Desde
muchos años en América Latina aparece la discusión sobre el sujeto, sobre el
ser humano en cuanto sujeto. Su surgimiento tiene mucho que ver con la crítica
a un concepto del sujeto, que es anterior. Era el concepto de un sujeto social,
como clase social o movimiento popular. Eso estaba unido a la concepción de
clases y movimientos como sujeto de cambio o sujeto de revolución.
Sin
desechar completamente tales concepciones del sujeto, apareció con la crítica
otra dimensión del sujeto. Podríamos decir también – inclusive con Camus:
sujeto como rebelión. Rebelión no implica necesariamente revolución, pero es
necesariamente una actitud de distanciamiento, de la cual nacen respuestas.
Toda alternativa presupone esta rebelión.
La discusión de esta nueva dimensión del
sujeto aparece en América Latina desde los años ochenta y en el DEI hemos
abierto una plataforma de discusión correspondiente desde este tiempo. Sin
embargo, cuanto más se imponía en el mundo la tal llamada estrategia de
globalización, más se hacía necesaria
esta referencia al ser humano como sujeto, y específicamente como sujeto negado
por la lógica de este proceso. Todas las crisis provocadas por este proceso de
globalización – la crisis de la exclusión, del socavamiento de las propias
relaciones sociales y del medio ambiente – están íntimamente relacionadas con
esta negación del sujeto humano.
Hablamos
mucho de la necesidad de alternativas frente a esta estrategia y discutimos las
posibilidades de tales alternativas. Evidentemente hace falta hacer tales
discusiones y en el DEI hemos intentado de participar en ellas. Pero estas
discusiones dejan un vacío. ¿Por qué hace falta alternativas? ¿Qué es lo que
nos mueve hacia ellas?
La
respuesta cínica hoy en boga es, que no hay nada en juego. Aunque se hable de
valores como la justicia o otros, estos valores están en conflicto con una
realidad, a la cual solamente distorsionan. Son simples “juicios de valor”, que
ninguna ciencia de la real puede sostener. Aparece el realismo del tipo de la
“Realpolitik”, que se nos enfrenta desde Bismarck hasta Kissinger. Valores nos
impiden ser realistas: eso es el cinismo al cual nos enfrentamos. De esta manera, todos los movimientos
alternativos son tildados de altamente irrealistas, peligrosos. Impiden ser
realistas.
Frente
a esta postura de realismo político, no sirve repetir valores. Se transforman
en simple sermón del domingo. Pero de esta manera, nuestra discusión y presión
por alternativas pierden su sustento. Hace falta esta discusión y presión, pero
igualmente hace falta, darles un sustento. Hay que dar razón del por qué de las
alternativas. Esta razón no la podemos dar simplemente como supuesto, aunque
nos parezca obvia. De hecho suponemos la vigencia de valores, que están
disolviéndose. Se trata de una disolución, que socava cualquier posibilidad de
sostener alternativas frente al actual sistema de globalización.
El sujeto como dimensión del ser humano.
Aquí
entra la discusión del sujeto como dimensión del ser humano. En vista de eso,
quiero presentar algunos resultado – resultados obviamente provisorias – que
están surgiendo. Se trata de hacer ver, que el tal llamado realismo político de
la Realpolitik es completamente ilusorio. La política correspondiente a la
estrategia de globalización nos lleva en nombre de este realismo falso nos
lleva a situaciones cada vez menos sostenibles hasta a la perspectiva de la
autodestrucción de la humanidad. Es el propio realismo que se propaga que está
desembocando en ilusiones destructoras.
Recuperar
hoy el sujeto negado, no es un juicio de valor, es la exigencia de recuperar un
realismo perdido. Por tanto, quiero resumir las perspectivas de la recuperación
del sujeto, como nos aparecen hoy.
Hay una formulación muy escueta de eso. La da Desmond Tutu,
el obispo anglicano sudafricano que ha tenido un papel clave en la lucha en
contra del apartheid en África del Sur:
"Yo
soy solamente si tu también eres".
Es el
sentido de la humanidad de los africanos llamado ubuntu: “Yo soy un ser humano
porque tú eres un ser humano.”
No se
trata de una afirmación moral o ética, aunque se puede sacar conclusiones sea
morales o éticas. Pero la afirmación es una afirmación sobre la realidad en la
cual vivimos como seres humanos. "Yo soy solamente si tu también
eres" es una afirmación sobre lo
que es y en este sentido es un juicio empírico. Sin embargo, de esta afirmación
sobre la realidad siguen comportamientos. Pero es la realidad, que los exige y no un juicio de valor. En este
sentido, es un llamado al realismo, no a valores. Un realismo del cual se
derivan determinados valores, en cuanto optamos por este realismo afirmando
nuestra vida. Puedo optar al revés. Entonces tengo que asumir el suicidio –
aunque sea a plazo – como consecuencia del asesinato del otro. El realismo es,
dar cuenta de esta disyuntiva y optar por vivir.
La
frase de Tutu implica la siguiente afirmación sobre la realidad: asesinato es
suicidio. Se nota entonces, que la afirmación “asesinato es suicidio” no
implica de por sí ninguna ética determinada. Caracteriza la realidad como realidad objetiva y se basa en un juicio
empírico. La caracteriza como realidad circular: la bala, que disparo sobre el
otro, lo atraviesa para dar vuelta a la tierra y para pegarme a mi mismo en la
espalda. La globalización aumenta solamente la velocidad de la bala y acorta el
intervalo entre el disparo y la vuelta de la bala en mi espalda. Este intervalo
se hace cada vez más corto y se va a poner más corto todavía.
Sin
embargo, el juicio empírico que lleva a la conclusión de que asesinato es
suicidio no se basa en un cálculo. Ningún cálculo lleva a este resultado. Se
trata de un juicio del tipo que David Hume llama una “inferencia de la mente”.
Es un juicio, que caracteriza la realidad entera como realidad redonda. Va por
encima del cálculo. Es un postulado de la razón práctica.
Por
eso la conciencia de la globalidad de la tierra se llama: asesinato es
suicidio. En el interior de esta globalidad solamente podemos afirmar nuestra
vida. Al hacerlo, surgen las alternativas y su necesidad.
Por
eso, se trata del juicio constitutivo de cualquier resistencia. Pero no
solamente de la resistencia. También del cinismo. La opción al revés se puede hacer, pero
desemboca en el cinismo.
Sin
embargo, aparentemente hay otra posición, que niega este hecho de que asesinato
es suicidio. Es la posición subyacente al cálculo de interés en nombre del
mercado. El cálculo del interés sostiene un juicio contrario. Es el juicio:
derrotando al otro, salgo ganando. Por tanto: asesinato no es suicidio.
Pero implica igualmente un juicio de caracterización de la realidad entera, una
inferencia de la mente en sentido de David Hume. Sostiene, que la bala, que disparo
sobre el otro, lo atraviesa sin volver hacia mí. Salgo ganando al derrotar y,
al fin, asesinar al otro. Toda la teoría burguesa de la competencia presupone
eso. Subyace el concepto de un mundo linear y plano, precopernicano, que en un mundo que se hace cada vez más global
y por tanto redondo, parece sumamente simplista. La lucha a muerte en la
competencia de los mercados es proclamada como motor del interés general. La
lucha por asesinar al otro es vista como fuente de la vida. Vicios privados – virtudes
públicas. Es la mano invisible que nos asegura, que la realidad es tal, que el
asesinato no es suicidio. También eso es un postulado de la razón
práctica, contrario al primero.
Aparecen entonces dos postulados de la razón
práctica contrarios. El uno es: asesinato es suicidio y el contrario sostiene:
asesinato es afirmación de la vida de parte del asesino. Si los dos postulados
resultan de juicios empíricos y si sus resultados son contrarios, uno de los
dos tiene que ser falso. Pero juicios de hecho, que siempre son juicios basados
en el cálculo de intereses y por tanto juicios parciales, no pueden decidir.
Hace falta una opción, que no es ética. Es una especie de apuesta de Pascal.
Pero esta opción implica otra vez un juicio de caracterización de la realidad
entera, una inferencia de la mente. Es el juicio de que el realismo de
sostenibilidad de la vida humana no puede darse sino a partir del postulado:
asesinato es suicidio.
Este
postulado lleva a fundamentar una ética, en cuanto surge el ser humano como
sujeto para afirmar su vida. Se hace sujeto al afirmar la lucha por no
asesinar como fuente de la vida, de la cual puede nacer el bien común. Pero
tiene que luchar. En esta lucha por no asesinar aparece la necesidad de
una ética de la vida. Es lucha a partir de una rebelión: me rebelo, luego
existimos. Nos rebelamos, luego podemos
existir. La lucha por una sociedad en la que quepan todos los seres humanos y
la naturaleza también, es la consecuencia. Igualmente es consecuencia el hecho,
de que esta lucha no es posible sino como lucha solidaria. Pero el norte es
siempre la orientación en una realidad en la cual asesinato es suicidio.
Eso es
entonces el ser humano como sujeto, en cuanto retorna: afirma su vida en un
realismo basado en el postulado: asesinato es suicidio. Hacerse sujeto es, por
tanto, de antemano un acto intersubjetivo. No hay sujeto solitario, y el
yo-sujeto rompe los límites del yo-individuo.
A
partir de este análisis es claro, que lo que vivimos es la negación del sujeto.
Pero el sujeto negado no deja de existir. Aparece ahora en la forma del
anti-sujeto, del odio al sujeto, del sujeto que se niega a sí mismo, de la
autodestrucción del sujeto. Negatio positio est. Pero la positio refleja lo
negado en forma invertida. No sale de la negación, sino la refuerza.
Hay
una frase famosa de Goya: El sueño de la razón produce monstruos. Tiene una
ambivalencia, porque sueño se puede referir al soñar o al dormir. La quiero
transformar sin pretender necesariamente que eso corresponde a la intención de
Goya. Entonces sería: El soñar de la razón produce monstruos. Pero sigue
ambivalente en cuanto a lo que significa razón. La transformo otra vez: El
soñar de la razón instrumental-calculadora produce monstruos.
Efectivamente,
la irracionalidad de lo racionalizado se hace invisible por la fabricación de
monstruos. Son monstruos que representan en forma invertido el sujeto negado.
Produce monstruos y está en el interior de su producción.
El
anti-sujeto como proyector de monstruos.
Desde
los años ochenta aparece una febril fabricación de monstruos de parte del
sistema de globalización. Parece ser la otra cara de este sistema. El sueña
monstruos. Los fabrica frente a cualquier obstáculo que aparece en su camino y
que considera una distorsión.
Después de la guerra del Golfo, la defensa de
los derechos humanos se ha transformado en un acto subversivo, en contra del
cual está la misma opinión pública. El movimiento de paz fue denunciado como el
verdadero peligro, la guerra de ahora en adelante en cambio fue presentado como
"Guerra para la Paz", como "intervención humanitaria", como
único camino realista de asegurar la paz. Se habla el lenguaje de Orwell:
"Guerra es Paz, Paz es Guerra." Quien está en favor del respeto de
los derechos humanos y de la paz, es denunciado como partidario de Hussein,
como totalitario, se le imputa la culpa por Auschwitz, se lo pinta como
pro-Nazi, se le imputa la voluntad de querer desatar una guerra mucho peor que
esta guerra, como partidario del terrorismo. ¿Acaso no quiere aquél, que exige
el respeto a los derechos humanos y la paz, que perezcan más ciudadanos
estadounidenses o hasta que Israel sea el objeto de un nuevo holocausto? La
señora Robinson tenía que renunciar como responsable de los derechos humanos en
la ONU porque reivindicaba los derechos humanos de los prisioneros de la guerra
de Afganistán, llevados a un campo de concentración en Guantánamo y
desaparecidos en este hoyo negro de los servicios secretos de EE.UU., donde
ahora, como parece, son objetos de experimentos médicos inconfesables - el
Occidente no hace nada sin servir al progreso. ¿Acaso ella no mostró que era
una simpatizante?
Aparece
la proyección de monstruos. Cuando se proyecta el monstruo en Noriega, Noriega
es transformado en el centro mundial del tráfico de drogas y en el jefe
superior de todas las mafias de drogas existentes o por haber. Es transformado en el dictador sangriento, el
único, que todavía existe en América Latina. Si desaparece, por fin el tráfico
de drogas puede ser combatido y la democracia está segura en el mundo. Hoy el
monstruo Noriega de nuevo se ha reducido a sus dimensiones reales y normales.
Ha sido un dictador corriente, que en el tráfico mundial de drogas no era más
que una figura de tercera categoría, que además logró esta posición por medio
de la DEA, la policía anti-droga del gobierno de EE.UU.
La pregunta es: ¿Ha sido
esta proyección del monstruo un simple bla-bla, o significaba algo real?
Ciertamente, no dice gran cosa sobre Noriega, pero ¿sobre quién podría decir
algo?
Cuando el presidente Bush
(padre) decía sobre Hussein, que era un nuevo Hitler, quien había montado el
cuarto ejército más grande del mundo amenazando con conquistar toda la tierra,
el proyectaba un monstruo en Hussein. Hussein también ha sido reducido hoy a dimensiones
mucho más pequeñas. No es el criminal único, que era Hitler y su ejército
estaba indefenso frente a la fábrica de muerte, que el ejército de EE.UU. montó
al lado de su frontera.
Otra vez la proyección
del monstruo en Hussein, que hacía de él un Hitler, no nos dice mucho sobre
Hussein.
En el último tiempo el
monstruo se llamaba Bin Laden, señor de una conspiración terrorista mundial
omnipresente. Sin embargo, igualmente se
ha desinflado y se habla apenas de Afganistán. Parcialmente lo sustituye Arafat,
y se vuelve a resucitar a Hussein como Monstruo parte de un "eje del
mal".
Todos estos monstruos van
pasando, dándole la mano uno a otro. Pero el camino, por el cual aparecen,
designa el blanco de una fábrica de muerte, que lucha en contra de ellos. Es
una fábrica de muerte, que aparece ya con el ataque a Libia en los años 80 y
con la invasión de Panamá en 1989. Pero con todo su potencial destructivo se
hace presente en la guerra del Golfo. Sin embargo, esta fábrica de muerte es
tan perfectamente móvil como las fábricas de maquila presentes en todo el
Tercer Mundo. Puede ir a cualquier lugar. Después de la guerra del Golfo se
movió a Serbia, destruyendo también este país. Después so movió a Afganistán,
dejando detrás una tierra quemada. Ahora aparece, aunque cambiada, en
Palestina, para producir también allí muerte y desolación. Busca nuevas metas.
El Tercer Mundo tiembla y nadie sabe bien, hacia dónde se desplazará. Puede
volver al Irak, puede moverse a Colombia. Sus ejecutivos ni excluyen a China ni
a Rusia como posible lugar de producción de muerte de parte de esta fábrica de
muerte.
Los
momentos de la baja de la bolsa de valores en Nueva York son momentos
predilectos para el funcionamiento de la fábrica de muerte móvil. Cuando
empieza a producir muertos, la bolsa empieza a vivir. La bolsa resulta ser un
Moloc, que vive de la muerte de seres humanos.
Es
evidente, que hacen falta monstruos para legitimar el funcionamiento de esta
fábrica de muerte. Estos monstruos tienen que ser tan malos, que la fábrica de
muerte se haga inevitable y única respuesta posible. Pero hay solamente
adversarios, que de ninguna manera son monstruos. Por tanto, se produce
monstruos para proyectarlos en ellos. Todos son monstruos del momento, que
sirven para dar aceite al funcionamiento de la fábrica de muerte.
Sin
embargo, hoy se está visiblemente construyendo un supermonstruo, una Hidra,
cuyas cabezas son estos monstruos del momento. Se corta las cabezas y a la
Hidra le nacen nuevas. La fábrica de matar tiene que perseguirlas para
cortarlas también. La manera de hablar sobre estas masacres, revela lo que son.
Se habla casi exclusivamente de "liquidar", "eliminar",
"extirpar" y "exterminar". Es el lenguaje de todas las
fábricas de muerte del siglo XX.
Se
trata hoy de la construcción de una conspiración mundial terrorista, que actúa
por todos lados y en cada momento y que lleva un apellido solamente, cuando su
cabeza se levanta. Tiene entonces el apellido de Noriega, Hussein, Milosevic,
Arafat o Bin Laden y tendrá muchos más. Estas conspiraciones monstruosas y
proyectadas las conocemos del siglo XX. La primer mitad es dominada por la
construcción del monstruo de la conspiración judía, inventada por la Ojrana,
policía secreta de la Rusia zarista antes de la primera Guerra Mundial. Otra
era la conspiración comunista a partir de la II. Guerra Mundial, - que antes se
había considerado como parte de la conspiración judía mundial en cuanto
"bolchevismo judío" - a la cual Reagan se refería como "reino
del Mal". Una conspiración parecida se construyó en la Unión Soviética con
la conspiración trotzkista. Terminada una conspiración, el poder necesita otra
para poder desenvolverse sin límites y sin ser amarrado por algunos derechos
humanos. Parece, que hoy y para cierto futuro la conspiración terrorista le
dará este instrumento del ejercicio absoluto de su poder. Ya se empieza a
incluir en esta conspiración terrorista mundial a los movimientos de los
críticos de la globalización, que han surgido desde Seattle, Davos, Praga,
Génova y Quebec, y se han renido en los últimos dos años en Porto Alegre. Sin
embargo, corremos el peligro, que al fin estos monstruos devoran a todos y, por
tanto, también a aquellos, que los proyectaron en los otros. Son muertos, que
ordenan.
La
concepción de la conspiración mundial terrorista hoy está tomando rasgos muy
parecidos a lo que era la conspiración mundial judía en la primera mitad del
siglo XX. El antisemitismo nunca fue la persecución de una minoría, siempre se
persiguió la mayoría. Pero se lo hizo en nombre de la minoría judía. El
antisemitismo sirvió para denunciar cualquier resistencia como acto judío,
aunque no participara ningún judío. Por eso inclusive el bolchevismo era
“bolchevismo judío”. Eso mismo se está construyendo hoy con el mundo islámico.
Se lo usa como puente para denunciar todo el mundo en nombre de la respuesta a
un supuesto terrorismo islámico. Al-Qaeda ya es el descendiente de esta
función, que antes cumplían los judíos. Aparece en todas partes, aunque no
esté. Ya nos dicen, que se reunió en el sur de América Latina en la triple
frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina. Supuestamente Al-Qaeda está
colaborando con las FARC en Colombia. Pero igualmente se publicaba, que
Al-Qaeda ha estado preparando atentados al Papa, lo que los lleva al umbral de
ser asesinos de Dios. Inclusive aparece una campaña que denuncia al propio
profeta Mahoma como terrorista. Es evidente, lo que significa: todos los
terroristas, sépanlo o no, siguen a Mahoma. Es previsible que durante el
próximo Foro Social Mundial se va a publicar la participación de miembros y
simpatizantes del Al-Qaeda. Pero no se trata de ningún choque de culturas. Se
trata de la difamación de una cultura en nombre del ataque a todas las
culturas. Como durante el antisemitismo todo el mundo con tendencias disidentes
estaba bajo la sospecha de estar implicada en el “pecado de los judíos” o en la
“locura judaica”, aparece ahora su implicación en alguna supuesta locura
islámica. La fuerza de convicción parece ser la misma. Subliminalmente puede jugar
un papel en esta transformación el hecho de que también los árabes, entre los
cuales nació el Islam, son semitas. Ya en las cruzadas se identificaron
israelitas con ismaelitas, que era el nombre para los árabes. Este nuevo
antisemitismo se dirige en contra de estos ismaelitas. Hoy el peligro es
evidente de que va a resultar un proyecto parecido de aniquilamiento más
devastador todavía.
Detrás
de una conspiración mundial siempre está el diablo universal. El actual
presidente Bush, por tanto, se presidenta como predicador en contra del diablo
de manera parecida como ya lo hizo Reagan, y en sus enemigos ve “the evils’s
face” (La cara del malo o del diablo). En su reciente viaje al Balkán visitó
Bucarest en Rumania y habló tanto de Hussein como de Ceausescu como dictadores
que nos muestran este “evil’s face”. La lucha en contra de la conspiración
mundial se revela, por tanto, como un gran exorcismo. Al hablar de este
exorcismo, Bush decía, que antes de empezar a hablar había visto en arco iris,
del cual concluyó: "God is smiling on us today" ( Dios hoy nos
sonríe).
[1]
Cuando
se hace hoy esta propaganda anti-diablo, no se trata de algo simplemente
metafórico. El diablo de Bush es el monstruo que la razón instrumental produce
al soñar. Todo lo que se percibe como distorsión de esta marcha de la razón
instrumental desatada, aparece en el soñar de esta razón como diablo. A través
de Bush el propio sistema está soñando su diablo. Para Goya era Napoleón con su
diablo respectivo, que era el enemigo de la diosa razón de la revolución
francesa. Las mismas conspiraciones mundiales son parte de este soñar de la
razón instrumental, que arrasa con el mundo.
Bush
viene de la sociedad de EEUU, que hoy probablemente es la sociedad más
fascinada del mundo por las luchas con el diablo en todas las dimensiones de la
vida humana. En muchos movimientos cristianos fundamentalistas los servicios
religiosos tienen enteramente el carácter de exorcismo. Eso invade ahora la
política mundial, que pierde su racionalidad al ser transformado en lucha
contra del diablo, cuya cara es la conspiración mundial terrorista fabricada en
función de esta transformación del imperialismo en lucha con el diablo. Como
hay que hacerse monstruo para luchar en contra del monstruo, ahora hay que
hacerse diablo, para poder luchar en contra del diablo también. Monstruos
fabricados, diablos fabricados y proyectados. Por tanto, no hay límites para
esta lucha. Todo es lícito.
Estas proyecciones de monstruos no nos dicen
nada o casi nada ni de Bin Laden, ni de Al-Quaeda, ni de Arafat, ni de Hussein.
Tampoco sobre ninguna conspiración pretendida. Entonces ¿sobre quién nos dicen
algo?
Efectivamente, no son
completamente vacías, ni son simple mentira. Aunque estas proyecciones no dicen
nada o casi nada sobre Bin Laden, Arafat o Hussein, dicen algo. Dicen algo
sobre aquél, quien hace estas proyecciones, y dicen poco sobre aquél, en el
cual se proyectan. Cuando el presidente Bush (padre) describía a Hussein como
un Hitler, cuando toda la población de los EE.UU. le seguía en eso y cuando al
fin toda la comunidad de las naciones casi sin excepción seguía a esta
proyección del monstruo en Hussein, eso nos dice algo sobre el presidente Bush,
sobre los EE.UU. y sobre la situación de la comunidad de las naciones.
Pero siempre hay que
suponer algo, que subyace a este tipo de proyección y que es: Para luchar en
contra del monstruo, hay que hacerse monstruo también. Ya Napaoleón decía:
"Il faut opérer en partisan partout où il y a des partisans". (Para
luchar en contra del partisano, hay que hacerse partisano también).
Posiblemente, desde ambos
lados en lucha se hace la proyección mutua del monstruo, uno frente al otro.
Ambos, por tanto, se hacen monstruos, para luchar en contra de su respectivo
monstruo. Pero, sin embargo, eso no significa que ambos tengan razón. Al
contrario, ahora ninguno tiene razón, aunque ambos se transforman en monstruo,
para poder hacer esta lucha. Porque la proyección polarizada es la creación
mutua de la injusticia en nombre de la justicia, - "justicia infinita"
- que actúa por ambos lados de manera igual. Nunca es cierta, ni siquiera en el
caso, en el cual el otro, en el cual se proyecta el monstruo, parece realmente
un monstruo. La mentira es un producto del mismo mecanismo: hacerse monstruo,
para luchar en contra del monstruo.
Este
monstruo es el anti-sujeto. Proyecta el monstruo en los otros, para callar el
sujeto. El sujeto no desaparece, sino es transformado en este antisujeto, que
proyecta los monstruos en otros para hacerse monstruo también. Resulta entonces,
que la negación del sujeto produce monstruos que son el sujeto substitutivo.
Son fetiches. Pero fetiches viven y actúan.
Como resultado aparece la racionalidad del pánico, que
Kindleberger describe tan magistralmente:
"Cuando todos se vuelven locos, lo racional es
volverse loco también".
[2]
Se trata de una lógica resultante de las fuerzas
compulsivas de una competencia totalizada, que se encuentra en un movimiento
vacío. Es esta racionalidad de la locura, que tapa las salidas. Kindleberger lo
afirma de la manera siguiente:
"Cada participante en el mercado, al tratar de
salvarse a sí mismo, ayuda a que todos se arruinen"
[3].
Si cada uno ayuda a que todos se arruinen, cada uno ayuda a
que el mismo se arruine también. Porque cada uno es parte de todos. Uno tapa al
otro la salida. Todos persiguen el monstruo y se transforman en monstruos, para
poder perseguir al monstruo. La realidad se pierde de vista y, por
consiguiente, es destruida.
Pero cuando uno tapa la salida al otro, la competencia
cambia su lógica. Como ya no hay salida, cada uno hace la carrera para
asegurarse que sea el último que caiga. Aparece una lucha a muerte, que no
busca salidas, sino que busca ser este último que caiga. Se han cerrado los
horizontes y todos han ayudado para cerrarlos. Se ha renunciado a la salida
para que el más poderoso se imponga como el último que caiga. Lo hace con la
vaga esperanza de que, si aparece por alguna razón una salida, él la puede
aprovechar todavía.
En el Coliseo de Roma se jugaba un juego cruel, que parece
una parodia a esta situación, que hoy se ha producido mundialmente. En este
juego se mandaba 100 gladiadores a la arena. Tenían que luchar
indiscriminadamente entre sí, hasta que no quedaba nadie con vida. Y si quedaba
el último, se lo degollaba. Pero había una vaga esperanza. El emperador en
último momento podía levantar el pulgar como señal de poner fin al juego y el
último salía con vida. El juego se llamaba “sine missione”.
[4] No es nuestra
famosa misión imposible, sino es un juego sin misión. Por eso, se puede
traducir su nombre también como “sin sentido”. Hoy hay juegos electrónicos que
parecen una copia de este juego del Coliseo.
[5]
Todo el mundo hoy está jugando este juego sine missione,
que resulta hoy mucho más cruel que en el tiempo de los romanos. Monopolizar el
agua, monopolizar el trigo, monopolizar el petróleo, monopolizar los genes,
monopolizar todo es el medio para aplastar a los otros. Por eso la lucha no es
por algún interés específico, sino por el todo. El imperio trata de determinar aquellos
que pueden sobrevivir como últimos y determina por fin al último que caerá.
Aparece también la vaga esperanza del último gladiador, de que haya un
emperador que deje salir al último levantando su pulgar.
Son esperanzas que funcionan como narcóticos. Bush (padre)
decía 1992 en la conferencia sobre el medio ambiente en Río:
"Aunque exista calentamiento del aire, los países
ricos encontrarán soluciones gracias a su tecnología."
[6]
Aquí el emperador es la ilusión de un progreso tecnológico
capaz de subsanar los daños que la propia tecnología en su aplicación
indiscriminada está originando. Los fundamentalistas cristianos de EEUU, que
acompañan este fundamentalismo del mercado, tienen otro emperador para levantar
el pulgar en el caso del último que queda después de esta tribulación: Cristo
viene.
Se sabe, que asesinato es suicidio. Pero se trata de
extender el intermedio entre asesinato y suicidio, para poder seguir
asesinando.
Aquí aparentemente el sujeto está asumido por el
anti-sujeto sin capacidad de retorno.
Aparece
un “Hoyo negro”. Después de la reciente detención de al-Nashiri, sospechoso de
ser un alto dirigente de Al-Qaeda, la CNN dio la siguiente noticia:
Sin vacilar, un US-oficial dice,
“El ha sido de alguna ayuda en términos de información.”
La clave para lograr
información consiste en encontrar el punto débil de al-Nashiri, como lo dice
Cindy Capps del Centro para Estudios de Contrainteligencia (Center for
Counterintelligence Studies).
“Cada persona
tiene un botón que se puede apretar” decía Capps, un ex -especialista del FBI
para interrogatorios. “Tienes que encontrar este botón.”
[7]
Buscan
el botón, y todos sabemos lo que eso significa. Sin embargo, las palabras del
especialista en torturas tienen un referente, que nos hace aparecer la parodia.
Georges Orwell en su novela “1984” nos presenta a O’Brien, el torturador del Big Brother, y que
reflexiona muy perspicazmente sus
métodos de tortura. Hace la siguiente reflexión:
—Me
preguntaste una vez que había en la habitación 101. Te dije que ya lo sabías.
Todos lo saben. Lo que hay en la habitación 101 es lo peor del mundo.
[8] (297)
—Lo peor del mundo—continuó O'Brien—varía de individuo a individuo.
Puede ser que le entierren vivo o morir quemado, o ahogado o de muchas otras
maneras. A veces se trata de una cosa sin importancia, que ni siquiera es
mortal, pero que para el individuo es lo peor del mundo. (298)
—El dolor no basta siempre. Hay ocasiones en que un ser humano es
capaz de resistir el dolor incluso hasta bordear la muerte. Pero para todos hay
algo que no puede soportarse, algo tan inaguantable que ni siquiera se puede
pensar en ello. No se trata de valor ni de cobardía. (298/299)
Es difícil decir, si el torturador Capps es
una parodia de O’Brien, o O’Brien una parodia de Capps. Sin embargo, no puede
haber mucha duda de que O’Brien es el instructor de Capps. Capps aprendió
concientemente con O’Brien, y el O’Brien de Orwell se ha transformado en el
tipo ideal del torturador para los torturadores de hoy. Llegó a ser un ideal
para la aproximación.
Es el ideal del sujeto negado sin retorno.
Capps-O’Brien apuntan a esta meta: el sujeto torturado convertido al amor al
torturador. También los torturadores tienen un gran ideal. Es el ideal del
infierno en la tierra.
La propia razón instrumental sueña y está
soñando estos monstruos. ¿Por qué lo hace? En su marcha por el mundo – la estrategia de globalización es la hasta
hoy última etapa de esta marcha de los Nibelungos – sueña a todos los
obstáculos para esta su marcha en forma de monstruos por exterminar. Con eso
todas las alternativas posibles son facilmente transformadas en monstruos por
matar. Los problemas concretos, - hoy sobre todo la exclusión de la población y
la crisis del medio ambiente -, cuya solución exige las alternativas, son relegados
a un segundo o tercer plano y pierden significación en relación a la lucha en
contra de los monstruos. La misma realidad concreta desaparece. Sin embargo,
eso precisamente abre el paso a la marcha sin límite de la razón
instrumental-calculadora. Por eso, no puede haber salida sin disolver estos
monstruos. La sóla discusión de alternativas no las disuelve.
La
“voluntad contraria como enfermedad” (“Die Krankheit des Gegenwillens”)
Sin embargo, aparece la voluntad contraria. Pero no retorna
el sujeto, sino el sujeto se hace monstruo para luchar en contra de este
monstruo-antisujeto, que proyecta el monstruo en los otros, para poder
transformarse en monstruo también.
Se enfrenta a este antisujeto, pero lo hace proyectando
ahora el monstruo en él. Por lo tanto, tiene que hacerse monstruo también.
Aparecen crímenes y enfermedades, y el propio crimen parece ser una enfermedad.
Porque
monstruos de este tipo no se puede matar. Según el mito griego, por cada cabeza
que se le corta a la Hidra, le nacen 7 nuevas. Hay que disolverlos. Y
transformando en monstruo este antisujeto, que proyecta el monstruo para luchar
en contra del monstruo, lo reproduce. También en este caso hay hacerse monstruo
para luchar en contra del monstruo.
Estas reacciones de la voluntad contraria no tienen un
proyecto de cambio de la sociedad y no tienen metas racionalmente concebidas.
Tienen un carácter eruptivo. Adquieren
fácilmente el carácter de parodias. Son parodias, aunque sus actores no tengan
la menor consciencia de eso. Son parodias referentes a este antisujeto.
Creo, que hay algunos casos llamativos. Quiero hacerlos
presente.
El primer caso, que quiero citar, me llama la atención
desde mucho tiempo. Es el fenómeno de los asesinato-suicidios. Desde fines de
los años 70 se multiplican. En los años ochenta parecen ser más bien un
fenómeno restringido a los EEUU. En las
escuelas aparecen los alumnos, que se llevan un arma, matan a muchos otros y a
profesores, para pegarse al fin un tiro a si mismos. Algo parecido aparece en
lugares de trabajo. Pero también en las calles y otros espacios públicos.
Alguien toma un arma, mata a muchos que no conoce, para suicidarse después.
Este fenómeno posteriormente se extiende, aparece en Japón,
en Europa, en Canadá, en la Urania, en China y en África. Desde mediados de los
años 90 se hace presente en Palestina. Aunque parta de EEUU, aparece
posteriormente en todas las culturas y en todos los continentes. Aparece un
nuevo terrorismo, que mata sin razones
aparentes, para suicidarse al final el asesino.
Es teatrum mundi. Pero es teatro al estilo del Coliseo, un
juego en el cual los jugadores mueren. Los asesinos hasta se ponen en escena.
Un caso así es MacVeigh, quien, al ser ejecutado, dejo un poema inglés con el
título: “Invictus”. El compositor alemán
Stockhausen habló en relación al atentado de Nueva York de un teatro en grande (Gesamttheater).
Se lo denunció y marginó. Claro, tendría que haber añadido: teatro al estilo
Coliseo. El mundo como Coliseo. Pero, ciertamente era teatrum mundi. Hay pocos
que no hayan visto varias veces esta función.
Todos estos asesinatos-suicidios son variaciones sobre un
gran tema. El tema se puede comprimir en una tesis: asesinato es suicidio. Los
asesinos-suicidas nos hacen ver todo el tiempo esta gran verdad. En los años 30
André Breton decía: el único acto sensato (surrealista) hoy es, tomar una
pistola y tirar salvajemente sobre la gente. No sabía todavía el cuento entero.
Si no, habría añadido: y después tirarse un tiro a si mismo. Nuestros
asesinos-suicidas completaron el acto, del cual advertía Breton.
Pero al presentarnos este: asesinato es suicidio, los
asesinos dicen la verdad. Son como Hamlet: Aunque sea locura, método tiene.
Además, son casi los únicos que dicen esta verdad, que nadie quiere escuchar.
Escriben su mene tekel en la pared. Descifrándolo aparece: asesinato es
suicidio. Cuando los cuerdos no quieren decir la verdad, son los locos quienes
la dicen.
Frente a un mundo, que construye escudos antimisiles para
poder matar sin suicidarse, aparece la verdad: asesinato es suicidio. Aparece
como parodia.
Pero es verdad invertido. El asesino-suicida, frente al
hecho de que asesinato es suicidio, opta por asesinar suicidándose después. No
logra otra opción, aunque la haga ver. Revela el sujeto, para negarlo en el
mismo acto.
Quiero ver todavía un segundo caso de estas parodias del
sujeto. Se trata del francotirador, que apareció en octubre del año 2002 y que
desde distancias largas y lugar seguro mató a unas 12 personas, uno por uno.
Todo era una gran parodia a los emperadores que gobiernan desde Washington.
Desde lejos enfocan, tirando no con balas, sino con ejércitos enteros, a países
y los borran del mapa. Empezaron en Panamá 1991 y borraron del mapa el barrio
Los Chorillos de la ciudad de Panamá. Enfocaron a Irak y lo borraron igual.
Enfocaron a Serbia, después a Afganistán, a Palestina y están pronto a lanzarse
de nuevo sobre Ira, anunciando que todavía les quedan muchos países para
arrollarlos después.
El francotirador puso en escena una parodia también
sangrienta. Asumió el nombre de Muhamed, que corresponde perfectamente a las
imágenes difundidas del enemigo de la sociedad. Disparó y borró uno, para hacer
después lo mismo con otro. A la policía le escribió una carta, en la cual
decía: soy Dios. Es el Dios de Bush, quien se imagina que con su escudo
antimisil puede destruir al país que quiere sin peligro que sus balas sean
contestadas. Pero la parodia del francotirador tiene continuación. Cuando la
policía no encontraba pistas, el mismo francotirador les dio la pista:
Montgomery, Alabama. Cuando no le hicieron caso, la dio otra vez. Con esta
pista al fin lo encontraron.
Vuelve la enseñanza: asesinato es suicidio. Aunque se tenga
el Dios de Bush y aunque se sea el Dios de Bush, sigue siendo válido: asesinato
es suicidio. El francotirador parece inclusive preocupado para que se de eso
como resultado; por eso da la pista a la policía. Sus asesinatos resultan ser
también asesinatos-suicidios.
Estas parodias sangrientas enseñan. Pero enseñan al revés.
No dan la salida, más bien la tapan. Pero al ser tan activas para tapar la
salida, muestran, por donde hay que buscar la salida. Está allí, donde ponen el
tapón. Ponen piedras en el camino al sujeto, sin embargo, como dice Erich
Kästner, también con piedras, que se nos ponen en el camino, se puede construir
algo.
Hay muchas parodias de este tipo, que hoy aparecen. Pero
estas dos pueden mostrar, de que forma aparecen. Todos muestran esta “voluntad
contraria como enfermedad”.
Interculturalidad
y fundamentalismo.
Vivimos una sociedad, que ha perdido sus fundamentos y ha
entrado en su período de decadencia abierta. Lo que está colapsando son las
relaciones sociales mismas. Se trata de
algo peor que la crisis de la exclusión y del medio ambiente. Con la crisis de
las relaciones sociales colapsa la propia posibilidad para enfrentar todas las
otras crisis. En una situación tal evidentemente no es suficiente concebir
alternativas y presionar hacia ellas. Hay que reconstituir aquel fundamento que
funda la posibilidad de la concepción de alternativas y de su realización.
Esta es la razón por que tenemos que volver al sujeto. El
sujeto humano que afirma su vida realistamente, lo que significa que lo hace en
una realidad, de la cual sabe, que asesinato es suicidio. Eso es el fundamento
perdido, sin el cual nadie se va a poder enfrentar al sistema de muerte. Eso es
contrario a lo que hacen los tal llamados fundamentalismos hoy.
Igual como la ortodoxia jamás es la fe verdadera, el fundamentalismo jamás
nos expresa lo que es el fundamento. El fundamentalismo en todas sus formas se
basa en la negación del sujeto. Sin embargo, el fundamento es el sujeto. El
sujeto es la palabra que está en el inicio de todas las cosas. Por eso la
palabra es la vida. En el inicio está el grito del sujeto, el sujeto como
grito, el grito, que es sujeto. Es la interpelación de todo en nombre del
sujeto. La palabra es un grito. En el inicio está el grito. El grito es
rebelión: en el inicio está la rebelión. Ya Camus piensa la rebelión en este
sentido. Cuando Camus dice: “Yo me rebelo, luego existimos” contesta a
Descartes, en cuya tradición tendría que decir: Yo me rebelo, luego existo. La
rebelión estaría vaciada.
[9]
Creo, que solamente a partir de la afirmación de eso sujeto
es posible tanto disolver a los monstruos fabricados como asegurar
realistamente las discusión y promoción de las alternativas necesarias.
Dónde está este sujeto? Está en el origen de todas las
culturas sin excepción. Está como ausencia presente, que exige ser recuperada
en cada momento.
[10] Lo habíamos citado desde la cultura africana, citando a
Desmond Tutu: "Yo soy solamente si tu también eres”. Es fácil, encontrar
formulaciones muy parecidas en las culturas indígenas de América Latina. Pero
está igualmente en las culturas mundiales de tradición judeocristiana,
islámicas, oriental etc., aunque en estas culturas esté más escondido.
Para dar el ejemplo del judío-cristianismo y su mandamiento
del amor al prójimo. Según Lévinas la traducción correcta del llamado al amor
al prójimo es: Ama a tu prójimo, tú lo eres. En esta forma, el sujeto es
evidente. El: “tú lo eres” expresa en otra forma el: asesinato es suicidio.
Como tal es ambivalente; por tanto, le sigue el: ama a tú prójimo como actitud
realista frente a la vida. No se trata de ningún juicio de valor ni de una
exigencia desde afuera de la realidad, sino de la exigencia de afirmar la vida
en términos realistas. Eso significa, en términos de una realidad, cuyo
característica es el: asesinato es suicidio. Por tanto, se trata de un llamado
a ser sujeto.
Sin embargo, nuestra traducción corriente esconde este
llamado a ser sujeto, diciendo: ama a tu prójimo como a ti mismo.
Ahora, este ser sujeto del ser humano está en cada una de
las culturas humanas, pero está escondido, muchas veces negado. Está, pero está
negado. Pero: negatio positio est. En esta forma está presente. Esta negación
del sujeto no es un proceso arbitrario. Toda cultura tiene que
institucionalizarse como civilización con sus leyes, rituales etc. Pero institución
es necesariamente administración de la muerte. La infinitud del sujeto es
sometida a la finitud de la cultura determinada e institucionalizada, que
necesariamente lo niega. Sin embargo, toda cultura tiene que recuperar este
sujeto negado frente a su propia institucionalización (una especie de negación
de la negación). Por eso, la cultura se desarrolla y tiene historia. Y podemos
descubrir en cada cultura este proceso circular, que parte del sujeto en su
infinitud, pasa a su negación institucionalizada, para llegar continuamente a
la recuperación del sujeto, lo que mueve la cultura como su historia.
La sociedad moderna es la única sociedad humana, que ha
interrumpido este círculo del sujeto, su negación y su recuperación. Eso le da
su enorme poder de conquista tanto de todas las poblaciones de la tierra como
de la naturaleza misma. Pero a eso se debe igualmente su extrema capacidad
destructora, tanto del ser humano como de la naturaleza externa al ser humano.
La sociedad moderna – tomando modernidad como el período
histórico desde el siglo XV en adelante – efectúa la negación del sujeto sin
admitir ninguna recuperación del sujeto frente a esta negación. Lo hace por la
absolutización y posterior totalización de las leyes del mercado. Polanyi habla
de la “salida del cauce” (disembedding) del mercado, que se desentiende de las
condiciones de posibilidad de la vida humana y que por tanto la subvierte con
la tendencia de destruirla.
Con eso se pierde de vista la realidad como condición de
posibilidad de la vida humana. Lo que queda de la realidad no es más que un
gran montón de elementos, frente a los cuales no cabe sino la acción medio-fin
y el cálculo del máximo de ganancias. Se trata de un montón de elementos a
disposición de acciones calculadas linearmente para el provecho de producción y
consumo y de una lucha sin cuartel en cuanto al acceso a estos elementos.
En el grado, en el cual ahora no se vuelve a plantear el
sujeto, para reconstituir la realidad y el realismo de la vida, aparecen los
fundamentalismos. El sistema se hace ciego.
La palabra fundamentalismo tiene su origen en un movimiento
cristiano que surge a principios del siglo XX en EEUU. Surge como movimiento
sin mayor relevancia, que adquiere su importancia no solamente nacional, sino
también internacional, durante la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, este
auge del fundamentalismo cristiano no lo podemos explicar sin tomar en cuenta
el surgimiento de otro fundamentalismo, que adquiere importancia a partir de
los años 60 y se impone al mundo a partir del golpe militar en Chile en 1973 y
de los gobiernos de Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en EEUU.
Este fundamentalismo es el fundamentalismo del mercado, que no tiene sus raíces
directas en movimientos religiosos. Se lo llama fundamentalismo del mercado a
partir de los años 90, una expresión que asumió posteriormente el economista
Stiglitz. El fundamentalismo del mercado, nacido del neoliberalismo, declara
definitivamente la negación del sujeto y lo hace esta vez en términos mundiales
y globales. Toda intervención en el
mercado aparece ahora como distorsión por eliminar. Aparece el pillaje global
como estrategia mundial, que no toma en cuenta ni la globalidad ni la
complejidad del mundo. Es el tiempo de los “terribles simplificateurs”, que
Jacob Burchhardt anunciaba ya en el siglo XIX.
El fundamentalismo cristiano con su antiliberalismo resultó
una corriente ideal y de mucha fuerza para acompañar al fundamentalismo del
mercado de la estrategia llamada globalización. Sin este apoyo difícilmente
Raegan y hoy Bush (hijo) habrían logrado el apoyo masivo que lograron. Además
complementa la corriente que sostiene teóricamente esta estrategia de
globalización. Precisamente frente a las críticas que reprochan a esta
estrategia las catástrofes que produce, los argumentos de este fundamentalismo
cristiano pueden contestar. Aceptan, que estas tendencias catastróficas están
produciéndose, pero las asumen como voluntad de Dios expresada ya en profecías
antiguas que pretendidamente anuncian estas catástrofes para el tiempo de hoy.
Llaman a aceptarlas hasta el final como “tribulaciones” mandadas por Dios, a
las cuales seguirá el “Cristo viene”. A la irresponsabilidad de los
responsables del proceso le dan la justificación divina.
Sin embargo, en el momento, en el cual aparecen estos dos
fundamentalismos aparejados, aparecen otros fundamentalismo religiosos de parte
de las culturas amenazadas por el proceso de homogeneización de parte del
mercado mundial. Entre estos se encuentra el fundamentalismo islámico hoy, pero
probablemente también el actual fundamentalismo del vaticano y otros. Sin
embargo, estos fundamentalismos de contestación no llevan sino a respuestas
ciegas sin ninguna capacidad alternativa. En casos extremos desembocan en un
terrorismo ciego sin destino, que puede llevar a situaciones caóticas que
tampoco admiten salidas.
Esta es la situación, en la cual hay que plantear de nuevo
la cuestión del sujeto. Me parece el punto de partida para poder enfrentar este
sistema racionalmente y en la perspectiva de soluciones alternativas. Tiene que
hacerlo a partir de las culturas tradicionales de la humanidad por la simple
razón de que todas estas culturas tienen su origen precisamente en este sujeto
humano. Lo tienen en el sentido de un principio de generación de las culturas:
las culturas se generan a partir del sujeto, aunque pasen por su negación. Aquí
aparece un plano de encuentro intercultural en función de hacer presente el
sujeto humano frente al fundamentalismo del mercado y su destructividad. Eso es
también un desafío para las culturas. Tienen que ser llamadas a recuperar su
origen para poder defenderse como culturas frente a este fundamentalismo del
mercado. No pueden enfrentarlo, sino en nombre del sujeto en su origen, pero
tampoco pueden sostenerse como culturas de tradición, sin enfrentar en nombre
de este sujeto al fundamentalismo de mercado, que los amenaza en su esencia,. A
partir de allí veo posible una interculturalidad para el futuro, que no amenaza
a ninguna cultura como cultura específica, pero que deja la posibilidad de
actuar de acuerdo común frente a este fundamentalismo del mercado, que amenaza
a todas.
Los “terribles simplificadores”.
Todos los días
escuchamos que el mundo es complejo. Pero esta complejidad del mundo tiene sus
problemas. ¿Cómo sabemos, que el mundo es complejo? Eso depende de quien se
relaciona con el mundo. En las ciencias empíricas es corriente referirse a
algún observador absolutamente informado (del diablillo de Laplace hasta el
observador informado de Max Planck) o a un actor con conocimiento perfecto
(p.e. en economía en la teoría de la competencia perfecta se supone siempre
actores de conocimiento perfecto en los mercados). Evidentemente, el mundo no
es complejo desde el punto de vista de
un tal observador o actor perfectamente informado. Desde esta perspectiva el
mundo es simple. Por otro lado, supongo que para animales el mundo tampoco es
complejo. Actúan por adaptación. Por lo menos si suponemos que podemos saber
como actúan.
Sostener tal cual que
el mundo es complejo, es una simple afirmación metafísica y como tal
irrelevante. Es complejo solamente si suponemos que como seres humanos actuamos
en él. Lo que tenemos como experiencia es, que las soluciones de los problemas,
que el ser humano enfrenta, son complejas. Todos los problemas relevantes
tenemos que enfrentarlos en todos los viveles de la vida humana, para poder
encontrar una solución. De este hecho tenemos que concluir, que el mundo mismo
es complejo. Pero eso significa siempre: dada la conditio humana, el mundo es
complejo. Esta conditio humana descubrimos al buscar soluciones a nuestros
problemas y no tenemos un conocimiento a priori de ella. Resulta entonces que
el ser humano es un ser infinito atravesado por la finitud. Por eso puede
concebir un mundo de observadores y actores de conocimiento perfecto, para los
cuales el mundo no es complejo, para derivar posteriormente, que el ser humano
no es eso, sino un ser, para el cual el mundo es complejo, es decir, para el
cual todas las soluciones de sus problemas son complejas. Por otro lado es
imposible que actúe por pura adaptación.
Frente a esta
situación humana de complejidad, aparecen los “terribles simplificadores”, como
Jakob Burckhardt los llamaba ya en el siglo XIX. Cuanto más complejo se nos
hace el mundo, más grande es la tentación de enfrentar esta complejidad por
soluciones de simplificación primitivas que ofrecen algún principio único como
solución en este mundo complejo. Aparecen varias de estas simplificaciones
desde el siglo XX y están muchas veces vinculadas a los totalitarismos de este
siglo. Pero parece que la más extrema la vivimos hoy y viene precisamente de
muchos de aquellos, que hablan tanto de la complejidad del mundo. Se trata de
nuestros fundamentalistas del mercado.
Hacen una conclusión
inaudita: el mundo es complejo, por tanto, las soluciones resultan ser puros
simplismos. El mundo es complejo y por tanto solamente simplismos son
aceptables. Esta reducción de todos los problemas empezó con los neoliberales.
Hayek la hace muy explícita:
"Una sociedad libre requiere de
ciertas morales que en última instancia se reducen a la mantención de vidas: no
a la mantención de todas las vidas porque podría ser necesario sacrificar vidas
individuales para preservar un número mayor de otras vidas. Por lo tanto las
únicas reglas morales son las que llevan al 'cálculo de vidas': la propiedad y
el contrato".
[11]
Estando complejo el
mundo, el simplismo de “la propiedad y el contrato” es la respuesta. Estando
complejo el mundo, la solución no es nada de compleja. Sin embargo, de la
complejidad del mundo podemos saber solamente por el hecho de que las
soluciones son complejas. Este hecho se niega para negar en nombre de una
afirmación de por sí metafísica que las soluciones son complejas. Negada la
complejidad de las soluciones, la afirmación de la complejidad del mundo pierde
todo significado real. En nombre de la afirmación metafísica de la complejidad
del mundo se niega la complejidad en la vida real.
Hayek desarrolló su
tesis de la complejidad del mundo frente al socialismo soviético, que
efectivamente también respondió a la complejidad del mundo por la tesis de una
solución simplista expresada en el principio de la planificación como solución
única. Sin embargo, Hayek nunca criticó este simplismo, porque buscaba un
simplismo igual, aunque desde otro ángulo. No discutió el simplismo, sino
solamente, cual era el simplismo correcto. Y contestó: el simplismo correcto es
el simplismo del mercado: “la propiedad y el contrato”. Por tanto sustituyó el
simplismo de la planificación por el simplismo del mercado. Eso explica la
llamativa similitud entre la ideología soviética y la ideología de la
estrategia actual llamada globalización originada desde el neoliberalismo, cuyo
exponente más importante sigue siendo Hayek.
Siendo complejo el
mundo, la solución no es compleja, sino simplista. Eso las dos ideologías
tienen en común. Sus diferencias consisten en determinar, cual simplismo nos
corresponde escoger.
Sin embargo, nuestro
problema hoy es aceptar, por fin, que las soluciones son complejas y de
reconocer la complejidad del mundo, dentro del cual aparece la complejidad de
las soluciones.
Pero el
fundamentalismo del mercado reacciona al revés. Sigue con su simplismo para
luchar ahora en contra de la complejidad del mundo. Reducir y, por fin,
eliminar la complejidad del mundo para que el mismo mundo sea tan simplista
como lo es la solución que se ofrece. Toda la estrategia de globalización del
mundo ha desembocado en esta lucha en contra de la complejidad del mundo.
Efectivamente, para que las soluciones sean simplistas, el mundo tiene que
serlo también. Todo el sistema ahora se hace agresiva frente a un mundo
complejo. La complejidad de las relaciones entre los seres humanos, la
complejidad de la naturaleza, la complejidad de las culturas, todas estas
complejidades hace falta ahora eliminar, para cumplir con la ilusión de que el
simplismo un día pueda funcionar. Hay una fórmula para este proceso: la
eliminación de las distorsiones del mercado. Resume bien, lo que es el
fundamentalismo del mercado. Estas distorsiones resultan de la complejidad del
mundo. Cada solución compleja, que corresponda a la complejidad del mundo,
resulta ser una distorsión del mercado. Su eliminación destruye la complejidad
del mundo y lo hace invivible.
Es el proceso de
destrucción que hoy está en curso. Maucher, el presidente de la multinacional
Suiza Nestlé, declaró en el año 1991, que quiere ejecutivos con “instinto
asesino” (Killerinstinkt)
[12] El
“instinto asesino” es ciertamente el instinto básico que se necesita para
seguir con esta estrategia. Y parece, que hay suficiente. En estos días Attac
da la siguiente noticia:
Reproducimos
estas declaraciones de Angel María Caballero, presidente de la Asociación
Nacional por la Salvación Agropecuaria, denunciando las actividades ílícitas de
la multinacional Nestlé, que envía leche de Uruguay y la remarca para ocultar
su origen y su vigencia vencida.
Estas
declaraciones cobran nueva actualidad porque el periódico El
Tiempo
del sábado 7 de diciembre, registra que a las 200 toneladas de leche
decomisadas en la semana anterior, se suman otras 120 toneladas, decomisadas
cuando nuevamente estaban en proceso de reetiquetado para simular que fueron
producidas dentro del país y para ocultar que se trata de leche vencida no apta
para consumo humano. Estos hechos revelan la corrupción de las multinacionales
que juegan con la salud humana con tal de realizar grandes ganancias.
[13]
Llamar hoy a respetar
la complejidad del mundo, significa, llamar a terminar con un proceso de
destrucción de la complejidad en pos de hacerla compatible con las soluciones
simplistas de los terribles simplificadores.
Pero
los terribles simplificadores hablan otro lenguaje. Ya lo vimos en Hayek,
cuando ofrece al mercado como instrumento único, que sería complejo en sí. Se
niega la complejidad del mundo, pero se ofrece esta negación como respeto a la
complejidad del mundo. Es el lenguaje de la novela “1984” de Orwell, en el cual
guerra es paz, tortura es amor al prójimo.
Este
mismo lenguaje aparece hoy en otro nivel. Se trata del lenguaje sobre el tal
llamado terrorismo. Lo que hoy de parte de los ejecutivos del sistema se llama
terrorismo, es en sí una terrible simplificación. El fenómino al cual se
refiere es sumamente diverso tanto en sus expresiones como en sus causas. La
terrible simplificación lo reduce a algo sumamente simple. Lo reduce para
responder en términos igualmente simples. No queda entonces más que una sóla
respuesta: el terrorismo del Estado. Los
terribles simplificadores ya no ven más que un enfrentamiento entre el
terrorismo de otros y el propio terrorismo del Estado. Según la confrontación.
aparece entonces el terrorismo total (del Estado) en contra del terrrorismo.
Pero
lo que se enfrenta como “terrorismo”, es un fenómeno sumamente complejo. Exige
respuestas en todos los planos de la sociedad. Exige respuestas en el plano
económico de la estrategia de la globalización, que ya en sí resultó una
estrategia terrorista, pero también en los planos sociales e, inclusive, de la
cultura. Pero los terribles simplificadores reducen todo a un sólo problema –
lo que llaman terrorismo – y a una sóla respuesta – que es la respuesta del
terrorismo del Estado, sea esta la represión policial que hoy cada vez más ha vuelto
a la tortura sistemática o las guerras de destrucción de países enteros bajo
pretexto de esta guerra en contra del terrorismo.
Pero
vuelven a hablar de la complejidad. Cuando hoy amenazan inclusive con la guerra
atómica en contra de países indefensos, se presentan en nombre del respeto a la
complejidad. Un oficial del gobierno de EEUU presenetó ahora un documento sobre
“Estrategia Nacional para combatir Armas de Destrucción masiva”. (National
Strategy to Combat Weapons of Mass Destruction). En nombre de este combate anuncia el uso
indiscriminado de armas de destrucción masiva en manos del gobierno de EEUU en
el mundo entero. Sobre esta amenaza a todo el mundo, sin embargo, dice:
“La
primera vez se ve una estrategia compleja para enfrentar una amenaza compleja”.
(It's the first time you're seeing a complex strategy to deal with a complex
threat
[14])
Es
la amenaza del terrible simplificador, expresada en nombre del respeto a la
complejidad. Se simplifica tanto, que la destrucción de todo puede ser el
resultado.
La discusión sobre la complejidad del mundo está perdiendo su sentido y
será muy difícil, recuperarla.
[1]
según CNN, Internet, Saturday, November 23, 2002 Posted: 12:13 PM EST
[2] Kindleberger cita a un
especulador de la bolsa quien dice: "When the rest of the world are mad,
we must imitate them in some measure" (Cuando todos se vuelven locos, lo
racional es volverse loco también). Kindleberger, Charles P.:
Manias, Panics and Crashes: A History of
Financial Crises. New York, Basic Books, 1989, págs. 134 y 33, 38 y 45.
[3] "Each participant in the market, in trying to save himself,
helps ruin all".
Op. cit., págs.178s.
Sin embargo, se asusta por las consecuencias y las reduce a casos singulares:
"...I conclude that despite the general usefulness of the assumption of
rationality, markets can on occasions... act in destabilizing ways that are
irrational overall, even when each participant in the market is acting
rationally" (Concluyo que a pesar de la utilidad general de los
presupuestos de racionalidad, los mercados pueden ocasionalmente... actuar de
maneras desestabilizadoras que son por completo irracionales, aunque cada uno
de los participantes en el mercado actúe de forma racional).
Ibid., pág. 45.
[4]
agradezco la información sobre este juego a Elsa Tamez.
[5] Hay un juego electrónico, que se llama “Robot Coliseum (RK12-2)” y
que se anuncia: “Make your own robots to fight to the death in the arena.” Es
de Ryan Koopmans,
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..
Pero en general abundan juegos del modo de jugar que se llama arcade, que
suelen ser del mismo tipo: uno en contra de todos hasta la muerte.
[6] según: Mohamed Larbi
Bouguerra: Au service des peuples ou d'un impérialism écologique. Le Monde
Diplomatique. Mayo 1992. p.9
[7] Without elaborating, one U.S. official said,
"He has been of some help in terms of information."
The key to getting the information is finding al-Nashiri's weak
spot, according to Cindy Capps, with the Center for Counterintelligence
Studies.
"Every person has a button that can be pushed," said
Capps, a former FBI interrogator. "But you have to find the button."
(Noticias CNN internet Saturday, November 23,
2002)
[8] Orwell, George: 1984. Ediciones Destino. Barcelona, 1979
[9]
Sería la rebelión, como la ve la empresa Apple:
“El mundo está
lleno de rebeldes e inconformistas. Son personas que se dedican a diseñar,
inventar, inspirar, sorprender. Y para la gente con imaginación, una
herramienta adecuada puede marcar la diferencia con el resto.
Apple es el lider en herramientas para profesionales de la
creación....”
Propaganda Comercial de Apple distribuida en 1998 con el título
“Think different”.
El logos joanico es ciertamente el Logos extraño a la violencia;
por tanto es un Logos siempre expulsado, un Logos que no esta nunca en las
culturas humanas y que no determina nunca nada en ellas de forma directa; estas
culturas se basan en el Logos de Heraclito, esto es, en el Logos de la
expulsión, en el Logos de la violencia que no sigue siendo fundadora mas que en
la medida en que se la desconoce. El logos de Juan es el que revela la verdad
de la violencia haciendose expulsar. Se trata en primer lugar de la pasión,
como es lógico, pero bajo una forma de generalidad que presenta el
desconocimiento del Logos, su expulsion por parte de los hombres, como un dato
fundamental de la humanidad.
Girard,
René: El misterio de nuestro mundo. Claves para una interpretación
antropológica. Diálogos con J.M.Oughouruan y G. Lefort. Sigueme. Salamanca
1982. p.307
“El
Logos del amor deja hacer; se sigue dejando expulsar por el Logos de la
violencia, pero su expulsión es revelada cada vez mejor, develando así que el
Logos de la violencia no existe en realidad más que expulsando al verdadero
Logos, siendo por así decirlo un parásito del mismo.” 310
[11] Hayek, Friedrich von. Entrevista Mercurio 19.4.81
[12] En la revista suiza:
Arbeitgeber, 1/1991
[13]
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Sun Dec 15 16:45:09 2002
[14] CNN, Wednesday, December 11,
2002 Posted: 2:02 AM EST (0702 GMT):
“The
six-page document, dubbed "National Strategy to Combat Weapons of Mass
Destruction," is a joint report from National Security Adviser Condoleezza
Rice and Homeland Security Director Tom Ridge”.