberación del opresor, cualquier  emancipación del oprimido queda siendo provisional, como ocurrió en EEUU con la abolición de la esclavitud. Le sigue la separación, que es un apartheid que dura hasta los años 50 del siglo XX. Al cual siguió un racismo que todavía hoy tiene mucha fuerza. Los  esclavistas no se liberaron con el resultado de que la abolición de la esclavitud  después de más de un siglo no se ha logrado todavía de una manera satisfactoria. Hasta los neoliberales hoy todavía no aceptan la abolición de la esclavitud, diciendo, que ha sido ilegítima por el hecho, de que fue resultado de una intervención del Estado en la libertad del mercado. Tanto en los gurús neoliberales Milton Friedman como en Hayek se nota esta reserva frente al hecho.

El caso de Haití es paradigmático. La liberación de los esclavos no fue tampoco acompañado por una liberación de los esclavistas. Los esclavistas siguieron ser esclavistas aunque ya no tenían esclavos. Arruinaron donde podían a los haitianos, mataron cruelmente al gran liberador de los esclavos haitiano Toussant Louverture. Exigieron altos pagos de indemnización por la expropiación de los esclavos – una expropiación de capital privado – y lograron imponerlas con la amenaza de un bloqueo total y mortal. Aseguraron de esta manera que Haití con si liberación de los esclavos  le fue peor que en el caso de que no los hubieron liberado. Jamás les ocurrió que los haitianos podían pedir como mínimo una alta indemnización por muchas generaciones de reducción y sometimiento a la esclavitud.

Cuando hace algunos años había el gran terremoto en Haití con muchas víctimas humanas varios predicadores fundamentalistas estadounidenses – que se atreven llamar cristianos - dijeron en público sin protesta de público, que este terremoto era el castigo de Dios por su liberación de esclavos en el tiempo de la revolución francesa, es decir, como 200 años antes. Eso es lo que en estas democracias modelo la clase alta suela pensar.

Algo muy parecida ocurre con la emancipación de la mujer. También falta la liberación del opresor, que en este caso es el hombre. Creo que en muchos casos ha ocurrido. Pero es notable el hecho, que muchos hombres  quieren volver a la situación de antes, y como no lo logran, pasan a ser violentos. Desde los éxitos importantes de esta emancipación de la mujer sobre todo desde la rebelión de 1968 en muchas partes aumentaron muy notablemente los casos de la violencia interfamiliar, que normalmente vienen de parte del hombre. El hombre pasa a la acción de un asesinato-suicidio. Asesina a su mujer, muchas veces igualmente a sus hijos, para después suicidarse después.

El mismo neoliberalismo es un movimiento de este tipo. La economía posterior a la 2. Guerra Mundial fue sobre todo en Europa Occidental una economía  muy orientada por un sistemático intervencionismo en los mercados. Tuvo gran éxito, y mundialmente se inspiraba la política de desarrollo económico en este tipo de economía, que se extendió hasta los años 70. Las clases dominantes de estos países perdieron mucho de su poder arbitrario anterior. Lo aceptaron en función de la necesidad de ganar la guerra fría con la Unión Soviética. Pero ellas como las clases opresoras nunca se liberaron a sí mismos, sino apenas que se veía la victoria en la guerra fría, volvieron a  exigieron la misma arbitrariedad de antes. Habían renunciado a una parte importante de su poder arbitrario. Pero cuando ya no era una necesidad absoluta en su guerra de clases desde arriba, se concentraron ahora – desde el gobierno de Reagan en los años 80 – en la eliminación del estado social, cuya construcción ellos mismos habían apoyado. El neoliberalismo  se impuso ahora como ideología de una vuelta al capitalismo irrestricto, que todavía está en curso. Los opresores no se habían liberado, sino habían actuado humanamente para ganar una guerra inhumana (la guerra fría). Ganada la guerra, destruyeron en lo posible todo lo que se había logrado en el período post-guerra anterior. El opresor recupera mucho de su poder arbitrario perdido. La estrategia correspondiente se llama Globalización. Ha tenido consecuencias fatales que ahora se ven especialmente en el Oriente Medio y en África y en las corrientes de refugiados que ahora aparecen en todo el mundo. Pero pase lo que pase, se sigue esta estrategia que cada vez más se hace visible como una estrategia suicidal, y por eso a la vez asesino. Todo el mundo y toda la humanidad ahora se lleva al asesinato suicidio, que es el verdadero contenido de toda esta globalización.

Consecuencias parecidas vemos en cuanto a la política de colonización. Esta política tenía que aceptar la independización de la mayor parte de las colonias. Pero una vez independizados, se vuelve a establecer relaciones casi-coloniales que se apoyan en una cultura que sigue colonial, aunque los países estén políticamente independientes. Eso hoy llevó a análisis sistemáticos de esta colonialidad de la propia cultura y de la necesidad de recuperar culturas propias, sin dejar el hecho, que siempre se desarrollan en una cultura multinacional y plural.

Muy parecidos desarrollos se dan en el campo de las políticas frente al aumento de la destructividad de la cultura occidental frente a la naturaleza entera. En total resulta, que todo esfuerzo para lograr el respeto para los derechos humanos, es constantemente amenazado por la negación de los opresores a integrarse en una sociedad del respeto de estos derechos. Muy raras veces son capaces de liberarse los propios opresores y constantemente entran en su lucha de clases desde arriba para volver a recuperar su poder arbitrario perdido o amenazado.

Se ve en seguida la necesidad de la posición que se basa en la crítica del asesinato del hermano como asesinato fundante. Pero no se puede basar en una ley. El: yo soy si tú eres no es ley, sino el establecimiento de una regulación frente a los efectos de una ley de cumplimiento ciego. Da al mercado como rio un cauce. Necesita también leyes, pero no puede en ningún momento fiarse del cumplimiento ciego de leyes. En determinado momento cualquier ley  pierde vigencia en cuanto esta ley quita la vida a cualquier sujeto humano o a la propia naturaleza externa al ser humano.

Pero tiene que ser enfrentado, aunque no sirva enfrentarlo por una ley. Lo que Brecht aquí haca ver, es, que el hecho de que alguna acción haga imposible la vida de un hermano, hay que intervenirla, siempre viendo bien quien es el interventor más adecuado en un momento dado. Este momento, sin embargo, no puede ser definido por una ley, sino solamente por un principio del tipo: yo soy si tú eres.

Estos opresores, que no se pueden liberar de su ser opresores, recurren casi siempre a Nietzsche, para justificarse. En Nietzsche encuentran el pensador del mundo sin derechos humanos, lo que para Nietzsche y para ellos significa el mundo libre  Con Nietzsche dicen:

“¡Qué los débiles y los fracasados perezcan!, primer principio de nuestro amor a los hombres.  Y que se les ayude a morir.

¿Hay algo más perjudicial que cualquier vicio?  Sí; la compasión que experimenta el hombre de acción hacia los débiles y los idiotas..."  Obras inmortales. El Anticristo, Tomo I, 34

Y con Nietzsche celebran esta brutalidad como su redención, su liberación y su emancipación:

“.... tiene que venir a nosotros el hombre  redentor, el hombre del gran amor y del gran desprecio,...  su redención de la maldición que el ideal existente hasta ahora ha lanzado sobre ella (la realidad).  Ese hombre del futuro, que nos liberará del ideal existente hasta ahora y asimismo de lo que tuvo que nacer de él, alguna vez tiene que llegar...".  Genealogía, 109 y 110 Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, Alianza Madrid, 1972, 1. Parte, Nr.16

Viene el redentor, que nos redime de la redención, el liberador, que nos libera de todas las liberaciones, la emancipación, que nos emancipa de todas las emancipaciones, que se pueden concebir. Es el mesías a la Nietzsche. Esta es la dialéctica maldita de Nietzsche, que estos opresores viven.

De esta manera resulta  el resentimiento de los dominadores, cuya dominación está amenazada o ya hasta perdida. Se trata de un resentimiento, que en un pensador como Nietzsche es obviamente presente.

Eso nos toca hoy de parte de los neoliberales, como ayer nos tocó de parte de los fascistas. El fundador del Neoliberalismo Ludwig von Mises lo dice en el lenguaje burocrático que los neoliberales prefieren, en vez del lenguaje apasionado de Nietzsche:

"Se parte siempre de un error grave, pero muy extendido: el de que la naturaleza concedió a cada uno ciertos derechos inalienables, por el solo derecho de haber nacido."[21]

Es lo que Nietzsche llamaba liberarnos del “ideal existente hasta ahora”.

Es la negación más contundente de los derechos humanos que es posible imaginar. Sin aceptar esta afirmación de Mises, no se puede ser neoliberal. Los neoliberales no reconocen derechos humanos, sino casi exclusivamente derechos del mercado, dependientes del éxito en el mercado. Por eso el neoliberalismo es descendiente directo del fascismo en la forma del Nazismo alemán. Pero igualmente lo es de la filosofía de Nietzsche.


[1] Bolz, Norbert/ Bosshart, David: Kult-Marketing. Die neuen Götter des Marktes. Econ. Düsseldorf, 1995. p. 248

[2] Sigmund Freud: Moisés y la religión monoteísta. En: Obras Completas, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, tomo III, p. 3323. El título exacto sería: “El hombre Moisés y la religión monoteísta”. En alemán: Der Mann Moses und die monotheistische Religion. p.3323

[3] Ibidem, p. 3324.

[4] Ibidem.

[5] Ibidem. P. 3324

[6] Hinkelammert, Franz: La fe de y el Edipo occidental.

[7] El número 3.000 parece un número mágico. Vuelve en el cuento de Sansón. Este reventó el palacio de los filisteos una noche de gran fiesta, y, según el texto, mató – con ayuda de Dios – 3000 filisteos. (Jueces, 16, 27) El 11 de septiembre 2001 había un ataque a las Torres de New York, donde también se mató a 3000 mil personas. Casualidades que pueden extrañar.

[8] Pablo habla textualmente de pecado, no de crimen. Pero hoy nuestro concepto de pecado es muy diferente de lo que era en tiempos de Pablo.  En Pablo contiene el significado de crimen. Hoy el significado de la palabra pecado es lo que un joven adolecente le dice a su amiga: ¿por qué no pecamos un poco?

[9] Dice Ifigenia en Ifigenia en Aulide de Euripides: “Madre, los griegos han de dominar a los bárbaros, no los bárbaros a los griegos, que esclavos son unos, libres los otros”. En esencia, ésta sigue siendo la posición de nuestra sociedad. Esto es lo que hace tan urgente el pensamiento de la descolonización.

[10] Hayek, Friedrich A. La fatal arrogancia. Los errores del socialismo. Unbióm Editorial, Madrid, 1990.  

p. 125/126 [The fatal conceit: The Error of Socialism. (The collected Works of Friedrich August Hayek, Volume I) Chicago University Press, 1988

[11] Hinkelammert, Franz: La maldición que pesa sobre la ley. Las raíces del pensamiento crítico en Pablo de Tarso. Arlekin, San José: Costa Rica, 2010 p. 92 en la primera y la segunda edición.

[12] Hinkelammert, La maldición… op.cit. p.283 En la segunda edición de 2012 p. 327/329

[13] Pablo dice: estamos.… “esperando el día en que Dios nos adopte y libere nuestro cuerpo”. Se trata de liberar al cuerpo de la codicia.

[14] Ver por ejemplo el libro (en alemán): Wagenknecht, Sahra: Reichtum ohne Gier. Wie wir uns vor dem Kapitalismus retten. (Riqueza sin  codicia. Como nos salvamos del capitalismo) Campus Verlag. Frankfurt a/M 201. Ver también Duchrow, Ulrich / Hinkelammert, Franz: Transcending Greedy Money: Interreligious Solidarity For Just Relations. Palgrave macmillan.  New York, 2012 

[15] Karl Popper, Das Elend des Historizismus. [La miseria del historicismo] Tübingen l974, Vorwort, p. VIII.

[16] Ver: Hinkelammert, Franz: El sujeto, el anti-sujeto y el retorno del sujeto (interculturalidad y fundamentalismo). In: Hinkelammert, Franz: El asalto al poder mundial y la violencia sagrada del imperio. DIE. San José, 2003.

[17] Goebbels había anunciado eso ya antes: „Wenn wir von dieser Weltbühne abtreten müssen, werden wir die Tür zuschlagen, dass der Erdkreis erzittert“. (Si tenemos que abandonar este teatro del mundo, vamos a cerrar la puerta, para que tiemble el mundo). Eso mismo hoy está escrito encima de la estrategia de globalización.

[18] Emile M. Cioran: "Die elegische Viper. Zum Tode des großen Apokalyptikers Emile M. Cioran" (La víbora elegíaca. Para la muerte del gran apocalíptico Emile M. Cioran) Fankfurter Rundschau, 21.6.95

[19] Lc. 4:18-19.

Para el fundamentalismo apocalíptico esta proclamación mesiánica es, como vimos, el anticristo. Es la forma extrema de la declaración de Jesús mismo como el anticristo. Es Lucifer. Según Carl Schmitt, el mismo catéjon –aquella fuerza que según San Pablo retrasa la venida del anticristo– es el imperio. Otra vez la antiutopía que combate al anticristo. Visto desde la antiutopía todo el mundo está al revés. El catéjon de San Pablo, en cambio, es precisamente la proclamación mesiánica. Es lo que une desde el interior al mundo. Es, según los primeros capítulos de la primera carta a los corintios, la sabiduría de Dios enfrentada a la sabiduría del mundo. Se trata del juego de las locuras que San Pablo establece: la sabiduría de Dios es locura cuando es vista desde la sabiduría del mundo. Pero la sabiduría del mundo es locura a la luz de la sabiduría de Dios. La sabiduría de Dios es locura divina.

[20] Ver por ejemplo, el drama de Friedrich Schiller: Wilhelm Tell. (Guillermo Tell). Gira alrededor de la problemática del asesinato del padre y el asesinato del hijo.

[21]Mises, Ludwig von: La mentalidad anticapitalista. (primera edición 1956) Madrid, Unión Editorial. 2011 p.78/79

“The worst of all these delusions is that idea that “nature” has bestowed upon every man certain  rights. According to this doctrine nature is openhanded toward every child born.” Mises, Ludwig von: The anti-capitalistic mentality. The Ludwig von Mises Institute. Auborn, Alabama, 2008.(1956)  p.80

 

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