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Las formulas del ajuste estructural y su eficacia simbólica.

El Consenso de Washington es un saber que ha repercutido en la producción de agendas de desarrollo, que a su vez influyeron en los programas de acción para los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, de este último viene el diseño de los llamados Programas de Ajuste Estructural, que implícitamente contienen elementos del decálogo del Consenso de Washington.

A su vez el Ajuste Estructural, debe asumirse como parte de una estrategia de post-modernización, de las funciones políticas, sociales y económicas del Estado, que representa en su lógica misma los procesos más radicales de racionalización de la modernidad, observados en las metas abstraídas de cálculos y estimaciones numéricas sobre el mejor desempeño de la economía, que automáticamente supondría mejoras en las condiciones sociales y de subsistencia de la población, pero atados a una suerte de escatología numérica, al "thelos del mathema".

Y precisamente en este punto reside la eficacia performativa de la narrativa del desarrollo del ajuste estructural pues entraña un poder de representación claramente delegado en discursos e instituciones, lo primero se observa en el discurso del Consenso de Washington[30] –relacionados como se ha señalado antes con los PAES- y lo segundo en las instancias que enuncian el discurso como los organismos financieros internacionales, pero también en los organizaciones que son sujetas del mismo como los Estados que se ven interpelados ante estas medidas, lo cual configura escenarios del desarrollo a partir del poder de representación[31] instituido.

Las dimensiones del ajuste estructural.

Las dimensiones del ajuste estructural son comprensibles en tanto es posible establecer una distinción analítica entre los llamados en este documento PAES de primera generación elaborados por los organismos financieros internacionales durante la década de los ochentas, y su acento primordialmente centrado en la estabilización, pues estos son “programa a corto plazo cuyo objetivo fundamental es corregir desequilibrios macroeconómicos tales como el déficit de la balanza de pagos y la inflación. Estos programas vinculan a los países con el FMI, el cual ofrece préstamos a corto plazo a cambio de que se adopten medidas en relación a la reducción del crédito, a la liberalización de los precios y a la devaluación de la moneda local” (Posas, 2000:496). Los que se han venido llamando PAES de segunda generación son los que ponen acentuación en el ajuste estructural, son de mediano plazo e igual dan acceso a los créditos del BM y de la AID en tanto se hayan puesto en marcha las medidas de los PAES de primera generación, centrados primordialmente en la estabilización antes expuesta.

Los supuestos que entrañan están intrínsecamente relacionados con fundamentos y argumentaciones de corte neoliberal o de la economía neoclásica, que propugnarían un enfoque favorable al mercado partiendo de la atracción inversión extranjera directa, desregulación del mercado por parte del Estado (liberación de precios, tasas de interés y mecanismos de control de las inversiones), integración en el mercado internacional (asumir el libre comercio como bandera, reducción de tasas arancelarias y mecanismos protección a la producción interna), creación de incentivos para las empresas que inviertan en el país (instauración de subsidios y zonas francas en concordancia con la producción y exportación del país).

A estos rubros se aúnan, las medidas referidas a priorizar el gasto público y los mecanismos de privatización solapada de los PAES de primera generación, y las posteriores preocupaciones sobre la disciplina y reforma fiscal, la liberalización financiera, los tipos de cambio y la propiedad intelectual, y se tiene todo el recuadro de medidas contenidas en Consenso de Washington como el denominador de las políticas del gobierno Estadounidense, del BM y del FMI.

Ante este recuadro cabe definir o intentar poner en contexto lo que se va entender por Consenso de Washington para exponer el contenido de cada una de las medidas del decálogo de este y su lugar dentro del discurso del ajuste estructural como narrativa del desarrollo.

Williamson (1999) anota que el Consenso de Washington es el “mínimo denominador común de las reformas que considero Washington debería acordar que necesita América Latina desde 1989”, la opinión del autor no es para nada desdeñable si se tiene en cuenta que fue él el ideólogo del Consenso de Washington y quien ha tenido que lidiar con interpretaciones del consenso que lo definen como “manifiesto” y que en su uso corriente lo consideran como “prescripciones políticas basadas en los principios del mercado y del monetarismo” o bien como “una codificación del nuevo imperialismo”[32], ante este atolladero el autor propone tres salidas, pues al hacer una revisión de los usos del discurso del consenso, se encuentra ante lo que él denomina como un dilema semántico que  con tres posibilidades:  (a)  asumir la insistencia en los usos originales;  (b) abandonar el uso del término; (c) avalar un post- Consenso de Washington.

Teniendo en cuenta lo anterior se propone una lectura de  los puntos acotados dentro de este discurso, se sigue la formulación del decálogo del Consenso de Washington a partir de los textos de Williamson (2002a; 2002b)

1.      disciplina fiscal: significa reducir los déficits presupuestarios, medirlos adecuadamente con la inclusión de los gobiernos locales, las empresas estatales y el banco central, deben ser claramente acotados para que no se financien con los impuestos de la inflación.

2.      prioridades del gasto público: implica orientar el gasto a áreas y sectores desatendidos de la economía capaces de generar altos rendimientos, que contribuyan a mejorar la renta, la atención en servicios de salud y educación a nivel primario.

3.      reforma fiscal: esta debe tender a ampliar la base imponible y recortas tipos marginales.

4.      liberalización financiera: el objeto es alcanzar un tipo de interés real moderadamente positivo, aboliendo tipos de interés preferentes a los clientes privilegiados, ello para alcanzar tipos de interés determinados por el mercado.

5.      tipos de cambio[33]: se propone le necesidad de un tipo de cambio unificado (en las transacciones corrientes), que permita fijar un nivel suficientemente competitivo para promover un crecimiento rápido de las exportaciones de productos no tradicionales, hecho de forma tal que los exportadores tengan garantías en términos de su competitividad.

6.      liberalización comercial: La propuesta es eliminar  restricciones cuantitativas que se substituirían por aranceles, mismos que deberían reducirse de forma progresiva hasta un 40% aproximadamente[34].

7.      inversión directa extranjera: la propuesta es abolir los impedimentos y barreras de entrada de empresas extranjeras, estás debería competir con las empresas locales en un plano de igualdad. Este rubro no sólo se refiere a las empresas sino a la inversión extranjera directa y las restricciones existentes en esta materia.

8.      privatización: se parte de que  esta “puede ayudar a aliviar la presión sobre el presupuesto, tanto en el corto plazo por los ingresos producidos por la venta de la empresa y en el largo plazo en la medida en que la inversión no necesitan ser financiados por el gobierno” (Williamson, 2002a) y por ello las empresas estatales debería privatizarse.

9.      Desregulación: la propuesta es que los gobiernos eliminen reglas y normativas que impiden la entrada libre o tienden a restringir[35] la competencia, ello asegurando que estas disposiciones estén justificadas en criterios de seguridad, protección ambiental y supervisión bancaria de las instituciones financieras.

10.  derechos de propiedad: consiste en que el sistema legal asegure derechos seguros de propiedad, que no resulten tan onerosos en costos y que pueda extenderlos al sector informal.

Estos diez instrumentos de política económica instrumentalizan de forma consistente la propuesta de una narrativa del desarrollo neoliberal, y se encuentran también presentes en el proyecto de ley de Reforma Fiscal de la coyuntura 2005 y que fue un punto recurrente de los discursos del presidente Pacheco de la Espriella (2002-2006), ahí disciplina y reforma fiscal convergían.

Por su parte el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, Estados Unidos y República Dominicana (TLC-CA-EUA-RD) contiene capítulos en los cuales hay concordancia con los aspectos anteriormente expuestos, como consigna el siguiente cuadro:

Instrumento del Consenso de Washington

Concreción por capítulos del TLC-CA-EUA-RD

liberalización financiera

Capítulo 12. Servicios Financieros

liberalización comercial:

Capítulo 1. Disposiciones Iniciales

Capítulo 2. Definiciones Generales:

Capítulo 5. Administración Aduanera y Facilitación del Comercio

Capítulo 8. Defensa Comercial

inversión directa extranjera

Capítulo 10. Inversión

Privatización

Capítulo 13. Telecomunicaciones

Desregulación

Capítulo 3. Trato Nacional y Acceso de Mercancías al Mercado

Capítulo 7. Obstáculos Técnicos al Comercio

Capítulo 9. Contratación Pública

Capítulo 11.  Comercio Transfronterizo de Servicios

Capítulo 14. Comercio Electrónico

Capítulo 16. Laboral

Capítulo 17. Ambiental

derechos de propiedad

Capítulo 15. Derechos de Propiedad Intelectual

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